Mostrando las entradas para la consulta sabiduría infantil ordenadas por fecha. Ordenar por relevancia Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas para la consulta sabiduría infantil ordenadas por fecha. Ordenar por relevancia Mostrar todas las entradas

Nosotros como protagonistas, de Adela Cortina

[Un texto que admiro de La ética de la Sociedad Civil de Adela Cortina. Aparece también traducido al euskera.]

Cubierto con unas mantas grises para protegerse del frío, oculto en el desván de la escuela, empieza a leer Bastián un extraño libro, robado en la tienda de un extraño librero. Su inquietante título, La historia interminable.

El relato es sobrecogedor. La Nada, una fuerza abismal y caótica, está devorando el Reino de Fantasía, el país de los cuentos infantiles, el mundo imaginario de las grandes gestas y las hazañas memorables. A fuerza de realismo y de pragmatismo, a fuerza de positivismo romo, están dejando de soñar los seres humanos y la Nada va engullendo, inexorable, el reino legendario de Fantasía.

Así nos va relatando Michael Ende esa fantástica historia que, precisamente por fantástica, no es sino una fiel descripción de nuestra ramplona realidad.

Por fortuna, todavía nos queda un remedio para evitar la catástrofe total. La Emperatriz Infantil, la Señora del Reino de la Ilusión, ha pedido a Atreyu, el niño guerrero, que viaje hasta los confines de su reino y le traiga a un humano, capaz todavía de seguir soñando, capaz de mantener con vida el país de los sueños. Y Atreyu, el valeroso guerrero, recorre los caminos del cielo en su dragón volador, buscando un ser humano que salve a su señora y a su reino de las garras implacables de la Nada.

La narración - prosigue Ende la historia - ha llegado a su clímax. Obligado a superar obstáculos sin cuento, Atreyu va a ser sometido a una prueba decisiva: ha de traspasar la Puerta del Espejo Mágico que le devolverá su propia imagen. Pero he aquí que, al intentar traspasarla, no es la imagen de Atreyu, sino la de Bastián la que queda reflejada en el cristal, porque él es el humano invitado a mantener con vida el Reino de Fantasía, él es el llamado a soñar para que no se desvanezca, engullido por la Nada, el país de la ilusión con su Señora de los Deseos, la de los Ojos Dorados.

Y en ese punto del cuento el metarrelato se funde con el relato, y cada lector se sabe retado a asumir el papel de Atreyu, a soñar cuantas quimeras ocurrírsele puedan, a convertirse en protagonista de una historia que, por quedar en manos de cada posible lector, se convierte en una historia interminable. El Reino de Fantasía no tiene confines: no tiene más límites que los que los propios hombres queramos ponerle. La historia de Fantasía no tiene un final: no tiene más término que el que queramos darle.

Como al mundo del sueño le ocurre al mundo moral, en realidad tan poco alejado de él: que no tiene más confines, más límites ni más vida que los que cada uno de nosotros, todos nosotros, queramos darle. No tiene por protagonistas héroes legendarios, ni tampoco exclusivamente políticos, famosos de los medios de comunicación, personajes célebres del mundo de la imagen, sino que son sus creadoras cuantas personas - varones y mujeres - se empeñen en la empresa, en el quehacer compartido, de construir en serio un mundo más humano. Un mundo al que no puedan resultarle ajenos, sino muy suyos, ni los requerimientos del sufrimiento, ni las exigencias de la justicia, ni la aspiración a la felicidad.

Si rehusamos ser los protagonistas de esta historia, podemos tener la certeza de que nadie la hará por nosotros, porque nadie puede hacerla. El viejo dicho de la sabiduría popular “nadie es insustituible” se hace una vez más falso, en el caso de la moral cívica: las personas de carne y hueso - los ciudadanos - somos insustituibles en la construcción de nuestro mundo moral, porque los agentes de moralización, los encargados de formular los juicios morales, de incorporarlos y trasmitirlos a través de la educación, no son los políticos ni los personajes del mundo de la imagen, ni los cantantes, ni el clero, ni los intelectuales, sino todas y cada una de las personas que formamos parte de una sociedad. Por eso puede decirse sin temor a errar que la moral de una sociedad civil - la moral cívica -, o la hacemos las “personas de la calle”, o no se hará, y se disolverá en la Nada como el Reino de la Fantasía.

Gu protagonista

Manta grisekin hotzetik babestuta, eskolako ganbaran izkutatuta, Bastian liburu saltzaile berezi bati erositako liburu berezi bat irakurtzen hasi da. Izenburu erakargarria dauka, Amaigabeko istorioa.

Kontakizuna hunkigarria da. Eza, infernuko indar suntsitzailea, Fantasiako Erresuma irensten ari da. Ume-ipuinen herria, egitada eta gertaera gogoangarrien balizko mundua arriskuan dago. Errealismo eta pragmatismoz, prositibismo hutsez jokatuta, gizakiak amets egiteari utzi dio, eta Eza Fantasiaren legendazko mundua suntsitzen ari da.

Horrela kontazen du Michael Endek istorio fantastikoa, fantastikoa delako, hain zuen, gure errealitatearen deskribapena baino ez dena.

Zorionez, oraindik sasoiz gaude hondamendiari aurre egiteko. Enperatriz Haurrak, Ilusioaren Erresumako Andereak Atreyu ume borrokalariari erresumaren ertzetaraino joateko eskatu dio, eta oraindik amets egiteko, ametsen munduari bizirik eusteko gai den gizaki bat ekartzeko. Eta Atreyu borrokalari ausartak zeruko bideak herensuge hegalariaren gainean ibilti ditu, bere anderea eta bere erresuma Ezaren atzaparretatik salbatuko dituen gizakiaren bila.

Narrazioa -jarraitzen du Endek- maila gorenera heldu da. Benetako traba gogorrak gainditzera behartuta, Atreyuk proba erabakigarriari aurre egin behar dio: Izpilu Magikoaren Atea igaro behar du, irudia itzul diezaion. Orduan, ordea, atea igarotzen saiatzean, Atreyuren irudiaren ordez Bastianena geratu da kristalean, bera delako Fantasiako Erresumari bizirik eutsi behar dion gizakia. Bastian aukeratu dute amets egiteko, Gurarien Anderea, Urrezko Begiduna eta haren ilusio mundua gal ez daitezen Ezak irentsita.

Eta une horretan metakontakizunak bat egiten du kontakizunarekin. Hortik aurrera irakurle bakoitzak Atreyuren zeregina betetzeko erronka hartzen du, ahal duen beste amets egin, istorio horretako protagonista bihurtu, irakurle bakoitzaren esku geratzen den istorioa delako istorio amaigabean sartu egingo da. Fantasiako Erresumak ez dauka mugarik, gizakiok jarri nahi dizkiogun ertzak baino ez ditu. Fantasiako istorioak ez dauka azkenik, ez dauka beste amaierarik guk emango dioguna baino.

Amets mundua eta moral mundua oso hurbil daude elkarrengandik, eta hark bezala, moral munduak ere ez dauka beste mugarik, beste bizitzarik gutariko bakoitzak eta guk denok emango dioguna baino. Moralaren protagonistak ez dira heroi ospetsuak, ez politikoak, ez komunikabideetako famosoak, ez irudi munduko pertsonaia ezagunak. Haren sortzaileak benetako mundu humanoagoa egiten parte hartzen duten pertsona, gizon eta emakume guztiak dira. Sufrimentuaren eskariak, justiziaren beharrak eta zorionerako helburua bere-bereak egingo dituzten gizakiek osatutako mundua egitea da helburua.

Historia horretako protagonista izateari uko egiten badiogu ziur egon beste inork ez duela egingo, beste inork egin ezin duelako. Herri jakintzako esaera "inor ez da ordezkaezina" gezurra da oraingoan, moral zibikoaren arloan: hezur-haragizko gizakiok -herritarrok- ordezkaezinak gara gure moral mundua eraikitzeko, moralizaziorako agenteak, moral epaiak egin, hezkuntzan sartu eta hedatzen dituztenak ez dira politikoak, ez irudi munduko pertsonaiak, ez kantariak, ez apaizak, ez intelektualak, gizartea osatzen dugun pertsona guzti-guztiok baizik. Horregatik, zalantza handirik gabe esan daiteke gizarte zibilaren morala -moral zibikoa- edo "jende arruntak" egiten dugu edo ez dela egingo, eta Ezaren lainoan galduko dela Fantasiako Erresuma bezala.

Sonido familiar

©Mikel AgirregabiriaUna historia que les sonará familiar, acerca de un medio donde el sonido se propaga lastimosamente lento.

Hace muchos siglos los pensadores intuyeron que el sonido se propaga en el aire como las ondas en el agua. Los primeros fueron el filósofo griego Crisipo (año 240 a. C.) y el arquitecto romano Vitruvio (siglo I a. C.). Hubo de esperarse hasta el siglo XVII, para conocer con mayor detalle la transmisión del sonido tras establecer Galileo la base del “método científico”.

Fue el propio Galileo (1564-1642) quien calculó por primera vez la velocidad del sonido, de una forma sencilla. Con la colaboración de un artillero, una medianoche dispararon una salva (sólo con pólvora), mientras observaban desde un monte próximo, a unos 3.500 metros del cañón. Con ayuda de un primitivo reloj inventado por Galileo, el "pulsilogium", contaron el tiempo transcurrido desde que se vio el fogonazo hasta que se oyó el estruendo. Fueron aproximadamente 10 segundos, por lo que Galileo exclamó en voz alta: ¡350 metros por segundo!

Poco después, el monje y matemático francés Marin Mersenne (1588-1648) realizó medidas precisas del retorno de un eco y calculó un valor más exacto de la velocidad del sonido. Por ello, Mersenne es considerado el padre de la Acústica, si bien es mucho más conocido en el mundo matemático por sus famosos (números) primos. En 1660, el científico inglés Robert Boyle (1627-1691) demostró que el sonido necesitaba un medio gaseoso, líquido o sólido para su transmisión, comprobando que una campana era inaudible en el vacío. El gran físico británico Isaac Newton (1643-1727) demostró que la propagación del sonido a través de cualquier fluido depende de sus propiedades, como la elasticidad o la densidad.

El siglo XVIII permitió el desarrollo del cálculo, con contribuciones de científicos suizos como Johann Bernoulli (1667-1748) y Leonhard Euler (1707-1783), y franceses, como Jean le Rond d'Alembert (1717-1783) y Joseph Louis Lagrange (1736 - 1813). Finalmente, en el siglo XIX se alcanzó una descripción completa del sonido mediante el análisis armónico, desarrollado en 1822 por el matemático francés Joseph Fourier (1768-1830) y aplicado al sonido por el físico alemán Georg Simon Ohm (1789-1854).

El sonido es una vibración que recorre un material haciendo que sus moléculas se contraigan o expandan. Por ello, el sonido no viaja en el vacío, a diferencia de las ondas electromagnéticas (como la luz) que no necesitan ningún éter de soporte. La velocidad del sonido varía según el medio y la temperatura: En aire a 20ºC viaja a 343 m/s, en aire a 100ºC a 390 m/s; en agua a 20ºC llega a 1.483 m/s y en acero alcanza los 5.060 m/s.

Sorprendentemente existe un medio, el entorno familiar, donde el sonido se oye casi instantáneamente… pero se escucha al cabo de una generación. Los padres damos múltiples consejos a nuestros hijos durante sus etapas infantil y juvenil: Estudia, aprende, lee, organízate, escucha a tus mayores, elige buenas amistades,… Los niños parece que atienden, pero no lo aplican. Los jóvenes lo rechazan directamente. Pero hay que insistir… El sonido les va llegando… muy vagamente. Los progenitores no debemos desesperar… Continuemos día tras día con buenos consejos y con mejores ejemplos.

Aparentemente pasan los años infructuosamente… Hasta que un día, tu hijo o tu hija te sorprenden. Me está pasando recientemente, de forma reiterada. Por ejemplo, uno de mis hijos me cuenta: “Anoche, tras revisar lo que puede del temario, me fui a dormir pronto para estar despejado por la mañana. Creo que fue una buena decisión, porque he rendido más en el examen”. Le contesto: “Has hecho muy bien, en lugar de estar toda la noche repasando y llegar dormido a la prueba. ¿Quién te lo ha aconsejado?”. Respuesta de nota: “¡Aita (papá en lengua vasca)!, ¿te has olvidado que tú siempre nos lo dices?”.

La humanidad ha conseguido construir artefactos, como el avión supersónico X-43 de la NASA que vuela a 11.265 km/h y supera en más de 10 veces la barrera del sonido (Mach 10). Pero hemos de mejorar mucho la educación para que en la comunicación familiar, la velocidad de propagación de la sabiduría de los abuelos no requiera toda una generación para ser traspasada a los padres, y otra generación para alcanzar a los nietos.

Versión final en: http://mikel.agirregabiria.net/2005/sonido.htm

Escaños infantiles

EN MI PUEBLO DE VACACIONES INFANTILES, UBIDE (ANTES UBIDEA), DE DONDE PROCEDÍA MI ABUELA PATERNA.Esta propuesta surge de una antigua idea adaptada a los tiempos modernos desde la perspectiva de un educador. La anécdota original fue de Theodore Hoover, primer decano de la Escuela de Ingeniería de Stanford y hermano del Presidente norteamericano Herbert Hoover. En cierta ocasión dibujó de memoria un plano de la herrería de su padre en Iowa y puso un círculo pequeño cerca de la fragua. Al preguntársele qué significaba indicó: "Un asiento para niño", donde podía sentarse un muchacho a observar el trabajo del herrero, escuchar la conversación de los mayores y soñar mientras centelleaba la forja ante sus ojos.

Muchos recordamos ese asiento que ocupamos de niños, y que bien pudo ser un saco en la trastienda del almacén único del pueblo, como la tienda de "Margari" llena de provisiones y con cajones de cereales diversos en mi inolvidable Ubidea. Desde ese ángulo situado en los confines del mundo todopoderoso de los mayores, los niños atendíamos, escuchábamos y aprendíamos. De vez en cuando nos encomendaban algún recado. "Muchacho, trae esa caja", ordenaba alguien, y nuestras manitas torpes y frágiles se tornaban cuidadosas y firmes para no derramar el contenido. Desde aquel asiento los niños espiábamos los chismorreos del pueblo y decidíamos cuáles creer y cuáles desechar. A veces habladurías y temas que no eran adecuados para nuestros oídos, pero todo era parte del emocionante proceso de aprendizaje y de criterio entre lo bueno y lo malo. Lo cierto es que el número de asientos para niños ha desaparecido de forma alarmante a través de los años. Fueron sustituidos por la imperfecta televisión, aparte del dilatado tiempo escolar. Algunos añoramos aquel "escaño infantil", como inmejorable observatorio donde se captaban los infinitos matices del humano razonamiento y del humano sentir, y cuyas enseñanzas nunca olvidaremos. El proverbio dice "Allá va el niño, donde le tratan con cariño". Y desde aquel asiento vivimos una serie de "desilusiones felices" que acabaron con nuestra infancia.

Solicitamos recuperar esos escaños infantiles en todos los foros públicos actuales, y que dupliquemos su efecto mágico entre niños y adultos: Que la infancia recupere sus butacas en las barreras de la experiencia, y que la presencia de los niños regule la conducta de los adultos en los escenarios más decisivos. Que se oiga una advertencia que parece olvidada: ¡Que hay niños delante! De este modo, la función de regulación puede ser recíproca. Imaginemos que en los Parlamentos y en los Ayuntamientos se disponga una Fila Cero en las sesiones plenarias, con veinte o treinta niños observando atentamente qué hacen sus mayores. Seguro que desaparecerían muchos espectáculos improcedentes de nuestros prebostes, enfrentándose e insultándose con nunca lo harían los chiquillos. Víctor Hugo dijo que "Cuando un niño nos mira, se siente que Dios nos sondea". Sólo un docente puede comprender lo que es "saltar a la pista" de un(a) (j)aula, ante varias decenas de pares de ojos que todo lo escrutan. Seguro que con más escaños infantiles, los niños aprenden a comprender a los adultos, y que ante la presencia de los niños los adultos aprenden a no comportarse como. adultos, porque los niños adivinan qué personas les aman (don natural que con el tiempo se pierde), y aprecian no lo que somos, sino lo que queremos ser (de ahí su reputación como fisonomistas intuitivos).

Esta sugerencia va muy en serio, como todo lo relacionado con los niños de quienes hemos de reaprender. casi todo lo que olvidamos al inflarnos con la edad. Abramos las escuelas para que el fermento de los niños se desborde por toda la sociedad. Así seremos más concientes en todas nuestras actuaciones de que existen niños, acreedores del máximo respeto y que enlazan el pasado con el futuro. La ancestral sabiduría china proclama: "De niños todos hermanos, de mayores todos enemigos". Seamos niños. Las grandes personas son aquéllas que no pierden ni su corazón inocente, ni su poder de crecer, ni su insurrección genuina por la que dicen: lo "único que quiero es todo". El niño es el padre del hombre, porque siempre habrá un niño en el hombre verdadero.

Al sepelio por el sexenio

La vida está organizada por sexenios: estudias durante 3 sexenios (Infantil 0-6 años, Primaria 6-12 años y Secundaria 12-18 años) hasta la mayoría de edad; si eres universitario te instruyes un 4º sexenio, de los 18 a los 24 años; trabajas luego 6 ó 7 sexenios (equivalentes a 12 ó 14 trienios) hasta los 60 o 66 años. Como jubilado vives otros 3 sexenios, y si eres mujer un sexenio extra. Total: 13 sexenios para los caballeros y 14 para las damas. Visto así parece muy poco. ¿Cuántos sexenios has vivido ya y cuántos te quedan?

Sigue el consejo de una plegaria irlandesa: Date tiempo para leer, es la base de la sabiduría. Date tiempo para pensar, es la fuente del poder. Date tiempo para trabajar, es el precio del éxito. Date tiempo para amar y ser amado, es el privilegio de los dioses. Date tiempo para compartir; la vida es demasiado breve para ser egoísta. Date tiempo para jugar, es el secreto de la eterna juventud. Date tiempo para sonreír, la alegría es la música del alma. Date tiempo para soñar, es el atajo hacia el cielo. Date tiempo para planificar, es la clave para disfrutar tu vida. Recuerda que ‘empo’ no significa nada: Eso es el ‘tiempo’ sin ‘ti’…