La viñeta del Profeta

La peor caricatura del mundo en el que vivimos es que unos ridiculicen (y criminalicen a la quinta parte de la Humanidad), mientras otros radicales alienten al enfrentamiento planetario instrumentalizando el mensaje de las distintas religiones monoteístas.

El pasado 30 de septiembre de 2005, el principal periódico danés publicó una docena de caricaturas sobre Mahoma, y el 10 de enero de 2006 fueron reproducidas por una revista cristiana noruega. El motivo alegado fue que un escritor danés se quejó de la falta de ilustradores para un libro sobre la vida de Mahoma, por temor a represalias, dado que la representación de de la imagen de Mahoma es considerada blasfema por el Islam. El periódico solicitó el trabajo a dibujantes y doce enviaron su respectiva ilustración.

Entre esta docena de viñetas variadas, hay una en la que aparece Mahoma con una bomba en el turbante con un mensaje implícito de que todos los seguidores de Mahoma son posibles terroristas. Cabía esperar que pudieran sentirse ofendidas por tal cliché un colectivo de más de mil doscientos millones de personas, incluidos los millones de ciudadanos e inmigrantes europeos que pertenecen culturalmente a esta comunidad.

La redacción aseguró que tomó esa decisión editorial como mecanismo de defensa de "la democracia secular y la libertad de expresión", y para poner a prueba si el temor a las iras de musulmanes había comenzado a limitar la libertad de expresión en Dinamarca. Pero desde el punto de vista de muchos ciudadanos la publicación tuvo un propósito de provocación hacia la colonia musulmana en Dinamarca, que representa el 4% de su población.

El diario alegó que “hacen sátiras sobre la familia real y los políticos, y que no ridiculizar a los musulmanes sería mostrar prejuicios”. Sin embargo, el dibujante Christoffer Zieler vio rechazadas unas ilustraciones suyas sobre la resurrección de Jesucristo, porque el director del diario juzgó que serían consideradas demasiado ofensivas por los lectores,… por los lectores en general, y no necesariamente por los cristianos en particular.

Las viñetas publicadas son discutibles en todo (gratuitas, innecesarias, soeces,…), pero no son inocentes. Muchos consideramos que se trató de una estrategia perfectamente consciente, calculada y planificada de un periódico de derechas. Parece confirmado que consultaron a un especialista danés en islamismo y éste les alertó de la grave repercusión que ocasionaría. Pero decidieron imprimirlas desde su posición radical y de tintes xenófobos.

La cuestión no es la legalidad o no de la ofensiva publicación, sino de oportunidad e incluso de moralidad. La libertad de expresión debe ejercitarse sensatamente y evaluando todas sus consecuencias, porque no hay derecho sin responsabilidad y respeto a las demás libertades y a las diferentes sensibilidades. Aduciendo la sacrosanta libertad de expresión, nadie puede gritar ¡fuego! en una discoteca abarrotada, ni ¡bomba! en un avión.

A la indocumentada hegemonía que reputan algunos a la civilización centroeuropea frente al islamismo, cabría recordarles que hace 70 años un popular periódico alemán de los tiempos nazis, Der Strümer, ya publicaba caricaturas (antisemitas) del mismo estilo, y que tragedias interétnicas como el holocausto judío o el genocidio de los Balcanes han ocurrido no tan lejanamente en el corazón de nuestro continente.

En democracia es fundamental la bandera del derecho a poder expresarse libremente, pero no es un derecho absoluto, sino que mantiene la obligación de reflexionar, analizar y responder de todas las consecuencias previsibles de su ejercicio. En este siglo XXI de la globalización y la interculturalidad, la Prensa, el 4º Poder debiera ser consecuente y colaborar en dos tareas esenciales:

1º Ofreciendo ponderación cabal e información objetiva, que es lo más alejado de una historieta de mal gusto con estereotipos peyorativos que, al presentar al profeta Mahoma como un instigador de la violencia, insultan no sólo a los musulmanes, sino a cualquier inteligencia cultivada en el respeto a los sentimientos de religiosidad, y

2º Colaborando a la modernidad mediante la estricta separación de la política y la religión. En este sentido debiera ser obvio que ni el Islam incita a la guerra, ni el judaísmo avala la política de Israel, ni el cristianismo está representado por el belicismo de Bush.

El mensaje de todas las religiones monoteístas es de paz, pero a lo largo de la Historia ha sido mediatizado para alentar la guerra entre civilizaciones. No son islámicos, aunque sí fundamentalistas mensajes como “el eje del mal”, la “justicia infinita”, “por el imperio hacia Dios” o el “Dios con nosotros” (Gott mit uns) inscrito en la hebilla del cinturón de los soldados nazis. Quienes matan en nombre de Dios son falsos creyentes, porque confunden a ese “dios” invocado con un asesino.

En Europa prosigue una ignorancia enciclopédica sobre el Islam, a pesar del creciente porcentaje de nuestros compatriotas de origen musulmán. Casi todo lo que se sabe está deformado con estereotipos que no resisten la prueba de la Historia, y las viñetas con descalificaciones viscerales son un paradigma del desconocimiento supino.

En árabe, Islām deriva de la raíz S-L-M que significa "paz", al igual que en musulmán, o en Salām que es la salutación común con deseo de bien. El mismo concepto de jihad se ha traducido equívocamente como 'guerra santa', cuando se refiere a la lucha personal de perfección para vivir pacíficamente. Fue el mismo Mahoma quien dictó que “sólo los pueblos que respetan todas las religiones merecen que las suyas sean respetadas”.

El riesgo de los fundamentalismos y de los gobiernos teocráticos no es exclusivo de algunas opciones políticas de Oriente, sino que está presente en la mentalidad agresiva, dominante y de superioridad sobre el resto del planeta (por ‘mandato divino’) que todavía reina en algunos dirigentes de Occidente. Un Norte que olvida quién ha invadido la cuna de todas las civilizaciones (Irak), creyendo actuar en respuesta a un imperativo religioso.

Las ciudadanías orientales y occidentales ansían una paz justa y perdurable, una modernidad civil donde los sentimientos religiosos sean respetados, pero nunca impuestos. Las personas aprecian la convivencia interreligiosa, intercultural e interétnica con mucha más tolerancia que los dirigentes que se mueven buscando el poder tribal, nacional o mundial. Los medios de comunicación debieran quedar al servicio de sus lectores y no al socaire de los poderes e intereses que se benefician con los conflictos menores o mayores.

No es aceptable esa falacia del “choque de civilizaciones” de Samuel P. Huntington, que -en realidad- es una construcción ideológica promovida por el “Imperio” para seguir manteniendo el control del mundo, haciendo descarrilar las iniciativas políticas de encuentro y de “alianza de civilizaciones” llevadas a cabo por algunos organismos internacionales y por gobiernos democráticos. No colaboremos con las estrategias destructivas perfectamente calculadas por parte de los sectores extremistas de uno y otro lado del planeta, que buscan justificar los inmensos y crecientes gastos de “defensa”.

El nuevo Milenio debe avanzar decididamente en erradicar las causas del conflicto, luchando contra la pobreza y la ignorancia, que afectan a dos terceras partes de la Humanidad. Sólo así construiremos un mundo donde las creencias personales sean motivo de enriquecimiento pluralista y el diálogo interreligioso proscriba para siempre el odio entre los seres humanos.

Versión final en: http://mikel.agirregabiria.net/2006/profeta.htm

Abrigo natural


Ni así nos gustan los abrigos de pieles...

Nuestro héroe vespertino

La energía humana se manifiesta mejor en unos pocos. Aprendamos de ellos y emulemos su denuedo.

Según el diccionario héroe es alguien ilustre y famoso por sus hazañas o virtudes, o quien lleva a cabo una acción heroica, o una persona de carácter elevado. En este sentido, cada tarde solemos ver a nuestro héroe, que no cumple con otra acepción de héroe como personaje principal de grandes relatos.

Nuestro héroe posiblemente no es sino el protagonista de una vida de esfuerzo, de superación y modelo para quienes le conocen en su círculo. No sabemos cómo se llama nuestro héroe, pero nos lo encontramos muchas tardes cuando volvemos de trabajar camino de casa. En la carretera de Erandio, él espera para cruzar en medio del intenso tráfico. Animoso siempre, se apoya en sus muletas mientras conversa con algún amigo o compañero de trabajo. Se mueve trabajosamente, pero la alegría le acompaña en todo momento.

Al anochecer, el cansancio de una larga jornada parece abatirnos a todos, pero no a él. Ahí está, esperando para atravesar la calzada con su gorra y sus maletas colgadas, confiando en que algún coche pare o que la circulación se interrumpa. Sin prisa, sin perder la sonrisa que a otros ya nos falta. Un héroe genuino es aquél que hace todo lo que puede, mientras los demás no lo hacen. El héroe antiguo era el que afrontaba la muerte; el héroe moderno es el que acepta la vida.

Todos conocemos otros muchos héroes y heroínas de nuestro tiempo, de carne y hueso, grandes de corazón. No son héroes de ocasión, de una brava hazaña en un minuto glorioso; su heroísmo se prolonga durante toda una vida de carácter, demostrando su valía suplementaria. Su mérito no radica en que no sufran cansancio o miedo, sino en que jamás lo exteriorizan. Su ánimo ante el dolor y el sufrimiento es el mejor ejemplo, la mejor guía y el supremo argumento para continuar nuestras vidas.

Versión para imprimir: mikel.agirregabiria.net/2006/heroe.htm

Justicia y libertad

"Si alguien fracasa en conciliar la justicia y la libertad, fracasa en todo". Albert Camus (1913-1960)

Si en educación fracasamos en conciliar calidad y equidad, fracasaremos en todo.

Calma

El talento se educa en la calma y el carácter en la tempestad. Goethe
El mar es tan profundo en la calma como en la tempestad. Donne

La cultura como máxima riqueza

"Antiguamente, lo que distinguía
al rico del pobre
era cuánto dinero tenían en el bolsillo.
Ahora los distinguen
las ideas que tienen en la cabeza".


Naranja a la portuguesa

El secreto ingrediente de una inmejorable receta que se transmite de generación en generación en nuestra familia.

En mi casa siempre fue motivo de alegría cuando mi padre nos preparaba individualmente a cada uno de mis hermanos su célebre “naranja a la portuguesa”. Posteriormente comprobé que no existe tal fórmula gastronómica, y quizá la razón de ello sea la sencillez de su preparación: Basta cortar una naranja bien pelada en finas rodajas circulares y espolvorear azúcar por encima para endulzar aún más el sabor natural del cítrico. Con un solo fruto así troceado y presentado se cubre un amplio plato llano, que puede ser degustado cómodamente por el comensal.

Esta misma receta la he repetido miles de veces con mis hijos y mis sobrinas, ya casi todos mayores de edad, habiendo obtenido en todas las ocasiones el mismo éxito que mi padre. Aunque siempre sospeché cuál es el recóndito factor de su éxito, no ha sido hasta ayer cuando alguien ha verbalizado la clave. Ayer mi sobrina predilecta, que no diré quién es, me dijo: “Me gusta mucho, tío, porque la preparas sólo para mí”. Pocas veces se ha podido escuchar más nítidamente que el secreto ingrediente de la comida más deliciosa, y el de una familia unida, es el amor manifiesto que se expresa con un poco de tiempo pelando, cortando y endulzando con mucha solemnidad una simple naranja.

Versión para imprimir: mikel.agirregabiria.net/2006/naranja.htm

Nuevas amenazas nucleares

No sólo persiste el riesgo de un holocausto nuclear. Ahora, algunas superpotencias se arrogan el derecho a usar bombas nucleares tácticas como armas convencionales.

La “disuasión nuclear” neutralizó la tragedia de una Tercera Guerra Mundial entre superpotencias por la devastadora respuesta que originaría. El armamento nuclear era esgrimido de manera pasiva y con intenciones de desalentar cualquier primer ataque, bajo el “criterio de no-empleo” excepto como represalia. Durante la “Guerra Fría” entre Estados Unidos y la Unión Soviética la amenaza de una guerra termonuclear fue una lejana posibilidad, dado que ambos países se destruirían mutuamente. La destrucción mutua asegurada obligó a una coexistencia pacifica que pacificó el mundo en virtud del enorme riesgo que suponía.

Lamentablemente ese equilibrio por la disuasión parece haber quedado en el pasado. Seguramente por presiones de la industria armamentística, aún insatisfecha a pesar de iniciativas tan costosas como la comúnmente conocida como “guerra de las galaxias” pretendida Ronald Reagan (tras “ganar” la Guerra Fría) en la década del ‘80, y reencarnada en el proyecto del “escudo antimisiles” de George W. Bush.

Desde aquel aciago 6 de agosto de 1945 en Hiroshima se estima que ha habido más de dos mil pruebas nucleares en nuestro planeta. La mayoría son subterráneas desde que en 1963 entró en vigor el tratado de prohibición de pruebas atmosféricas, espaciales y submarinas. EE.UU. boicotea la Conferencia para la Prohibición Total de Pruebas (CTBT), lo que conduce a la investigación, la investigación a la producción, y la producción al emplazamiento de las armas nucleares. Sólo falta el último eslabón en la cadena: la utilización paulatina y gradual de las versiones “seguras o tácticas”.

La evolución imparable de las armas nucleares por parte de Estados Unidos y Rusia ha logrado una 6ª generación de proyectiles de tamaño reducido (con escasamente 4 Kg. de plutonio) o fuentes neutrónicas miniaturizadas, de variable potencia programada en el lanzamiento entre décimas de Kilotón (1 KT equivale a mil toneladas de TNT) y varios megatones.

Tras del 11-S, en 2002 el presidente norteamericano reconsideró su protocolo de empleo del armamento nuclear ampliando las ocasiones en su “revisión de la postura nuclear". Se detallan tres tipos de situaciones posibles: 1ª En represalia por ofensivas con armamento atómico, o de tipo biológico o químico; 2ª Contra blancos capaces de resistir ataques no nucleares; 3ª En la eventualidad de desarrollos militares imprevistos. Tristemente ésta parece no ser sólo la posición de los “halcones” del Pentágono.

El presidente francés, Jacques Chirac, el pasado 19 de enero de 2005 anunció la doctrina nuclear francesa: “Los dirigentes de Estados que recurrieran a medios terroristas contra nosotros o que pretendieran utilizar, de una u otra manera, armas de destrucción masiva deben entender que se expondrían a una respuesta firme y adaptada de nuestra parte, que puede ser convencional o de otra naturaleza (nuclear)”. Chirac, símbolo político europeo contra la invasión de Irak, apuesta en su discurso sobre el potencial nuclear francés en… ¡una guerra preventiva!

Francia, es la cuarta potencia nuclear en la historia desde 1960 (tras EE.UU., URSS y el Reino Unido) y la tercera o cuarta (emparejada con China) por el número de cabezas nucleares, lo que le supone un ingente costo de mantenimiento. Desde el Tratado de No Proliferación Nuclear de 1968, como miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU (junto a los vencedores de la II Guerra Mundial, Estados Unidos, Rusia, China y Gran Bretaña) es uno de los cinco países con “derecho” al armamento nuclear. Ello no ha impedido que Israel, India y Pakistán se sumasen al “club atómico”, además de quienes renunciaron a tal “honor” como Sudáfrica (cuando Nelson Mandela desmanteló sus bombas) y como Ucrania, Kazajstán y Bielorrusia, que devolvieron a Rusia el armamento nuclear remanente tras la desintegración de la URSS.

En su intervención, Chirac pareció ir más allá del mero enfoque defensivo-disuasorio. Anunció que Francia ha reducido el número de cabezas nucleares en algunos misiles, lo que permite aumentar su alcance para “hacer algo diferente del ataque estratégico masivo”. Así, del supuestamente imposible escenario de una respuesta “total y definitiva” se pasa a una respuesta “adaptada”, y por tanto, utilizable. Más precisos y menos devastadores, estos misiles nucleares se convierten en armas tácticas y, de facto, con ‘posible empleo’.

“Contra una potencia regional, nuestra elección no es entre la inacción y la inercia”, señaló Chirac, añadiendo que “la flexibilidad y capacidad de reacción de nuestras fuerzas estratégicas nos permitirían ejercer nuestra respuesta directamente sobre sus centros de poder”. También amplió el concepto de “intereses vitales” de Francia, cuya amenaza podría implicar el empleo de estas armas. A los tradicionales (integridad territorial, protección de su población y libre ejercicio de su soberanía), Chirac sumó la “defensa de los países aliados” (una forma de potenciar la autonomía defensiva de la Unión Europea) y la “garantía de nuestros aprovisionamientos energéticos”. La referencia al abastecimiento de combustibles enlaza directamente con los recursos petrolíferos, y a pesar de los matices es una progresión hacia una “diplomacia de la amenaza”, por velada que ésta sea.

Esta declaración de Chirac alienta la muy significativa posición de algunos medios de comunicación próximos a los intereses de la Casa Blanca, que vienen sugiriendo que el uso de arsenal nuclear “táctico” estaría cerca de ser consensuado entre las potencias nucleares. Incluso llegando a insinuar que un eventual ataque a Irán (perpetrado por Israel y/o los Estados Unidos), no quedaría descartada la posibilidad del uso de armas nucleares “seguras”.

Una solución, tan deseable como improbable, para el conflicto en ciernes sería desnuclearizar todo el Oriente Medio. Su imposibilidad radica en que Israel considera que “su” armamento nuclear exclusivo (negado a sus adversarios directos) es la última garantía de que no se produzcan cambios en el mapa consolidado tras en la “Guerra de los Seis Días” de 1967. Esa misma realidad acelera la voluntad de Teherán de nuclearizarse, contano con una protección que impida una invasión como la de Irak. La tentación de la espiral militarista sería que Estados Unidos planificase un bombardeo selectivo de los “centros de poder de una potencia regional”.

Resulta sumamente hipócrita, y hasta cínico, que algunas potencias occidentales amenacen con resolver el tema de las presuntas armas nucleares iraníes (en ningún caso operativas antes de 8-10 años), mediante el uso precisamente de tales armas nucleares. Lejos queda la época de equilibrio de las superpotencias, cuando se mantenía estrictamente la renuncia de todos a dar “el primer golpe”, restando sólo la "represalia aplastante".

Ante las lógicas críticas suscitadas, Chirac ha aclarado en días posteriores en que el armamento nuclear francés es únicamente defensivo y que sus palabras no suponen asumir la tesis bushiana del “ataca primero”. Pero el primer mensaje del presidente galo puede que, en lugar de disuadir a terceros países, obre el efecto contrario de convencerles para la obtención de armas nucleares como única garantía de no ser atacados. Ello relanzaría la carrera armamentística y pondría la seguridad de la humanidad en peores condiciones, si cabe, que durante la larga Guerra Fría.

Versión final: mikel.agirregabiria.net/2006/nuclear2.htm