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Cien razones para la alegría

1. Porque estamos vivos. 2. Porque tenemos muchos amigos y amigas. 3. Porque tenemos ropa de abrigo. 4. Porque conocemos y nos relacionamos con gente de otros países. 5. Porque tenemos familia. 6. Porque tenemos unos padres que nos quieren. 7. Por conocer a personas que son buenos ejemplos para nosotros y nosotras. 8. Porque tenemos profesores que nos “aprenden”. 9. Porque estoy contento de tener hermanos. 10. Porque no dormimos en la calle. 11. Porque tenemos comida. 12. Porque tenemos una educación digna. 13. Porque no tenemos que huir con nuestra familia a otro lado del país por persecución. 14. Porque en clase no pasamos frío. 15. Porque tenemos maestros y maestras que nos enseñan. 16. Porque no tengo problemas con mis compañeros. 17. Porque tengo unos familiares espectaculares. 18. Porque tenemos salud. 19. Porque podemos leer o escuchar las palabras de un libro. 20. Porque el beso de la mañana de una madre es maravilloso. 21. Porque veo el sol cada día del año. 22.Porque estamos en clase para aprender. 23. Por ver las estrellas y la luna. 24. Por estar en una biblioteca como bibliotecario. 25. Porque estoy orgulloso y satisfecho de mis padres. 26. Porque tenemos un gran profesor. 27. Por poder correr por las calles. 28. Porque podemos disfrutar de los cuadernos nuevos. 29. Porque tenemos casa. 30. Por tener compañeros de otros países y saber de su cultura. 31. Por tener a toda mi familia. 32. Por estar relajado en mi cama. 33. Por levantarnos cada día. 34. Porque hay recursos que pueden curar enfermedades graves o salvarnos la vida. 35. Porque tenemos agua. 36. Porque ha llegado a clase un niño nuevo. 37. Porque tengo un padre y una madre. 38. Porque voy a la escuela y aprendo. 39. Porque me despierto y oigo a los pájaros cantar. 40. Porque estamos enamorados y enamoradas. 41. Porque no vamos descalzos. 42. Porque tenemos muchos años por delante. 43. Porque tenemos libros nuevos en la biblioteca. 44. Porque tenemos biblioteca. 45. Porque sabemos y podemos leer. 46. Porque hay muchas cosas que descubrir. 47. Por tener una hermana y dos primas que me apoyan en todo. 48. Porque tenemos sentimientos. 49. Por no tener que vivir bajo las órdenes de un dictador. 50. Porque esta mañana he escuchado Hey Jude de los Beatles.
51. Porque sabemos que en el mundo nunca estamos solos. 52. Porque en el futuro habrá muchos momentos buenos. 53. Porque mi madre hace la mejor comida del mundo. 54. Porque nos hacen regalos. 55. Porque somos jóvenes y éste es el momento de la vida que más se disfruta. 56. Porque tengo un hermano y no soy hijo único. 57. Porque todos los que conozco tienen buena salud. 58. Porque tenemos calefacción para estar calientes. 59. Por no tener una enfermedad grave. 60. Porque el próximo 23 de este mes será mi cumpleaños. 61. Porque aunque tuve que dejar a unos amigos cuando me fui de mi país, ahora tengo otros. 62.Porque podemos ver los patos nadando en el río. 63. Porque tenemos coincidencias. 64. Por poder ver la luz del sol cuando nos levantamos. 65. Por poder pasear por un bosque. 66. Por el aire que respiramos. 67. Por ver florecer los árboles en primavera. 68. Porque podemos ver volar a los pájaros, a las libélulas y a las mariposas. 69. Porque no tenemos miedo. 70. Porque podemos ver crecer a los niños pequeños. 71. Porque estamos muy unidos. 72. Porque podemos oler las flores. 73. Porque tenemos fuerza para seguir adelante con la vida. 74. Porque dentro de poco iremos al instituto. 75. Porque nuestros padres trabajan para que no nos falte nada. 76. Por haber tenido la oportunidad de recibir buena educación. 77. Por no nacer en tiempos de guerra. 78. Por poder ayudar a niños y niñas que tienen dificultades. 79. Por haber llegado al 2007. 80. Por haber cumplido 12 años. 81. Porque hay mucha gente que confía en mí. 82. Por tener el don de poder comunicarnos. 83. Porque gracias a este blog, otros conocerán los motivos de nuestra alegría. 84. Porque tenemos un blog donde leer y escribir cosas interesantes. 85. Porque podemos hacer un mundo mejor colaborando y aportando nuestra gota de agua. 86. Porque tenemos unos cuantos amigos en dos colegios asturianos. 87. Porque podemos probar la gastronomía de otros países. 88. Por tener corresponsales con quien comunicarnos. 89. Por tener una abuela que me hace comidas deliciosas. Por conocer a personas que son buenos ejemplos para nosotros y nosotras. 90. Por tener deseos de ser alguien en la vida. 91. Por ser responsables y saber lo que tenemos que hacer. 92. Por poder conocer las maravillas del pasado. 93. Por tener inteligencia. 94. Por tener gente sabia a nuestro lado. 95. Porque podemos viajar a otros países. 96. Por podernos comunicar con algunos escritores. 97. Por poder disfrutar de los colores de la naturaleza. 98. Por poder descubrir cosas nuevas cada día. 99. Por poder reír y 100. Por poder realizar nuestros sueños.

La mayor aventura humana del siglo XX


Al menos así lo veíamos, como una expedición científica-tecnológica, quienes éramos niños en los años 50-60, asistiendo a la Conquista del Espacio y de la Luna (fotos).

 Post actualizado el 29-12-19, siendo sustituido el vídeo original ya no disponible.

Acertijo infantil

Una habilidad que perdimos al crecer, pero que podemos recuperar reflexionando sobre qué es más importante.

A varias clases de Educación Primaria, con alumnos de seis años, se les preguntó: "¿En qué dirección viaja el autobús del dibujo?" Todos ellos, en grupos o por separado, pronto respondieron acertadamente. A su edad, el grado de abstracción de su inteligencia puede llevarles a pensar que la Luna está más cerca que China, porque la Luna se puede ver. Pero, esa misma ingenuidad les permite resolver instantáneamente esta adivinanza.

Los adultos dudamos cuando tratamos de averiguar la solución, aunque sólo caben dos únicas posibles respuestas, que son hacia la izquierda o hacia la derecha. Vale la pena dedicar tres minutos para saber si la edad nos ha cegado. ¿Lo adivinamos? En caso afirmativo, enhorabuena, todavía disponemos de esa inigualable lucidez infantil.

Todos los escolares contestaron que viaja hacia la izquierda el autobús, porque no se ven sus puertas de entrada. La inteligencia infantil, así como las mentes entrenadas para mantener esa clarividencia, analizan tanto lo que se observa como lo falta en un cuadro o en una situación. Definitivamente, casi siempre lo más revelador no es lo que se ve, sino lo que se oculta.Versión .DOC para  imprimir


Versión final en: mikel.agirregabiria.net/2006/acertijo.htm

La ley del mes (del Corte Inglés)

Mes a mes los grandes almacenes marcan en los almanaques los matices… y promociones comerciales.

Los años comienzan y terminan con ese simulacro de paz que es la navidad de buena voluntad. Antes la Navidad era una festividad familiar y religiosa donde apenas cabía el deseo de un próspero año nuevo. Ahora es otra época, de desbordante consumismo predestinado a liquidar la paga extra. En enero el proverbio decía: nieve en enero lleno el granero; o en enero, bufanda, capa y sombrero. De aquel enero, buen mes para el carbonero, se ha pasado al enero de doble efecto concatenando las rebajas con la cuesta de enero.

En febrero, un día malo y otro bueno, era el mes loco, donde ningún día se parece a otro: Febreruco es loco, unas veces por mucho y otras por poco. De aquel mes de febrero, que lo inventó un casero, ahora es el mes de San Valentín con los regalos para la pareja, incluso precedido el recién inventado Día del Soltero. Luego marzo, marcero, o tan frío como enero o tan falso como febrero. Del marzo engañador, un día malo y otro peor, a la campaña primaveral de temporada, los carnavales y el Día del Padre.

En abril, la flor empieza a salir. Ni abril sin flores, ni juventud sin amores, ni abril sin vacaciones (de Semana Santa). Abril sin granizar, no se vio ni se verá, y en tus vacaciones será. Además el 23 está el Internacional Día del Libro. Por mayo llueve a rayos. El mes de mayo, el mes más largo que tiene el año, comienza con el Día de la Madre. Y hasta el cuarenta de mayo, no te quites el sayo, y si junio es ruin hasta el fin. Cielo de junio, limpio como ninguno. Junio hortelano, mucha paja y poco grano, pero seguro que temporada de verano.

Julio caliente, quema al más valiente. Julio normal, seca el manantial. Pero si en julio llueve, renace la hierba y el trigo se pierde. Y más se pierde en las vacaciones estivales, en julio o en agosto. Si da por ser tormentoso, agosto será luctuoso, para la cosecha y para tu descanso anual.

Septiembre, el mes más malo que el año tiene. La luna de septiembre siete lunas deja atrás, como el retorno a casa olvida lo estival. Y la vuelta al “cole”, de cuotas, libros y uniformes, que arruina a la ciudadanía. El labrador, que a primeros repone los aperos, para octubre sus deudas cubre, pero ya no cabe esperar los compromisos saldar. Y menos ahora que también celebramos Halloween, en el cruce de octubre y noviembre.

Noviembre, dichoso mes que entra con Todos los Santos, nieve en los altos, y sale con San Andrés, nieve en los pies. En diciembre, leche y duerme, porque los días de diciembre, es noche oscura y apenas amanece. En diciembre, no hay valiente que no tiemble y más la cartera cuando la navidad, el Olentzero y los Reyes Magos vienen. Y así vuelta a empezar, mes a mes y año a año.

Antes, el refranero sugería aún para la parca, que no acepta calendario: Quien pasa el mes de enero, pasa el año entero; en septiembre, el enfermo tiemble; y en octubre el enfermo que no se agarra, cae con la hoja de parra. Ahora se suma a las inexorables “muerte y hacienda”, ésta también con su agenda del contribuyente, una tercera inevitable programación de cómo relanzar la economía global moviendo el dinero de nuestro bolsillo todos los meses. Añadiendo las previsibles olimpiadas y campeonatos deportivos, lo único que queda para una planificación puntual de campañas comerciales son los acontecimientos flotantes como eclipses, viajes, onomásticas,… y la tríada BBC (bodas, bautizos y comuniones) para ocasiones especiales. ¡Que usted lo gaste bien (y disfrute si puede)!

Versión final: mikel.agirregabiria.net/2006/meses.htm

Año Nuevo

Ideas para aplicar desde el 1 de enero. Quizá luego sea demasiado tarde. Son recetas personales, pero efectivas a escala planetaria.

Hemos llegado hasta finales de 2005. Miremos a nuestro alrededor. ¿Qué vemos? Un mundo más moderno, pero lleno de desigualdades y donde millones mueren de hambre. En Europa poseemos casas más grandes, pero familias más pequeñas. Hemos multiplicado nuestras fortunas, pero reducido nuestros valores. Disponemos de más recursos, pero menos tiempo. Hablamos mucho, amamos poco y odiamos demasiado.

Hace años que llegamos la Luna y regresamos, pero apenas conocemos a nuestros vecinos del barrio. Hemos conquistado el espacio exterior, pero no el interior. Apenas sabemos quiénes somos. Éstos son tiempos de más libertad, pero menos alegría. Llegan dos sueldos en casa, pero suben los divorcios. Las casas son más bonitas, pero abundan los hogares rotos.

Cada instante, cada minuto y cada hora son irrepetibles. No guardemos nada para una “ocasión especial”, porque cada día que vivimos es una jornada única. Pasemos más tiempo con la familia y los amigos. Admiremos lo bello que nos rodea, sin fijarnos en las hierbas malas del jardín de la vida. Apartemos de nuestro vocabulario esas frases que retrasan o impiden el disfrute de la existencia: “Uno de estos días, algún día,…”. Ahora mismo, repitamos a nuestros seres queridos, familiares y amistades, cuánto les apreciamos y les necesitamos.

Abramos lo ojos. Somos los elegidos. Disponemos de una ocasión inmejorable. Basta con hacer el bien, y todo podría funcionar de maravilla. Tratemos a los demás, como nos gustaría ser tratados. Sigamos a dirigentes que nos guíen por caminos de paz y con patrones de amor, no de odio. Todos tenemos derecho a soñar. Sería tan fácil...

Versión final en: http:///2005/nuevo.htm

Frases atribuidas a WOODY ALLEN

· ¿Cuál es el animal que después de muerto da muchas vueltas? El pollo asado.
· Algunos matrimonios acaban bien, otros duran toda la vida.
· Amaos los unos “sobre” los otros.
· Arreglar los problemas económicos es fácil; lo único que se necesita es dinero.
· Bígamo: idiota al cuadrado.
· Cuando todo sube, lo único que baja es la ropa interior.
· Cuando un médico se equivoca, lo mejor es echarle tierra al asunto.
· Disfruta el día hasta que un imbécil te lo arruine.
· El diabético no puede ir de luna de miel.
· El eco siempre dice la última palabra.
· El mago hizo un gesto y desapareció el hambre; hizo otro gesto y desapareció la injusticia; hizo otro gesto y desapareció la guerra. El político hizo un gesto y desapareció el mago.
· El matrimonio es como las libretas de ahorro: de tanto meter y sacar se pierde el interés.
· El negocio más expuesto a la quiebra es el de la cristalería.
· En los aviones el tiempo se pasa volando.
· Es curioso que se le denomine sexo oral a la práctica sexual en la que menos se puede hablar.
· Hay estudiantes que les apena ir al hipódromo y ver que hasta los caballos logran terminar su carrera.
· Hay que trabajar ocho horas y dormir ocho horas, pero no las mismas.
· Hazlo bien y no mires con quién.
· Hoy en día la fidelidad sólo se ve en los equipos de sonido.
· La amistad es como la mayonesa: cuesta un huevo y hay que tratar que no se corte.
· La inactividad sexual es peligrosa, produce cuernos.
· La marihuana causa amnesia y… otras cosas que no me acuerdo.
· La música japonesa es una tortura china.
· Las canas ya no se respetan, se tiñen.
· Las ventajas del nudismo saltan a la vista.
· Los japoneses no miran, sospechan.
· Los japoneses quieren abrirle los ojos al mundo.
· Los mosquitos mueren entre aplausos.
· Mi padre vendió la farmacia porque no había más remedio.
· Morir es como dormir, pero sin levantarse a hacer pis.
· Sólo quien ha comido ajo puede darnos una palabra de aliento.

Lunáticos y fanáticos

©Mikel AgirregabiriaMe he prometido no escribir de política este verano, pero puedo contar mis encuentros y compartir mis sentimientos.

Me recomendaron un experto pintor, con gran experiencia, para barnizar las ventanas de nuestra casa costera. Llegamos a un rápido acuerdo sobre plazos y precios antes de que iniciara su tarea con profesionalidad. Charlamos sobre temas anodinos, hasta que él me contó su gran descubrimiento científico. Todo comenzó cuando le sugerí que el fuerte sol directo y la salina brisa marina eran los causantes del deterioro en la madera. Él lo rebatió y me confió su secreto, susurrando en voz baja: “El peor enemigo [de la pintura] es la luz de la luna”.

Nada dije en aquel momento, ni después. Me sorprendió que perviviesen entre gentes del gremio creencias que son tamaños disparates. De inmediato comprendí que los desatinos abundan aún más en las mentes de muchos políticos, de alto o bajo postín. ¿Acaso en pleno siglo XXI no quedan todavía personas que creen que la paz se alcanza poniendo o lanzando bombas de pequeño o gran tamaño?

La blanca luna sólo gobierna las mareas y no es culpable de los males que le atribuyen algunos lunáticos. Con todo, aún es más inocente la población de Londres o de Bagdad. A todos los fanáticos de los explosivos, y a quienes les excusan o votan, les recordaría aquel verso de García Lorca que previene de la desmesura y de la ambición: “El que quiere arañar la luna, se arañará el corazón”.

Los lunáticos eran quienes se volvían locos en determinadas fases de la luna, como creyeron advertir los romanos antes de Julio César, cuando regía un estricto calendario lunar. Posiblemente la locura de la violencia sea transitoria y pronto veamos amanecer una nueva era para la Humanidad donde el fanatismo y la guerra sean meras antiguallas anacrónicas.

Versión final en: http://mikel.agirregabiria.net/2005/lunaticos.htm

Soledad y compañía

©Mikel AgirregabiriaElogio de la soledad y de la sociedad, dos precisos requisitos para formar el talento y el talante.

Siento, en el abarrotado Metro, que nos apretamos cientos de soledades. Soledad y compañía. Noche y día. Sol y luna. Todo y nada al mismo tiempo. La vida es una compleja red donde se entrecruzan soledad y compañía. Nacemos y morimos solos. Pero sólo crecemos y decaemos de la mano de los otros; ellos nos dan perspectiva y sentido a nuestra biografía... Nadie existe que esté en completa soledad; todo lo que existe, necesita de otros para ser.

Soledades y compañías. Palabras que hablan por sí mismas; con derroche de fantasía. ¿Quién no las familiariza? Las vivimos distintas en cada etapa de la vida, muchas veces como espinas y otras tantas como alegrías. Emociones confusas y obsesivas, queridas y repelidas, finalmente admitidas por una providencia supuestamente establecida,… Pasiones fecundas y necesarias, porque según Goethe: “El talento en soledad se cultiva, mientras que el carácter sólo se forma en la sociedad intempestiva”.

Soledad: No nos enseña a estar solos, sino a ser únicos. La soledad es el precio de la libertad. La soledad es ese otro yo,… Refugio y aislamiento, sosiego y desasosiego, la soledad traza las fronteras en el plano de nuestra afectividad hermética y compartida. Sólo los egoístas odian la soledad. La soledad es el patrimonio de las almas extraordinarias. Sólo en soledad se siente la sed de verdad. Rilke señaló: “El águila vuela sola; el cuervo, en bandadas. El necio tiene necesidad de compañía, y el sabio, de soledad”.

Pero, ¡cuidado con la soledad! Antonio Machado alertaba: “En mi soledad / he visto cosas muy claras,/ que no son verdad”. Todo elemento de fuerza intelectual se pierde si permanece en la infecunda soledad. Además, para huir de la melancolía no hay como la compañía, porque tristes podemos estar solos; pero para estar alegres, necesitamos compañía.

Compañía: Todo puede adquirirse en la soledad, excepto el carácter. Hacer compañía consiste en añadir algo a las vidas de los demás, y con ella descubrimos que nuestras vidas adquieren la transcendencia requerida. La persona cabal es aquella que, en medio de la multitud, mantiene con perfecto rigor y cortesía la independencia de su identidad, en soledad construida.

Sin embargo, ¡atención con la compañía! Suele decirse que quien necesita compañía, elegirá a veces malas compañías. También pronto descubrimos que no hay peor soledad que la de algunas compañías. El punto medio entre introversión y extraversión es el preferible, justamente el que nos permite encontrar el amor.

Amor: Ése rumor de soledad y compañía mutua. El amor consiste en dos soledades que se protegen, que se limitan y que se hacen mutuamente felices. Stendhal sugirió: “La soledad es necesaria para gozar de nuestro propio corazón y para amar; pero para triunfar en la vida es preciso dar algo de nuestra vida al mayor número posible de gentes”.

La realidad humana está tejida a un tiempo de soledad y compañía. Circunstancias que vivimos día a día, que buscamos en ocasiones y de las que huimos otras veces. El dolor reclama soledad; la alegría, compañía. Nunca como en las situaciones de duelo (que abundan en la vida), ha de ser exquisita la justa ponderación entre soledad y compañía, para acompañar en el dolor pero respetándolo.

Necesitamos tanto la compañía como la soledad. Nos son precisas como el verano y el invierno, el día y la noche, el ejercicio y el descanso. De la soledad nace el coraje y de la unión nace la fuerza. Por ello, la vida es esa gozosa sensación promiscua de equilibrio entre soledad y sociedad, esa maravilla de cordura y ternura unidas.

Versión final en: http://www.geocities.com/agirregabiria2005/soledad.htm

La fecha de la Pascua

Explicando porqué siempre hay luna llena en los días primaverales de la Semana Santa.

Cada año nos preguntamos cuánto se adelantará o retrasará la Semana Santa. La razón de su ubicación en el calendario se justifica por motivos históricos, religiosos,… y astronómicos. Lo único seguro, en cualquier año, es que entrada la primavera (21 de marzo), la Pascua será el primer domingo tras la luna llena.

En el mundo occidental, el calendario vigente se basa en la liturgia cristiana, que celebra la Pascua, en memoria de la resurrección de Jesucristo. La última cena, el jueves santo según los cuatro evangelios, los apóstoles celebraron con su Maestro la “Pascua Judía”, conmemorando el éxodo de los israelitas de Egipto, conducidos por Moisés a través del mar Rojo. Según el judaísmo, los hebreos deben renovar cada año esta celebración el día 15 del mes de Nisan, que empieza con la primera luna nueva de primavera: es decir, el primer plenilunio de primavera, con independencia del día de la semana.

El cristianismo, a través de los siglos fue unificando la fecha de su Pascua, no sin diferencias internas entre sus iglesias, porque en Asia Menor hasta el siglo V los cuartodecimanos mantuvieron la coincidencia exacta de fecha con los judíos. Roma paulatinamente impuso que la Pascua fuese en domingo, y además el progreso en astronomía detectó el movimiento de precesión, con el consiguiente retraso de 50 segundos por año en la entrada de los equinoccios. El cómputo judío se guiaba por la constelación de Aries, adelantándose la fecha sin esperar a la observación del equinoccio (misma duración del día y de la noche). Así pues, al inicio del siglo IV había protopasquistas, que prescindían del equinoccio y seguían el cálculo judío, y equinoccialistas; pero incluso dentro de éstos, los romanos tomaban como referencia del equinoccio el 18 de marzo y los alejandrinos el 21. El concilio de Arlés del año 314 ordenó su primer canon que la Pascua se celebrase en todas partes el mismo día, pero hubo de esperarse hasta el Concilio de Nicea en 325 para solventar la cuestión.

Convocado por el emperador Constantino, que todavía no era cristiano, se destinó a combatir la herejía arriana, pero también fijó la fecha de la Pascua. Instituyó que sería en domingo, tras el equinoccio real (olvidándose de la entrada en Aries), y que jamás coincidiría con la pascua judía, por lo que si caía en plenilunio se retrasaría al domingo siguiente. Quedó fijada la superioridad en Astronomía de Alejandría, y se decretó que su iglesia comunicase a Roma el día de la Pascua, para ser transmitida toda la cristiandad. Todavía perdurarían las discrepancias astronómicas, hasta que en 525 el respetado cronologista Dionisio el Exiguo convenció a los romanos de las ventajas del cómputo alejandrino.

Así pues el Domingo de Pascua acontece en un paréntesis de 35 días, entre el 22 de marzo y el 25 de abril, ambos inclusive. El cálculo de la Pascua por fórmulas no es demasiado difícil, mediante el algoritmo de Butcher o con el ideado por el insigne matemático Karl F. Gauss (1777-1855), pero su descripción sería aburrida. Las fechas de Pascua se repiten en idéntica sucesión en un periodo de 5.700.000 años y en ese intervalo de tiempo la fecha más frecuente es el 19 de Abril, si bien la mayoría de las veces, la Semana Santa cae durante la primera o segunda semana de Abril. Este año, 2005, nos viene bastante adelantada, lo que quizá sea un inconveniente para los planes de vacaciones, pero resulta sumamente agradable comprobar que todavía el calendario no se rige por criterios comerciales, sino por el movimiento del Sol y la Luna. Sólo el Cielo ordena el tiempo y las estaciones…

Adivina y asimila

Elogio de una dama curalotodo, de blanca cara redonda, amiga diaria de mucha gente en los cinco continentes.

Con centenares de millones de devotos, que invocan diariamente su poder para aliviar dolores y penas, se ha extendido por todas las culturas. Prácticamente no existe un ser humano que ignore su existencia. Está presente en todas los hogares del mundo desarrollado, en un número de 10 o 20 unidades, y se considerada un equipamiento tan esencial que hubo de ser incluido en el exiguo equipaje del Apolo 11 en el primer viaje a la Luna.

Esta señora milagrosa ha ganado un Premio Nobel (1982), forma parte del Libro Guinness de los Records y fue elegida -junto al automóvil, la bombilla, la televisión y el teléfono- como uno de los cinco inventos imprescindibles legados por el siglo XX, aunque nació el 10 de agosto de 1897. Su progenitor fue el científico alemán Felix Hoffmann, quien la hizo nacer cuando él contaba con 29 años. El apodo popular de nuestra protagonista se inspiró en una planta llamada “Spirea”, porque su ilustre nombre completo es demasiado largo con 21 letras.

Con algunas de las mejores websites del ciberespacio Internet (en decenas de idiomas), esta venerable anciana de 108 años, sigue representando un signo de modernidad. Como cuando la destacó Ortega y Gasset en 1930: "La vida del hombre medio es hoy más fácil, cómoda y segura que la del más poderoso en otro tiempo. ¿Qué importa no ser más rico que otros si el mundo lo es y le proporciona magníficos caminos, ferrocarriles, telégrafos, hoteles, seguridad corporal y (nuestra heroína)…?" Los actuales medios de comunicación y de transporte han experimentado insospechadas innovaciones, pero esta diosa por excelencia continúa siendo la misma criatura sorprendente y reluciente.

Por si aún no lo han descifrado, aportaremos más datos. Se calcula que en sus escasos 100 años de historia reconocida se han fabricado más de 350 billones de reproducciones en todas las lenguas civilizadas, y que se consumen unos 216 millones de copias cada día. En cada minuto que pasa, más de 123.000 personas distribuidas por todo nuestro planeta deciden probar sus cualidades prodigiosas.

Ha demostrado su saludable poder como producto analgésico, antiinflamatorio y antipirético. Los continuos descubrimientos sobre sus inéditas aplicaciones verifican nuevos efectos preventivos e insospechadas propiedades que se añaden a la interminable lista de usos de este producto, sobre el que se efectúan 3.000 investigaciones anuales. Un estudio reciente publicado en The Journal of the American Medical Association, llega a asegurar que “su empleo diario reduce el riesgo de muerte por cualquier causa en más de un tercio". En todo caso, este fármaco –el más consumido del mundo- , llamado ácido acetilsalicílico o aspirina es una medicina y mejor si solicita con receta facultativa.

Del sílex al silicio

La herramienta universal, que fue el hacha de sílex, se ha transformado en una agenda electrónica con GPS.

Nuestro primer antepasado, bípedo con pies no prensiles y primer dedo alineado con los restantes, que presentaba hipercefalización (cabeza creciente) y una verticalización completa del cráneo, fue el “Homo erectus” o pitecántropo. La evolución humana trascurrió por las etapas de “Homo floresiensis”, “Homo rudolfensis”, “Homo habilis” y “Homo antecesor”, hasta llegar al “Homo ergaster”, que puede ser el primer homínido con capacidad para un lenguaje articulado. La capacidad craneal siguió aumentado con el “Homo heidelbergensis”, hasta llegar al “Homo sapiens fossilis”, “Homo sapiens neanderthaliensis” y “Homo sapiens sapiens”, el hombre de Cro-Magnon u hombre actual.

El “Homo sapiens sapiens” (Hombre que sabe que sabe) es una subespecie del “Homo sapiens” (Hombre que sabe), la única que sobrevive de todo el género de los homínidos, sin más parientes vivos que los grandes simios como el gorila, el orangután o el chimpancé. El “Homo sapiens sapiens” es de origen africano y apareció hace unos 45.000 ó 100.000 años. Su expansión por todo el planeta, coincidió en Europa con la extinción de su coetáneo, el hombre de Neandertal.

Los Neanderthales usaban útiles de sílex, elemento que se encontraba fácilmente, creando las primeras hachas, azuelas y hoces. Con estos instrumentos se inició la civilización gradual de la humanidad. Las máquinas comenzaron a rodear a los seres humanos, a integrarse en sus vidas, a componer sus hábitats. La inventiva se tecnificó, y hemos llegado hasta la llamada generación-i (Internet Generation).

Actualmente vivimos inmersos en ayudas tecnológicas, que incluso portamos personalmente en todo momento. Reloj, gafas o lentillas, llaves, móviles,… son parte de nuestro equipamiento imprescindible. Nuestras mentes se han educado, se han entrenado, se han sofisticado y recurrimos a ordenadores y toda clase de recursos audiovisuales para mejorar nuestras opciones de información y comunicación. Pero, quizá, nos faltaba algo que potenciase nuestra capacidad intelectual, como el hacha amplificaba nuestra fuerza física. Algo que se pueda asir, que se pueda llevar en todo momento, que resuelva nuestras dudas existenciales más profundas: ¿Quiénes somos? ¿Dónde estamos? ¿Adónde vamos? Como una primera respuesta, filosóficamente poco relevante, hoy podemos saber que somos quienes aparecemos en pantalla TFT (Thin Film Transistor) con 65.536 colores al encender el PDA, estamos donde el GPS nos indica y vamos hacia donde queramos del mapa por la ruta sugerida.

La solución se llama PDA con GPS incorporado. PDA (Personal Digital Assistant) es un pequeño ordenador en forma de agenda electrónica, compatible con los sistemas informáticos estándar, y el sistema GPS (Global Positioning System ) es un sistema de posicionamiento mediante satélites que permite localizar instantáneamente nuestra posición terrestre. Productos que caben en la palma de la mano como Acer N35, basado en Microsoft® Windows® Mobile™ 2003 Pocket PC y con un completo sistema de navegación GPS integrado. En el bolsillo, con sólo 165 gramos, llevamos Explorer®, Outlook®, Word® (con El Quijote para leer en tiempo muertos), Excel®, MSN Messenger®, Windows Media Player®, Destinator (con los mapas peninsulares preinstalados),…

Un regalo de Olentzero, Papá Noel o de los Reyes Magos como una PDA con GPS, todavía algo caro (400 €, con todo tipo de accesorios adicionales), nos permite saber nuestra latitud y longitud, no perdernos, y llevar todo tipo de datos personales. Además las posibilidades son incontables. A modo de ejemplo trivial, con un programa astronómico gratuito conoceremos la hora de amanecer y de atardecer en nuestra ubicación, las fases de la luna, las mareas, la posición de cada astro en el cielo visible,…

Desde aquel ancestral cuchillo paleolítico de bordes afilados, viajamos hacia un útil universal único con PDA, teléfono móvil, capacidad de navegación Internet de altas prestaciones, cámara digital y reproductor de fotografía, música y vídeo, que sirva como sistema de pago (dinero virtual), identificación (Documento de Identidad), sistema de seguridad (llaves),… Pronto lo veremos: sólo falta que las multinacionales nos vendan previamente todos esos dispositivos con una integración incompleta… Ya se sabe, el mercado manda.

Luz azul

Todos los terrícolas deberíamos elegir dos colores preferidos: el azul y otro.

El cielo es azul por la interacción de la luz del sol con la atmósfera. La luz solar se dispersa por las partículas de aire como Newton comprobó mediante un prisma de vidrio, según el fenómeno físico de la refracción. Podemos ver toda la gama de colores, al igual que las gotas de agua producen el arco iris: Desde el violeta y azul, hasta el amarillo y rojo. La desviación es máxima para los rayos de longitud de onda corta (violeta y azul), y mínima para los de longitud de onda larga (rojo y amarillo), que casi no se desvían. La luz violeta y azul son las que más se separan o difunden de la dirección del blanco, por lo que son más visibles en el cielo, llenándolo y tiñéndolo de su color por las continuas difusiones.

La luz cuando llega a nuestros ojos no proviene directamente del Sol, sino de toda la bóveda celeste. De ahí que el cielo nos parezca azul, mientras el Sol aparece amarillo, pues los rayos amarillos son menos desviados y van casi directamente en línea recta desde el Sol hasta nuestros ojos. El color del cielo, debería ser más violeta que azul, por ser su longitud de onda más corta. Pero la luz solar contiene más color azul que violeta y, además, el ojo humano (que es quien capta las imágenes), es más sensible al azul que al violeta. Si la Tierra no dispusiese de atmósfera, la luz del Sol alcanzaría nuestros ojos directamente desde el disco solar y no recibiríamos luz difundida. El cielo aparecería tan negro como por la noche, como los astronautas observan las estrellas, la luna y los planetas durante el día debido a que están en el exterior de la atmósfera.

Lo más grandioso es que el cielo visto desde la Tierra cambia frecuentemente de color. De noche es negro, debido a que apenas llega luz y no se produce suficiente difusión. Las salidas y puestas de sol brindan casi a diario los más bellos espectáculos que nuestra vista puede disfrutar. Al amanecer y al anochecer, el camino que la luz solar recorre dentro de la atmósfera es más largo, de modo que por rebotes sucesivos los colores más abiertos desaparecen, y sólo los más direccionales rayos rojos se salvan siguiendo un camino casi rectilíneo. De ahí el color rojo del sol naciente o poniente. También algunos atardeceres, cuando las altas presiones atmosféricas concentran por las corrientes del anticiclón una mayor cantidad de partículas de polvo en el aire, se produce el cielo rojizo por efecto de esos aerosoles (polvo en suspensión) que anuncia buen tiempo para el día próximo.

¡Ah, y el mar! ¿Por qué es azul? Simplemente porque el agua, incolora en pequeñas cantidades, refleja el color del cielo. Aunque a veces, el mar se presenta verdoso, debido a minúsculas algas que componen el fitoplancton, que necesariamente son verdes por la clorofila de todas las plantas que realizan la fotosíntesis. Pero el océano también adopta otros colores, y no sólo por el cambio constante de paso de nubes o de variación del firmamento. La corriente del Golfo, que en la costa oriental americana es de un profundo azul, en Japón es tan oscura que ha sido llamada Kuroshio (corriente negra). El color verde de las aguas más comunes en cercanías de la costa, se debe a pigmentos amarillos que se mezclan con el agua azul procedentes de plantas microscópicas del fitoplancton. Otras plantas microscópicas o residuos en suspensión también pueden dar tono café al mar.

Los poetas notan que, como el mar, la vida y la muerte también son azules. Dicen que antes del impresionismo no había sombras azules. Escriben que los ojos más inocentes tienen la pupila azul. Aseguran que para ser feliz basta un poco de cielo azul encima de nuestras cabezas. Rubén Darío dio comienzo al modernismo proclamando que el Arte es Azul. Baudelaire describía el Paraíso como un lugar bajo un cielo de limpio azul donde todo es amor y alegría, donde todo lo que se ama es digno, de ser amado. El último verso escrito por Antonio Machado concluyó: “Estos días azules y este sol de la infancia”. El contrapunto lo pusieron Emile M. Ciorán cuando adivinó que “el azul, sea cual sea su matiz, es la negación de la inmanencia”, y Argensola al descubrir que “ese cielo azul que todos vemos, ni el cielo, ni es azul; ¡lástima que no sea verdad tanta belleza!”. Muchos seguiremos anhelando que nuestro “planeta azul” sea un universo multicolor de libres irisaciones, pero donde todos los uniformes militares sean con cascos azules (de la ONU).

Además, a los educadores especialmente, siempre nos quedará musitar la cita del maestro Vasili Sujomlinsky, promotor de la “escuela de la alegría” donde el azul es esencial: “Nuestra escuela estará bajo el cielo azul, sobre la hierba verde, bajo el peral frondoso, en el viñedo, en el prado. Y mañana venid descalzos, en nuestra escuela será mejor”.

La primera palabra

¿Cuál fue la primera palabra humana o la primera que cada uno de nosotros pronunció?

Existen sugestivas preguntas, manantiales de los que brotan ideas y sentimientos que merecen ser compartidos. Muchas surgen del extraño origen del lenguaje. ¿Por qué comenzó el habla? ¿Alguien quiso decir algo a otro? ¿Sólo fue un pensamiento dicho en alto?

Destaca la cuestión de cuál fue la primera palabra pronunciada por un ser humano, sugerida por una poesía de Rainer María Rilke referida a Dios: “Tu primera palabra fue: LUZ; / entonces apareció el Tiempo. / Después callaste por mucho tiempo. / Tu segunda palabra fue: HOMBRE / y tiemblo (nos oscurecemos aún con su sonido) /y seguido recuerdo tu faz. / Pero no quiero oír tu tercera”...

Sobre la primera palabra humana hay algunas hipótesis derivadas de la teoría de Darwin sobre la evolución. La filogénesis de la especie humana incluye un lento proceso en el que los órganos que producen y, sobre todo, los que identifican los sonidos (laringe, lengua, cerebro,…) van formándose hasta el amanecer de la humanidad con el descubrimiento supremo de designar por su nombre a las cosas más elementales. En opinión de ilustres etno-lingüistas, como A.S. Diamond, la historia de todas las lenguas navega a través de una secuencia en la que las oraciones comienzan siendo simples y primitivas para acabar intrincándose en sintaxis y en semántica.

Según esa tendencia históricamente verificable, se supone que en su umbral primigenio la mayor parte del peso comunicativo recaía en el verbo, introduciéndose gradualmente substantivos, adjetivos y adverbios hasta alcanzar la densidad contextual de una frase actual. Si esta teoría es correcta y si dejamos volar un poco la imaginación, podemos pensar que la primera palabra fue un verbo en su más inmediato y urgente uso, es decir, en imperativo. Algo parecido a VEN, DAME, VETE,… Así pues tampoco es de extrañar que la primera frase dicha a través de un teléfono por Graham Bell fuera: “Por favor, venga, señor Watson. Le necesito”.

Más recientemente, en 2003, conocimos el caso dramático de Terry Wallis, un estadounidense que recuperó el habla tras un accidente de tráfico que le produjo tetraplejia y un grave el daño cerebral. Sus primeras palabras articuladas al despertar de un coma prolongado 19 años fueron en este orden y en días sucesivos: MAMÁ, 'PEPSI' y PAPÁ. Preferimos suponer que no había intereses comerciales en la noticia.

En las últimas décadas los bebés suelen ser adiestrados para iniciar el habla balbuceando MAMÁ o PAPÁ (AMA o AITA), TATA (hermana), AMAMA (ABUELA),… Quizá la más frecuente sea MAMÁ como primera palabra que todos nosotros aprendimos. Por eso esta apelación materna es la primera que nos surge del alma cuando nos lamentamos o cuando necesitamos ayuda. Llamar a mamá es un talismán que conjura lo mismo los temores infantiles que las incertidumbres adolescentes e, incluso, las inquietudes adultas y las zozobras postreras.

Muchos creemos que la primera palabra humana fue el sollozo y el llanto, expresiones tan manifiestas como las palabras; otros, que fue NO o YO, a cuál peor para la historia de la humanidad. También pudieron ser palabras iniciales CIELO, LUNA, SOL, AGUA, HOLA o PÁJARO. Quizá mereció ser GRACIAS o NOSOTROS. Menos probablemente fuera DIOS, aunque ésta sea más frecuentemente una posible última palabra.

Playa de plata

Descubre, tras el día de playa-plaga y la tarde de la playa-plaza, la noche blanca en la placa plana.

Hay días que uno quisiera borrar, días que nunca debieron nacer. Hay tardes donde el tiempo no pasa, tardes que no debieron ser. Hay noches negras, noches sin norte, noches donde se siente un doble golpe en el gozne de la medianoche.

En una de esas pobres noches, al borde de la desesperanza, sólo cabe huir al mar, fugarse a las orillas donde se unen arenas y olas. La cólera que sentimos se desvanece ante la calma de una solitaria playa de plata, como las olas mueren en la playa. Ovidio dijo que "Hay tantas penas como conchas en la playa", porque la tristeza se transmuta en nácar marino.

Una receta personal para dar un giro a un problema. Ponerse a andar, con la m
ente en blanco, a lo largo de la orilla, siempre en una dirección. Las olas a un lado, la arena a otro; el cuerpo levemente inclinado por la suave pendiente; la brisa en un oído nos trae la risa multitudinaria del océano. La catarsis exige mojarse los pies, sentir la temperatura tibia de las lágrimas salobres de Neptuno. Seguir caminando diez, veinte o treinta minutos, las luces nocturnas de la costa a un costado, la inmensidad del agua al otro; la pequeña contrariedad a un lado, la infinitud de la vida al otro. Y, de pronto, al llegar a un punto final del arenal, tras ir cerrando progresivamente los ojos, dar la vuelta bruscamente y mirar la misma ribera pero ahora desde la perspectiva contraria. Todo ha cambiado, de golpe, donde estaba la costa está el mar, y viceversa. La transformación sensorial provoca un vuelco en el alma. Problema, ¿qué problema?

Casi todo es más divertido hacerlo en pareja, o en grupo. Pero esta fórmula, requiere esa sociable soledad con uno mismo, esa soledad que es una dieta espiritual, el precio de la libertad, el preámbulo de la reflexión. Ésta es mi secreta playa de plata, desembarcando a Espronceda: "La luna en el mar riela, / en la lona gime el viento, / y alza en blando movimiento / olas de plata y azul". Se renace allí a solas, sólo con las olas y las gaviotas. El ángel caído que somos se alza de su suerte. Y entendemos a Gabriel Celaya, cuando musitaba: "A solas soy alguien. / En la calle, nadie".

Pobreza entre riqueza

La paradoja de que tras 35 años de llegar a la Luna millones de personas mueren de hambre.

El astronauta Neil Armstrong al pisar la Luna en 1969 dijo: “Un paso pequeño para el hombre, un salto gigantesco para la Humanidad”. La carrera espacial fue una gesta de ciencia y de paz, y sus frutos tecnológicos han beneficiado y contribuido al desarrollo humano. Aquel esfuerzo heroico aplaudido por encima de fronteras y banderas, aunque motivaciones bélicas y de prestigio también fueron determinantes. Ahora que celebramos un aniversario tan vívido para quienes asistimos conscientes a su consecución, otros interrogantes infantiles nos siguen martilleando la conciencia, como cuando preguntábamos: Papá, ¿por qué todavía hay gente que se muere… de hambre?

Resulta doloroso asistir impasibles a la injusticia e insolidaridad mundiales. La pobreza y la desigualdad no es ninguna ley inexorable de la Naturaleza. Parece que el continente de nacimiento sea determinante en la calidad de vida que debe esperar cada ser humano que nace. En Europa y Australia nos encastillamos en una "sociedad del bienestar", aún cuando la pobreza asome por los suburbios de cualquiera de nuestras ciudades, mientras aceptamos que Norteamérica sea el líder militar, tecnológico y financiero, Asia se convierta en la poblada fábrica del mundo con el 60% de la población planetaria, el resto del continente americano al sur del río Grande perviva con graves incertidumbres y África apenas sobreviva con una esperanza de vida menor de 40 años.

Los datos escandalosos se multiplican: Cada vaca europea recibe una subvención diaria de 4 €, mientras la mitad de la población mundial ha de subsistir con menos de un euro al día. Tamaña injusticia debería congelarnos el corazón. Ya no sólo se trata de que los despilfarros militares reinvertidos en educación, sanidad y alimentos podrían solucionar en meses todos los problemas de la Humanidad, sino incluso de aberraciones tales como que los gastos de las sociedades ricas en comida para mascotas o en dietas de adelgazamiento podrían evitar la muerte anual por hambre de más de 6 millones de niños menores de cinco años y cancelar la monstruosa cifra de 840 millones de personas desnutridas que viven entre nosotros.

Hace 35 años supimos llegar y pasearnos por la Luna, pero aún no hemos sido capaces de exigirnos a nosotros mismos y a nuestros gobernantes la fraternal proeza de acabar con la pobreza. Mientras haya una sola persona muerta de hambre, ninguno mereceremos llamarnos seres humanos, ni suponer que estamos dotados de una sola gota de inteligencia ni de bondad.

Ascensor al cielo

Para subir al cielo,… la NASA planea construir un sorprendente montacargas.

La ciencia y la tecnología parecen acercarnos a la utopía humana imaginada y al prometido paraíso divino. El olimpo de los dioses -o la gloria celestial- era la comunión de todos los santos, reunidos y hablando simultánea y paralelamente entre sí, es decir, algo más sofisticado pero similar a chatear y navegar por Internet. Pero quedaba llegar al nirvana, porque lo más difícil y laborioso era asegurarse un puesto en el edén… Ahora la NASA nos invita a subir plácidamente al cielo mediante un ascensor sin brusquedad ni incomodidad alguna, desde la atmósfera terrestre hasta una órbita geoestacionaria, posiblemente para surcar el espacio… hacia otro ascensor que nos descienda sobre cualquier otro satélite o planeta, siendo la Luna o Marte los primeras destinos previstos.

Lo que comenzó como un cuento, las habichuelas mágicas que crecían por encima de las nubes y por las que Juanito trepaba, pasó luego a ser el estribillo de la bamba: “Para subir al cielo, se necesita una escalera grande….”. Fue a finales de los años 70, cuando el escritor de ciencia ficción Sir Arthur C. Clarke imaginó y sentó las bases de los elevadores espaciales en su obra “Las fuentes del Paraíso”.

Estos días, en la 3ª Conferencia Internacional sobre el “Space Elevator” celebrada en Washington entre el 28 y el 30 de Junio de 2004, demuestra que el proyecto es factible, sin insalvables impedimentos físicos ni económicos. El ascensor se deslizará con motores de levitación magnética, asido a un cable fortísimo pero liviano, construido con nanotubos de carbono. Toda su masa, de apenas unas decenas de toneladas, quedaría sustentada por el giro de la Tierra si su longitud es justamente de 143.800 Km., por la aceleración centrífuga del tramo más allá de los 36.000 Km., la altura de las órbitas geoestacionarias (si dispone de tiempo suficiente, vea los cálculos en http://www.zadar.net/space-elevator/). El punto de anclaje deberá estar sobre cualquier punto del Ecuador terrestre, incluso partiendo de una plataforma en el mar.

Definitivamente resulta más viable subir a los cielos que descender a los infiernos, porque el viaje al centro de la Tierra aún no tiene fecha, ni técnica verosímil, ni se venden pasajes. Parece que, finalmente, los proverbios celestiales se cumplirán: El cielo es para aquellos que piensan en él, o el cielo ya está en la tierra, pero hay que saber encontrarlo. De todas las citas, destaca una de Ignacio de Loyola: ¡Qué pequeña me parece la Tierra cuando miro al Cielo! Tras esta noticia, algunos terrícolas sentimos aún más admiración por el espacio y más devoción por el cielo.

Predicciones fallidas

Futurología sobre antiguos vaticinios de hace 40 años

Los pronósticos fallados abundan desde que se inició la prospectiva como arte-ciencia. Son recordados con sarcasmo algunos errores gruesos en las previsiones pioneras, tales como el cálculo de cuándo el estiércol de las caballerías alcanzaría una altura equivalente al primer piso en Manhattan, o la bendición que supondría la invención del automóvil en 1900 para la seguridad de las vías públicas, pues “liberaría a la sociedad de jinetes borrachos y caballos desbocados”. Incluso en 1914 al aprobarse la ley de impuestos sobre ingresos en los Estados Unidos, un cronista comentó que “los contribuyentes por este concepto constituyen un selecto círculo privilegiado, al que nunca podrá aspirar la simple ciudadanía”.

Releo hoy un viejo artículo de hace 40 años que ilustraba cómo sería el mundo en 2004. Este mismo escrito lo leí con 10 años y entonces creí que viviría para contemplar aquel maravilloso futuro… que todavía no ha llegado, ni de lejos. Los autores consultaron a los mejores especialistas mundiales de 1964 para avanzar las características y desafíos que muy probablemente tendría la vida en el presente año 2004. Se pronosticaba que si continuase la tendencia a reducir la jornada de trabajo, la mayoría de los “obreros” disfrutaría de una semana laboral de veintiocho horas y un "fin de semana" de tres días, porque las “máquinas” permitirían mantener la productividad. La mitad de la energía sería probablemente atómica y algunos investigadores científicos conjeturaban que para ahora se habría dominado la inagotable fusión termonuclear, definida como fuerza superplutónica de la “Bomba H”.

Se suponía que hoy día, la tecnología permitiría construir rápidos vehículos de transporte, como trenes levitando sin fricción, aviones combinados de despegue vertical desde pequeños aeropuertos municipales y pasando a vuelo horizontal para efectuar viajes de corto o largo recorrido. Los aviones de propulsión a chorro serían de triple velocidad sónica, cruzando el Atlántico en una hora. Los camiones deberían ser piezas de museo, pues las cargas se moverían por tuberías neumáticas con dispositivos electrónicos para trasladarlas a su destino. El transporte privado sería con automóviles silenciosos impulsados por electricidad. Para los trayectos cortos en la ciudad o cercanías, creían que se habrían difundido los cinturones-cohete para dar saltos…

La ciudad según los urbanistas estaría dotada de espacio, aire, torres soleadas, avenidas arboladas, fuentes de alegres surtidores y parques de verde césped. En la zona central metropolitana estaría prohibido el tránsito de vehículos e instalado un sistema subterráneo de cintas transportadoras para llevar las mercancías dentro y fuera de la ciudad. Con arreglo a esos planes, los moradores de los suburbios llegarían a la urbe en grandes trenes provistos de neumáticos o en "racimos" transportados por helicópteros capaces de volar en cualesquiera condiciones atmosféricas. Después, los monorrieles les llevarían al centro, donde las aceras movibles les acercarían a su punto de destino en la metrópoli prevista para hoy.

En comunicaciones los expertos prometían adelantos asombrosos, cumplidos en parte: televisión mundial, máquinas traductoras para conversar en cualquier idioma, teléfonos con pequeñas pantallas para verse los interlocutores y mecanismos para seleccionar por voz el número que se desea, y que "todos los automóviles llevarían teléfonos”. En el hogar, la telefonía respondería a las llamadas hechas desde la puerta y haría que el visitante sea visto desde cualquier lugar de la casa. El teléfono manejaría los utensilios domésticos, cocinaría las comidas, pondría en marcha la calefacción o el aire acondicionado, todo ello a distancia.

En medicina se anunciaba la total victoria contra el catarro y las infecciones respiratorias, que habrían pasado a la historia médica. Los facultativos se ocuparían más tiempo de prevenir que curar las enfermedades. Una simple inyección o una sola píldora bastarían para inmunizar contra todas las dolencias transmisibles, contando incluso con vacunas anticancerosas. Suponían que hacia fines del siglo XX se habría descubierto la curación para las enfermedades cardíacas, la arteriosclerosis y la mayoría de las afecciones nerviosas. Los progresos de la inmunología permitirían vencer la resistencia al trasplante de tejidos, haciendo posible el trasplante de órganos lesionados por "piezas de recambio" humanas y hasta animales. Habría pastillas para retardar el envejecimiento y una cirugía a indolora e incruenta con una "varita mágica" ultrasónica para anestesiar tejidos y cauterizarlos con un “pegamento” quirúrgico, en vez de las actuales suturas.

El ímpetu en aquellas décadas dirigido hacia la conquista espacial produjo los mayores desvaríos sobre el futuro. El mismo Dr. Wernher von Braun sostenía que "habrán pasado apenas tres años- cuando tres norteamericanos vuelen en torno a la Luna y regresen a la Tierra (profecía cumplida en 1969 con 2 años de retraso)”. Su optimismo se desbordó para las décadas siguientes: “Para 2004, los viajes a la Luna se habrán convertido en cosa de todos los días. Nuestras más audaces aventuras, que tendrán como escenario el espacio que rodea al planeta, acaso se realicen antes de lo que pensamos. Creo que dentro de cuarenta años habrá astronautas que explorarán los rincones más remotos de nuestro sistema solar”. Otros científicos acertaron al indicar que circularían por el espacio satélites artificiales de todo tamaño, empleo y nacionalidad, a poca altura para captar mensajes y a mayor distancia como puestos de enlace para las redes mundiales de teléfonos y de televisión. Supusieron ilusoriamente que transportarían tripulaciones y pasajeros humanos en laboratorios de investigación científica, talleres de servicio interplanetarios o estaciones terminales para viajes a la Luna, Venus, Marte y quizá más lejos. Concluían, sin advertir que los presupuestos se redirigirían nuevamente a financiar la guerra y no a invertirse en justicia, solidaridad, educación y ciencia, que “el hombre se encuentra ya en plena conquista del sistema solar”.

Quizá más que errar los expertos de los años ’60, ha sido la Humanidad quien se ha entretenido demasiado en campañas militares en lugar de construir un planeta más pacífico, más fraternal y más feliz. Tal vez podamos recuperar las décadas perdidas. Víctor Hugo previno que “El futuro tiene muchos nombres. Para los débiles, es inalcanzable; para los temerosos, lo desconocido; para los valientes, la oportunidad”, y Simone de Beauvoir nos alertó: “Interésate por el futuro porque ahí es donde pasarás el resto de tu vida”.

Bajo los nombres de previsión y de tradición, el futuro y el pasado, que son perspectivas imaginarias, dominan y limitan el presente. Dicen que el futuro es de los desilusionados… pero optimistas. Muchos creemos que este mundo es una profecía de futuros mundos. El porvenir es preparar a la Humanidad para lo que no ha sido nunca. El futuro no es un regalo, es una conquista, y la educación es el factor dominante para la esperanza.

Si nunca pensamos en el futuro, nunca lo tendremos. Un hombre sin un sueño y un plan, es un hombre sin futuro. Una Humanidad regida por una Ética de Paz reconstruirá la Utopía. El futuro está en nuestras manos. El futuro es ahora. Nosotros somos el futuro.