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¿Sucesión o su cesión?

Tras las vacaciones veraniegas viviremos un curso plagado de elecciones y sucesiones. El relevo de una generación de políticos José María Aznar, Xabier Arzalluz, Jordi Pujol, quizá Xosé Manuel Beiras, acaso Begoña Errazti,… Es monocorde el tema de las sucesiones políticas. Las quinielas se perpetúan, mientras diversas candidaturas se exponen al sol, las más de las veces para quemarlas como las alas cerosas de Ícaro, para precipitarlas al mar por volar alto desobedeciendo al padre Dédalo.

Aznar aborda la sucesión como un proyecto de “su cesión” del poder. Ya es tradición en un partido tan de “prietas las filas” como el PP. Ni democracia interna, ni inimaginables primarias: sólo la concesión del césar a un heredero, dejándolo todo atado y bien atado. Se comenta una posible dirección bicéfala, aunque nos conformaríamos con que no fuese meramente acéfala. Los ríos de tinta se desbordan en la prensa, porque es un tema cuyo oscurantismo garantiza el secreto hasta septiembre y propicio para la especulación gratuita, apenas fundamentada en datos aislados o en la interpretación de las “señales” del autócrata.

El único requisito exigido, necesario y definitivo, es la fidelidad a ultranza al legado político-ideológico… no del partido, sino de su intérprete supremo, Aznar. Resulta cuando menos sorprendente que para concluir convirtiéndose en líder máximo y detentar todo el poder, la cualidad definitiva sea la ductilidad al jefe anterior, como ya sucedió con Fraga y con Aznar, y como previsible y desgraciadamente se perpetuará con Rajoy, superior a Rato en personalidad maleable. El tercer candidato histórico Mayor Oreja, siempre postulante malogrado en todas sus intentonas ante las urnas, no cuenta más que con el apoyo de sus huidizas periodistas, y su única posibilidad es hablar de la secesión. Ruiz-Gallardón queda en la reserva, porque parece que no ha recibido el placet ni del presidente, ni todavía siquiera el de la presidenta.

A muchos, sinceramente, nos importa un bledo quién sea el “su-censor” de Aznar, a menos que democratice y transmute el funcionamiento monolítico (o paleolítico) del partido en cuestión, y deje que sean los órganos de base y los militantes quienes prefieran elegir libremente, sin ceder toda su confianza en el caudillo de turno. Convendría que esta importante cuota del electorado suscite y promueva una acertada sucesión, y no una sumisión arcaica, resignada e indiscutida.

Amores dobles

Confidencias de un hogareño bígamo confeso.

Lo reconozco con mucha vergüenza: Tengo dos. Ya sé que es injusto y que muchos hombres no tienen ni una. Parece que sólo que los ricos y famosos pueden presumir de mantener varias en distintos países, aunque luego las abandonen con la misma ligereza sin preocuparse por su destino. Yo, aunque tuve algunas durante mi infancia y juventud, al casarme creí que con una me bastaría para el resto de mi vida. No fue así: pronto comenzaron las escapadas, en fin de semana o en vacaciones. Con el paso de los años pensé que me convenía escoger adecuadamente una segunda opción permanente, no para abandonar a la primera sino para complementarla.

La búsqueda no fue fácil, y durante años analicé varias candidatas. Hace cuatro años vi a la que luego sería la segunda, e inmediatamente quedé prendido. Fue una locura de madurez, que muchos me aconsejaron evitar. Me alegro de no haberles escuchado. Ahora estoy junto a ella. La miro, y comprendo que la quiero sólo para mí y para siempre. Es cierto que según la admiro, simultáneamente pienso en la primera y también la añoro. Me gustaría tenerlas juntas, en el mismo lugar, pero son incompatibles, y sé que jamás podré vivir junto a las dos, porque son radicalmente inconciliables.

Ambas son parecidas y, al mismo tiempo, tan diferentes… La primera es la oficial, vasca, convencional, recia, aporta seguridad y resulta claramente más confortable para cualquier estación del año. He vivido mucho tiempo con ella y ofrece una imagen más acorde a mi realidad. La segunda es blanca, mediterránea, más joven, más cálida, más informal y me ha enseñado desconocidas facetas de mi personalidad. Pero ambas son costeras, modestas y de gustos sencillos: adoran los libros apilados, las playas cercanas, el susurro de las olas, el vuelo de las gaviotas, la brisa marina a su alrededor y ver la salida o la puesta del sol. Además cada una de ellas aporta su propio grupo de amistades y vecindario. En ello reside gran parte de su peculiar y doble encanto: la suma de los amigos de siempre y de amigos recientes.

Les he declarado a ambas no exclusividad total, pero sí mi fidelidad hasta la muerte, porque estoy seguro que ambas me sobrevivirán. No soy uno de esos cada vez más abundantes promiscuos domésticos, que cada fin de semana o periodo vacacional se van a "conocer a desconocidas". Yo me muevo solamente entre mis dos pasiones, de una a la otra, para estar íntimamente unido a una de ellas mientras pienso en la otra, y así será hasta el fin de mis días. Sin más aventuras, con dos tengo bastante y quizá demasiado.

Ambas me exigen mucho esfuerzo y sacrificio en cuidarlas y mantenerlas. Pero todo ello es tan poco frente la hospitalaria acogida que me brindan… Quiero pensar que ambas ignoran deliberadamente la existencia de la otra, aunque bien podrían sospechar de mis ausencias. Son tan generosas que cada vez que llego ante su puerta, siempre me reciben con los brazos abiertos, como si nunca me hubiese movido de su lado. ¡Ah, cómo podría nadie no corresponder a una dulzura tan grande!

Hay quienes no comprenden que un cariño así pueda duplicarse. También hay quienes consideran que este tipo de amor es desproporcionado, y que debo ignorar sus sentimientos mirando únicamente por mis intereses. Hoy mismo, unos desaprensivos me han sugerido que "dado que uso poco la segunda, la alquile". ¡Hasta dónde hemos llegado! Jamás trataré como cosas a mis casas, que para mí son hogares donde habitan encantadoras almas como hadas-duendes que suspiran por sus dueños. Las casas propias son como seres vivos. "Somos el uno para el otro; vivimos en común lo que aquí acontece", nos dice cada hogar que nos ofrece dos placeres incomparables: la libertad de salir y la delicia de regresar.

1. MANIPULACIÓN FLAGRANTE, publicada por 'EL MUNDO' el 22-7-2004.

2. Usurpación de mi nombre en EL MUNDO del 23-7-2004, publicando una carta no remitida, en lugar de la versión literal.

3. Finalmente, el 11-10-2004 (un lunes de puente) tras demanda judicial ante la que se allanan, EL MUNDO atiende la petición de rectificación con la publicación íntegra (véase aquí).

Personajes secundarios

Depresiones semanales propias de la noche del domingo, cuando el almanaque señala inexorablemente el “tempus fugit”.

La mayoría de nosotros somos personajes secundarios que vivimos historias anónimas de intrascendente relevancia. No podemos aspirar a nada más, a ser testigos a lo sumo, nunca protagonistas. No llegamos a la categoría de inocentes, ni de culpables; acaso culpables de inocencia, quizá más de indolencia. Nuestra “carrera de la vida”, lo que pomposamente dicen “currículum vitae” es un ridículo vital. Sólo nos queda un resquicio para ser virtuosos en la ciencia del vivir: Aprender a ensayar el arte de amar.

Nuestra vida es un viaje sólo de ida,… alrededor del mundo, hasta volver al mismo punto de partida. Morir donde nacimos tras emigrar y mudar de una etapa a otra. Una existencia anodina con algunos cuentos y muchas cuentas: cuentos incumplidos, cuentas pendientes. Lo prueba incluso el diario compromiso de escribir, para sosegar la lacerante desazón por el tiempo que parece escurrirse entre los dedos al tratar inútilmente de aprehenderlo. Hace años la agenda anotaba y verificaba objetivos; ahora su redacción es de aplastante futilidad. Pero "hay un tiempo para todo", dice el Eclesiastés. "Hay un tiempo para amar",....

La vida sigue escabulléndose a nuestro alrededor. Nos sentimos cansados de nadar en una bañera, sin avanzar pero con riesgo de ahogarnos, cercados por los muros de la rutina. Las penas son de enorme onda expansiva. La vida que nos sacude a empellones; nadie puede desoír sus llamadas,... Sólo cuando nada se espera, renacemos. Con palabras sabias de Reinhold Niebuhr: “Concédeme, Dios mío, serenidad para aceptar lo que cambiar no puedo, valor para cambiar lo que cambiar se pueda, y sabiduría para discernir la diferencia”. Es tiempo de amar.

Porque todo es por amor, incluso el odio que frecuentemente no es sino amor mal entendido. Todos mantenemos un temperamento de iceberg, que por timidez asoma apenas un 11% y con un alto riesgo de derretirse fácilmente si va a la deriva. Sentimos frecuentemente que en cada encrucijada, todas las opciones son caminos muertos, que nuestro progreso es el del cangrejo, y que nuestra biografía pertenece al "cajón de-sastre". Y entonces sucede el milagroso efecto del afecto.

Oímos una palabra amable en el momento en que más lo necesitábamos, cuando la vida mancha y desgasta. Ante un desengaño más, nos decimos “Soy un fracasado. ¿Qué he hecho de mi vida?”. Y alguien nos responde: “¡Te diré lo que has hecho de tu vida! Has sabido ganarte mi amor, y hemos compartido cariño, fidelidad, comprensión y sacrificio”. Entonces percibimos el rescate del amor, que siempre es factible mientras haya vida. César Pavese tenía razón: “Hay un solo placer, el de estar vivos, y todo lo demás es miseria”.

Vivos, nada más. Juntos, nadie es imperfecto. Todos somos sublimes, con una dieta continuada de cariño recíproco. La felicidad a dúo siempre es en Do Mayor. No dejemos las cosas para después. Ahora o nunca. Descubramos la genuina vocación de vivir: ¡Atrevámonos a amar! Porque sólo el amor derrochado nos rescatará de la mediocridad. El día despunta, será lunes. Son días gloriosos los lunes: ¡No desperdiciemos la séptima parte de nuestras vidas! Este lunes será un día propicio para amar.

El lector preferido

De las relaciones artificiosas establecidas entre personas, la más caprichosa y variable de todas es la formada entre escritor y lector.

Es obvio que no existirían escritores, si no hubiese lectores (aunque este artículo pudiera ser una refutación). En realidad, todo texto tiene por colaborador a su lector. Sólo el buen lector convierte un escrito en algo valioso. La obra surge cuando se cierra el nexo entre dos misterios humanos, el del autor y el del lector. El verdadero escritor no lo pone todo en su prosa; su obra más capital se destina y se completa en el alma de sus lectores.

Algunos estilistas, como Papini, opinan que son dos funciones incompatibles, señalando que “si los escritores no leyeran y los lectores no escribieran, los asuntos de la literatura irían extraordinariamente mejor”. Otros, como Montesquieu, recomiendan lecturas diferentes: “Los libros antiguos, para los autores; los nuevos, para los lectores”. En todo caso, siempre es aconsejable haber sido lector impenitente antes que escritor incipiente.

Lo que pide quien escribe a quien le lee no es tanto su beneplácito, sino su atención. Lograr captar el interés de muchos lectores puede ser signo de calidad redactora, aunque los escritores de moda multipliquen las tiradas de los grandes clásicos. Tampoco sería aceptable lo contrario, que la excelencia literaria sea inversamente proporcional al número de lectores.

Goethe creía que la ambición en lectores era requisito imprescindible del autor: “El que no espere tener un millón de lectores que no escriba ni una línea”. Muchos lectores leen no para conocer otra opinión, sino para sentir la repetición de la suya propia. En la actualidad, los lectores buscan un autor que refleje sus ideas y emociones. En ocasiones, se convierten en verdaderos héroes a la espera de un autor de su sintonía. Ésos son los lectores que todo escritor anhela descubrir. Ahí, en el lejano y trémulo corazón de una persona lectora, duerme el premio tímido y virginal que busca quien escribe.

El genio Monterroso, maestro guatemalteco de la sencillez compleja, consideraba como lector ideal a Sherlock Colmes: “En realidad, cualquier lector es ideal porque no abundan. Aunque hay muchos grados de lectores ideales. Pero, claro, el lector ideal es quien está más capacitado para entender las referencias y alusiones de todo escrito y que, lo que no sabe, le atrae. Como un detective”.

Todo autor, uniendo lo útil con lo amable, enseñando y deleitando al mismo tiempo, solicita lectores, muchos o pocos, pero incesantes y apasionados, sus semejantes y sus hermanos, que le relean periódicamente. Sabe que existe un solo antídoto para prevenir en el lector el empacho del cargante "yo": la tersa y desnuda verdad. El escritor pide lo mismo que ofrece: fidelidad y sinceridad.

Un planeta distorsionado

Cuando los mapamundis más populares están deformados, probablemente nuestra visión del mundo sea falseada.

Que la Historia se escribe según la versión de los vencedores es una sospecha generalizada, pero casi nadie supondría que la “exacta” Geografía también está profundamente falseada. Pero es así: La representación del planeta está realizada desde el Primer Mundo, de modo que aparece mucho más grande (en km2) que lo que realmente es.

La causa de que los mapamundis que nos enseñaron “mientan” es histórica. El mapamundi imperante lo creó en 1569, el cartógrafo Mercator (1512-1594), aplicando como criterio de construcción la fidelidad absoluta de los ángulos al proyectar la realidad esférica sobre un papel plano. Mercator priorizó la forma rectangular del mapa y el criterio angular para su exitosa aplicación en el cálculo del rumbo para la navegación marítima, pagando como precio una fuerte distorsión, no en la forma de los países pero sí en su superficie, que aumenta exageradamente en las latitudes altas.

Así la línea del ecuador no atraviesa por la mitad aquel planisferio eurocéntrico, sino mucho más abajo, otorgando dos tercios de atlas al hemisferio norte y sólo un tercio al sur. Sólo algunos datos comparativos con las proporciones engañosas:

• Europa con 9,7 millones de km2 parece mayor que Sudamérica, que posee casi el doble de superficie: 17,8 km2;
• Escandinavia, con 1,1 millones de km2 aparece mayor que la India, que es el triple con 3,3 millones. de km2;
• Groenlandia (2,1 millones de km2) aparece mayor que China, casi 5 veces más extensa, con sus 9,5 mill. de km2;
• La antigua U.R.S.S. con 22,4 millones de km2 aparece casi 2 veces mayor que África, cuyo tamaño llega a 30 millones de km2.

Fue el cartógrafo Arno Peters quien a mediados de los años setenta presentó un alternativo mapamundi, más centrado en el ecuador y con proporciones reales de superficie. Este planisferio es de alto valor pedagógico, tanto por su exactitud geográfica como por ofrecer una perspectiva norte-sur más igualitaria, justa y solidaria.

A lo largo de los tiempos, los imperios explotaron a pueblos, expoliaron sus tesoros, mientras la historia oficial robaba la memoria de los vencidos e, incluso, mediante la cultura formal se ocultaban realidades tan inmensas como la superficie de los continentes. Ojalá que todo esto sea pasado. Ya se ha fabulado demasiado: Ahora todos necesitamos y exigimos la verdad, la justicia, la solidaridad en este pequeño planeta que está mucho mejor dibujado por Peters.

Versión final en: http://mikel.agirregabiria.net/2006/planeta.htm

Una vida ancha

Mejor pidamos una existencia ancha, antes que larga.

Nuestra esperanza de vida se alarga, pero la vida no siempre se ensancha. Antes de pasar a mejor vida, todos deseamos una vida larga: Parece que olvidemos el ancho de vida. Para sentirnos a nuestras anchas, la vida exige compromiso y militancia… con aquello que es importante,… para cada uno de nosotros,… aunque no lo sea para otros.

A veces pensamos: “Soy un fracasado. ¿Qué he hecho con mi vida?”. Y la mejor respuesta nos la dan los nuestros, los más próximos: “¡Te diremos lo que has hecho de tu vida! Has sabido ganarte el amor de tu cónyuge y de tus hijos, de tus amigos y compañeros, a los que has dado cariño, fidelidad y vida. Nos has dado todo lo que pudiste, que nunca es poco”. Entonces comprendemos que podemos triunfar del todo.

En el año del Quijote se ha dicho: “Sancho no es, se hace”. Lo mismo puede parafrasearse del espíritu: “Ancho no es, se hace”. Día a día, con un poco de esfuerzo diario. Dos recetas para una vida ancha. Cúmplelas y te quedarás más ancho que largo. Una proviene de un proverbio chino: “Quien cede el paso se ensancha el camino”. La otra de Gabriel Celaya: “Hago mías las faltas. / Siento en mí a cuantos sufren / y canto respirando. / Canto, y canto, y cantando más allá de mis penas / personales, me ensancho”.

Versión final en: http://mikel.agirregabiria.net/2005/ancho.htm

Escribiendo en Internet

En 1962 Bob Dylan presagió el fenómeno de Internet con su Blowin’ in the wind (La respuesta, colega, la susurra el viento).

La música de Bob Dylan representó, para quienes éramos jóvenes en la década de los ’70, el símbolo de trasgresión desafiante de quien desprecia el (des)orden establecido y se enfrenta a los más poderosos del país todopoderoso. Su balada pacifista fue una metáfora contra la guerra del Vietnam y sigue siendo el mejor alegato contra toda forma de violencia: “¿Cuántas veces deben volar las balas antes de que sean proscritas para siempre? ¿Cuántas muertes más tendrá que haber para que sepamos que ha muerto ya demasiada gente? ¿Cuántos años debemos sobrevivir antes de que se nos permita ser libres? ¿Cuántas veces giraremos la cabeza fingiendo no haber visto? La respuesta, amigo mío, se la lleva el viento”.

Treinta años después, no sólo la música permite difundir mensajes a los grupos y seres humanos menos favorecidos en el control de los grandes medios de comunicación en formato escrito o audiovisual. Internet, las webs y los blogs han popularizado una información planetaria, accesible a gran parte de la población mundial, sin más fronteras que una conexión telemática y el idioma de redacción.

Escribir en Internet ofrece, además de la publicación instantánea y múltiple, un retorno de los lectores, quienes pueden responder con igual rapidez y difusión a los artículos iniciales. Analicemos ambas propiedades, multiplicidad y debate, porque condicionan decisivamente el modo de diálogo, muy diferente al de una “Carta al Director” en un periódico de papel.

multiplicidad. Escribir sin pensar en un solo medio, ofrece una libertad sin igual. Anteriormente a Internet, un artículo de opinión o carta se dirigía a un diario concreto, y había de adaptarse a su formato breve de la prensa escrita, a su temática preferentemente política, e incluso al modo de pensar mayoritario que los lectores de cada publicación quieren releer para ratificarse en sus creencias.

Hoy día, personas tan desconocidas como quien suscribe, remiten un mismo artículo a toda la gama de periódicos de varios subcontinentes. Ello provoca la paradoja de que quienes leen un único periódico, donde ocasionalmente han aceptado algún escrito tuyo, creerán a pies juntillas que “eres de los suyos”, porque jamás te leerán en los “otros” medios. Me sucede a mí mismo con gente que sólo lee Gara o La Razón (por citar sólo dos extremos del espectro político), sin remitirse jamás a mi blog o web personal donde figuran cientos de artículos publicados, simultáneamente en ocasiones, en decenas de medios en papel y electrónicos.

Esa variedad y pluralidad de medios destinatarios permite a los autores desplegar toda la dimensión polifacética propia de los seres humanos, sin especializarse en monotemas, ni rehuyendo la complejidad de los enfoques posibles. Al mismo tiempo exige un máximo rigor argumental para defender una exposición no presentada sólo ante simpatizantes, porque tu voz será recogida por sensibilidades muy diferentes en medios convencionales o de contra-información, dirigidos a la juventud o a la tercera edad, de lectores con perspectivas ideológicas, políticas, sociales, geográficas o religiosas muy dispersas. Todo ello promueve el buen consejo de “perder el falso pudor”, y presentarte como lo haría un ingenuo niño o un anciano sabio que simplemente dicen lo que piensan sin absurdas restricciones de lo “social o políticamente correcto”.

debate. Los foros y los blogs estimulan las respuestas y la controversia sobre los artículos seleccionados. El precedente histórico más próximo serían las tertulias de café, sólo que aquí caben espectadores que intervienen sin más restricción que la acción del moderador, en caso de existir. La sinceridad preconizada precedentemente ante cuestiones muy diversas suele provocar que lectores demasiado unidimensionales no acepten que si alguien ha defendido una determinada posición política no coincidente con la suya, a partir de entonces repudien todo el resto de opiniones en cualquier otro terreno como la autoayuda, el amor, la familia, la educación, la adolescencia,… Esta estrechez de miras es frecuente y lamentable, por devaluar la discusión fructífera y por los efectos negativos sobre quienes la practican.

Lo cierto es que en las contestaciones a los escritos, la fidelidad ofensora de los detractores recalcitrantes es infinitamente superior a la adhesión de los tibios simpatizantes. Éstos últimos, lógicamente, no siempre mantienen un criterio concurrente y son justificadamente críticos con algunas opiniones emitidas, discrepando en señaladas ocasiones al tiempo que aceptan algunas concomitancias de pensamiento común. Los primeros, los fustigadores acerbos, no dejan nunca de leerse un escrito para repudiarlo con tenaz reiteración e insistir en que jamás volverán a leer nada más de su odiado autor… hasta que vuelva a aparecer el siguiente un día más tarde. Así que todo blogista, por muy amateur que se considere, quizá debiera procurar no defraudar jamás a sus más perseverantes censuradores maldicientes… antes que intentar la difícil tarea de agradar repetidamente a sus inconstantes fieles.

Pero es preciso escuchar con sutileza toda crítica, destructiva o constructiva. Los contumeliosos te acotan la senda de tu mejor camino, y los positivos refuerzan la voluntad de proseguir tanteando un posible avance, admitiendo sus sugerencias cuando surgen las discrepancias puntuales. En todo caso, es muy de agradecer a unos y otros sus aportaciones, su seguimiento y perseguimiento, sus lealtades en el ataque y en la defensa, generalmente más públicas y anónimas las primeras en el foro general y las segundas más entrañables por correo electrónico privado con plena identificación del interlocutor.

Como conclusión general, cabe señalar el nuevo espacio de diálogo y libertad que produce la denominada blogosfera. Aunque algunos rémoras históricas sigan actuando, como la abundancia de plataformas políticas en contraposición a las escasas de opinión humanista y cotidiana más intimista. Además, la hipertrofia política se sobreentiende casi exclusivamente como confrontación, como contraposición de perspectivas, nunca como un intento de aproximación de posiciones,… Endémicamente se busca la polémica por la polémica, la contestación airada, la descalificación injustificada e injustificable; raramente cabe compartir sensaciones, recordar juntos aquel olor a barquillos que nos retrotrae a la infancia,… ¡Lástima por todos nosotros!

Versión final en: http://mikel.agirregabiria.net/2005/internet.htm