Procrastinación: Un mal actual

Esta denominación es designación de la dominación por la indeterminación: No perezca en la pereza.

Una grave enfermedad contemporánea es la procrastinación, la actitud de postergar los problemas o de aplazar las tareas que se imaginan dificultosas. El descriptivo término es un anglicismo reconocido por la Academia de la Lengua, derivado del latín pro (para) y de cras (mañana), que matiza el atávico pecado capital de la pereza como esa demora e inactividad provocada por el temor y la comodidad.

La procrastinación conduce a evitar o aplazar consciente o inconscientemente lo que se percibe como desagradable o incómodo. Es el caso del ejecutivo que eterniza una reunión para evitar un conflicto o el estudiante que sistemáticamente demora estudiar. Se enmascara la ociosidad desviando la atención hacia otras tareas más asequibles. La Biblia dice que “El perezoso quiere y no quiere al mismo tiempo”. Los perezosos tienen siempre deseos de hacer algo, pero no aquello que deberían afrontar. La procrastinación deja para mañana lo que debe hacerse hoy. Se complica más cuando se justifica con excusas y más excusas. Escudándonos tras disculpas huecas sólo nos engañaremos a nosotros mismos.

La procrastinación crónica origina incluso trastornos psicológicos, y en cualquier caso actúa como un ladrón de tiempo. El “déjalo para mañana” realmente es el arte de “vivir en el ayer”. Los perezosos siempre encuentran razones para esperar. Siguen la ley del mínimo esfuerzo: Pueden estar ocupados en intrascendentes aficiones, pero son incapaces de cumplir sus obligaciones con esmero metódico. Deberían saber que si el trabajar duro frecuentemente sólo rinde con el tiempo, en cambio la holgazanería se paga al contado.

El laborioso gana su vida; el perezoso la roba y cree suerte el éxito del trabajador. Ante la misma situación responden muy distintamente. Quién no ha visto a un albañil cantando alegremente mientras dispone ladrillos, junto a otro amargado que realiza la misma tarea con desgana. Y lo mismo en las aulas o en las familias. Hay padres y profesores que se recrean en las tareas del hogar y en la educación, y quienes parece que sólo saben quejarse del trabajo y de los quebraderos de cabeza que les proporcionan sus hijos o sus alumnos.

Una persona con pereza es un reloj sin cuerda que se fatiga de su propia vagancia. La holganza hace caer en profundo sueño que disgrega la voluntad. Basta de excusar nuestra pereza so pretexto de la dificultad. Liberémonos de la esclavitud de la pereza, que conduce inevitablemente a la pobreza y a la tristeza. El diablo tienta a todos, pero el perezoso tienta al diablo. Sócrates incluso amplía el concepto de indolencia y señala que “No es perezoso únicamente el que nada hace, sino también el que podría hacer más y mejor lo que hace”.

Huyamos de la procrastinación. Muchas veces nos lamentamos de las oportunidades que se escaparon de nuestras manos por diferirlas o aplazarlas. Tranvías que pasaron y no volverán. Los estudios que no acabamos, las amistades que no cultivamos, la ayuda que no prestamos… La diferencia entre un sueño y una meta es la acción. La meta tiene un objetivo, una línea de tiempo y unas etapas intermedias; el sueño es... una fantasía. No dejemos que nuestros ensueños nos roben nuestra realidad. Si de verdad deseamos algo empecemos, movámonos, actuemos. Todos podemos si queremos; además nos lo debemos a nosotros mismos... y a quienes nos necesitan.

El mito de Ofelia

Un drama descrito en un cuadro favorito de muchos que somos románticos corregibles.

La desdichada Ofelia de la tragedia "Hamlet", es hija literaria de Shakespeare, como la gentil Desdémona o la dulce Julieta. Ofelia, prometida del atormentado príncipe Hamlet, se vuelve loca cuando éste, por confusión, mata a Polonio, chambelán de Hamlet y padre de Ofelia. En su desvarío, Ofelia vagabundea junto a un lago, recogiendo flores, y muere ahogada en las fangosas aguas. El nombre "Ofelia" parece estar inspirado en el griego "he ofeleía" (el socorro, la ayuda). Se ignora si Shakespeare se basó en algún precedente literario, como la novela pastoril Arcadia, publicada por el italiano Sanazzaro en 1504.

La mejor imagen de Ofelia puede verse en la londinense Galería Tate, en un famoso óleo del precoz pintor John Everett Millais, considerado como el sucesor de Turner. Es la obra emblemática en el más puro estilo del romanticismo inglés. Millais deseó realizar este tema inspirado en Shakespeare, si bien una joven ahogada no era muy habitual en los cuadros de mediados del siglo XIX. Ello brindó al artista innumerables posibilidades de experimentar lo relacionado con la ausencia de gracia y equilibrio. Como modelo posó Elizabeth Siddal, una bella doncella que trabajaba en una sombrerería y que se convirtió en la modelo favorita de los artistas del momento, casándose posteriormente con Rossetti. Lizzy posó en incómodas condiciones permaneciendo durante horas sumergida en un baño de agua tibia. El resultado es una obra hipnotizadora y escalofriante cargada de poesía, en la que encontramos el realista naturalismo de los prerrafaelitas, alejado de las tendencias académicas del arte oficial de su época.

Cuando Ofelia muere, pasando "de su melodioso canto a su turbia muerte" ("from her melodious lay to Muddy death"), se convierte en un imposible objeto de deseo. Ofelia cae cual estrella fugaz en un cielo de tragedia. Sentimos su sufrimiento y la vemos morir tan pronto, alejándose agua abajo con la luz de su sonrisa en los labios, como se desvanece cielo abajo la luz de los cometas fugitivos. Queremos quejarnos como ella en el único instante en que se lamenta: "To have seen what I have seen, see what I see!" (Haber visto lo que he visto, ver lo que veo). Porque hay un Hamlet en el fondo de todo corazón humano, y en la oscuridad de la conciencia de ese Hamlet, resta siempre el centelleo de alguna luz que no supimos recoger. La luminaria pasó, pero su estela queda, y jamás volverá aquella sonrisa a inundar con su hechizo nuestra existencia.

El primer amor es la forma genuina de la felicidad, quizá la única: Ánima vaga, impalpable, huidiza, como Ofelia. Momentánea en cada vida, eterna en la memoria. Como Ofelia, un cielo que se nos ofreció y desdeñamos. Podemos pensar que Shakespeare, al dar vida mental a la divina hechura de su alma, presintió que en ella fundía para siempre las eternas aspiraciones del sentimiento ideal de todo corazón humano en todos los países y en todas las edades. Nunca produjo el arte una creación más pura, ni divinizado una realidad más humana, ni concebido una verdad más esplendente. El arte no demuestra, pero el arte presiente.

¿A qué aspira el ser humano? A todo cuanto ofrece Ofelia: sencillez, candor, sinceridad, inocencia en deseos y en pensamientos, delicadeza en sentimientos y en actos, capacidad para todos los afectos, desde temblar ante la presencia de su amante hasta tambalearse en su delirio de huida.

El cadáver de Ofelia, ¡ay!, todavía sigue muriendo. Perecer como sucumbe Ofelia, nos sigue susurrando una belleza mágica, arrebatadora y sublime en el bosque sombrío donde aún habitan seres solitarios. Ojalá supiéramos encontrar los amores posibles, esas pasiones enfrenadas que posibilitan amores realizables y resistibles. Si nos moviésemos por buenos instintos, hallaríamos con facilidad querencias finitas, propias de amantes mortales que se atrevieron a amar.

Amor se escribe siempre con mayúscula

No lo llames Amor, si no lo puedes escribir con mayúscula.

Amor se escribe con mayúsculas porque no hay amores pequeños; toda clase de amor verdadero es grandioso e imperecedero. La vida mancha, pero el Amor salva. El Amor es una caja de herramientas que puede transformar el universo. El Amor es un caballo de Troya que desde dentro abrirá las puertas de la ciudadela y nos salvará del odio.

Amor se escribe con A de almas anidadas, de aventura y de altruismo, de audacia y de aceptación, de arrebato y de alegría, de amistad y de ayuda, de afirmación y de agradecimiento, de atención y de apoyo, de ánimo y de acompañamiento. Amor se escribe con M de mocedad y de madurez, de mesura y de modales, de maestría y de modestia, de melancolía y de magia de misterio musical. Amor se escribe con O de optimismo y de oportunidad, de originalidad y de observación, de obstinación y orgullo. Amor se escribe con R de rebeldía y rigor, de recato y reflexión, de respeto y de rectitud. Amor se escribe sin E de egoísmo, sin I de ingratitud y sin U de urgente. Amor, a veces, se escribe con H de humor, con una H superflua, porque lo nimio y el detalle son importantes en el Amor.

Hay muchas clases de Amor: a la pareja, a los padres, a los hijos, a Dios, a los hermanos, a la familia, a los amigos, a los necesitados, a la Humanidad, a un oficio, a una dedicación,… Pero todo Amor se escribe con letras de oro, porque el Amor es lo mejor de la vida. Todo lo que vale la pena es, al fin y al cabo, Amor. Al final, sólo perduran los frutos del Amor. El recuerdo y las obras de quienes amamos o nos han amado.

La vocación de vivir no es sino la profesión de amar. Los niños, y en toda casa debiera haber un niño, nos enseñan que vivir es tan sencillo como amar y ser amado. En la sociedad de adultos adustos, donde sólo la maldad es noticia y donde la ternura viaja en trenes rigurosamente vigilados, el puzzle de almas difícilmente encaja. Convirtámonos en ciudadanos del Amor proclamando: "Mi patria es el Amor". El Amor es contagioso, al igual que la falta de Amor. ¡Amémonos! ¡Sólo por hoy! ¡Sólo por ti, Amor! ¡Cuánto te quiero, Amor!

Duelo a tres

Una paradoja matemática aplicable a la belicosa política contemporánea.

Pierre Fermat, coetáneo de Descartes en el siglo XVII, es reconocido como fundador de la Teoría de Probabilidades junto con Pascal, si bien no fue matemático sino jurista. Fermat no publicó nada en vida, ni dio exposición alguna de sus descubrimientos. El resultado de sus estudios se encontró tras su muerte en hojas sueltas y en el margen de su ejemplar de la Aritmética de Diofanto. Decía que había descubierto una maravillosa demostración, pero que no le cabía en aquel exiguo espacio. Durante siglos los matemáticos, e incluso las computadoras, intentaron demostrar o refutar el denominado “Último Teorema de Fermat”. Se refiere a las ecuaciones del tipo xn + yn = zn, que según Fermat son irresolubles si n es un entero superior a 2 (para n=2, x2 + y2= z2 es el teorema de Pitágoras, con infinitas soluciones como 32 + 42=52).

El 22 de junio de 1993, Andrew Wiles expuso la prueba definitiva de la validez de este “último teorema”, como quizá dedujo Fermat tres siglos antes. Un fascinante libro de Simon Singh, “El enigma de Fermat”, relata la archifamosa historia de Fermat y de Wiles de modo comprensible para profanos. Este célebre divulgador, doctor en física y asesor del programa Horizon de la BBC, describe en su obra un ilustrativo acertijo estadístico.

Problema: Supongamos un duelo a pistola entre tres contendientes: A, B y C. El peor tirador, A, sólo acierta una de cada tres veces; el tirador B dos de cada tres, mientras que C acierta siempre. Para equilibrar las opciones, primero dispara A, luego B y luego C. ¿Cuál es la mejor estrategia para A? ¿Tirar hacia B? ¿Quizá hacia C? ¿Hay alguna otra alternativa?

Solución: La teoría de probabilidades demuestra que, sorprendentemente, lo óptimo es disparar al aire. Después B disparará hacia C, por ser el oponente más peligroso. Si falla, C entonces le devolverá el disparo, por ser B más certero que A. Como es un tirador perfecto, lo eliminará. Total, que uno de los dos, B o C, habrá desaparecido antes de que el turno le vuelva a A. De esta modo, A logra que, en vez de ser el primer tirador de un “truelo a tres”, lo sea de un “duelo a dos”.

En el belicoso mundo que nos ha correspondido vivir, extrapolando este trivial ejercicio metafórico, también parece muy recomendable la sutileza de evitar intervenir en los conflictos de los más poderosos y agresivos. Frecuentemente para aumentar las probabilidades de supervivencia lo mejor es… no disparar.

Esperando un esperanto

El Esperanto es una lengua universal que no se habla en ningún sitio: Ésa es su mejor cualidad.

El Esperanto es un idioma inventado cuyo propósito es servir de lenguaje de comunicación entre personas que hablan diferentes lenguas maternas. Fue desarrollado entre 1877 y 1885 por el médico judío Lázaro Luis Zamenhof, nacido en Bialistok, una zona donde Polonia y Lituania era un solo país bajo el dominio de Rusia.

Zamenhof creció en una sociedad donde se hablaba el polaco, el alemán, el lituano y el ruso, además del yiddish propio de los judíos, así como el hebreo y arameo que empleaban los rabinos. Cada barrio tenía su propio idioma y la incomprensión entre las gentes era absoluta. Pensó que una lengua común evitaría aislamientos, enemistades y conflictos. Descartó las lenguas hegemónicas de su tiempo (francés, alemán, inglés y ruso), porque eran difíciles de aprender y otorgarían ventaja a sus hablantes nativos con respecto a quienes las aprendiesen como segunda lengua. También rehusó las lenguas "muertas" con las que estaba familiarizado, el latín y el griego, porque eran complicadas y con pocos hablantes.

Dos son básicamente las ventajas de un lenguaje artificial como el esperanto: 1ª) Es un idioma neutral, que no siendo nativo de ningún grupo o etnia “pertenece” por igual a todas las personas. 2ª) Es relativamente fácil de aprender, e indudablemente mucho más asequible que cualquier idioma natural. Toda su gramática con todas sus reglas, y sin excepciones, se reduce a una sola página.

Las terminaciones indican el carácter de cada término: ~O, sustantivo; ~A, adjetivo; ~E, adverbio; ~J, plural; ~N, acusativo (complemento directo). En los verbos indican el tiempo: ~AS, presente; ~IS, pasado; ~OS, futuro; ~US, condicional; ~U, imperativo; ~I, infinitivo. Los prefijos son: BO~, parentesco por matrimonio (bopatro = suegro); DIS~, la diseminación (doni = dar; disdoni = repartir); EK~, el comienzo de la acción (iri = ir; ekiri = partir); GE~, la reunión de los dos sexos (gepatroj = ambos padres); MAL~, lo contrario (facila = fácil; malfacila = difícil); RE~, repetición (fari = hacer; refari =rehacer). Los principales sufijos son: ~AD, duración (paroli = hablar; paroladi = dar un discurso; ~ET, diminutivo (dometo = casita); ~IN, femenino (bovino = vaca);… Con esto, y un poco de vocabulario, ya es posible hablar en esperanto.

¿Por qué no ha triunfado aún esta utopía que cualquier niño podría imaginar, un lenguaje común con el que todo el mundo se entendiese, sin renunciar a los idiomas propios de cada cultura y de cada comunidad? Todos nos lo preguntamos, pero quizá algún día este ideal será posible. Esperanto significa en este idioma "el que tiene esperanza". Muchos confiamos, porque el esperanto no es sólo una lengua, sino un vehículo de amistad (Esperanto estas ne nur lingvo, sed vehiklo de amikeco).

Mikel Agirregabiria Agirre.
Esperantista desde 1970