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Luz azul

Todos los terrícolas deberíamos elegir dos colores preferidos: el azul y otro.

El cielo es azul por la interacción de la luz del sol con la atmósfera. La luz solar se dispersa por las partículas de aire como Newton comprobó mediante un prisma de vidrio, según el fenómeno físico de la refracción. Podemos ver toda la gama de colores, al igual que las gotas de agua producen el arco iris: Desde el violeta y azul, hasta el amarillo y rojo. La desviación es máxima para los rayos de longitud de onda corta (violeta y azul), y mínima para los de longitud de onda larga (rojo y amarillo), que casi no se desvían. La luz violeta y azul son las que más se separan o difunden de la dirección del blanco, por lo que son más visibles en el cielo, llenándolo y tiñéndolo de su color por las continuas difusiones.

La luz cuando llega a nuestros ojos no proviene directamente del Sol, sino de toda la bóveda celeste. De ahí que el cielo nos parezca azul, mientras el Sol aparece amarillo, pues los rayos amarillos son menos desviados y van casi directamente en línea recta desde el Sol hasta nuestros ojos. El color del cielo, debería ser más violeta que azul, por ser su longitud de onda más corta. Pero la luz solar contiene más color azul que violeta y, además, el ojo humano (que es quien capta las imágenes), es más sensible al azul que al violeta. Si la Tierra no dispusiese de atmósfera, la luz del Sol alcanzaría nuestros ojos directamente desde el disco solar y no recibiríamos luz difundida. El cielo aparecería tan negro como por la noche, como los astronautas observan las estrellas, la luna y los planetas durante el día debido a que están en el exterior de la atmósfera.

Lo más grandioso es que el cielo visto desde la Tierra cambia frecuentemente de color. De noche es negro, debido a que apenas llega luz y no se produce suficiente difusión. Las salidas y puestas de sol brindan casi a diario los más bellos espectáculos que nuestra vista puede disfrutar. Al amanecer y al anochecer, el camino que la luz solar recorre dentro de la atmósfera es más largo, de modo que por rebotes sucesivos los colores más abiertos desaparecen, y sólo los más direccionales rayos rojos se salvan siguiendo un camino casi rectilíneo. De ahí el color rojo del sol naciente o poniente. También algunos atardeceres, cuando las altas presiones atmosféricas concentran por las corrientes del anticiclón una mayor cantidad de partículas de polvo en el aire, se produce el cielo rojizo por efecto de esos aerosoles (polvo en suspensión) que anuncia buen tiempo para el día próximo.

¡Ah, y el mar! ¿Por qué es azul? Simplemente porque el agua, incolora en pequeñas cantidades, refleja el color del cielo. Aunque a veces, el mar se presenta verdoso, debido a minúsculas algas que componen el fitoplancton, que necesariamente son verdes por la clorofila de todas las plantas que realizan la fotosíntesis. Pero el océano también adopta otros colores, y no sólo por el cambio constante de paso de nubes o de variación del firmamento. La corriente del Golfo, que en la costa oriental americana es de un profundo azul, en Japón es tan oscura que ha sido llamada Kuroshio (corriente negra). El color verde de las aguas más comunes en cercanías de la costa, se debe a pigmentos amarillos que se mezclan con el agua azul procedentes de plantas microscópicas del fitoplancton. Otras plantas microscópicas o residuos en suspensión también pueden dar tono café al mar.

Los poetas notan que, como el mar, la vida y la muerte también son azules. Dicen que antes del impresionismo no había sombras azules. Escriben que los ojos más inocentes tienen la pupila azul. Aseguran que para ser feliz basta un poco de cielo azul encima de nuestras cabezas. Rubén Darío dio comienzo al modernismo proclamando que el Arte es Azul. Baudelaire describía el Paraíso como un lugar bajo un cielo de limpio azul donde todo es amor y alegría, donde todo lo que se ama es digno, de ser amado. El último verso escrito por Antonio Machado concluyó: “Estos días azules y este sol de la infancia”. El contrapunto lo pusieron Emile M. Ciorán cuando adivinó que “el azul, sea cual sea su matiz, es la negación de la inmanencia”, y Argensola al descubrir que “ese cielo azul que todos vemos, ni el cielo, ni es azul; ¡lástima que no sea verdad tanta belleza!”. Muchos seguiremos anhelando que nuestro “planeta azul” sea un universo multicolor de libres irisaciones, pero donde todos los uniformes militares sean con cascos azules (de la ONU).

Además, a los educadores especialmente, siempre nos quedará musitar la cita del maestro Vasili Sujomlinsky, promotor de la “escuela de la alegría” donde el azul es esencial: “Nuestra escuela estará bajo el cielo azul, sobre la hierba verde, bajo el peral frondoso, en el viñedo, en el prado. Y mañana venid descalzos, en nuestra escuela será mejor”.

Personajes secundarios

Depresiones semanales propias de la noche del domingo, cuando el almanaque señala inexorablemente el “tempus fugit”.

La mayoría de nosotros somos personajes secundarios que vivimos historias anónimas de intrascendente relevancia. No podemos aspirar a nada más, a ser testigos a lo sumo, nunca protagonistas. No llegamos a la categoría de inocentes, ni de culpables; acaso culpables de inocencia, quizá más de indolencia. Nuestra “carrera de la vida”, lo que pomposamente dicen “currículum vitae” es un ridículo vital. Sólo nos queda un resquicio para ser virtuosos en la ciencia del vivir: Aprender a ensayar el arte de amar.

Nuestra vida es un viaje sólo de ida,… alrededor del mundo, hasta volver al mismo punto de partida. Morir donde nacimos tras emigrar y mudar de una etapa a otra. Una existencia anodina con algunos cuentos y muchas cuentas: cuentos incumplidos, cuentas pendientes. Lo prueba incluso el diario compromiso de escribir, para sosegar la lacerante desazón por el tiempo que parece escurrirse entre los dedos al tratar inútilmente de aprehenderlo. Hace años la agenda anotaba y verificaba objetivos; ahora su redacción es de aplastante futilidad. Pero "hay un tiempo para todo", dice el Eclesiastés. "Hay un tiempo para amar",....

La vida sigue escabulléndose a nuestro alrededor. Nos sentimos cansados de nadar en una bañera, sin avanzar pero con riesgo de ahogarnos, cercados por los muros de la rutina. Las penas son de enorme onda expansiva. La vida que nos sacude a empellones; nadie puede desoír sus llamadas,... Sólo cuando nada se espera, renacemos. Con palabras sabias de Reinhold Niebuhr: “Concédeme, Dios mío, serenidad para aceptar lo que cambiar no puedo, valor para cambiar lo que cambiar se pueda, y sabiduría para discernir la diferencia”. Es tiempo de amar.

Porque todo es por amor, incluso el odio que frecuentemente no es sino amor mal entendido. Todos mantenemos un temperamento de iceberg, que por timidez asoma apenas un 11% y con un alto riesgo de derretirse fácilmente si va a la deriva. Sentimos frecuentemente que en cada encrucijada, todas las opciones son caminos muertos, que nuestro progreso es el del cangrejo, y que nuestra biografía pertenece al "cajón de-sastre". Y entonces sucede el milagroso efecto del afecto.

Oímos una palabra amable en el momento en que más lo necesitábamos, cuando la vida mancha y desgasta. Ante un desengaño más, nos decimos “Soy un fracasado. ¿Qué he hecho de mi vida?”. Y alguien nos responde: “¡Te diré lo que has hecho de tu vida! Has sabido ganarte mi amor, y hemos compartido cariño, fidelidad, comprensión y sacrificio”. Entonces percibimos el rescate del amor, que siempre es factible mientras haya vida. César Pavese tenía razón: “Hay un solo placer, el de estar vivos, y todo lo demás es miseria”.

Vivos, nada más. Juntos, nadie es imperfecto. Todos somos sublimes, con una dieta continuada de cariño recíproco. La felicidad a dúo siempre es en Do Mayor. No dejemos las cosas para después. Ahora o nunca. Descubramos la genuina vocación de vivir: ¡Atrevámonos a amar! Porque sólo el amor derrochado nos rescatará de la mediocridad. El día despunta, será lunes. Son días gloriosos los lunes: ¡No desperdiciemos la séptima parte de nuestras vidas! Este lunes será un día propicio para amar.

El deseo de Teseo

La leyenda del Minotauro es muy esperanzadora para niños y adultos, que compartimos con Teseo el deseo de Paz.

El mito de Teseo, Ariadna, Fedra y el Minotauro procede de la cultura minoica de hace 40 siglos, si bien fue recogido literariamente por el poeta latino Publio Ovidio Nasón en el inicio de nuestra era, poco antes del nacimiento de Jesucristo. Esta compleja tragedia de célebres personajes ha sido objeto de atención continuada por autores como Nietzsche, Freud, Cortázar o Borges.

La crónica comienza en Creta cuando reinaba el poderoso rey Minos. Cnosos, la capital de la isla, era famosa por el laberinto de intrincados corredores, en cuyo interior vivía el cruel Minotauro, un engendro con cabeza de toro y cuerpo de hombre, fruto de los amores de la Reina Pasifae con un toro que Poseidón, dios de los mares, hizo surgir de las aguas. Minos recibió la noticia de que su hijo Androgeo había sido asesinado cuando se dirigía a participar en unos juegos olímpicos. El monarca reunió un ejército y cercó Atenas que se rindió, aceptando la condición de que cada nueve años enviaría siete jóvenes y siete doncellas a Creta para que ser arrojados al Minotauro. Sólo si alguno de los atenienses mataba al Minotauro y salía del laberinto, Atenas sería eximida de la condena.

Teseo, hijo único del rey de Atenas Egeo, se ofreció como candidato cuando por tercera vez hubieron de pagar tan ominoso tributo, embarcando con las víctimas en una nave de velas negras. El monarca y su heredero convinieron en que si Teseo lograba la hazaña, el navío retornaría con velas blancas. Estando ya en la prisión cretense, Teseo fue visto por Ariadna y Fedra, hijas de Minos. Cautivada Ariadna por la valentía del príncipe, decidió ayudarle a derrotar al Minotauro, indicándole un ardid sugerido por el constructor Dédalo: un hilo tendido para encontrar la salida cuando acabase la lucha.

Teseo exterminó al temible Minotauro y pudo regresar hasta la puerta, salvando la vida de sus compañeros y liberando a su ciudad de tan horrible condena. Al reembarcar Teseo, también subieron a bordo en secreto Ariadna y Fedra, que acompañó a su hermana mayor. Durante la travesía se refugiaron en la isla de Naxos para protegerse de una pavorosa tormenta. Vuelta la calma, emprendieron el viaje sin Ariadna, al haber desaparecido tras dormirse en el bosque, extenuada por el cansancio. Dionisio, o Baco dios del vino, la rescató y le ofreció casamiento e inmortalidad.

En Atenas cundía la angustia por la tardanza y diariamente el anciano Egeo acudía a la orilla, esperando el retorno de su hijo. Cuando el barco apareció en el horizonte, traía las velas negras. El rey desesperado se suicidó arrojándose al mar, que desde entonces lleva su nombre. Teseo, abatido por la desaparición de Ariadna había olvidado izar el signo de su éxito, las velas blancas. Teseo fue elegido nuevo soberano, rigiendo los destinos atenienses por largos años, y casándose con Fedra (lo que originó nuevos dramas épicos).

Esta leyenda exhibe un torrente de enseñanzas sobre las cualidades y los defectos humanos. Destaca atributos como el altruismo y el valor de Teseo, o el amor y la inteligencia de Ariadna, junto a yerros como el abandono de Ariadna, el olvido de Teseo o la desesperación de Egeo. Las metáforas también son innumerables: un ideal con estrategia, la confianza en uno mismo, la superación del miedo a lo desconocido, la fe depositada por otra persona, la validez de un buen consejo, la salida por amor del laberinto, la descuidada gestión de la victoria,…

La Humanidad se ve reflejada en Teseo y Ariadna. Con amor, resolución y talento podemos superar al monstruo de la guerra (Minotauro), que reclama una continua matanza de víctimas inocentes. Sólo cuando la violencia desaparezca de nuestras vidas, saldremos del laberinto histórico de muerte y desolación. No desesperemos nunca, ni abandonemos nuestras convicciones, porque algún día, nosotros también, avistaremos las velas blancas de la paz.

Contiene inocente

¡Reconozcámoslo! La mayoría de nosotros somos de esos que podríamos llevar en la frente una inscripción que dijese: "Precaución en su manipulación: Contiene inocente". Así que el 28 de diciembre nos coge siempre desprevenidos, porque casi todos los días nos parece que los periódicos vienen plagados de inocentadas, hasta el punto que ya nunca se sabe cuándo es el Día de los Santos Inocentes. Ahora mismo podemos leer desde que el Partido Comunista Chino ha introducido la propiedad privada en su Constitución. También parecen inocentadas que casi todos los días se programen “visitas sorpresa” encadenadas de todos los presidentes de la Coalición a Irak, con o sin pavo de plástico, o que los soldados norteamericanos ocupantes en Irak pinten graffitis en árabe en las paredes subrepticiamente durante la noche para sorprender por la mañana a los "resistentes" invadidos. Por no mencionar que los líderes sindicales Fidalgo y Méndez se codeen todos los días con la jet society de la realeza, banca, episcopado,… para evitar ser abucheados por trabajadores subcontratados en las contadas ocasiones en las que se acercan a los auténticos "lugares de trabajo".

Lo peor, con todo, no son las inocentadas, sino las "culpabladas" que han empezado a proliferar en nuestro entorno. Sin abundar en ellas para no agotar las cortas vacaciones navideñas, la última ha sido que "los catalanes son menos solidarios", dicho por la Presidenta de Madrid, siguiendo la insigne estela dejada por el Presidente de Extremadura. En resumen, que hay todavía mucho Herodes suelto con la drástica solución de matar a todas las criaturas menores de 2 años para evitar el nuevo rey anunciado por los Magos. Conviene recordar que todos los esfuerzos del cruel tirano fueron en vano, pues la profecía se cumplió ya que los progenitores del niño alcanzaron a huir avisados por un ángel.

Sólo pedimos que, a falta de pruebas en contra, nos traten como lo que somos: inocentes más que culpables. Al menos, mientras Michavilla y Acebes no instauren la "presunción de culpabilidad" genérica, y se conformen con la circunscrita a los políticos nacionalistas periféricos. Esperemos que el próximo año recuperemos un ápice de sentido común (aquel “sentido propio” que decía Unamuno). ¡Que acabe el año 2003! ¡Bienvenido, 2004!

Voto, pancarta, prensa

En democracia los papeles de la ciudadanía se resumen en tres: voto, pancarta y prensa. En este país, los menos jóvenes conocimos una dilatada época en la que no pudimos votar, ni manifestarnos, ni disfrutar de medios de comunicación libres. Hoy hemos de ganar otra paz: la de Irak. La papeleta de voto quedó cautiva hasta la próxima consulta electoral. Nos queda el cartelón en las movilizaciones masivas, y nuestra presencia pacifista en las radios, las televisiones y los periódicos no sumisos, donde debe resonar nuestra exigencia de paz.

Frustraremos esta guerra sin derecho, macro-terrorismo puro a escala mundial de los dirigentes vendidos al odio y al interés. Gritemos que no queremos una guerra breve, sino una larga paz, porque jamás hubo guerra buena o mala paz. El único medio de vencer en una guerra es evitarla. Reclamemos nuestro botín de paz: la vida de tantos inocentes iraquíes. "Nuestras vidas empiezan a terminar el día que nos callemos antes las cosas que importan", dijo Luther King y McLuhan señaló que “La televisión rompió el confort del cuarto de estar con la brutalidad de la guerra. El fin de la guerra de Vietnam se decidió en los cuartos de estar, no en los campos de batalla”.

¡Activismo de pancarta y selección de prensa pacifista ahora,… e inteligencia de voto el 25 de mayo!