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Crónica de las Jornadas Digitales 2009 en el BG de Leioa

Hemos acudido a la sesión inaugural de las Jornadas Digitales 2009 en el BG de Leioa con el siguiente programa. Víctor Bermejo, responsable del programa Eskola 2.0 ha expuesto la situación a día de hoy, como puede verse en los dos vídeos encadenados (arriba) y con apoyo de la presentación adjunta.
En el debate hemos participado Gorka Palazio, Enrique Arce (anfitrión), Berta Martínez, Josi Sierra,... y yo mismo (véase en los dos vídeos encadenados del medio).
Durante la exposición inicial se ha insistido en la recurrente idea que expresó Pere Marqués: "Un poco de tecnología y mucha pedagogía". Gorka Palazio ha insistido en la trascendencia de asumir una estricta neutralidad digital y nos ha deleitado con su despliegue de conocimientos... y de tecnología (como el proyector tamaño paquete de tabaco y a un precio de 200 €).
Por nuestra parte, hemos socializado y recomendado algunas ideas de ayer mismo, en la VIII Business Global Conference 2009, como la profecía de la desaparición del e-mail en diez años, una vez desaparecida su función por el despliegue de las redes sociales, o la importancia de las "tribus", pequeños grupos de usuarios interconectados cuya fuerza es la que se potencia por el trabajo en red.

Ante las reticencias que todavía se escuchan por el reparto censal de los netbooks a partir de febrero de 2010, hemos apelado a la vocación antropológica que todo docente debe cultivar. Hemos pedido que veamos el reto que supone "Eskola 2.0" con los mismos ojos que nuestro alumnado. Para ellos y ellas, el ultraportátil significará, posiblemente, el mejor regalo que nunca les ofreció el sistema educativo. ¡Un juguete!... para la clase y para fuera de ella. Y un juguete es algo increíblemente poderoso para un niño o niña: Les permite explorar, divertirse, aprender,... Además es un juguete de los de máxima categoría, por dos razones: Porque es un juguete social, la red les impele a usarlo en grupo cercano o remoto, y porque es un juguete real, dado que su cercanía al objeto real del mundo adulto es casi plena. A diferencia de las primeras consolas, que sólo permitían jugar de uno en uno, o superando a los mecanos que distan mucho de las construcciones de verdad. Un netbook y lo que permite su conexión es casi el mismo instrumento que sus progenitores usan en su trabajo, por lo que aprender con él les prepara jugando a una tarea muy semejante a la que habrán de vivir y desarrollar tras su inserción laboral.
Pero el netbook sigue siendo un juguete, divertido, contemporáneo, que no les retrotrae al siglo pasado como acontece, a veces o a menudo, con otras estrategias educativas. También hay que señalar que NO es el equipo el juego, sino la interacción poderosa que ofrece. Como en el ajedrez que lo divertido no son las piezas, sino la magia que genera su uso.
Un gran juguete, para disfrutar y trabajar juntos, para hacer las tareas escolares con alegría y apoyo de otros condiscípulos, e incluso con otras amistades, aunque vayan a otros colegios,. Y con la inmensa ventaja de que permite multiplicar por dos o por tres el tiempo de aprendizaje, desde las escasas 875 horas lectivas de Primaria hasta las 2.000 que podrían aprovechar en la inmensidad de las 8.760 horas que contiene un año.
"Eskola 2.0" va a ser como abrir la Caja de Pandora. El próximo febrero no afectará sólo al profesorado, familias y alumnado de 5º de Primaria. Si lo hacemos bien, los progenitores presionarán y aportarán para que el resto de la prole disponga de un recurso tan versátil y potente para aprender en comunidad. Nadie, ni la más preclara administración educativa, podría prever todos los efectos inducidos. Viviremos la época más divertida y transformadora porque la innovación no va a ser meramente tecnológica, sino que removerá la totalidad del modelo de enseñanza-aprendizaje que hemos conocido hasta la fecha. ¡Estamos impacientes por asistir a este desembarco de una innovación que podría ser decisiva, simplemente si dejamos que haga su efecto. Probablemente será así, porque el escenario social y escolar está maduro para ello. Seamos optimistas y proactivos.

Sudoku educativo

Un pasatiempo de moda como imagen de integración socioeducativa del alumnado extranjero mediante un reparto escolar más equitativo.

El sudoku representa un modelo de belleza matemática al distribuir armónicamente los números de modo que no se repitan ni por filas, ni por columnas, ni por regiones de 3x3. Así se logra situar los dígitos del 1 al 9 de forma equilibrada, tanto desde la escala de cada cuadrante como desde el cuadro general con 81 casillas. A diferencia de los crucigramas, no es preciso esperar para verificar la corrección general porque la simple observación final, si se lo completa, demuestra la disposición perfecta.

A pesar de que existen 6.670.903.752.021.072.936.960 alternativas en su formato popular de 9x9, la simplicidad del juego que no requiere conocimientos matemáticos, así como la rápida mejora, provoca una estimulante adicción al rompecabezas que se realimenta con la satisfacción de resolver este absorbente desafío. El resultado final sitúa a los 9 números (pequeños, medianos o grandes según se miren) de modo que se apoyen desde la cercanía, cada uno exhibiendo su propia personalidad, su carácter y su identidad específica y exclusiva.

En la escuela el agrupamiento del alumnado en las clases es una cuestión clave. Las fórmulas de “clasificación” son variadas, desde grupos homogéneos en resultados académicos, e incluso del mismo sexo, hasta equipos diversificados según intereses, buscando apoyos discentes entre condiscípulos que se complementan en sus capacidades y competencias. Probablemente la mejor opción sea una pauta flexible, con reagrupamientos variables en función de la materia curricular, el momento académico y la intención pedagógica.

Por ello, sería preferible que todos los centros contasen con la inmensa diversidad que ofrece nuestro alumnado real, plural en sus orígenes familiares, lingüísticos, sociales y culturales, así como en sus inmensas capacidades potenciales y en sus contadas limitaciones que en grado variable se presentan en cualquier ser humano.

Todos los centros escolares de titularidad pública y concertada, es decir financiados con fondos públicos, debieran acoger a todo tipo de alumnado, acompañados de sus correspondientes y proporcionales refuerzos docentes especializados. No sólo para evitar la “guetización” étnica, social o lingüística de los más necesitados de educación, sino para que todo el estudiantado aproveche la grandiosa oportunidad de aprender de todos y entre todos. Didácticamente resulta enriquecedor contar con alumnado recién llegado, pleno de esperanzas e ilusiones, así como alumnado de necesidades educativas especiales, tan ejemplar en su esfuerzo por superar sus deficiencias sensoriales, físicas o psíquicas.

Las familias y los progenitores que buscamos lo mejor para nuestros hijos e hijas, así como el profesorado que desea el mejor entorno de aprendizaje, debiéramos exigir un porción alícuota de diversidad entre condiscípulos, a fin de que la infancia y la juventud aprendan a conocer y vivir en nuestra sociedad auténtica y en nuestro era cronológica. La calidad y la equidad de una red educativa, de un centro o de un aula se miden directamente por el grado de integración que ofrece a su comunidad escolar.

Algunos datos finales relativos a la Comunidad Autónoma Vasca relativo al último curso 2005-2005, que demuestran que no está enteramente solucionado nuestro “sudoku escolar”:

- La escuela pública escolariza al 48,6% del conjunto del alumnado de enseñanzas de régimen general.
- La escuela pública se ocupa del 61% de la educación especial, que representa el 3,3% del total.
- La escuela pública asume al 70% del alumnado inmigrante, que representa un 3.7% del total.

Versión final en: http://mikel.agirregabiria.net/2006/sudoku.htm

Límites personales

©Mikel AgirregabiriaA medida que avanzamos en la vida, aprendemos a conocer, reconocer y finalmente a amar los límites de nuestras facultades.

Todo tiene sus límites. La madurez no es sino la penosa constatación de nuestro fracaso relativo en casi todo lo que hemos intentado durante nuestra vida. Perseguimos muchas metas, pero sólo alcanzamos algunas y a medias. Al fin descubrimos que todo tiene un límite, incluso la melancolía. Sólo con demasiados años juzgamos finalmente que la felicidad consiste en reconocer nuestros propios límites,… y amarlos.

La infancia y la juventud poseen como cualidades más preciadas la ilimitada esperanza en sus propias aspiraciones y la gloriosa sobreestimación de sus capacidades. La desbordante imaginación no tiene límites. La experiencia humana no toma conciencia de su ser sino en las situaciones límite. El aprendizaje, especialmente durante la adolescencia, va marcando los hitos de nuestra realidad personal. La naturaleza, que enseña la vía de los placeres, señala también sus intraspasables límites.

Pronto descubrimos que el progreso vital no consiste en ampliar los límites, sino en conocerlos mejor. El juego de ponerse límites a uno mismo es el mayor de las delicias secretas de la vida. Por ello, la “educación de la permisividad” ha hecho entrar en crisis al modelo escolar. La falta de capacidad de los adultos para poner límites a la juventud es el gran problema de nuestro tiempo. Todos hablamos de la necesidad de imponer límites, pero nadie se encarga de responsabilizarse: la tarea siempre le corresponde a otros. El profesorado dice: «Si en los hogares no les ponen límites, ¿qué podemos hacer nosotros?» Las familias responden: «La escuela ya no educa, nuestros hijos "se desatan" allí y en la calle.»

El establecimiento de límites contribuye a lograr la madurez psicológica y a formar la identidad personal. Alguien está bien definido cuando sabe lo que es y lo que no es; cuando ha elegido lo que piensa, siente y quiere. Los límites indican asimismo lo que no piensa, lo que no siente, lo que no puede y lo que no debe y lo que no quiere. Saber quién es, qué lo diferencia de los otros. Esto nos da conciencia de nuestra identidad. Esto nos da unidad y nos permite reconocernos y movernos adecuadamente en nuestro ámbito.

Los límites no recortan nada, sino que nos permiten distinguir entre lo real y la fantasía. Nos ubican en la realidad y nos definen como personas. Así descubrimos quiénes somos, con toda la riqueza y la pobreza que acompaña a este descubrimiento. Supone una agridulce sensación de desdicha y felicidad. Tristeza, porque siempre quedan expectativas defraudadas; bienestar, al comprender que somos totalmente originales, únicos e irrepetibles. Además, la condición de únicos da paso al amor, que sólo es posible entre personas diferentes que se complementan.

Los límites son altamente educativos porque la realidad es necesariamente limitativa. Mal que nos pese, no nacimos omnipotentes. Hemos de ir vislumbrando esto desde la niñez con la socialización. La realidad no es manipulable como el pensamiento mágico de la infancia egocéntrica. La vida muchas veces nos dirá no y habremos de aceptarlo o viviremos resentidos. La tolerancia a la frustración es un rasgo básico de la personalidad madura.

Toda genuina educación supone una racionalización, reducción o demora del deseo, que distinga el caprichoso antojo de la exigible necesidad. Si permitiésemos una satisfacción plena e inmediata de todas las continuas demandas de cualquier ser humano, sólo crearíamos un despótico monstruo ególatra. Ha de haber medida en las cosas, y ciertos límites, allende de los cuales el bien no puede subsistir. La libertad de cada uno tiene por límite lógico no provocar la opresión de los demás; al igual que existe un frontera al buscar la felicidad, el dolor ajeno.

Lo más difícil es establecer los correctos límites personales, sin caer en los dos errores extremos: sobrepasarlos o cercenarlos en demasía. Todo poder que no reconozca límites, crece, se eleva, se dilata, y por fin se hunde por su propio peso. Si el medio más seguro de ocultar nuestros límites es no traspasarlos, también es un profundo error creer que no hay nada por descubrir; equivale a tomar el horizonte por el límite del mundo. Sepamos que el espíritu humano se extiende a medida que el universo se despliega.

Para concluir y resumir nos quedamos con la narración insuperablemente del gran escritor portugalujo Juan Antonio de Zunzunegi: “Todo lo bueno se acaba y... / Y ésa es su delicia, que se acabe antes de terminar en la monotonía. / Sí...; sólo lo que tiene límites es hermoso”.

Versión final en: http://mikel.agirregabiria.net/2005/limites.htm

La infancia es un país completo…

Algunos de mis primos y yo. ©Mikel AgirregabiriaLa propia infancia es un país, o, al menos, debiera serlo; lástima que, al crecer, perdamos la nacionalidad...

Los años de la niñez son para cada uno de nosotros los tiempos más fabulosos de la historia. He vivido intensa y constantemente en el recuerdo de mi propia infancia, siempre presente en mi alma. Con el transcurrir de los años, he llegado a tres conclusiones, que quisiera compartir con los supuestos lectores que en algún sitio pudieran aparecer.

1ª) La propia infancia es un país plagado de difuntos presentes. La mayoría de los personajes con los que convivimos en nuestra niñez han ido desapareciendo gradualmente. Mis bisabuelos Isabel y Pedro, mis abuelos, mis padres, y otros muchos de quienes más aprendí habitan ya entre las estrellas del cielo. El peso de los grandes protagonistas infantiles persiste en nuestra memoria, tanto más vigentes cuanto más etéreos.

2º) La propia infancia es un país cargado de vivencias. Las experiencias más significativas y decisivas se producen en las edades más tempranas. Los sucesos se aceleran y atropellan en nuestros primeros años; a menudo, sin que puedan ser entendidos en su momento por quienes los vivimos y los aceptamos como inevitables. Esas vivencias moldean crucialmente nuestro espíritu.

3º) La propia infancia es un país rebosante de claves. La vida paulatinamente nos descubre las soluciones que explican lo que nos asombró durante la inocencia de nuestra niñez. La existencia va adquiriendo su significado progresivamente. El descubrimiento de los secretos y la magia del aprendizaje son máximos en las etapas incipientes; luego el escepticismo y, lo que es peor, la indiferencia se van apropiando de nosotros.

Por todo ello, muchos reivindicamos el retorno a los valores de la infancia, a los hallazgos propios de la niñez. No es nuevo el mensaje de la infancia como la patria común de todos los mortales. Antoine de Saint-Exupery señaló que “la infancia es la patria de todos los hombres”. Más matizadamente, Georges Bataille apuntaba que “la literatura es la infancia al fin recuperada”.

Otra conclusión también se deriva: La trascendencia de la educación infantil y primaria. Y necesariamente a través de educadores que coincidan con el pedagogo suizo Edouard Claparede, cuando sentenció que “todo el sentido que se da a la educación depende del significado que cada uno atribuya a la infancia”. De ahí la necesidad de que todos los adultos, pero especialmente quienes somos padres o educadores, interpretemos debidamente la etapa de la infancia. Con la misma atribución que otorgamos a nuestra propia niñez, desde la percepción más personal.

Sólo así descubriremos que la razón última es que “la infancia es un país repleto de amor”, ese deseo de imitación divina. El escritor Gilbert Keith Chesterton relataba: “Dios crea cada margarita separadamente, y nunca se cansa de forjarlas. Puede ser que Él tenga el apetito eterno de la infancia. Porque nosotros hemos pecado y envejecemos, pero nuestro Padre es más joven que nosotros”.

Un proverbio turco asegura que “el amor devuelve a los viejos sabios a la infancia”. Otros sugieren que el amor no envejece nunca,… muere en la infancia. Una razón más para perseverar en los valores infantiles de la incansable pasión por el juego, por la amistad y por el afecto. Hagamos que nuestra vida contradiga ese pesimista presagio que insinúa: “la infancia es una eterna promesa que nadie jamás mantiene”.

Versión final: mikel.agirregabiria.net/2005/infancia.htm

Redundancia en abundancia

Rebuznamos como burros cuando enfatizamos con innecesarios pleonasmos.

Les propongo un reto desafiante: Identifiquen cuántas redundancias repetidas aparecen en este documento escrito. Les advierto por adelantado, y no se lo volveré a repetir, que será un juego divertido en mi opinión personal. Pueden usar un bolígrafo con tinta de color rojo para subrayar por debajo las duplicaciones reiteradas, pero no deben subir arriba para releer otra vez el artículo.

Para resolver el pasatiempo dispondrán de un breve lapso de tiempo. Si aciertan con la máxima excelencia recibirán una carta por correo con un obsequio completamente gratis. Si lo quieren recibir en su propia casa, pagarán el precio de los portes. La otra alternativa es presentarse en persona para que lo recojan ustedes personalmente. Si les parece totalmente perfecto, no habrá más sorpresas inesperadas con la garantía absoluta de que no pagarán nada al erario público.

Resumo brevemente cómo comenzó todo al principio. Fue una pasada historia, basada en el hecho real de una experiencia vivida. Les diré toda la verdad. No recuerdo de memoria ni qué hora del día fue, ni qué día de la semana, ni siquiera qué mes del año, pero ocurrió hace cuatro años atrás hacia la hora del mediodía. Nunca antes había sucedido. Escuchaba en la radio de sonido estereofónico una partitura musical y luego seguidamente las novedosas noticias de un nuevo récord olímpico de una joven promesa para el futuro, que no se alcanzaba el quórum mínimo en el parlamento y que el mercado de divisas extranjeras se hundía hacia abajo por no prever de antemano las importaciones desde el exterior.

Decidí apagar completamente el transistor y mirar hacia la línea del horizonte. Con mis propios ojos vi volar por el aire un gorrión, a quien di un saludo de bienvenida al acercarse hacia mí. Advertí, aunque se hallaba a una distancia de varios metros, que la pequeña avecilla tiritaba de frío mientras comía con su pico un mendrugo de pan. Allí estábamos ambos dos como protagonistas principales, intuyendo algún peligro potencial en nuestros planes futuros sin ninguna coordinación entre sí. Bajo una constelación de estrellas, dos seres vivos se miraron por un fugaz instante: un pájaro completamente desnudo con una hemorragia de sangre en un ala y una persona humana completamente segura de vencer una difícil crisis con nueva iniciativa y asiendo con sus manos el libro de la Biblia. Me juré a mí mismo no aceptar falsos pretextos como vacunas preventivas. Me comprometí personalmente con un proceso de aprendizaje durante un periodo de tiempo para crecer como persona individual sobre la base fundamental de que es mejor es salir afuera, aunque nos acosen regimientos de soldados con jaurías de perros, que permanecer encerrado dentro de uno mismo.

Antes de proseguir adelante y leer la conclusión final, recordemos que el antiguo proverbio, “no te fíes de las apariencias visibles”, sigue vigente en la actualidad. Dado que este texto manuscrito en el mes de septiembre en un campus universitario está completamente lleno de reiteraciones y es un pleonasmo puro al 100% con correcta ortografía, daremos un pequeño atisbo de la solución: Las redundancias inútiles superan por arriba el número de un centenar.