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¿Qué deseas hacer con tu vida?

Resulta gratificante analizar las aspiraciones de otros para reordenar nuestras propias metas.

Una website en Internet, http://www.43things.com/, recoge y sugiere posibles objetivos vitales para los seres humanos. Permite crear con facilidad un registro personal, que recogerá nuestras aspiraciones, quedando expuestas para poder ser compartidas por otros lectores. Resulta vivificante el ejercicio de tratar de disponer con franqueza y rapidez nuestros afanes individuales… Cuando la imaginación se nos agote, porque hasta para soñar mostramos poca ambición, podremos recurrir a copiar los anhelos de otros, que muchas veces han sido más clarividentes que nosotros.

Desde 1.085 ciudades de todo el mundo, 14.460 personas han sugerido ya 52.187 propósitos. Los deseos de tanta gente se agrupan en categorías por frecuencia, según la recopilación de este sitio web, cuya traducción es “Quiero hacer 43 cosas”. Es significativo de nuestro tiempo, y de la tipología de internautas que transcriben sus metas, que los principales temas sean disfrutar de viajes pendientes, conseguir canciones o cualidades musicales, cambiar estilos de vida, practicar más ejercicio o deporte para mejorar la salud, avanzar en programación o conocimiento del ordenador, escribir más libros, diarios personales o weblogs, continuar la formación anteriormente recibida, mejorar en actitudes personales, estudiar arte y humanidades, estrechar los lazos familiares, ganar más dinero, renovar o avanzar en el trabajo, desarrollarse como personas y ganar en amor.

Algunas de las bellas intenciones que abiertamente se expresan, para deleite de todos, son viajar por el mundo, aprender a tocar un instrumento musical, vivir apasionadamente, tener hijos, perder peso, aprender a navegar mejor por Internet, escribir diariamente, perfeccionar un idioma, ir de nuevo a la universidad, superar la pereza, gastar menos tiempo ante la televisión, pasear más, hacer más y mejores fotografías, dejar de fumar, ahorrar más, hallar una profesión más interesante, meditar un rato cada día, comer alimentos más naturales, llamar más a los familiares, no preocuparse por lo que piensen los demás, leer más periódicos y libros, ir a más conciertos, mantener un contacto más cercano y regular con las amistades, o enamorarse más cada día… Y tú, ¿qué quieres hacer?

Deseos para el 2006

Cada nuevo año reeditamos la vieja “lista de los deseos”. Convirtamos nuestro desiderátum en querencia y realidad.

DESEAR: Anualmente subimos a ese tranvía llamado deseo y desplegamos los mismos buenos propósitos: aprender idiomas, apuntarnos a un gimnasio o dejar de fumar, entre los más difundidos y modestos anhelos. También abrigamos otros deseos más ambiciosos, más profundos, más grandiosos. Cuando se desea, es mejor desear mucho. Lo que ennoblece al hombre no es sólo su obra, sino también su deseo. Cada alma se mide por la amplitud de sus deseos, como se prejuzga a una catedral por la altura de sus torres.

La vida no es significado; la vida es deseo. El deseo es una pregunta cuya respuesta nadie sabe. A quien nada desea, le vence lo poco. Sólo hay un principio motriz para los seres humanos: el deseo. Quizá, dos: el deseo y el miedo, pero éste no es sino un deseo al revés. Donde acaba el deseo comienza el temor. El deseo vence al miedo. Dicen que “el deseo y el peligro hacen los hombres sencillos”.

Es bueno desear, echar de menos. Pobres de aquellos cuyos deseos todos se cumplen. Los deseos insatisfechos son condición indispensable de la felicidad. Una vida feliz requiere alguien a quien amar, algo que hacer y algo que esperar (desear). Conviene hermanar los deseos, que son más que las necesidades, con las posibilidades. Porque todo deseo estancado es un veneno que entristece. La juventud suele ser inmoderada en sus deseos, por lo que feliz aquel y maduro es quien reconoce a tiempo y aparta aquellos deseos que no van de acuerdo con sus facultades. Así alcanzará una vejez donde la memoria recuerde el deseo satisfecho.

Los deseos deben canalizarse, porque los buenos deseos no bastan para merecer un mundo mejor. Es necesario actuar. Los perezosos siempre desean hacer algo, pero son más felices las personas continuamente ocupadas. Desear no basta: hay que soñar, querer y hacer.

QUERER: Amor y deseo son dos cosas diferentes; que no todo lo que se ama se desea, ni todo lo que se desea se ama. Amar no es sólo desear, es también querer. Amar sin desear es comer sin hambre. ¿Por qué es tan difícil "querer", mientras tan fácil es "desear"? Porque en el deseo se expresa la impotencia, y en el querer, el esfuerzo. El tiempo es corto para el que se empeña, e inacabable para el que sólo sueña. El verdadero amor es ala, cuando el sólo deseo puede ser yugo.

Del deseo deshecho surge el desencanto, el despecho, y el desespero. A menudo el deseo de lo que nos falta no nos permite disfrutar lo que poseemos. El proverbio dice: “Corazón que no tienes lo que deseas, si aprovechas bien lo que tienes, verás menguar tus ansias y aumentar tus bienes”.

HACER: El deseo se vuelve insaciable si no se transforma en amor y en hechos. La avidez del deseo no conoce límites, hasta que se procesa y cultiva como querencia viable mediante la voluntad y el trabajo. Nos deberían decir, al principio de nuestras vidas, que nos estamos muriendo, que nuestra ansia de trascendencia implica vivir la existencia al límite, cada minuto de cada jornada. ¡Hagámoslo! ¡Cumplamos ahora mismo lo que deseamos, sea lo que fuere, si verdaderamente lo queremos y está en nuestras manos! Sólo hay unos mañanas contados. Deseo, amor, y… acción.

Versión final en: http://mikel.agirregabiria.net/2006/deseos.htm

Causas de vida

Cansados de leer sobre las principales “causas de muerte”, donde destaca el cáncer con sus 200 variantes, algunos preferimos pensar en las razones que nos llevan a vivir.©Mikel Agirregabiria

La primera razón de vivir radica en la familia. Nacemos porque tuvimos unos padres y unos abuelos. Quizá por ello, la mejor forma de morir es estando rodeados de hijos y nietos. La familia nos aseguró el nacimiento y los primeros años. Luego, la vida es cosa nuestra: para que alcance todo su sentido, hemos de completarla con razones y… corazones.

Vivimos por el amor de dos seres humanos, y en el amor encontramos el mejor de los motivos para una vida plena. Amor filial hacia nuestros padres, amor hacia todos nuestros familiares (hermanos, abuelos, tíos,…), amor conyugal hacia nuestra pareja y amor hacia nuestros hijos, nietos, sobrinos,…

Con la edad aprendemos que la vida es un misterioso regalo, un delicado y frágil equilibrio que se rompe fácilmente por accidente, enfermedad o ancianidad. Conviene que no precipitemos nuestro final con excesos (tales como conducir imprudentemente, beber o fumar), y que vayamos acumulando “causas de vida” para que, cuando la inevitable hora suprema nos llegue, hayamos creado motivos de alegría en quienes nos sobrevivan, en nuestros descendientes, familiares, amigos, colegas, vecinos y en todos a quienes tuvimos el gusto de conocer y poder ayudar.

A veces nos afanamos demasiado en metas banales. No vale la pena esforzarse tanto en asuntos materiales, porque las mejores vivencias espirituales suceden cuando menos nos las esperamos. Un objetivo saludable y alcanzable es dejar el mundo un poco mejor de lo que estaba cuando nacimos y procurar hacer feliz a la gente que tenemos cerca.

¡Hay tantas razones de vida! Estar vivo es ya el mejor motivo. Abrir la ventana y ver el mar (o el campo). Ver la luz de la mañana y las estrellas de la noche. Y mejor contemplarlas en compañía, oyendo una canción. Dejemos de buscar excusas para vivir, hallemos contundentes razones que invitan a subsistir. Un beso, un abrazo y cualquier vida queda justificada. El deseo de vivir lo encuentra,… quien lo busca. La vida siempre tiene (co)razón.

Versión final en: http://mikel.agirregabiria.net/2005/causas.htm