Mostrando las entradas para la consulta fidelidad ordenadas por relevancia. Ordenar por fecha Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas para la consulta fidelidad ordenadas por relevancia. Ordenar por fecha Mostrar todas las entradas

Un planeta distorsionado

Cuando los mapamundis más populares están deformados, probablemente nuestra visión del mundo sea falseada.

Que la Historia se escribe según la versión de los vencedores es una sospecha generalizada, pero casi nadie supondría que la “exacta” Geografía también está profundamente falseada. Pero es así: La representación del planeta está realizada desde el Primer Mundo, de modo que aparece mucho más grande (en km2) que lo que realmente es.

La causa de que los mapamundis que nos enseñaron “mientan” es histórica. El mapamundi imperante lo creó en 1569, el cartógrafo Mercator (1512-1594), aplicando como criterio de construcción la fidelidad absoluta de los ángulos al proyectar la realidad esférica sobre un papel plano. Mercator priorizó la forma rectangular del mapa y el criterio angular para su exitosa aplicación en el cálculo del rumbo para la navegación marítima, pagando como precio una fuerte distorsión, no en la forma de los países pero sí en su superficie, que aumenta exageradamente en las latitudes altas.

Así la línea del ecuador no atraviesa por la mitad aquel planisferio eurocéntrico, sino mucho más abajo, otorgando dos tercios de atlas al hemisferio norte y sólo un tercio al sur. Sólo algunos datos comparativos con las proporciones engañosas:

• Europa con 9,7 millones de km2 parece mayor que Sudamérica, que posee casi el doble de superficie: 17,8 km2;
• Escandinavia, con 1,1 millones de km2 aparece mayor que la India, que es el triple con 3,3 millones. de km2;
• Groenlandia (2,1 millones de km2) aparece mayor que China, casi 5 veces más extensa, con sus 9,5 mill. de km2;
• La antigua U.R.S.S. con 22,4 millones de km2 aparece casi 2 veces mayor que África, cuyo tamaño llega a 30 millones de km2.

Fue el cartógrafo Arno Peters quien a mediados de los años setenta presentó un alternativo mapamundi, más centrado en el ecuador y con proporciones reales de superficie. Este planisferio es de alto valor pedagógico, tanto por su exactitud geográfica como por ofrecer una perspectiva norte-sur más igualitaria, justa y solidaria.

A lo largo de los tiempos, los imperios explotaron a pueblos, expoliaron sus tesoros, mientras la historia oficial robaba la memoria de los vencidos e, incluso, mediante la cultura formal se ocultaban realidades tan inmensas como la superficie de los continentes. Ojalá que todo esto sea pasado. Ya se ha fabulado demasiado: Ahora todos necesitamos y exigimos la verdad, la justicia, la solidaridad en este pequeño planeta que está mucho mejor dibujado por Peters.

Versión final en: http://mikel.agirregabiria.net/2006/planeta.htm

Una vida ancha

Mejor pidamos una existencia ancha, antes que larga.

Nuestra esperanza de vida se alarga, pero la vida no siempre se ensancha. Antes de pasar a mejor vida, todos deseamos una vida larga: Parece que olvidemos el ancho de vida. Para sentirnos a nuestras anchas, la vida exige compromiso y militancia… con aquello que es importante,… para cada uno de nosotros,… aunque no lo sea para otros.

A veces pensamos: “Soy un fracasado. ¿Qué he hecho con mi vida?”. Y la mejor respuesta nos la dan los nuestros, los más próximos: “¡Te diremos lo que has hecho de tu vida! Has sabido ganarte el amor de tu cónyuge y de tus hijos, de tus amigos y compañeros, a los que has dado cariño, fidelidad y vida. Nos has dado todo lo que pudiste, que nunca es poco”. Entonces comprendemos que podemos triunfar del todo.

En el año del Quijote se ha dicho: “Sancho no es, se hace”. Lo mismo puede parafrasearse del espíritu: “Ancho no es, se hace”. Día a día, con un poco de esfuerzo diario. Dos recetas para una vida ancha. Cúmplelas y te quedarás más ancho que largo. Una proviene de un proverbio chino: “Quien cede el paso se ensancha el camino”. La otra de Gabriel Celaya: “Hago mías las faltas. / Siento en mí a cuantos sufren / y canto respirando. / Canto, y canto, y cantando más allá de mis penas / personales, me ensancho”.

Versión final en: http://mikel.agirregabiria.net/2005/ancho.htm

Escribiendo en Internet

En 1962 Bob Dylan presagió el fenómeno de Internet con su Blowin’ in the wind (La respuesta, colega, la susurra el viento).

La música de Bob Dylan representó, para quienes éramos jóvenes en la década de los ’70, el símbolo de trasgresión desafiante de quien desprecia el (des)orden establecido y se enfrenta a los más poderosos del país todopoderoso. Su balada pacifista fue una metáfora contra la guerra del Vietnam y sigue siendo el mejor alegato contra toda forma de violencia: “¿Cuántas veces deben volar las balas antes de que sean proscritas para siempre? ¿Cuántas muertes más tendrá que haber para que sepamos que ha muerto ya demasiada gente? ¿Cuántos años debemos sobrevivir antes de que se nos permita ser libres? ¿Cuántas veces giraremos la cabeza fingiendo no haber visto? La respuesta, amigo mío, se la lleva el viento”.

Treinta años después, no sólo la música permite difundir mensajes a los grupos y seres humanos menos favorecidos en el control de los grandes medios de comunicación en formato escrito o audiovisual. Internet, las webs y los blogs han popularizado una información planetaria, accesible a gran parte de la población mundial, sin más fronteras que una conexión telemática y el idioma de redacción.

Escribir en Internet ofrece, además de la publicación instantánea y múltiple, un retorno de los lectores, quienes pueden responder con igual rapidez y difusión a los artículos iniciales. Analicemos ambas propiedades, multiplicidad y debate, porque condicionan decisivamente el modo de diálogo, muy diferente al de una “Carta al Director” en un periódico de papel.

multiplicidad. Escribir sin pensar en un solo medio, ofrece una libertad sin igual. Anteriormente a Internet, un artículo de opinión o carta se dirigía a un diario concreto, y había de adaptarse a su formato breve de la prensa escrita, a su temática preferentemente política, e incluso al modo de pensar mayoritario que los lectores de cada publicación quieren releer para ratificarse en sus creencias.

Hoy día, personas tan desconocidas como quien suscribe, remiten un mismo artículo a toda la gama de periódicos de varios subcontinentes. Ello provoca la paradoja de que quienes leen un único periódico, donde ocasionalmente han aceptado algún escrito tuyo, creerán a pies juntillas que “eres de los suyos”, porque jamás te leerán en los “otros” medios. Me sucede a mí mismo con gente que sólo lee Gara o La Razón (por citar sólo dos extremos del espectro político), sin remitirse jamás a mi blog o web personal donde figuran cientos de artículos publicados, simultáneamente en ocasiones, en decenas de medios en papel y electrónicos.

Esa variedad y pluralidad de medios destinatarios permite a los autores desplegar toda la dimensión polifacética propia de los seres humanos, sin especializarse en monotemas, ni rehuyendo la complejidad de los enfoques posibles. Al mismo tiempo exige un máximo rigor argumental para defender una exposición no presentada sólo ante simpatizantes, porque tu voz será recogida por sensibilidades muy diferentes en medios convencionales o de contra-información, dirigidos a la juventud o a la tercera edad, de lectores con perspectivas ideológicas, políticas, sociales, geográficas o religiosas muy dispersas. Todo ello promueve el buen consejo de “perder el falso pudor”, y presentarte como lo haría un ingenuo niño o un anciano sabio que simplemente dicen lo que piensan sin absurdas restricciones de lo “social o políticamente correcto”.

debate. Los foros y los blogs estimulan las respuestas y la controversia sobre los artículos seleccionados. El precedente histórico más próximo serían las tertulias de café, sólo que aquí caben espectadores que intervienen sin más restricción que la acción del moderador, en caso de existir. La sinceridad preconizada precedentemente ante cuestiones muy diversas suele provocar que lectores demasiado unidimensionales no acepten que si alguien ha defendido una determinada posición política no coincidente con la suya, a partir de entonces repudien todo el resto de opiniones en cualquier otro terreno como la autoayuda, el amor, la familia, la educación, la adolescencia,… Esta estrechez de miras es frecuente y lamentable, por devaluar la discusión fructífera y por los efectos negativos sobre quienes la practican.

Lo cierto es que en las contestaciones a los escritos, la fidelidad ofensora de los detractores recalcitrantes es infinitamente superior a la adhesión de los tibios simpatizantes. Éstos últimos, lógicamente, no siempre mantienen un criterio concurrente y son justificadamente críticos con algunas opiniones emitidas, discrepando en señaladas ocasiones al tiempo que aceptan algunas concomitancias de pensamiento común. Los primeros, los fustigadores acerbos, no dejan nunca de leerse un escrito para repudiarlo con tenaz reiteración e insistir en que jamás volverán a leer nada más de su odiado autor… hasta que vuelva a aparecer el siguiente un día más tarde. Así que todo blogista, por muy amateur que se considere, quizá debiera procurar no defraudar jamás a sus más perseverantes censuradores maldicientes… antes que intentar la difícil tarea de agradar repetidamente a sus inconstantes fieles.

Pero es preciso escuchar con sutileza toda crítica, destructiva o constructiva. Los contumeliosos te acotan la senda de tu mejor camino, y los positivos refuerzan la voluntad de proseguir tanteando un posible avance, admitiendo sus sugerencias cuando surgen las discrepancias puntuales. En todo caso, es muy de agradecer a unos y otros sus aportaciones, su seguimiento y perseguimiento, sus lealtades en el ataque y en la defensa, generalmente más públicas y anónimas las primeras en el foro general y las segundas más entrañables por correo electrónico privado con plena identificación del interlocutor.

Como conclusión general, cabe señalar el nuevo espacio de diálogo y libertad que produce la denominada blogosfera. Aunque algunos rémoras históricas sigan actuando, como la abundancia de plataformas políticas en contraposición a las escasas de opinión humanista y cotidiana más intimista. Además, la hipertrofia política se sobreentiende casi exclusivamente como confrontación, como contraposición de perspectivas, nunca como un intento de aproximación de posiciones,… Endémicamente se busca la polémica por la polémica, la contestación airada, la descalificación injustificada e injustificable; raramente cabe compartir sensaciones, recordar juntos aquel olor a barquillos que nos retrotrae a la infancia,… ¡Lástima por todos nosotros!

Versión final en: http://mikel.agirregabiria.net/2005/internet.htm