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Playa de plata

Descubre, tras el día de playa-plaga y la tarde de la playa-plaza, la noche blanca en la placa plana.

Hay días que uno quisiera borrar, días que nunca debieron nacer. Hay tardes donde el tiempo no pasa, tardes que no debieron ser. Hay noches negras, noches sin norte, noches donde se siente un doble golpe en el gozne de la medianoche.

En una de esas pobres noches, al borde de la desesperanza, sólo cabe huir al mar, fugarse a las orillas donde se unen arenas y olas. La cólera que sentimos se desvanece ante la calma de una solitaria playa de plata, como las olas mueren en la playa. Ovidio dijo que "Hay tantas penas como conchas en la playa", porque la tristeza se transmuta en nácar marino.

Una receta personal para dar un giro a un problema. Ponerse a andar, con la m
ente en blanco, a lo largo de la orilla, siempre en una dirección. Las olas a un lado, la arena a otro; el cuerpo levemente inclinado por la suave pendiente; la brisa en un oído nos trae la risa multitudinaria del océano. La catarsis exige mojarse los pies, sentir la temperatura tibia de las lágrimas salobres de Neptuno. Seguir caminando diez, veinte o treinta minutos, las luces nocturnas de la costa a un costado, la inmensidad del agua al otro; la pequeña contrariedad a un lado, la infinitud de la vida al otro. Y, de pronto, al llegar a un punto final del arenal, tras ir cerrando progresivamente los ojos, dar la vuelta bruscamente y mirar la misma ribera pero ahora desde la perspectiva contraria. Todo ha cambiado, de golpe, donde estaba la costa está el mar, y viceversa. La transformación sensorial provoca un vuelco en el alma. Problema, ¿qué problema?

Casi todo es más divertido hacerlo en pareja, o en grupo. Pero esta fórmula, requiere esa sociable soledad con uno mismo, esa soledad que es una dieta espiritual, el precio de la libertad, el preámbulo de la reflexión. Ésta es mi secreta playa de plata, desembarcando a Espronceda: "La luna en el mar riela, / en la lona gime el viento, / y alza en blando movimiento / olas de plata y azul". Se renace allí a solas, sólo con las olas y las gaviotas. El ángel caído que somos se alza de su suerte. Y entendemos a Gabriel Celaya, cuando musitaba: "A solas soy alguien. / En la calle, nadie".

La mayor aventura humana del siglo XX


Al menos así lo veíamos, como una expedición científica-tecnológica, quienes éramos niños en los años 50-60, asistiendo a la Conquista del Espacio y de la Luna (fotos).

 Post actualizado el 29-12-19, siendo sustituido el vídeo original ya no disponible.

La primera palabra

¿Cuál fue la primera palabra humana o la primera que cada uno de nosotros pronunció?

Existen sugestivas preguntas, manantiales de los que brotan ideas y sentimientos que merecen ser compartidos. Muchas surgen del extraño origen del lenguaje. ¿Por qué comenzó el habla? ¿Alguien quiso decir algo a otro? ¿Sólo fue un pensamiento dicho en alto?

Destaca la cuestión de cuál fue la primera palabra pronunciada por un ser humano, sugerida por una poesía de Rainer María Rilke referida a Dios: “Tu primera palabra fue: LUZ; / entonces apareció el Tiempo. / Después callaste por mucho tiempo. / Tu segunda palabra fue: HOMBRE / y tiemblo (nos oscurecemos aún con su sonido) /y seguido recuerdo tu faz. / Pero no quiero oír tu tercera”...

Sobre la primera palabra humana hay algunas hipótesis derivadas de la teoría de Darwin sobre la evolución. La filogénesis de la especie humana incluye un lento proceso en el que los órganos que producen y, sobre todo, los que identifican los sonidos (laringe, lengua, cerebro,…) van formándose hasta el amanecer de la humanidad con el descubrimiento supremo de designar por su nombre a las cosas más elementales. En opinión de ilustres etno-lingüistas, como A.S. Diamond, la historia de todas las lenguas navega a través de una secuencia en la que las oraciones comienzan siendo simples y primitivas para acabar intrincándose en sintaxis y en semántica.

Según esa tendencia históricamente verificable, se supone que en su umbral primigenio la mayor parte del peso comunicativo recaía en el verbo, introduciéndose gradualmente substantivos, adjetivos y adverbios hasta alcanzar la densidad contextual de una frase actual. Si esta teoría es correcta y si dejamos volar un poco la imaginación, podemos pensar que la primera palabra fue un verbo en su más inmediato y urgente uso, es decir, en imperativo. Algo parecido a VEN, DAME, VETE,… Así pues tampoco es de extrañar que la primera frase dicha a través de un teléfono por Graham Bell fuera: “Por favor, venga, señor Watson. Le necesito”.

Más recientemente, en 2003, conocimos el caso dramático de Terry Wallis, un estadounidense que recuperó el habla tras un accidente de tráfico que le produjo tetraplejia y un grave el daño cerebral. Sus primeras palabras articuladas al despertar de un coma prolongado 19 años fueron en este orden y en días sucesivos: MAMÁ, 'PEPSI' y PAPÁ. Preferimos suponer que no había intereses comerciales en la noticia.

En las últimas décadas los bebés suelen ser adiestrados para iniciar el habla balbuceando MAMÁ o PAPÁ (AMA o AITA), TATA (hermana), AMAMA (ABUELA),… Quizá la más frecuente sea MAMÁ como primera palabra que todos nosotros aprendimos. Por eso esta apelación materna es la primera que nos surge del alma cuando nos lamentamos o cuando necesitamos ayuda. Llamar a mamá es un talismán que conjura lo mismo los temores infantiles que las incertidumbres adolescentes e, incluso, las inquietudes adultas y las zozobras postreras.

Muchos creemos que la primera palabra humana fue el sollozo y el llanto, expresiones tan manifiestas como las palabras; otros, que fue NO o YO, a cuál peor para la historia de la humanidad. También pudieron ser palabras iniciales CIELO, LUNA, SOL, AGUA, HOLA o PÁJARO. Quizá mereció ser GRACIAS o NOSOTROS. Menos probablemente fuera DIOS, aunque ésta sea más frecuentemente una posible última palabra.

Luz azul

Todos los terrícolas deberíamos elegir dos colores preferidos: el azul y otro.

El cielo es azul por la interacción de la luz del sol con la atmósfera. La luz solar se dispersa por las partículas de aire como Newton comprobó mediante un prisma de vidrio, según el fenómeno físico de la refracción. Podemos ver toda la gama de colores, al igual que las gotas de agua producen el arco iris: Desde el violeta y azul, hasta el amarillo y rojo. La desviación es máxima para los rayos de longitud de onda corta (violeta y azul), y mínima para los de longitud de onda larga (rojo y amarillo), que casi no se desvían. La luz violeta y azul son las que más se separan o difunden de la dirección del blanco, por lo que son más visibles en el cielo, llenándolo y tiñéndolo de su color por las continuas difusiones.

La luz cuando llega a nuestros ojos no proviene directamente del Sol, sino de toda la bóveda celeste. De ahí que el cielo nos parezca azul, mientras el Sol aparece amarillo, pues los rayos amarillos son menos desviados y van casi directamente en línea recta desde el Sol hasta nuestros ojos. El color del cielo, debería ser más violeta que azul, por ser su longitud de onda más corta. Pero la luz solar contiene más color azul que violeta y, además, el ojo humano (que es quien capta las imágenes), es más sensible al azul que al violeta. Si la Tierra no dispusiese de atmósfera, la luz del Sol alcanzaría nuestros ojos directamente desde el disco solar y no recibiríamos luz difundida. El cielo aparecería tan negro como por la noche, como los astronautas observan las estrellas, la luna y los planetas durante el día debido a que están en el exterior de la atmósfera.

Lo más grandioso es que el cielo visto desde la Tierra cambia frecuentemente de color. De noche es negro, debido a que apenas llega luz y no se produce suficiente difusión. Las salidas y puestas de sol brindan casi a diario los más bellos espectáculos que nuestra vista puede disfrutar. Al amanecer y al anochecer, el camino que la luz solar recorre dentro de la atmósfera es más largo, de modo que por rebotes sucesivos los colores más abiertos desaparecen, y sólo los más direccionales rayos rojos se salvan siguiendo un camino casi rectilíneo. De ahí el color rojo del sol naciente o poniente. También algunos atardeceres, cuando las altas presiones atmosféricas concentran por las corrientes del anticiclón una mayor cantidad de partículas de polvo en el aire, se produce el cielo rojizo por efecto de esos aerosoles (polvo en suspensión) que anuncia buen tiempo para el día próximo.

¡Ah, y el mar! ¿Por qué es azul? Simplemente porque el agua, incolora en pequeñas cantidades, refleja el color del cielo. Aunque a veces, el mar se presenta verdoso, debido a minúsculas algas que componen el fitoplancton, que necesariamente son verdes por la clorofila de todas las plantas que realizan la fotosíntesis. Pero el océano también adopta otros colores, y no sólo por el cambio constante de paso de nubes o de variación del firmamento. La corriente del Golfo, que en la costa oriental americana es de un profundo azul, en Japón es tan oscura que ha sido llamada Kuroshio (corriente negra). El color verde de las aguas más comunes en cercanías de la costa, se debe a pigmentos amarillos que se mezclan con el agua azul procedentes de plantas microscópicas del fitoplancton. Otras plantas microscópicas o residuos en suspensión también pueden dar tono café al mar.

Los poetas notan que, como el mar, la vida y la muerte también son azules. Dicen que antes del impresionismo no había sombras azules. Escriben que los ojos más inocentes tienen la pupila azul. Aseguran que para ser feliz basta un poco de cielo azul encima de nuestras cabezas. Rubén Darío dio comienzo al modernismo proclamando que el Arte es Azul. Baudelaire describía el Paraíso como un lugar bajo un cielo de limpio azul donde todo es amor y alegría, donde todo lo que se ama es digno, de ser amado. El último verso escrito por Antonio Machado concluyó: “Estos días azules y este sol de la infancia”. El contrapunto lo pusieron Emile M. Ciorán cuando adivinó que “el azul, sea cual sea su matiz, es la negación de la inmanencia”, y Argensola al descubrir que “ese cielo azul que todos vemos, ni el cielo, ni es azul; ¡lástima que no sea verdad tanta belleza!”. Muchos seguiremos anhelando que nuestro “planeta azul” sea un universo multicolor de libres irisaciones, pero donde todos los uniformes militares sean con cascos azules (de la ONU).

Además, a los educadores especialmente, siempre nos quedará musitar la cita del maestro Vasili Sujomlinsky, promotor de la “escuela de la alegría” donde el azul es esencial: “Nuestra escuela estará bajo el cielo azul, sobre la hierba verde, bajo el peral frondoso, en el viñedo, en el prado. Y mañana venid descalzos, en nuestra escuela será mejor”.

Del sílex al silicio

La herramienta universal, que fue el hacha de sílex, se ha transformado en una agenda electrónica con GPS.

Nuestro primer antepasado, bípedo con pies no prensiles y primer dedo alineado con los restantes, que presentaba hipercefalización (cabeza creciente) y una verticalización completa del cráneo, fue el “Homo erectus” o pitecántropo. La evolución humana trascurrió por las etapas de “Homo floresiensis”, “Homo rudolfensis”, “Homo habilis” y “Homo antecesor”, hasta llegar al “Homo ergaster”, que puede ser el primer homínido con capacidad para un lenguaje articulado. La capacidad craneal siguió aumentado con el “Homo heidelbergensis”, hasta llegar al “Homo sapiens fossilis”, “Homo sapiens neanderthaliensis” y “Homo sapiens sapiens”, el hombre de Cro-Magnon u hombre actual.

El “Homo sapiens sapiens” (Hombre que sabe que sabe) es una subespecie del “Homo sapiens” (Hombre que sabe), la única que sobrevive de todo el género de los homínidos, sin más parientes vivos que los grandes simios como el gorila, el orangután o el chimpancé. El “Homo sapiens sapiens” es de origen africano y apareció hace unos 45.000 ó 100.000 años. Su expansión por todo el planeta, coincidió en Europa con la extinción de su coetáneo, el hombre de Neandertal.

Los Neanderthales usaban útiles de sílex, elemento que se encontraba fácilmente, creando las primeras hachas, azuelas y hoces. Con estos instrumentos se inició la civilización gradual de la humanidad. Las máquinas comenzaron a rodear a los seres humanos, a integrarse en sus vidas, a componer sus hábitats. La inventiva se tecnificó, y hemos llegado hasta la llamada generación-i (Internet Generation).

Actualmente vivimos inmersos en ayudas tecnológicas, que incluso portamos personalmente en todo momento. Reloj, gafas o lentillas, llaves, móviles,… son parte de nuestro equipamiento imprescindible. Nuestras mentes se han educado, se han entrenado, se han sofisticado y recurrimos a ordenadores y toda clase de recursos audiovisuales para mejorar nuestras opciones de información y comunicación. Pero, quizá, nos faltaba algo que potenciase nuestra capacidad intelectual, como el hacha amplificaba nuestra fuerza física. Algo que se pueda asir, que se pueda llevar en todo momento, que resuelva nuestras dudas existenciales más profundas: ¿Quiénes somos? ¿Dónde estamos? ¿Adónde vamos? Como una primera respuesta, filosóficamente poco relevante, hoy podemos saber que somos quienes aparecemos en pantalla TFT (Thin Film Transistor) con 65.536 colores al encender el PDA, estamos donde el GPS nos indica y vamos hacia donde queramos del mapa por la ruta sugerida.

La solución se llama PDA con GPS incorporado. PDA (Personal Digital Assistant) es un pequeño ordenador en forma de agenda electrónica, compatible con los sistemas informáticos estándar, y el sistema GPS (Global Positioning System ) es un sistema de posicionamiento mediante satélites que permite localizar instantáneamente nuestra posición terrestre. Productos que caben en la palma de la mano como Acer N35, basado en Microsoft® Windows® Mobile™ 2003 Pocket PC y con un completo sistema de navegación GPS integrado. En el bolsillo, con sólo 165 gramos, llevamos Explorer®, Outlook®, Word® (con El Quijote para leer en tiempo muertos), Excel®, MSN Messenger®, Windows Media Player®, Destinator (con los mapas peninsulares preinstalados),…

Un regalo de Olentzero, Papá Noel o de los Reyes Magos como una PDA con GPS, todavía algo caro (400 €, con todo tipo de accesorios adicionales), nos permite saber nuestra latitud y longitud, no perdernos, y llevar todo tipo de datos personales. Además las posibilidades son incontables. A modo de ejemplo trivial, con un programa astronómico gratuito conoceremos la hora de amanecer y de atardecer en nuestra ubicación, las fases de la luna, las mareas, la posición de cada astro en el cielo visible,…

Desde aquel ancestral cuchillo paleolítico de bordes afilados, viajamos hacia un útil universal único con PDA, teléfono móvil, capacidad de navegación Internet de altas prestaciones, cámara digital y reproductor de fotografía, música y vídeo, que sirva como sistema de pago (dinero virtual), identificación (Documento de Identidad), sistema de seguridad (llaves),… Pronto lo veremos: sólo falta que las multinacionales nos vendan previamente todos esos dispositivos con una integración incompleta… Ya se sabe, el mercado manda.

Adivina y asimila

Elogio de una dama curalotodo, de blanca cara redonda, amiga diaria de mucha gente en los cinco continentes.

Con centenares de millones de devotos, que invocan diariamente su poder para aliviar dolores y penas, se ha extendido por todas las culturas. Prácticamente no existe un ser humano que ignore su existencia. Está presente en todas los hogares del mundo desarrollado, en un número de 10 o 20 unidades, y se considerada un equipamiento tan esencial que hubo de ser incluido en el exiguo equipaje del Apolo 11 en el primer viaje a la Luna.

Esta señora milagrosa ha ganado un Premio Nobel (1982), forma parte del Libro Guinness de los Records y fue elegida -junto al automóvil, la bombilla, la televisión y el teléfono- como uno de los cinco inventos imprescindibles legados por el siglo XX, aunque nació el 10 de agosto de 1897. Su progenitor fue el científico alemán Felix Hoffmann, quien la hizo nacer cuando él contaba con 29 años. El apodo popular de nuestra protagonista se inspiró en una planta llamada “Spirea”, porque su ilustre nombre completo es demasiado largo con 21 letras.

Con algunas de las mejores websites del ciberespacio Internet (en decenas de idiomas), esta venerable anciana de 108 años, sigue representando un signo de modernidad. Como cuando la destacó Ortega y Gasset en 1930: "La vida del hombre medio es hoy más fácil, cómoda y segura que la del más poderoso en otro tiempo. ¿Qué importa no ser más rico que otros si el mundo lo es y le proporciona magníficos caminos, ferrocarriles, telégrafos, hoteles, seguridad corporal y (nuestra heroína)…?" Los actuales medios de comunicación y de transporte han experimentado insospechadas innovaciones, pero esta diosa por excelencia continúa siendo la misma criatura sorprendente y reluciente.

Por si aún no lo han descifrado, aportaremos más datos. Se calcula que en sus escasos 100 años de historia reconocida se han fabricado más de 350 billones de reproducciones en todas las lenguas civilizadas, y que se consumen unos 216 millones de copias cada día. En cada minuto que pasa, más de 123.000 personas distribuidas por todo nuestro planeta deciden probar sus cualidades prodigiosas.

Ha demostrado su saludable poder como producto analgésico, antiinflamatorio y antipirético. Los continuos descubrimientos sobre sus inéditas aplicaciones verifican nuevos efectos preventivos e insospechadas propiedades que se añaden a la interminable lista de usos de este producto, sobre el que se efectúan 3.000 investigaciones anuales. Un estudio reciente publicado en The Journal of the American Medical Association, llega a asegurar que “su empleo diario reduce el riesgo de muerte por cualquier causa en más de un tercio". En todo caso, este fármaco –el más consumido del mundo- , llamado ácido acetilsalicílico o aspirina es una medicina y mejor si solicita con receta facultativa.

La ley del mes (del Corte Inglés)

Mes a mes los grandes almacenes marcan en los almanaques los matices… y promociones comerciales.

Los años comienzan y terminan con ese simulacro de paz que es la navidad de buena voluntad. Antes la Navidad era una festividad familiar y religiosa donde apenas cabía el deseo de un próspero año nuevo. Ahora es otra época, de desbordante consumismo predestinado a liquidar la paga extra. En enero el proverbio decía: nieve en enero lleno el granero; o en enero, bufanda, capa y sombrero. De aquel enero, buen mes para el carbonero, se ha pasado al enero de doble efecto concatenando las rebajas con la cuesta de enero.

En febrero, un día malo y otro bueno, era el mes loco, donde ningún día se parece a otro: Febreruco es loco, unas veces por mucho y otras por poco. De aquel mes de febrero, que lo inventó un casero, ahora es el mes de San Valentín con los regalos para la pareja, incluso precedido el recién inventado Día del Soltero. Luego marzo, marcero, o tan frío como enero o tan falso como febrero. Del marzo engañador, un día malo y otro peor, a la campaña primaveral de temporada, los carnavales y el Día del Padre.

En abril, la flor empieza a salir. Ni abril sin flores, ni juventud sin amores, ni abril sin vacaciones (de Semana Santa). Abril sin granizar, no se vio ni se verá, y en tus vacaciones será. Además el 23 está el Internacional Día del Libro. Por mayo llueve a rayos. El mes de mayo, el mes más largo que tiene el año, comienza con el Día de la Madre. Y hasta el cuarenta de mayo, no te quites el sayo, y si junio es ruin hasta el fin. Cielo de junio, limpio como ninguno. Junio hortelano, mucha paja y poco grano, pero seguro que temporada de verano.

Julio caliente, quema al más valiente. Julio normal, seca el manantial. Pero si en julio llueve, renace la hierba y el trigo se pierde. Y más se pierde en las vacaciones estivales, en julio o en agosto. Si da por ser tormentoso, agosto será luctuoso, para la cosecha y para tu descanso anual.

Septiembre, el mes más malo que el año tiene. La luna de septiembre siete lunas deja atrás, como el retorno a casa olvida lo estival. Y la vuelta al “cole”, de cuotas, libros y uniformes, que arruina a la ciudadanía. El labrador, que a primeros repone los aperos, para octubre sus deudas cubre, pero ya no cabe esperar los compromisos saldar. Y menos ahora que también celebramos Halloween, en el cruce de octubre y noviembre.

Noviembre, dichoso mes que entra con Todos los Santos, nieve en los altos, y sale con San Andrés, nieve en los pies. En diciembre, leche y duerme, porque los días de diciembre, es noche oscura y apenas amanece. En diciembre, no hay valiente que no tiemble y más la cartera cuando la navidad, el Olentzero y los Reyes Magos vienen. Y así vuelta a empezar, mes a mes y año a año.

Antes, el refranero sugería aún para la parca, que no acepta calendario: Quien pasa el mes de enero, pasa el año entero; en septiembre, el enfermo tiemble; y en octubre el enfermo que no se agarra, cae con la hoja de parra. Ahora se suma a las inexorables “muerte y hacienda”, ésta también con su agenda del contribuyente, una tercera inevitable programación de cómo relanzar la economía global moviendo el dinero de nuestro bolsillo todos los meses. Añadiendo las previsibles olimpiadas y campeonatos deportivos, lo único que queda para una planificación puntual de campañas comerciales son los acontecimientos flotantes como eclipses, viajes, onomásticas,… y la tríada BBC (bodas, bautizos y comuniones) para ocasiones especiales. ¡Que usted lo gaste bien (y disfrute si puede)!

Versión final: mikel.agirregabiria.net/2006/meses.htm

Año Nuevo

Ideas para aplicar desde el 1 de enero. Quizá luego sea demasiado tarde. Son recetas personales, pero efectivas a escala planetaria.

Hemos llegado hasta finales de 2005. Miremos a nuestro alrededor. ¿Qué vemos? Un mundo más moderno, pero lleno de desigualdades y donde millones mueren de hambre. En Europa poseemos casas más grandes, pero familias más pequeñas. Hemos multiplicado nuestras fortunas, pero reducido nuestros valores. Disponemos de más recursos, pero menos tiempo. Hablamos mucho, amamos poco y odiamos demasiado.

Hace años que llegamos la Luna y regresamos, pero apenas conocemos a nuestros vecinos del barrio. Hemos conquistado el espacio exterior, pero no el interior. Apenas sabemos quiénes somos. Éstos son tiempos de más libertad, pero menos alegría. Llegan dos sueldos en casa, pero suben los divorcios. Las casas son más bonitas, pero abundan los hogares rotos.

Cada instante, cada minuto y cada hora son irrepetibles. No guardemos nada para una “ocasión especial”, porque cada día que vivimos es una jornada única. Pasemos más tiempo con la familia y los amigos. Admiremos lo bello que nos rodea, sin fijarnos en las hierbas malas del jardín de la vida. Apartemos de nuestro vocabulario esas frases que retrasan o impiden el disfrute de la existencia: “Uno de estos días, algún día,…”. Ahora mismo, repitamos a nuestros seres queridos, familiares y amistades, cuánto les apreciamos y les necesitamos.

Abramos lo ojos. Somos los elegidos. Disponemos de una ocasión inmejorable. Basta con hacer el bien, y todo podría funcionar de maravilla. Tratemos a los demás, como nos gustaría ser tratados. Sigamos a dirigentes que nos guíen por caminos de paz y con patrones de amor, no de odio. Todos tenemos derecho a soñar. Sería tan fácil...

Versión final en: http:///2005/nuevo.htm

Soledad y compañía

©Mikel AgirregabiriaElogio de la soledad y de la sociedad, dos precisos requisitos para formar el talento y el talante.

Siento, en el abarrotado Metro, que nos apretamos cientos de soledades. Soledad y compañía. Noche y día. Sol y luna. Todo y nada al mismo tiempo. La vida es una compleja red donde se entrecruzan soledad y compañía. Nacemos y morimos solos. Pero sólo crecemos y decaemos de la mano de los otros; ellos nos dan perspectiva y sentido a nuestra biografía... Nadie existe que esté en completa soledad; todo lo que existe, necesita de otros para ser.

Soledades y compañías. Palabras que hablan por sí mismas; con derroche de fantasía. ¿Quién no las familiariza? Las vivimos distintas en cada etapa de la vida, muchas veces como espinas y otras tantas como alegrías. Emociones confusas y obsesivas, queridas y repelidas, finalmente admitidas por una providencia supuestamente establecida,… Pasiones fecundas y necesarias, porque según Goethe: “El talento en soledad se cultiva, mientras que el carácter sólo se forma en la sociedad intempestiva”.

Soledad: No nos enseña a estar solos, sino a ser únicos. La soledad es el precio de la libertad. La soledad es ese otro yo,… Refugio y aislamiento, sosiego y desasosiego, la soledad traza las fronteras en el plano de nuestra afectividad hermética y compartida. Sólo los egoístas odian la soledad. La soledad es el patrimonio de las almas extraordinarias. Sólo en soledad se siente la sed de verdad. Rilke señaló: “El águila vuela sola; el cuervo, en bandadas. El necio tiene necesidad de compañía, y el sabio, de soledad”.

Pero, ¡cuidado con la soledad! Antonio Machado alertaba: “En mi soledad / he visto cosas muy claras,/ que no son verdad”. Todo elemento de fuerza intelectual se pierde si permanece en la infecunda soledad. Además, para huir de la melancolía no hay como la compañía, porque tristes podemos estar solos; pero para estar alegres, necesitamos compañía.

Compañía: Todo puede adquirirse en la soledad, excepto el carácter. Hacer compañía consiste en añadir algo a las vidas de los demás, y con ella descubrimos que nuestras vidas adquieren la transcendencia requerida. La persona cabal es aquella que, en medio de la multitud, mantiene con perfecto rigor y cortesía la independencia de su identidad, en soledad construida.

Sin embargo, ¡atención con la compañía! Suele decirse que quien necesita compañía, elegirá a veces malas compañías. También pronto descubrimos que no hay peor soledad que la de algunas compañías. El punto medio entre introversión y extraversión es el preferible, justamente el que nos permite encontrar el amor.

Amor: Ése rumor de soledad y compañía mutua. El amor consiste en dos soledades que se protegen, que se limitan y que se hacen mutuamente felices. Stendhal sugirió: “La soledad es necesaria para gozar de nuestro propio corazón y para amar; pero para triunfar en la vida es preciso dar algo de nuestra vida al mayor número posible de gentes”.

La realidad humana está tejida a un tiempo de soledad y compañía. Circunstancias que vivimos día a día, que buscamos en ocasiones y de las que huimos otras veces. El dolor reclama soledad; la alegría, compañía. Nunca como en las situaciones de duelo (que abundan en la vida), ha de ser exquisita la justa ponderación entre soledad y compañía, para acompañar en el dolor pero respetándolo.

Necesitamos tanto la compañía como la soledad. Nos son precisas como el verano y el invierno, el día y la noche, el ejercicio y el descanso. De la soledad nace el coraje y de la unión nace la fuerza. Por ello, la vida es esa gozosa sensación promiscua de equilibrio entre soledad y sociedad, esa maravilla de cordura y ternura unidas.

Versión final en: http://www.geocities.com/agirregabiria2005/soledad.htm

Aprendiendo de las estrellas

Nieto y abuelo mirando las estrellas
En una noche estrellada jugando con nuestro nieto a coger estrellas con su manita para guardarlas. Exactamente lo expresó Henri Barbusse: "Somos como un niño que pide una estrella". No existe mejor modo de aprender lo esencial que tratar de aprehender de un cielo fascinante e inspirador. Bajo un cielo lleno de estrellas se aprecia mejor la ternura infinita que anida en los corazones humanos. Así se comprende a Dante Alighieri cuando escribe que "El amor mueve al sol y a las demás estrellas".

Julen juega con las rutilantes estrellas que aprecia como velas encendidas junto a la luna y los aviones que pasan sobre nosotros. También nos ayuda para ser abuelos sabios la realidad aumentada de programas como Star Walk del iPhone (2,39€) o el gratuito SkyView Free que superponen el nombre y otros datos a los cuerpos celestiales, mejor que en un planetario. Así aprende Julen con Altair, Deneb y Vega que ya están las estrellas encendidas para él y para su generación. Le recordamos que la vida es mejor si se camina mirando a las estrellas, pero sin tropezar con las piedras.

La foto está realizada por Aitor Agirregabiria.