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Libros de texto: Sí y no

1º No al alumnado con “Libras de textos”: Según un reciente estudio científico realizado entre escolares de toda la Unión Europea, se ha constatado que los niños y niñas de 11 años (con un peso medio de 43 kilos) cargan cada día mochilas con un peso promedio de 9,3 Kg., que determinados días llegan a alcanzar los 11,5 Kg. Ello representa entre el 21,6% y el 26,7% de su peso corporal y equivaldría a que un hombre adulto (de 80 Kg.) transportase cada día entre 17 y 21 Kg. de peso o una mujer (de 60 Kg.), 13 y 16 Kg., lo que supera los límites legales que establece la normativa laboral vigente. Es decir, nuestros escolares soportan literalmente una carga libresca muy superior a la que admitiríamos para los trabajadores.

Igualmente es recomendable reducir el uso generalizado de cuadernos exclusivos para cada área, evitando los de tapa dura y prefiriendo los de anillas con adición de hojas, para colaborar junto a la administración de los libros de texto disponibles en las bibliotecas de aulas, a la reducción del peso de las mochilas escolares, que serán preferentemente de arrastre, prohibiéndose los diseños menos ergonómicos para las edades escolares.

2º No al profesorado “Libre de textos”: El pleno respeto a la “libertad de cátedra” debe compatibilizarse con el seguimiento docente de un libro de texto por asignatura, coordinándose y comprometiéndose los equipos directivos y docentes con la selección de un texto único por materia en cada curso académico, mantenido durante varios años y que constituirá el referente curricular y memoria para el alumnado de cada etapa escolar.

Los libros de texto, junto a otros recursos didácticos interactivos por Internet, deben permitir la superación del indeseable abuso prematuro de apuntes que se ha producido. La metodología de fotocopias en los niveles de Enseñanza Primaria y Secundaria debería erradicarse, anulándose la extendida lacra omnipresente de apuntes, a menudo manuscritos, enmendando o sustituyendo al Libro de Texto. Según CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos), la entidad que gestiona los derechos de unos 6.000 autores en el Estado, anualmente se fotocopian 2.504 millones de páginas de libros literarios o didácticos, la mayoría de modo ilegal, siendo la enseñanza el ámbito donde abunda más la reproducción indiscriminada. En el sistema educativo se hacen al año 1.531 millones de páginas. De ellos, 698 millones corresponden a la Universidad, ¡528 a las enseñanzas medias y 305 millones de páginas a Infantil y Primaria!

3ª Sí al “Libro de texto” obligatorio, compartido y de seguimiento fiel por el profesorado y el alumnado. En los niveles de enseñanza Primaria y ESO, el libro de texto debiera ser de reconocido seguimiento como elemento central de la enseñanza y del aprendizaje, y de uso preferente en la Enseñanza Secundaria post-obligatoria, Bachillerato o Formación Profesional. Los libros de texto y de consulta son y seguirán siendo el núcleo vertebral de la dotación de recursos didácticos del alumnado de los niveles obligatorios de enseñanza. Su incomparable validez como recurso básico debe ser resaltada, siempre que se instituya como elemento esencial por la metodología docente mediante una aplicación rigurosa de todas sus inmensas posibilidades. La dotación anual de libros de texto supone un enorme volumen de conocimiento, y desgraciadamente de despilfarro económico en numerosas ocasiones por el bajo uso que algunas prácticas didácticas le otorgan en la actual realidad escolar.

Los libros de texto deberían ser compartidos y gratuitos, como sucede ya en algunas comunidades autónomas, así como en casi toda Europa (excepto Irlanda, Portugal y algunos estados alemanes). Esta recomendación se fundamenta en el objetivo de reducir costes compartiendo recursos, y no en la negativa a la cofinanciación del esfuerzo educativo. La trascendencia del “recurso didáctico por excelencia” debe asegurarse por igual para la totalidad del alumnado, con independencia de su situación familiar. Los libros de texto deberían ser gestionados por la comunidad escolar de cada centro, y puesta inmediatamente a disposición de todo el alumnado, pudiendo ser reutilizados en cursos posteriores. Sólo debería abonarse su coste si su utilización o desgaste no fuesen correctos. En cualquier caso, urge una Directiva Europea que fije el régimen de los precios fijos en el mercado del libro, cuya comercialización es muy singular. Los acuerdos entre la Administración Educativa y las empresas editoriales podrían mejorar significativamente los materiales, adaptarlos y digitalizarlos, así como abaratar los inmensos costes sociales que actualmente suponen con un aprovechamiento manifiestamente mejorable.

¿Caluroso o bochornoso?

España va tan bien, que miente en lo más obvio: Ha dejado de estar situada entre Francia y Portugal, y además este verano no está siendo tórrido, aunque usted no pueda dormir de calor. Las funerarias francesas y portuguesas estiman en más de 10.000 y 1.300 las muertes ya producidas por las altas temperaturas, mientras el Gobierno español limita a menos de 100 las muertes atribuibles a las altas temperaturas. Como única medida urgente se ha apresurado a declarar que son parecidas a las producidas en 1995 cuando gobernaban "otros".

Las pompas fúnebres españolas, al servicio de los más "vivos", no facilitan datos que podrían desorientar a los siempre bien informados ciudadanos. Los periódicos se aprestan a investigar, pero no encuentran nada que rebase el ámbito de lo local. Por no hallar, ni dan con la ministra de turno, que afortunadamente parece que no ha sufrido ni un golpe de calor ni siquiera un ataque de vergüenza. No ha dimitido ningún Director General de Salud, por tres razones: no se han percatado que pase nada fuera de lo habitual; nadie dimite nunca; y jamás es cesado alguien nombrado por tan sublime gobierno. Cierto es que todavía no se han apuntado el tanto de la menor mortalidad por la eficacia del sistema…, pero todo se andará.

¡Ah, tampoco ha habido incendios (eran barbacoas lo que vio por ahí), ni sequías, ni restricciones! Todo esto ha afectado a Alaska que se derrite o a una desorganizada Europa, pero no a la bien gestionada España. Tampoco persiste el chapapote, ni nada que lo que desean los malvados que pretenden empañar la perfecta gestión del PP… en la mayoría de los medios de comunicación.

El ruido español


En el blog de Tomy, vemos la siguiente foto tomada en Portugal. El texto, en inglés, dice: "Turistas: Respeten el silencio portugués, o váyanse a España". (+fotos)

Visión política de un vasco ingenuo

Un artículo recuperado de 2002 cuando finalmente parece que ha llegado el fin de la violencia. 

 Éstas son las confesiones de un fanático irredento. Por increíble que parezca, todo lo que vasco, circunstancialmente, como lo es la nacionalidad, y me considero un iluso, casi idiota en política. Idiota, más que en su acepción de “ilota” o esclavo que no disponía de la ciudadanía requerida para discutir sobre la cosa pública, en su raíz etimológica como carente de instrucción específica. Como siempre me ha apasionado más mi familia y mi profesión que la política, sólo pretendo exponer mi opinión de diletante lego en política. 

Mi modelo de ciudad y país es Lausanne y Suiza, que conocí apacibles y neutrales. La Confederación Helvética, a reserva de otros matices, es un país avanzado políticamente. Allí nadie sabe cómo se llama su presidente de turno, que suele ser un profesional jubilado que periódicamente se acerca al gobierno en tranvía para despachar temas de exigua relevancia en la vida de los suizos. 

Un país complejo, multicultural, multilingüe, con cantones y comunidades diferenciadas que conviven en un cohesionado paraíso social. En el centro de Europa, con su identidad propia en medio de tres poderosas culturas: alemana, francesa e italiana. Esta preferencia me resulta lógica, porque nacido a mediados de los años 50, el torbellino de la política ha envuelto a mi generación, más de lo que algunos hubiéramos deseado. No me he “metido” en política, ni he disfrutado (o padecido) cargos políticos más allá de algunas mínimas responsabilidades con las que mi modesta carrera de profesor me ha salpicado. Pero he vivido y trabajado en la Euskadi de finales del siglo XX y principios del XXI. 

He participado en decenas de manifestaciones en pro de la paz. Mucho antes, entonces y después del despiadado asesinato de Miguel Ángel Blanco, hace ahora cinco años. Mis hijos me facilitan la memoria. Cuando no habían nacido, mi mujer y yo allí estábamos; con mi hija muy pequeña que creía que por la Gran Vía de Bilbao se caminaba siempre por el centro de la calzada y en medio de la multitud; con mi hijo llevado a hombros; cuando ambos estaban fuera aprendiendo idiomas aquellos fatídicos 10 y 12 de julio de 1997, doble manifestación esperando y condenando. ¿Cuántas manifestaciones? ¿Cien? Sin contarlas, sin desesperar, con lluvia y con sol, con televisiones y sin ellas,… Con “Gesto por la Paz”, tras los atentados, en Bilbao, en Donostia, en Gasteiz, en Getxo,… 

Pido a los políticos que creen un marco social que nos permita vivir mejor. Yo no sé cómo -no soy político-, pero sí sé qué quiero en política, porque sí me siento ciudadano de pleno derecho, y también dispongo, como profesional, de una opinión formada acerca de la política educativa (que me reservo para otra oportunidad), que desearía fuese correspondida por mis colegas y por la sociedad, dado el impacto familiar y cívico que proyecta la educación. 

Como ciudadano de a pie pido a nuestra clase política un doble objetivo: alcanzar la paz y dar la palabra al Pueblo Vasco para que decida su futuro. Ambos objetivos se necesitan mutuamente, porque ninguno de ellos por sí solo, o parcialmente, sería válido. Sólo quiero la paz, para todos y especialmente para quienes más sufren la persecución y el miedo, y para quienes han sido víctimas, ellos o sus familias. Y quiero también que se desdramatice el dar la palabra al pueblo, porque creo en el pluralismo y sólo la democracia real nos brindará las condiciones para la paz. 

El terror se alimenta por doquier. ETA perversamente. Otros, sin desearlo, quizás también contribuyen a su pervivencia. Tal vez inocentemente, creo que apoyando y protegiendo a las víctimas, si actuásemos “como si ETA hubiese desaparecido ya”, seguramente estaría más cerca nuestro E-Eguna (el Día de Euskadi libre de la barbarie). Lo exige esta Euskadi dolida y expectante. Atormentada por tanta desolación y por las reacciones que suscita, pero esperanzada porque desea transitar hacia un futuro en libertad y sin lastres, conducido con plenas garantías democráticas por todos. 

La primera concordia será entre vascos. Los demás no podrán sino entenderlo y aceptarlo. Lo que, en plena libertad y sin ventajas, decida la mayoría: Un quórum cualificado, ¿dos tercios?, para que se sopese el posible cambio. O seguimos en el marco jurídico actual, que algunos consideran válido, o se pasa a un nuevo marco, por decisión conjunta y sin más traumas, si así lo desease una mayoría amplia. 

¿El ámbito de decisión? Creo que si todos vemos patentemente que la decisión de Navarra, por ejemplo, corresponde sólo a los navarros y no al conjunto de Euskal Herria, igualmente la decisión de lo que actualmente es la Comunidad Autónoma Vasca o Iparralde, corresponde a sus habitantes, y no al conjunto del Estado en cuestión. Lo contrario sería aborrecible para cualquier espíritu democrático. ¿Acaso todos los vascos deberíamos opinar y obligar a que los navarros sean vascos o no, incluso contra su voluntad? 

Si finalmente se conviniese, ¿qué cambiaría? No tanto como pensamos, ni para bien ni para mal. Las desquiciadas opiniones de tertulianos que tratan de condenarnos a pagar nuestras propias infraestructuras porque están construidas por todos los españoles, se caen por su propio peso, dado que el resto de infraestructuras del Estado también están sufragadas parcialmente por el esfuerzo vasco. Si tal cuenta se pudiese calcular, quizá no saliésemos malparados. Pero apartadas éstas y otras absurdas objeciones como decir que quedaríamos fuera de Europa (como si a España la hiciese europea Portugal y que recuerda aquella perspectiva inglesa de que “el continente quedaba aislado” por la tempestad en el Canal de la Mancha), la realidad sería que seguiríamos estando insertos geográfica, cultural e históricamente en Europa. 

En la nueva soberanía compartida que cabe hoy día en la Unión Europea, y que poco tiene que ver con los Estados absolutos del pasado, seguiríamos trabajando como siempre, compitiendo en el mercado globalizado, colaborando solidariamente con otros países y regiones más necesitados de Europa y del mundo, gestionando de cerca los temas propios y haciendo oír nuestra voz en los foros internacionales. 

Yo, en mi ingenuidad, seguiría cultivando tanto nuestra propia lengua y cultura vascas, como las que nos hermanan con españoles y franceses, a quienes conozco y aprecio de corazón, así como otras lenguas y culturas de este planeta en el que viajamos por el espacio, como una organizada tripulación que conviviría mejor “haciéndonos los suizos, y no los suecos”. Y en este mi segundo hogar mediterráneo donde paso las vacaciones podría izar la ikurriña, al igual que mi vecino enarbola su bandera noruega, con intención meramente informativa, señalando que “aquí viven unos vascos para ayudar en lo que se pueda”.
Versión original de Julio de 2002 en: http://mikel.agirregabiria.net/2002/vision.htm