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El día sin calles

El mal llamado “día sin coches” es un paradigma de la hipocresía.

La Unión Europea ha celebrado el “día sin coches”. Un total de 25 Estados con más de 220 millones de automóviles particulares, lo que supone un coche por cada dos ciudadanos. Este porcentaje sigue creciendo imparablemente, con un incremento del 38% desde 1990 hasta 2004.

Los “días sin coches” pretenden concienciar, animar a fórmulas alternativas y anunciar el fin de la entrada masiva de coches particulares en los núcleos urbanos. Pero esto no se consigue simplemente cerrando calles, colapsando aún más las entradas a las ciudades. Así sólo se generan “días sin puntualidad, sin buen humor, y sin vergüenza por parte de los poderes públicos que no hacen lo que deben hacer, limitándose a dar buenos consejos acompañados de malos ejemplos, mientras viajan en coche oficial con conductor”.

Nadie desea aburrirse diariamente en caravanas, ni conducir solo en un coche durante demasiadas horas de la vida. Si se hace es porque no existe transporte público de calidad, ni infraestructuras para ciclistas, ni interés político en desviar el exorbitante dinero del cemento para supercircunvalaciones hacia la subvención o gratuidad plena de un transporte público más extendido, frecuente y cómodo.
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Versión final en: mikel.agirregabiria.net/2006/sincalles.htm

Se levantó con todo el equipo

Mayo se cayó en Julio y el Euskatel - Euskadi se alzó inmediatamente en el Tour.

La Biblia dice: “¡Ay del que está solo! Porque cuando caiga no tendrá quien le ayude a levantarse”. Pero Iban Mayo tiene a todo un equipo con gentes como Haimar Zubeldia, Unai Etxebarria, David Etxebarria, Iñigo Landaluze, Iker Flores, Egoi Martínez,…

La moral del conjunto que dirige Julián Gorospe no se perdió a la entrada del pavés. La contrarreloj por escuadras del día siguiente demostró que una caída puede ser un estímulo. Lance Armstrong, y su equipo US Postal, son colosales ciclistas: Ibán Mayo y el Euskaltel-Euskadi son igualmente grandes deportistas.

No es con una idea como se levanta a un hombre, sino con un sentimiento. El hombre que se alza aun es más grande que el que no ha caído. Caer está permitido: ¡Levantarse es obligatorio! Nuestra mejor gloria no está en no haber caído nunca, sino en levantarnos cada vez que caemos. Sólo el que cae puede dar a otros el edificante ejemplo de volverse a levantar. Quizá vencer nos será imposible, pero nunca renunciaremos a seguir con todo nuestro esfuerzo.

Galaxia naranja

Julio es un mes vacacional y a muchos, en tierras lejanas, se nos despierta la morriña de ikurriña. Entonces, desde cualquier lugar del planeta, basta sintonizar con el espectáculo mundial del Tour, y aparecen profusamente miles de ikurriñas teñidas del naranja de Euskaltel, junto con banderas blanquirrojas o blanquiazules.

Los Pirineos ya no separan Estados, sino que se inundan de vascos que hermanan pueblos. Si el día 23 además oímos euskera para retransmitir alguna victoria de Zubeldia o Mayo, ya sólo podremos pedir que la avalancha de civismo euskaldun desborde fronteras y muestre al mundo entero lo que es Euskadi: un pueblo pacífico y amante de su patrimonio lingüístico, cultural y deportivo. Un país que sabe sufrir y movilizarse, y que, desde su hermosa pequeñez, ha intuido que debe competir con los grandes y ser solidario con todos para preservar su identidad, propia de un pueblo milenario donde ya no queda casi nadie que piense que “una idea vale más que una sola vida”, porque los vascos ansiamos el compromiso, el trabajo bien hecho, el diálogo, la convivencia y nunca hemos temido la paz.

A los ciclistas de Euskaltel, como a tantos deportistas, ¡gracias por enseñarnos que Euskadi debe seguir pedaleando y no peleando!