Como otros años, esta fecha del 1 de octubre no puede pasar desapercibida. Recogemos este artículo, recién publicado, desde el Consejo de Personas Mayores de Bizkaia donde he tenido el honor de participar durante algunos años. Hemos de cuidar esta fecha, aunque ahora estemos volcados en otros temas como la movilidad sostenible en AUVE, lo intergeneracional en InTertulia o el mundo blogger de GetxoBlog.
Reproducimos en artículo publicado hoy por DEIA: Un día que no anochece, de Manuel Merino, Presidente del Consejo de Personas Mayores de Bizkaia
El 1 de octubre es el Día Internacional de las Personas Mayores,
declarado por la ONU en 1990.
Y, al igual que los precedentes, los días
subsiguientes van a continuar siendo de
las personas mayores, creo, por lo que
apunto a continuación. Un día que no
anochece porque…
Continuará a la luz, cómo personas
mayores de nuestra comunidad, aitites y
amamas, siguen siendo apoyo familiar
imprescindible. Prestan ayuda y dedican
tiempo, esfuerzo, cariño para dar cobertura a necesidades de su familia descendiente, hasta ser claves en su organización y conciliación familiar. Resulta
incuantificable. También aportan de su
pensión. Estima el Barómetro MayoresUDP que al menos cuatro de cada diez
personas mayores prestan además ayuda económica a su familia.
Continuará a la luz, cómo mayores
–mujeres y hombres– siguen dando de
su tiempo a través de organizaciones de
voluntariado, poniendo conocimientos y
habilidades, capacidades y actitud de
servicio y dedicación, para apoyar el
desarrollo personal e inserción social de
otras personas y familias, a las que la
vida ha colocado en el lado malo de la
brecha económica y social. Según el
Libro Blanco del Tercer Sector de Euskadi, el 21,8% del voluntariado, una de
cada cinco son personas mayores de 65
años.
Continuará a la luz, cómo mayores –hombres y mujeres– se agrupan en asociaciones promoviendo iniciativas que
cohesionan la comunidad, que suponen
mejorar la vida de los mayores, espacios
de encuentro donde intercomunicar,
transferir conocimientos, ejercitar habilidades y potencialidades, como forma a
su vez de desarrollarlas y compartirlas. El tejido asociativo de mayores en
Bizkaia, tiene estructuras diferenciadas
en función de los objetivos que pretenden o los territorios en que se incardinan, pero, en su conjunto, el número de
personas mayores que participan en
asociaciones de mayores en Bizkaia es
netamente superior a las 50.000.
Continuará a la luz, cómo personas
mayores –mujeres y hombres– lideran y
participan en procesos de transformación de sus comunidades, pueblos y ciudades, intentando y hasta consiguiendo
que estas resulten más amigables y
accesibles, incidiendo decisivamente y
proponiendo planes de actuación para
la mejora de servicios y recursos, de la
convivencia vecinal y de las políticas
municipales. En treinta municipios de
Bizkaia –cifra en crecimiento– se está
llevando a cabo el programa Bizkaia
para todas las edades/ Lagunkoia integrado en cada municipio por grupos de
trabajo de personas mayores.
Continuará a la luz, cómo hay mayores
–hombres y mujeres– que se implican en
y con las instituciones públicas responsables de la acción social, para conocer,
asesorar, contrastar, proponer, demandar y pelear mejoras en las políticas
orientadas a las personas mayores de las
que son competentes en su ámbito territorial. (La Diputación Foral y un buen
número de ayuntamientos tienen –promovido por ellas– Consejos de Personas
Mayores en los que, con representantes
del tejido asociativo, exploran un modelo de gobernanza en aquello que se
refiere a la mejora de condiciones de
vida de los mayores).
Una imagen de hace dos años, con Manuel Merino arriba a la derecha.
No es todo. Pero todo ello es llevado a
cabo por mayores con una clara vocación de intergeneracionalidad, no con
visión endogámica sino con visión de
sociedad global que tiene en cuenta a
sus sectores más frágiles. Y todo ello también, debería desactivar
edadismos y estereotipos tan injustos y
estúpidos como recalcitrantemente referidos a los mayores: costo, población
pasiva, inactiva o a sus cosas consumidores de recursos... O simplemente
desactivar su invisibilización, interesada
pues –debe pensarse– lo invisible no
fatiga la vista.
Me referiré por fin a un sector, principalmente de mayores pero no solo, que,
estos sí, por su situación de fragilidad y
dependencia, precisan de cuidados adecuados, permanentes, progresivos y
suficientes a medida que su deterioro va
mermando capacidades y asfixiando su
desarrollo vital. Ello nos pone ante el
reto de aflorar nuestro orden de valores
como sociedad humana. Y ello pone a
Instituciones ante el reto de articular
sistemas y recursos que protejan la vida
y dignidad de las personas frágiles y respondan a sus necesidades. La Diputación Foral presenta en estos días las
líneas de un muy estudiado y sólido plan
de cuidados en el que se compromete
“hacia un nuevo modelo de empoderamiento de los cuidados de larga duración”.
Lo dicho: este día no anochece. Otros artículos de hoy, como el de Aitor Urrutia,...
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