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La palabra más bella (I/III)

Un espléndido concurso ha reabierto el debate sobre la palabra más sublime del castellano. Aquí se defienden algunas voces candidatas.

Algunas constantes de las palabras preferidas son su corta extensión (incluso monosílabos como fe, sí,..), su sonoridad fonética y su decisivo significado profundo y con fuerza conceptual. En tres entregas consecutivas se proponen las predilectas del autor.

1. Alba (en disputa con Amor).
Es el inicio del día: cuando todo nace. Es el inicio de todo, aún puro, blanco, sin escribir. Es el comienzo, una nueva oportunidad con la esperanza de algo nuevo e inesperado. Es el principio de una nueva jornada, donde cabe la posibilidad de empezar de nuevo dando por finalizados otros momentos pasados. Evoca la esperanza, el renacer y el volver a empezar, además de ser un delicado nombre de mujer.

2. Beso (englobando en una Burbuja a Belleza y Bondad)
Porque todos nacimos, astros y personas, del choque (bing-bang) de un beso. Su significado es hermoso, excelso, indescriptible, ya sea un beso de amor, de madre, de padre,... Es la muestra universal del cariño que se profesan dos personas. Al pronunciarla se tocan los labios entre sí como queriendo representar el acto de besar. Aúna la belleza del sonido y la del contenido, contiene forma, color, aroma, sabor y sentimiento. Sirve para saludar, despedirse, soñar y contiene mucho, mucho amor.

3. Cielo (conteniendo a Caricia, Camino y Cometa)
Representa un haz envolvente de calma, paz, felicidad; no sólo por su significado religioso sino porque representa estar lo más cerca de la gloria. Es una palabra suave, alegre y soñadora por sus connotaciones: azul, protector y grandioso donde cabemos todos. Porque será el punto de reencuentro de todos. Alude a la inmensidad, a lo impalpable, a lo infinito que inspira a poetas, pintores, científicos y creyentes,… Simboliza la libertad intangible, la naturaleza etérea, el cariño humano y divino,...

4. Chocolate
Es armoniosa y deliciosa por lo que significa y por lo que despierta de invitación al placer. Al pronunciarla se acaricia el paladar y afloran los más gratos recuerdos de la niñez. Rememora al sabor dulce de la vida, y al pronunciar esta sensual palabra de origen indígena siempre se arranca una sonrisa.

5. Destino (superando a Diálogo e incluyendo a Dios)
Elegida no porque el destino esté escrito, sino porque todos podemos trazar nuestro camino y nuestro objetivo vital. Ese destino que elegimos para soñar al cerrar los ojos cada noche y que marca todo el ser de cada persona. Exige respuestas y decisiones ante sus cambios repentinos, imprevisibles, del azar que hay que conducir para reorientar nuestra propia vida en un instante y en cada jornada. Porque no nacemos con un sino, sino que nos lo forjamos con el trabajo diario, nosotros construimos nuestro propio destino.

6. Educación (con dosis de Épica, Esperanza, Excelencia y Éxito)
Es una mágica palabra que contiene todas las vocales y supone el punto de partida de todo ser humano para su adecuado desarrollo personal y social. Representa el genuino motor del progreso y la solución universal a todos los problemas de la Humanidad. Con la educación, todos podríamos ser mejores seres humanos. Es lo supremo de la vida, la panacea que nos hace felices y nos da libertad, vocación y destino.

7. Fe (Flor inicio de Frágil y Fraternal Felicidad)
Increíble unión de sólo dos letras que abarca tantos y tan poderosas significados que traspasan el tiempo y el espacio por su extraordinaria fuerza que da respuesta ante lo ignoto. Es una pequeña flor de luz que se expande transformándose en las pasiones más bellas e indescriptibles que mantienen al mundo en pie. Encierra todo el poder para iluminar el mundo y la esencia del ser humano, que le lleva a remontar ríos, cruzar océanos y viajar hacia las estrellas. Mueve montañas, abre todas las puertas, atraviesa la barrera del tiempo y es la fuente de toda esperanza, la más profunda necesidad humana. Regala serenidad e inunda de paz el alma, cual lámpara gigante que ilumina el camino por donde hemos de caminar.

8. Gracias (Genial, Gentil, Goce de Generosidad y Gloria)
Palabra prodigiosa, balsámica, amable, dulce y duradera de sonido peculiar que se expande por el espacio, enriquece la existencia y hace sentir bien a la persona que la ofrece y a la que lo recibe, provocando una conexión automática de sentimiento compartido. Significa que alguien ha hecho algo por otro y éste se lo reconoce. Debería estar a flor de labios para despacharla con premura, naturalidad y oportunidad, lo que nunca defraudará a su portador. Polivalente lo mismo sirve para contestar un cumplido, un favor y hasta un desprecio, dejando bien parado a todo el mundo, sea dicho cordial o irónicamente. Broche de la divina cortesía, contiene dosis de amor, humildad, generosidad, educación y buena intención. Fonéticamente contiene contrastes entre la eclosión y el susurro. En fin,... ¡gracias!
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Versión final en: http://mikel.agirregabiria.net/2006/palabra1.htm

Paloma encarcelada

Fue todo muy fugaz. La papelería estaba casi vacía. Mientras los pocos madrugadores comprábamos la prensa, entró volando una blanca paloma. Quizá prefirió la caldeada atmósfera del recinto ante el frío matutino de Getxo. Aleteando sin cesar, su habitual arrullo se transformó en un angustioso bramido, mientras sobrevolaba y chocaba repetidamente contra el cristal del escaparate, tratando de huir de aquella transparente jaula irrompible. Tras un estruendoso golpe final, cayó tendida, muy cerca de la puerta. Contemplamos el cuerpo de la zurita, extrañamente pesado, que sólo la muerte podía abatir.

Aquella mensajera era un símbolo de la paz, ¿o de la libertad?, que buscaba un nido de corazones. Pareció resonar la poesía de Alberti:

‘‘Se equivocó la paloma.
Se equivocaba.
Por ir al norte, fue al sur.
Creyó que el trigo era agua.
Se equivocaba.

Creyó que el mar era el cielo;
que la noche, la mañana.
Se equivocaba’’.

Todos sentimos el dolor de la paloma, su agonía,… Nuestro sentimiento hermanado invocaba a aquel torcaz Lázaro: ‘‘¡Levántate y vuela!’’. Necesitábamos recuperar esa nívea tórtola que rompe fronteras de odio, y ese revoloteo de calma que cubre el alma, para que en cada despertar a todos nos nazca el alba. Ante la solemne quietud silenciosa, sorpresivamente la pichona, dulce y adolescente, nacida en primavera, se alzó y surcó el cielo, como la carta de amor que un día echamos a volar.

Su persistente búsqueda de libertad, y nuestro constante rastreo de paz, darán con la salida. ¡Vuela paloma de la paz!

El deseo de Teseo

La leyenda del Minotauro es muy esperanzadora para niños y adultos, que compartimos con Teseo el deseo de Paz.

El mito de Teseo, Ariadna, Fedra y el Minotauro procede de la cultura minoica de hace 40 siglos, si bien fue recogido literariamente por el poeta latino Publio Ovidio Nasón en el inicio de nuestra era, poco antes del nacimiento de Jesucristo. Esta compleja tragedia de célebres personajes ha sido objeto de atención continuada por autores como Nietzsche, Freud, Cortázar o Borges.

La crónica comienza en Creta cuando reinaba el poderoso rey Minos. Cnosos, la capital de la isla, era famosa por el laberinto de intrincados corredores, en cuyo interior vivía el cruel Minotauro, un engendro con cabeza de toro y cuerpo de hombre, fruto de los amores de la Reina Pasifae con un toro que Poseidón, dios de los mares, hizo surgir de las aguas. Minos recibió la noticia de que su hijo Androgeo había sido asesinado cuando se dirigía a participar en unos juegos olímpicos. El monarca reunió un ejército y cercó Atenas que se rindió, aceptando la condición de que cada nueve años enviaría siete jóvenes y siete doncellas a Creta para que ser arrojados al Minotauro. Sólo si alguno de los atenienses mataba al Minotauro y salía del laberinto, Atenas sería eximida de la condena.

Teseo, hijo único del rey de Atenas Egeo, se ofreció como candidato cuando por tercera vez hubieron de pagar tan ominoso tributo, embarcando con las víctimas en una nave de velas negras. El monarca y su heredero convinieron en que si Teseo lograba la hazaña, el navío retornaría con velas blancas. Estando ya en la prisión cretense, Teseo fue visto por Ariadna y Fedra, hijas de Minos. Cautivada Ariadna por la valentía del príncipe, decidió ayudarle a derrotar al Minotauro, indicándole un ardid sugerido por el constructor Dédalo: un hilo tendido para encontrar la salida cuando acabase la lucha.

Teseo exterminó al temible Minotauro y pudo regresar hasta la puerta, salvando la vida de sus compañeros y liberando a su ciudad de tan horrible condena. Al reembarcar Teseo, también subieron a bordo en secreto Ariadna y Fedra, que acompañó a su hermana mayor. Durante la travesía se refugiaron en la isla de Naxos para protegerse de una pavorosa tormenta. Vuelta la calma, emprendieron el viaje sin Ariadna, al haber desaparecido tras dormirse en el bosque, extenuada por el cansancio. Dionisio, o Baco dios del vino, la rescató y le ofreció casamiento e inmortalidad.

En Atenas cundía la angustia por la tardanza y diariamente el anciano Egeo acudía a la orilla, esperando el retorno de su hijo. Cuando el barco apareció en el horizonte, traía las velas negras. El rey desesperado se suicidó arrojándose al mar, que desde entonces lleva su nombre. Teseo, abatido por la desaparición de Ariadna había olvidado izar el signo de su éxito, las velas blancas. Teseo fue elegido nuevo soberano, rigiendo los destinos atenienses por largos años, y casándose con Fedra (lo que originó nuevos dramas épicos).

Esta leyenda exhibe un torrente de enseñanzas sobre las cualidades y los defectos humanos. Destaca atributos como el altruismo y el valor de Teseo, o el amor y la inteligencia de Ariadna, junto a yerros como el abandono de Ariadna, el olvido de Teseo o la desesperación de Egeo. Las metáforas también son innumerables: un ideal con estrategia, la confianza en uno mismo, la superación del miedo a lo desconocido, la fe depositada por otra persona, la validez de un buen consejo, la salida por amor del laberinto, la descuidada gestión de la victoria,…

La Humanidad se ve reflejada en Teseo y Ariadna. Con amor, resolución y talento podemos superar al monstruo de la guerra (Minotauro), que reclama una continua matanza de víctimas inocentes. Sólo cuando la violencia desaparezca de nuestras vidas, saldremos del laberinto histórico de muerte y desolación. No desesperemos nunca, ni abandonemos nuestras convicciones, porque algún día, nosotros también, avistaremos las velas blancas de la paz.

Espíritu navideño

El cambio de año es un momento oportuno para reflexionar sobre la vida, sobre su principio y su final, y sobre qué hacer ahora.

Una parábola, de autor desconocido, narra los sueños de tres arbolitos en la cumbre de una montaña. El primero esperaba convertirse en un cofre de tesoros; el segundo confiaba en transformarse en un gran navío; el tercero anhelaba para ser admirado como el árbol más grandioso de todos los tiempos. Pero pocos años después, aún sin crecer demasiado, sus esperanzas se trucaron. Fueron talados y vendidos. El primero acabó en un establo como cajón de paja; el segundo fue convertido en una barquichuela de pesca; el tercero sólo sirvió para hacer dos tablones olvidados. Aquellas humildes maderas lamentaron su anónimo destino.

Un frío día de invierno aquel tosco pesebre sirvió de cuna para un niño visitado por reyes y ángeles. Años más tarde, aquella frágil embarcación parecía hundirse bajo una gran tormenta. Uno de los pescadores ordenó remansarse a las olas y se presenció el milagro de la calma en medio de la tempestad. Un viernes, poco tiempo después, aquellos pobres maderos –clavados como vil medio de tortura-, se convirtieron en cruz, el símbolo más universal de la humanidad. Esta historia, protagonizada por Jesucristo, sucedió en el portal de Belén, en el lago de Genesaret y en Jerusalén. Ocurrió hace dos siglos, pero sigue siendo un referente para creyentes e incrédulos.

En navidad solemos analizar hacia dónde va nuestra vida. Comprendemos que nacimos y que moriremos, que ha pasado vertiginosamente un año más. Nos preguntamos qué fue de nuestros planes de infancia y juventud. Seguramente muchos empeños han quedado arrinconados, enterrados por los acontecimientos que nos desbordan. En medio de nuestra existencia, sentimos el ajetreo que nos zarandea como a la barca de Pedro. Necesitamos un reposo navideño para descubrir la trascendencia de nuestro destino, que nos parece tan anodino en ocasiones.

El nuevo año es una oportunidad inmejorable. Los tres árboles alcanzaron lo que pidieron, sólo que no en la forma en que lo imaginaron. Nosotros también podemos obtener lo que ansiamos, aunque quizá sea de modo diferente al que lo suponemos. La vida tiene sentido: Su significado profundo está bien descrito por el “espíritu navideño”. Paz, amor, buena voluntad entre las gentes y entre los pueblos. No es una utopía, es posible,… sólo hay que creérselo y aplicarlo. ¿Por qué no lo intentamos todos en 2006?

Mikel Agirregabiria Agirre. Getxo
http://mikel.agirregabiria.net

Versión final en: http://mikel.agirregabiria.net/2005/remanso.htm

Tres seres humanos

©Mikel AgirregabiriaUno no sabía que sería noticia. Otro había decidido forzar la noticia. El tercero era noticia permanente.

P, nombre supuesto, se levantó aquella mañana con la misma rutina de cualquier día laborable. Se apresuró para llegar a tiempo a su puesto de trabajo. Se dirigió al Metro pensando en sus problemas y en sus esperanzas. Murió casi instantáneamente por una siniestra bomba colocada en su vagón. Aquella víctima inocente no vio el crepúsculo londinense de aquel trágico 7 de julio de 2005.

A, sobrenombre imaginario, madrugó porque sabía que aquel día escribiría con sangre otro hito horrendo en la cruenta historia de la humanidad. Creía que matar a personas indefensas y anónimas, que desconocían incluso la causa que él suponía defender, era una forma de lucha. Le fue muy fácil colocar los explosivos y retirarse a su refugio. No sabemos si pudo dormir aquella noche en los alrededores de Londres.

Z, nombre real, era un dirigente político, representante elegido por sus conciudadanos. Estaba reunido aquel día en Gleneagles (Edimburgo), cuando supo los luctuosos sucesos. Sólo tras la agitada jornada de agenda apretada y cambiada, antes de dormirse le retornó la insistente pregunta: ¿Cómo podríamos pasar esta página de la historia? La conciencia más recóndita le planteaba la eterna cuestión: Si supimos vencer el apocalíptico riesgo de la guerra nuclear entre las más pujantes superpotencias, ¿por qué no sabemos dejar atrás esta forma de conflicto entre los más desiguales?

Esta madrugada, tras la matanza, nos superan las condenas repetidas, los análisis políticos, las llamadas a la calma, las predicciones cumplidas,... No queremos acostumbrarnos a la injusticia de las guerras, ni aceptamos que sean inevitables. Hoy sólo experimentamos el esperpento ético de la prehistórica violencia con armas contemporáneas. Había que comprobar si seguimos siendo seres humanos. La paz es un verbo; algo activo que nos involucra a todos en las decisiones que adoptamos día a día. Exijamos la paz para todos nosotros, para todos los continentes, para todas las razas, para todas las culturas, para todas las religiones,...

Versión final en: http://mikel.agirregabiria.net/2005/seres.htm

Beldad, verdad, bondad


La vida suele ser una sucesión de tres etapas: Primero la época de la belleza, seguida del tiempo de la verdad y concluye con la era de la bondad.

Cuando ya son demasiados los objetivos perseguidos y no conseguidos, cuando los fracasos multiplican los éxitos, cuando la fecha de caducidad propia se atisba por el horizonte,… llega la edad de la bondad. Algunos, quizá, hemos descubierto esta secuencia con demasiado retraso. Si quien lea estas palabras descubre esta paradójica trinidad y la asume con juventud de espíritu, se le puede augurar una vida provechosa y feliz. Existen verdades tan grandes que tardan en entrar en algunas mentes, porque las verdades más elevadas y puras no se adquieren mediante la reflexión y la inteligencia, sino por el sentimiento, según Anatole France.

La Belleza: Es aquello que es inteligible sin reflexión y que, según Stendhal, no es más que la promesa de la dicha. La belleza es ese misterio hermoso e indescifrable. La belleza del cuerpo suele ser indicio de la del alma, y casi siempre la belleza de las cosas reside en el espíritu de quien las contempla. Y de la belleza se pasa a la verdad, porque la belleza siempre tiene razón. Según Keats, la belleza es verdad, y la verdad belleza; esto es todo lo que acá abajo sabemos, y necesitamos saber.

La Verdad: Es un alimento como el trigo, es una antorcha que luce entre las tinieblas. Es como el sol, lo hace ver todo y no se deja mirar. La verdad es como la luz: una y diversa; es como la naturaleza: una y fecunda; es como Dios: uno e inmenso. La verdad es grande y prevalece, porque es hija del tiempo, no de la autoridad. La verdad padece, pero no perece. La verdad existe; sólo se inventa la mentira. Y, de nuevo según Víctor Hugo, la verdad está dentro de nosotros, no surge de las cosas de fuera, porque es fundamento de la virtud más sublime,…

La Bondad: Es la flor de la fuerza. La bondad vence a la maldad como el agua al fuego. La bondad, más que cualquier otra cosa, desarma a todos. Pero la bondad si no está en la conducta, sobra en las opiniones. Una prueba no pequeña de la propia bondad, reside en confiar en la bondad de los demás. El círculo de unidad se cierra: beldad, verdad y bondad. La bondad es la belleza del alma, y esta verdad está en marcha y nada puede pararla.

La insignificancia de un ser vivo se alza con la piedad hacia el infinito de la deidad, incluso en la Tierra, ciudad de maldad. Aprendamos a mirar,… a los que tienen menos. En una pared de la impresionante Capilla del Hombre puede leerse: “Yo lloré porque no tenía zapatos,… hasta que vi un niño que no tenía pies”.

La común esencia de belleza, verdad y bondad se llama AMOR, esa sustancia divina a la que esta noche, a lo lejos, alguien canta,... Son los versos más tristes y bellos que pueda imaginarse y que han inspirado este texto. Se oye in crescendo a Yolandita Monge, en http://www.goear.com/listen.php?v=c242fce. Todo lo que dice del amor vale para la vida, porque una vida sin amor no es vida, porque la belleza es la expresión estética del amor. Eso es todo. Escucha y estremécete, si no estás muerto,… ¡Es fabuloso saber que existen personas como tú,…, efímeros supervivientes que han comprendido algunas claves antes del final anunciado!

El amor es un rayo de luz indirecta, / una gota de paz, una fe que despierta, / un zumbido en el aire, un punto en la niebla, / un perfil, una sombra, una pausa, una espera,... / El amor es un suave rumor, que se acerca, / un timbre a lo lejos, una brisa ligera, / una voz en la calma, un aroma de menta, / un después, un quizá, una vez, una meta. / El amor va brotando, entre el aire y el suelo, / y se palpa y se siente y hay quien puede verlo, / y hace que te despiertes y pienses en él, / y te llama despacio, rozando tu piel.

El amor te hipnotiza, te hace soñar, / y sueñas y cedes y te dejas llevar, / y te mueve por dentro y te hace ser más, / y te empuja y te puede y te lleva detrás,…/ Y de pronto te alza, te lanza, te quema, / hace luz en tu alma, hace fuego en tus venas, / y te hace gritar al sentir que te quemas / te disuelve, te evapora, te destruye, te crea,... / Y te hace viajar, en el filo del tiempo, / remontando los ríos de mil universos, / y te lleva a la gloria y te entrega a la tierra / y te mira,... y te ve,... y piensa,... y piensa,...

Y de pronto el amor, es la luz de una llama, / que se empieza a apagar,... y se va,... y se apaga, / es la isla pequeña perdida en la niebla, / una gota, un no sé, una mancha, una mueca. El amor es la hoja caída en la tierra, / un punto en el mar, una bruma que espesa, / un peso en el alma, un sol que se vela, / un porqué, un según, un ya sé, una queja.

El amor va bajando, peldaño a peldaño, / con las manos cerradas y el paso cansado, / te pregunta quién eres, para hacerte saber, / que apenas te conoce, que qué quieres de él,... El amor te hace burla, se ríe de ti, / mientras tú sigues quieto, sin saber qué decir, / y deseas seguirle y decirle que no, / que se quede, que vuelva, que comete un error.

Y el amor desbarata tus grandes ideas, / te destroza, te rompe, te parte, te quiebra, / y te hace ser ese, que tú no quisieras,/ y te empuja a ser malo / y te deja hecho mi**da / Y te arroja de bruces, al último infierno, / arrancándote el alma, pisándote el cuerpo, / y te ahogas de ansia, de volver a la nada, / y de pronto,... se para,... y te ve,... y se apiada,...

Jardín sin fin

También la bienaventuranza requiere límites para apreciarla.

Dicen que hay una especie de melancolía que acompaña siempre al entusiasmo. Si reservamos el frenesí de la energía a los días laborables, nos queda el cultivo de la languidez, quizá para un solo día. El domingo de trascendente apatía, tras un sábado comodín de baladí alegría.

No sé para ti, pero a mí me hace tilín pasar del adoquín ruin al festín de un jardín de verdín, violín y jazmín. Del trajín cantarín a un confín de Hamelín, sin flautín ni figurín. Fin del maletín de postín y del peluquín de arlequín malandrín y parlanchín. Fin de desgastar calcetín y mocasín. Toda la semana de andarín bailarín, de alevín danzarín en zeppelín, en bergantín o en patín, como el tontín de Tintín.

¿Motín o botín? Mejor un botiquín, un trampolín a un difícil jardín. Por el amor de una rosa, todo jardinero es servidor de espinas mil. Imagínate en un jardín de Lenôtre, como el de Verlaine, a un tiempo correcto, ridículo y encantador (correct, ridicule et charmant). Percibe, como Antonio Machado, “… algo que es barro en nuestra carne siente / la humedad del jardín como un halago”.

Entonces, lo entendemos. La muerte sólo es una puerta herrumbrosa colocada al final de una ajada tapia, para dar paso al cielo, que debe ser el jardín del Edén. Ya Shakespeare señaló que “no hay nobleza más antigua que la del jardinero y la del sepulturero; son ellos quienes mantienen viva la profesión de Adán”.

Hoy calma, introspección, quizá una pausa. Mañana lunes, de nuevo la dicha de educar, de construir, de crecer y de vivir. La tristeza es un muro entre dos jardines de palabras. Valga un paréntesis de nostalgia y añoranza, entre las alegrías del ayer y los gozos del mañana.

Versión para imprimir en: mikel.agirregabiria.net/2007/sinfin.DOC