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El día que más odio (meme)

Este meme le llegó á Raquel y se lo pasó a Makgregory. M@k nos lo reenvió a varios y, por mi parte, acepto el reto. Es una pregunta fácil y difícil, todo a un tiempo. Caben dos respuestas, aparentemente divergentes y, sin embargo, lógicas. Por un lado, y por mi edad "madura" (en tres días cumpliré 55 años), no odio ningún día; simplemente, no me lo puedo permitir. Y esto es verdad. No odio a ningún día en especial, ni uno tan incómodo como hoy que vuelvo de dos semanas de vacaciones (un lujo, ya lo sé) y estoy especialmente cansado de la jornada. También molesto por no haber podido acudir a la interesante convocatoria para la que me había apuntado. Desde el otro punto de vista, y reconociendo sinceramente que cada día me parece un regalo inmerecido, también he de admitir que odio a todos los días un poco, porque son demasiado breves y porque me recuerdan un progresivo declive... que todavía no acepto con plena naturalidad (aunque voy aprendiendo). No llego a ser un potencial comprador del reloj para pesimistas, pero he pasado de ser un impenitente contador de días que faltan (para vacaciones,..., aún me queda algo) a ser un usurero de días que gasto con cuidado, sabiendo que eso es lo que se mide cuando nos preguntan "¿cuántos años tienes?". En síntesis y con sinceridad, creo que he superado la etapa de odiar los lunes, o enero, o los días laborables. Pero, y en positivo, adoro los primeros días de las vacaciones (especialmente de las veraniegas), amo los viernes (desde la madrugada), y disfruto de las fiestas en familia y con amigos.
Paso el reto (el meme) a quienes leen este blog y a quienes lo comentan: ¿Cuál es el día que más odias? Quienes respondan al desafío,citando este post, se convertirán automáticamente en los destinatarios de mis siguientes memes, aunque no soy demasiado aficionado a ellos... Pero si me citan expresamente, jamás dejo de responder como a mi amigo Mak.

Rebaja de semana

Cada lunes trabajado acredita que hemos disfrutado de un descansado fin de semana de dos días (y medio).

Algunos dicen que la actual semana laboral se hace pesada. Demuestran que desconocen la semana recortada que ahora tenemos, comparada con la de nuestros padres o abuelos. Hasta 1904, se trabajaba y había clases todos los días de la semana, incluidos los domingos. Fue la presión de la Iglesia la que consiguió que "el Día del Señor" no hubiera clases dominicales. Todavía hace cuarenta años, los días laborables eran seis, todos excepto el domingo. Y muy pocos disfrutaban de un pagado mes de vacaciones al año.

Quienes estudiábamos entonces conocimos clases de mañana y tarde, de lunes a sábado, con la tarde libre del jueves, conocido como “el día de globos”, única fecha en la que podíamos ir de compras, porque el domingo todas las tiendas estaban cerradas. Más tarde, hacia 1966, pasa la tarde libre del jueves a las dos tardes de miércoles y sábados. Sólo hace tres décadas, llegó el “fin de semana inglés” con sábado y domingo festivos. Ahora, en muchos centros educativos se benefician de jornada intensiva, con clases sólo de mañana.

La semana laboral de cinco días y el calendario de trabajo de once meses (o menos) son logros históricos que no conocieron nuestros antepasados. Mi padre trabajaba de lunes a sábado, y el domingo por la mañana debía pasar a comprobar su negocio. Junto a las obligaciones religiosas, de enero a diciembre sólo disfrutaba libre la tarde del domingo. Esa misma tarde que ahora muchos ocupan con la depresión del stress pre-laboral. Es un invento muy reciente ese síndrome post-vacacional, producido tras las dos jornadas festivas del week-end o tras el mes vacacional.

Versión para imprimir en: mikel.agirregabiria.net/2008/semana.DOC

Más vacaciones para funcionarios con trienios

BOE núm. 89. Viernes 13 abril 2007. 7788 LEY 7/2007, de 12 de abril, del Estatuto Básico del Empleado Público, Art. 48: ... Página 16284

...2. Además de los días de libre disposición establecidos por cada Administración Pública, los funcionarios tendrán derecho al disfrute de dos días adicionales al cumplir el sexto trienio, incrementándose en un día adicional por cada trienio cumplido a partir del octavo.

[Para algunos funcionarios significará una semana adicional de reposo... bien merecido por llevar 32 años (5 días laborables extras por 30 años) al servicio de distintas administraciones...]

Charlas veraniegas

Las vacaciones permiten encuentros entrañables donde compartir vivencias ajenas, oír otras opiniones y percibir distintas visiones.

Dos agudas observaciones de Claudia, una joven maestra murciana con alguna experiencia docente en sustituciones. La primera es relativa al mundo laboral, que le parece desorganizado y mal diseñado, se supone que comparado con el ámbito universitario donde todo está programado y el alumnado sabe exactamente lo que le espera en el curso siguiente tras acabar el verano.

La segunda escuchada en boca de uno de sus alumnos de 6 años, cuando preparaban ideas para construir un mundo mejor. Un niño señaló que "habría que inventar una máquina para... matar inmigrantes". Desolador, pero verídico.

Todo ello sugiere algunas reflexiones, que dejamos a la imaginación y al buen criterio del lector.

La esperanza de los hijos

Si a algo nos obligan los hijos durante toda nuestra vida es a… esperarles.

Hace dos horas que mi esposa y yo estamos preparados para emprender el viaje de vacaciones en coche. Hemos despejado los cuartos de baño y preparado el desayuno, antes de despertar a nuestros hijos, dándoles tiempo a desperezarse. Poco a poco se han levantado, les hemos recordado los atascos previstos y animado a agilizar sus trámites preparatorios. Todavía calculamos que les quedan otras dos horas antes de que el “pater familias” que suscribe pierda los nervios y se ponga a dar gritos, y ellos finalmente se animen a iniciar un viaje de 850 Km.

Porque si algo define la condición por antonomasia de la paternidad o maternidad es la “espera”.
Nueve meses para que nazcan, un año más para que comiencen a hablar y andar; otro año más para que dejen de usar pañales,… y otras veinte (o treinta) años más para que alcancen cierta madurez. Nosotros estamos en esta fase inconclusa. Y después sigue la espera, a que se completen sus estudios, encuentren trabajo, se casen, tengan sus propios hijos,…

Ser padre o madre es una realidad irreversible: Cuando acaba de nacer un hijo entendemos que nuestra vida ha cambiado definitivamente. Desde ese momento tenemos mucho que aprender, que improvisar,… y que esperar. Pero los hijos son también la mayor esperanza que nadie pueda soñar. Ellos nos permiten vivir doble o triplemente nuestra vida y pervivir tras nuestra muerte.

Maestro retirado

Una visión actual de un sabio docente octogenario.

Fue un agradable encuentro con mi antiguo profesor, que acumulaba más de tres lustros de jubilación. A pesar del paso y el peso de los años, seguía con la misma mirada inteligente que acompañaba a su permanente sonrisa. Era uno de mis héroes predilectos, un maestro capaz de imprimir huella indeleble en sus alumnos más conspicuos de muy diversas generaciones. Ahora me llamaba por mi nombre, superando el primigenio apellido, común a todos los hermanos. Este etéreo pormenor quizá traslucía que, ocasionalmente, algunos alumnos con los que mantenía el contacto ascendían un escalón y adquirían la consideración de discípulos.

Cuando, tras numerosas e irreparables reformas ministeriales, el aula parece haberse transfigurado en un exótico laboratorio híbrido entre un circo y un programa de “Gran Hermano”, mi recuerdo de aquel antiguo bachillerato pausado era reconfortante. Así se lo comenté, añadiendo que la educación se había convertido en una profesión de alto riesgo. Él me dio una última lección, siempre con su habitual perspicacia, que exigía el concurso del aprendiz mediante la reflexión y el descubrimiento.

- Mikel, seguimos en una sociedad que paga menos a sus mejores profesores de cualquier nivel y especialidad que a sus peores entrenadores de fútbol. Los docentes competentes son tan escasos como los médicos ilustres, pero mucho menos reconocidos. Pero continuamos siendo insustituibles, porque sólo los profesores creamos riqueza espiritual y material. Aquí mismo, ¿donde ves tú nuestro mayor y mejor patrimonio?

Estábamos en medio de Bilbao, sobre el Puente de Deusto entre el Museo Guggenheim, la Universidad de Deusto, el Palacio de Congresos y de la Música Euskalduna, el Museo de Bellas Artes y el Parque de Doña Casilda, donde se veían muchos niños en un primer lunes de vacaciones escolares por la Semana Santa.

Creí que adivinaría su intención indicando el campus, donde todavía acudían a clase los universitarios. Él me corrigió, parcialmente, apuntando con un gesto fugaz hacia el parque.

- Esos niños y niñas son nuestro futuro, nuestro tesoro aún más preciado que la juventud. Como ya señaló Montesquieu, nuestra infancia recibirá tres educaciones: la de sus padres, la de nuestros profesores y la del mundo. La tercera contradirá todo lo que las dos primeras enseñan; incluso los más desvalidos apenas podrán aprender de sus familias. Sólo la escuela y el profesorado son garantía universal para todos; muchos no llegarán a la universidad, ni a la formación profesional.

Nos despedimos, pero su análisis me dejó cavilando. Pensé que, sin advertirlo, hemos ideado un sistema educativo donde el docente competente no obtiene reconocimiento oficial, excepto la vocación cumplida, mientras que el profesor inepto raras veces es reprendido. Me consolé pensando en tantos buenos maestros y maestras que, sin contabilizar las horas extraordinarias, han conducido a millares de alumnos y alumnas adonde hoy están.

¡Cuántos profesores, como los grandes médicos, saben que el verdadero éxito se logra con los casos aparentemente perdidos! Es el alumnado menos dotado quien obliga al profesorado a enseñar mejor. Lamenté no haber podido apostillar a mi profesor con una cita de Gertrude Stein que él ya conocería. La genial escritora norteamericana escribió: “Podría pensar en ser una buena alumna,… si fuera posible encontrar un buen profesor”. Su interesante vida y su inigualable obra son la mejor prueba de que sí debió descubrirlo.

Cuento predilecto

La mujer del saco: Un cuento inventado hace 20 años que mis hijos siempre prefirieron antes de dormir.

- Éste es uno de los muchos cuentos que hace casi dos décadas inventamos Carmen y yo para nuestros hijos, Leire y Aitor. No fue el cuento más largo, hubo alguno que duró dos años, con semejanzas con “Dos años de vacaciones” de Julio Verne (puede descargarse gratuitamente en “El Aleph”). Tampoco el más imaginativo, como los de ciencia-ficción que pedían cuando fueron algo mayores; ni el de más personajes, pues hubo alguno en el que intervenía casi toda la amplia familia y algunas amistades transportados a la selva africana; ni quizá el de más miedo, como los que aseguraban emoción y sorpresa con un grito garantizado cada minuto.

Algunas pautas comunes de todas los historias solían ser que los personajes centrales, ¿por casualidad?, siempre eran una niña y un niño de las edades de nuestros hijos; pasaban aventuras arriesgadas, acababan triunfantes con un final feliz y aprendían alguna moraleja. La versión final de los cuentas fue refinada por las preferencias de sus oyentes, que insistían en los detalles minuciosos que alargaban el relato tanto como fuera necesario. La fábula que a continuación se condensa fue descrita –en muchas ocasiones- en narraciones que se extendían por más de una hora, con descripciones completas e historias colaterales. Pasemos a oír el cuento favorito de Leire y Aitor.

Había llegado la navidad y los pequeños habían esperado con ansiedad la visita de los abuelos, pero aquel año no vendrían porque la abuela estaba enferma. Los hermanos se entristecieron porque querían ver a sus abuelos y pasar la nochevieja con ellos. Tanta fue su insistencia, que los padres, que no podían viajar por razones de trabajo, decidieron que los niños tomarían un tren e irían solos en un viaje de una jornada. Les dieron mil consejos de no hablar con extraños, les prepararon la comida y la merienda, y les sentaron juntos en un compartimiento del tren junto con una señora muy guapa y amable que aseguró que les cuidaría durante parte del viaje.

El primer trayecto lo pasaron muy bien y comieron los bocadillos observando y comentando los paisajes. La señora conversó con ellos y antes de bajar en su estación, les recomendó nuevamente que no hablasen con extraños y que se abrigasen bien porque había empezado a nevar y el frío de la tarde se notaba a través de las ventanas del tren. Cuando la señora se fue, los niños se miraron con un poco de miedo al quedarse solos. Cuando vieron que la puerta del camarote se abrió y vieron entrar a una anciana completamente tapada y cubierta de nieve, se alegraron porque les haría compañía. Dejó un pesado saco que traía con ella en el asiento, junto a ella, y se quitó el gorro y la bufanda que traía empapados de aguanieve. Al ver su cara descubierta, los dos hermanitos de 8 y 5 años se asustaron. Parecía una bruja con el pelo blanco y un grano muy grande en la punta de la nariz. Les habló con una voz ronca que también les atemorizó.

- ¡Hola! ¿Dónde vais? ¿Viajáis solitos los dos?
- Nos esperan nuestros abuelos en la última estación, pudo responder la niña, que era la mayor, con un hilo de voz.
- No creo que el tren llegue hasta allí esta noche, porque la nevada es muy fuerte y la vía estará cerrada.

El niño miraba fijamente el saco, que era muy pesado y estaba lleno con algo que parecía agitarse. Al oído se lo contó a su hermana, quien también quedó petrificada. Dentro del sucio saco, atado con una soga, había algo o alguien que trataba de salir.

- ¿Qué lleva en el saco?, se atrevió a preguntar el niño al final.
- Son sólo varios kilos de patatas que he comprado en el mercado, mintió la vieja dama.
Ellos no la creyeron y se apretaron más fuertemente la mano. Cuando apareció el revisor a pedir el billete a la viajera, les dijo que tenían un aviso de que un alud impedía el viaje y que tendrían que pernoctar en la siguiente parada. Preguntó a la anciana:
- ¿Los niños pueden pasar la noche en su casa? Tráigalos mañana a las nueve para que reanudemos el viaje.
- No queremos ir con esta señora, protestaron al unísono ambos niños, pero nadie les hizo caso.
La anciana les llevó a su casa y preparó una copiosa cena. Toda la comida estaba deliciosa, y aunque al principio los hermanos no querían probar nada, ni la leche, por temor a ser envenenados, finalmente cenaron de todo y repitieron cada plato y hasta el postre. Cuando se quedaron solos y se acostaron en el cuarto que la anciana les había preparado, comenzaron a hablar y volvieron a preocuparse.

- Nos ha querido engordar como a los pavos de navidad porque nos quiere comer esta bruja, dijo el niño.
- Vamos a estar despiertos toda la noche, dijo la niña, para que no pueda atacarnos cuando estemos desprevenidos.
- Tengo mucho miedo, dijo Aitor.
- Tengo mucho sueño, respondió Leire. Se dieron la mano y aunque quisieron mantenerse en vela, el cansancio y el ajetreo del día pudo con ellos y pronto se durmieron plácidamente.

Al despertarse, la vela se había apagado y ambos sintieron que no podían mover los pies. Parecía que alguien les hubiera atrapado y no podían levantarse a abrir la ventana. De pronto, entró la extraña matrona y les gritó:
- ¡Despertaros, o perderéis el tren!

Con la luz vieron que un gato negro, muy gordo, estaba dormido y tumbado encima de la cama justo sobre sus pies. La anciana les dijo:
- No os asustéis del gato Micifuz que compré ayer en el pueblo. Venía metido en el saco porque el revisor no deja transportar animales en los vagones de pasajeros.

Así quedó aclarado el misterio y comprendieron todo. Tras desayunar con gran apetito y antes de subir al tren, dieron un abrazo y un beso muy fuerte a aquella cariñosa anciana que les había cuidado tan bien. Aprendieron que son las obras y no las apariencias las que diferencia a las personas, y que hay mucha gente bondadosa aunque tengan muchas arrugas o un grano feo en la cara. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

Primer día de escuela (Escrito en 1986).

El primer gran acontecimiento vital de cada persona es el día en que inicia su escolarización.

Hoy he llevado a mi hija mayor, Leire, al colegio por primera vez. Ha ido muy emocionada, después de haber esperado impacientemente este día desde hace meses. Iba rodeada de dos amiguitos suyos, que también comenzaban hoy. Ya conoce a su maestra, porque vive en el barrio y desde hace algún tiempo sabían que se encontrarían en septiembre. Leire ha entrado con decisión en el "cole" y ha subido las escaleras alegremente, cogida de la mano a mi esposa y a mí.

Al llegar al aula, donde estaban algunos de sus compañeros -pocos, apenas una docena- la joven profesora la ha acompañado a una mesa circular junto con sus dos amigos. Entonces la maestra ha despedido a los padres que estábamos todavía allí y hemos sido los últimos en salir. Su madre le ha dicho adiós a Leire y yo también le he dirigido un gesto de despedida. He visto cómo nos miraba fijamente. Tras salir de la estancia, he vuelto a asomar la cabeza y todavía sus ojitos miraban a la puerta por la que habíamos desaparecido y al repetir la acción después de unos minutos, Leire todavía estaba mirando la puerta. Había algo patente en su mirada. Estaba embargada por la misma angustia que nosotros mismos sentíamos al dejarla. Era el pánico de comprender, de golpe, sin ningún proceso de acomodación, que "había sido escolarizada", lo que significaba en primer lugar que había abandonado el entorno familiar, el único escenario que conocía hasta ese momento, y que pasaba a otra etapa de su vida en la cual no contaría con la permanente presencia y ayuda de sus progenitores.

En pocos días, la maestra se había convertido en la figura más destacada de la vida de Leire. En la lista de los personajes más queridos de mi hija, nosotros -sus padres- habíamos perdido el primer puesto que quedaba asignado (esperamos que temporalmente) a su maestra Loli.

Por mi parte, no me acuerdo de mi primer día escolar. Recuerdo los primeros días de algunas cursos siguientes, cuando tras las vacaciones de verano había que retornar al colegio. Mantengo algunas difusas reminiscencias del primer curso, con cuatro años, en lo que se llamaba Elemental A. Al rememorar aquellas resonancias del pasado, he de reconocer que despiertan una sensación placentera. He intentando exhumar de la memoria algunos recuerdos y puedo mencionar que estábamos sentados en pequeñas mesas de cuatro, con minúsculos taburetes individuales y que pasábamos muchas horas con las manos sobre el mármol de la mesita, sin hacer aparentemente nada, excepto escuchar, recitar o cantar. Nos gustaba oír con la oreja pegada sobre el frío mármol, el tamborilear de los dedos de un condiscípulo que retumbaba como los tambres de Semana Santa.

La maestra de los pequeños era la más dulce y en los cursos siguientes Elemental B y Elemental C, las profesoras eran cada vez más exigentes, hasta el punto de que la de Elemental C tenía fama de ‘ogro’. No he grabado los nombres de mis tres maestras, -lo siento-. Ahora podría llegar a saber cómo se llamaban, pero así no serviría para nada. Para mí, las tres fueron excelentes y creo que en nuestro colegio de Escolapios de Bilbao, donde no había, en aquel momento, más profesorado femenino, casi todos los alumnos guardarán buen recuerdo de ellas. De la maestra de Elemental B, recuerdo las interminables construcciones silábicas - la b con la a, ba, que era condición necesaria superar para poder salir al recreo. Esta maestra, que nos enseñó a leer, quería tanto a todos sus alumnos que fuimos rotando todos los niños de la clase en la revista colegial que destacaba mensualmente a los tres "mejores" alumnos de cada clase, con nuestra foto rodeada de aureolas. Tal vez para algunos escolares, hombres maduros hoy, aquella fuera nuestra única oportunidad de destacar que tuvimos en esta competitiva sociedad.

Con la vocacional maestra de Elemental C aprendimos a escribir y poner la fecha. Todavía hoy al poner el año me surge el inolvidable 1959, que aprendí a poner con letra legible al comienzo de las cuartillas. Tengo mala memoria de mi etapa infantil anterior a los cinco años. Poco recuerdo de lo vivido, a pesar de que me han narrado muchas anécdotas familiares que luego creo rememorar por mí mismo. Sin embargo, las primeras remembranzas propias provienen de aquellos episodios escolares, que nadie ha podido relatarme posteriormente. Fue una época muy feliz. Tuve la gran suerte de disponer de una infancia que siempre aporta un gran sosiego al evocarse. Ojalá que como padres, educadores y como ciudadanos pudiésemos asegurar que todos nuestros hijos y nuestros escolares disfrutan de una niñez feliz. Ése es el primer deber de una sociedad humana, solidaria y justa.

Amores dobles

Confidencias de un hogareño bígamo confeso.

Lo reconozco con mucha vergüenza: Tengo dos. Ya sé que es injusto y que muchos hombres no tienen ni una. Parece que sólo que los ricos y famosos pueden presumir de mantener varias en distintos países, aunque luego las abandonen con la misma ligereza sin preocuparse por su destino. Yo, aunque tuve algunas durante mi infancia y juventud, al casarme creí que con una me bastaría para el resto de mi vida. No fue así: pronto comenzaron las escapadas, en fin de semana o en vacaciones. Con el paso de los años pensé que me convenía escoger adecuadamente una segunda opción permanente, no para abandonar a la primera sino para complementarla.

La búsqueda no fue fácil, y durante años analicé varias candidatas. Hace cuatro años vi a la que luego sería la segunda, e inmediatamente quedé prendido. Fue una locura de madurez, que muchos me aconsejaron evitar. Me alegro de no haberles escuchado. Ahora estoy junto a ella. La miro, y comprendo que la quiero sólo para mí y para siempre. Es cierto que según la admiro, simultáneamente pienso en la primera y también la añoro. Me gustaría tenerlas juntas, en el mismo lugar, pero son incompatibles, y sé que jamás podré vivir junto a las dos, porque son radicalmente inconciliables.

Ambas son parecidas y, al mismo tiempo, tan diferentes… La primera es la oficial, vasca, convencional, recia, aporta seguridad y resulta claramente más confortable para cualquier estación del año. He vivido mucho tiempo con ella y ofrece una imagen más acorde a mi realidad. La segunda es blanca, mediterránea, más joven, más cálida, más informal y me ha enseñado desconocidas facetas de mi personalidad. Pero ambas son costeras, modestas y de gustos sencillos: adoran los libros apilados, las playas cercanas, el susurro de las olas, el vuelo de las gaviotas, la brisa marina a su alrededor y ver la salida o la puesta del sol. Además cada una de ellas aporta su propio grupo de amistades y vecindario. En ello reside gran parte de su peculiar y doble encanto: la suma de los amigos de siempre y de amigos recientes.

Les he declarado a ambas no exclusividad total, pero sí mi fidelidad hasta la muerte, porque estoy seguro que ambas me sobrevivirán. No soy uno de esos cada vez más abundantes promiscuos domésticos, que cada fin de semana o periodo vacacional se van a "conocer a desconocidas". Yo me muevo solamente entre mis dos pasiones, de una a la otra, para estar íntimamente unido a una de ellas mientras pienso en la otra, y así será hasta el fin de mis días. Sin más aventuras, con dos tengo bastante y quizá demasiado.

Ambas me exigen mucho esfuerzo y sacrificio en cuidarlas y mantenerlas. Pero todo ello es tan poco frente la hospitalaria acogida que me brindan… Quiero pensar que ambas ignoran deliberadamente la existencia de la otra, aunque bien podrían sospechar de mis ausencias. Son tan generosas que cada vez que llego ante su puerta, siempre me reciben con los brazos abiertos, como si nunca me hubiese movido de su lado. ¡Ah, cómo podría nadie no corresponder a una dulzura tan grande!

Hay quienes no comprenden que un cariño así pueda duplicarse. También hay quienes consideran que este tipo de amor es desproporcionado, y que debo ignorar sus sentimientos mirando únicamente por mis intereses. Hoy mismo, unos desaprensivos me han sugerido que "dado que uso poco la segunda, la alquile". ¡Hasta dónde hemos llegado! Jamás trataré como cosas a mis casas, que para mí son hogares donde habitan encantadoras almas como hadas-duendes que suspiran por sus dueños. Las casas propias son como seres vivos. "Somos el uno para el otro; vivimos en común lo que aquí acontece", nos dice cada hogar que nos ofrece dos placeres incomparables: la libertad de salir y la delicia de regresar.

1. MANIPULACIÓN FLAGRANTE, publicada por 'EL MUNDO' el 22-7-2004.

2. Usurpación de mi nombre en EL MUNDO del 23-7-2004, publicando una carta no remitida, en lugar de la versión literal.

3. Finalmente, el 11-10-2004 (un lunes de puente) tras demanda judicial ante la que se allanan, EL MUNDO atiende la petición de rectificación con la publicación íntegra (véase aquí).

¿Navidad o vanidad?

La natividad conmemora un nacimiento muy pobre, de un personaje histórico, cuya vida fue de entrega y sacrificio, y que concluyó con su muerte ajusticiado en la cruz entre dos ladrones. En vida fue abandonado por sus escasos seguidores, traicionado por uno de ellos, y a su ejecución sólo asistieron su madre con su hermana, su discípulo Juan y María Magdalena.

Jesucristo nació, vivió y murió pobre. La Navidad que conmemoramos describe el portal de Belén, único lugar donde pudieron refugiarse María y José, tras ser rechazados por ser extranjeros indigentes de todos los posibles lugares de acogida.

Dos mil años después los rituales navideños se limitan a comidas y cenas pantagruélicas, regalos por doquier pero sólo para la familia, y consumismo desbocado, todo aderezado de lotería para hacerse rico de golpe y sin dar golpe. Incluso a los niños se les encarrila por la senda de los juguetes por docenas, vacaciones sin tareas y egocentrismos en cadena.

Mientras, ese “cuarto mundo” que vive en nuestros suburbios se asoma por las calles comerciales, junto a los nuevos extraños venidos de fuera, a quienes parecemos no querer ver. Seguro que el niño Jesús preferiría unas navidades de menos viandas y más dádivas para socorrer a las nuevas familias que viven entre nosotros, y que por cierto son las que más nacimientos alumbran. Sólo habrá Feliz Navidad cuando la Felicidad y la Prosperidad sean para todos.

Cordada familiar

Ella tenía 18 años y yo 20 cuando nos cogimos de la mano, y ya nunca nos hemos separado. Por nuestra cama de matrimonio, siempre la misma, han pasado varios colchones que siempre acaban cedidos a dos vertientes y con caída hacia el centro, lo que es muy recomendable para la estabilidad conyugal. El caso es que nos casamos casi sin casa y casualmente aparecieron los hijos: ella y él. Por algún extraño mecanismo de impronta, como los patitos siguen instintivamente a los patos, se han pegado a nosotros y nos persiguen a todas partes, veinte años después.

Los hijos, y sus conflictos continuos, también colaboran a la unión matrimonial, porque hacen falta dos aliados firmes para aguantar las tribulaciones del ataque filial. Los retoños han crecido y con su virulenta adolescencia también aumenta la capacidad de protesta continua, pero sin riesgo alguno de alejamiento. Se sublevan para ir de vacaciones con nosotros, pero se molestarían más si no les obligásemos a acompañarnos, eso sí, tras enviarles un mes a conocer tierras e idiomas lejanos y para que aprecien el refugio doméstico.

La familia es como una cordada de escalada: Ir atados a una soga común restringe la movilidad individual, pero otorga mucha confianza a todo el equipo. Como en una cordada, a veces hay que dar más cuerda a algún miembro díscolo, pero nunca se debe cortar del todo el cordón umbilical que une a toda la familia.

Los padres también sabemos que una cuerda no puede ser empujada desde atrás, sino que hay que tirar desde adelante para remolcarla. Los hijos aprenden directamente de los padres, no de lo que dicen sino de lo que hacen. Si perciben que el lazo entre marido y mujer es fuerte, ellos se vinculan a esa seguridad familiar. Un proverbio ruso dice que “La familia es una cuerda cuyos nudos nunca se deshacen”. Lo cierto, y todos lo sabemos, es que nuestra vida depende de aquellos con quienes convivimos familiarmente, y la felicidad reside básicamente en la calidad y en la calidez del hogar que nos acoge.

El amor es cosa de dos

Los periódicos recogen lo anómalo, lo monstruoso de la sociedad, porque las buenas noticias no venden. Asistimos al cruento descubrimiento diario de agresiones entre cónyuges. Hasta Marie Trintignant, la actriz hija del mítico actor francés, ha perdido la vida a los 41 años a manos de su compañero sentimental, un famoso roquero que le propinó una brutal paliza. En apenas unos meses de 2003 ya son 57 las mujeres asesinadas en España por la violencia doméstica. Son datos horripilantes, que requieren medidas urgentes, algunas de naturaleza educativa predicando la igualdad de género desde la más tierna infancia.

Pero todo esto no debe hacernos olvidar la noticia imposible por sobreabundante: el cotidiano amor de pareja que millones y millones de personas se profesan en todo el planeta. En cada segundo se producen miríadas de actos de amor, de cariño, de afecto. Estamos tan habituados a contemplarlos, que casi nunca los reconocemos como tales. Algunos son muy obvios, entre novios o entre madre e hijo. Pero existen muchos más.

Hoy, comiendo en familia, de vacaciones y lejos de casa, mi hijo pequeño (ya un joven consciente de detalles como éste) nos ha contado algo de los abuelos que le sorprendió durante este pasado curso, tras comer regularmente con ellos los lunes por razones de organización escolar. La abuela le preparaba su plato favorito: alubias con morcilla, chorizo, tocino,… Mis octogenarios suegros, que gozan de excelente salud, programan meticulosamente sus comidas y cuidan hasta los menores detalles de toda su alimentación. Pero cada lunes, el nieto observa que la abuela, magnífica cocinera, siempre le pregunta al abuelo si quiere los "sacramentos" (los aditamentos de morcilla,…) junto a las alubias o por separado. Todos sabemos sobradamente que el abuelo le dirá que primero comerá las legumbres y luego la carne, porque así lo ha querido indefectiblemente durante más de 50 años de convivencia. Pero la abuela se lo pregunta cada lunes, y ése nos pareció un insuperable acto de amor que jamás será noticia de prensa.

Se buscan parlamentarios

Requisitos: Puntualidad, próstata y posaderas resistentes y poco interés político. No se exige militancia, ni saber leer o escribir y se penaliza mantener ideas propias o ser experto en alguna materia. Se valorará la capacidad de aplaudir o patear con entusiasmo oportuno, así como la habilidad de mantenerse aparentemente despierto durante algunas largas sesiones dos o tres veces al año.

Funciones: Decir varias frases seguidas ocasionalmente en alguna intrascendente comisión, entender las señales del portavoz de sí o no, y apretar el correspondiente botón.

Condiciones: Buen sueldo, dietas y jubilación muy superior al resto de la ciudadanía. Despacho y secretaria. Muchas vacaciones y viajes múltiples gratis total. Buen ambiente en el intramuros legislativo cuando no haya cámaras de televisión, aunque no se pueda demostrar fuera ese compañerismo. Sin riesgo de reducción de plantilla, ni previsible incremento de la carga de trabajo. Puestos renovables hasta la jubilación, por periodos de cuatro años.

Incorporación inmediata en el Parlamento de Madrid, pronto en Cataluña, Andalucía,…

Abstenerse: Oportunistas, chanchulleros, especuladores, difamadores, tránsfugas, fugados, famosillos, indisciplinados, filibusteros, caraduras,… Ya tenemos bastantes.
[Actualización: Fotografía de Juanjo Martin, de la Agencia EFE , tomada en el Congreso el 18-10-2007 a las 14:45. Otro caso en el Senado.]

Sanjuanada de “albardados”

La “noche de San Juan” es un referente mítico del inconsciente de la humanidad para festejar el solsticio de verano. Hace cuatro décadas, marcaba para los niños de entonces el inicio de las vacaciones estivales. En Ubidea era nuestra primera noche donde los “veraneantes” nos encontrábamos con los “del pueblo”, saltando sobre las incandescentes cenizas de la fogata frente a la capilla de “La Magdalena”, antes de iniciar los trimestrales veraneos de antaño.

La denominación de “albardados” la aplicamos, mi esposa y yo con todo cariño, a la generación de nuestros hijos y a sus amigos. Se supone que serán quienes nos paguen la jubilación, razonamiento éste que aplicado hasta sus últimas consecuencias nos llevaría a ahorrar como posesos. Estos “friskies”, otro alternativo vocablo propio derivado de “freak” (monstruito), en nuestro barrio de Getxo suelen organizar diversas hogueras, concentradas en la playa de Las Arenas. La aplicación de la normativa este año, nos ha permitido ver un espectáculo costumbrista de nuevo cuño, que merece ser recogido para los anales del municipio.

El día D para nuestra arenera Normandía seguramente había comenzado desde primeras horas de la mañana, pero los cronistas no llegaron hasta mediada la tarde. Fuimos testigos de una incruenta batalla, desigual por las fuerzas de ambos bandos, entre un solitario “hondartzaina” (vigilante playero) y una horda de “albardados”, predominantemente chicos, entre 8 y 15 años. La invasión de la playa se produjo, extrañamente, desde tierra y no desde el mar. Los “bárbaros” llegaban equipados con abundantes cartones y maderas, apilados en carritos de supermercado, e incluso algún viejo colchón. Estaban perfectamente organizados mediante un complejo sistema de comunicaciones que incluía un teléfono móvil activo por clan. Obviamente se trataba de tribus distintas, con intención de erigir separadamente sus propios templetes-fallas, a los que prender fuego pasada la medianoche. El bizarro funcionario se ganó el sueldo de toda la temporada, desplegando una intensa actividad diplomática y negociadora, pero sin renunciar a aplicar su autoridad por medio del silbato. Merecedor de ser condecorado por la hazaña, inexplicablemente logró impedir la toma de aquella Bastilla costera, con una dedicación y un denuedo dignos de ser aplaudidos. Hubo de soportar manifestaciones infantiles bien organizadas, reivindicando lemas como “¡Queremos sanjuanada!” y la más culta y razonada consigna de “¡Es la tradición!” (vocablo sin duda filtrado por algún cómplice adulto, probablemente una abuela). También corearon repetidamente algo ininteligible que parece ser el subproducto televisivo de un dionisiaco hippie trasnochado al que se conoce como Pocholo.

El milagro, y misterio final, se produjo cuando antes de abandonar su guardia, más allá de su horario laboral y hacia las 20 horas, negoció con los sitiadores un último mensaje que obró maravillas: tan pronto como recorrió por última vez el paseo marítimo, con gallardía y tras dar la espalda a toda la “infantería” enemiga, éstos recogieron sus enseres pirotécnicos y se replegaron hacia el interior. Como educadores nos gustaría conocer las palabras mágicas del rito final, que lograron la mayor gesta presenciada en este curso académico que ahora termina.

(Mañana, Getxo sólo será noticia porque esta misma tarde-noche ETA "contribuía a la construcción" de Euskadi con una bomba a menos de dos kilómetros.)

Sexlectividad

Primer día de la prueba de selectividad. Casi está colapsada la autovía hacia la universidad, por la intensa circulación de autobuses y coches particulares. No son los habituales alumnos o profesores del campus. Hoy, excepcionalmente, acude el alumnado de bachillerato a examinarse. Dos coches quedan emparejados en la doble vía. En uno, viajan cuatro alumnas con un padre de chofer. En el otro automóvil, excepto la madre conductora, todos son chicos. Ante el gran día de examen que les abrirá las puertas universitarias, el comportamiento por sexo no puede ser más diferente.

Las acicaladas y pálidas colegiales han dormido mal porque trasnocharon estudiando, se quejan de dolor de cabeza, y sólo han podido desayunar valeriana. Repasan todavía, cuchicheando entre ellas, pero la ansiedad es patente. En el corto trayecto, intercambian algunas hojas con los últimos resúmenes, mientras el nerviosismo se acrecienta. Una y otra vez comprueban el equipaje: bolso, calculadora, carpetas y sus pertrechados estuches con varios bolígrafos –uno de cada color sin estrenar-, tres lapiceros, rotuladores, sacapuntas, pañuelitos de papel y el imprescindible tippex… Sus premoniciones no pueden ser más negativas: “Nos va a salir mal, porque no nos ha dado tiempo para revisar todos los temas…” El tono irritable, e incluso lúgubre, no permite al compungido padre sino unas palabras de ánimo antes de que desembarquen. Durante el examen redactarán no menos de treinta folios a doble espacio, con letra rápida y abultada, saliendo con la impresión de no haber podido contarlo todo. Cuando aparezcan las notas, ellas estarán pendientes y rápidamente telefonearán a sus padres para tranquilizarles con los resultados obtenidos, aunque habrán bajado algo la buena nota media que traían del centro. Después, las preparadas damiselas elegirán carreras que estiman quedan perfectamente al alcance de sus cualidades y de sus preferencias de estudio,…

Los desgarbados y greñudos estudiantes varones, por el contrario, han dormido bien pero poco, porque estuvieron la noche anterior viendo la televisión, para descansar de no haber estudiado casi nada durante las tres semanas previas, dado que “la suerte estaba echada, y ya nada se podía cambiar”. Han desayunado demasiado, y rápido, porque sólo se han levantado en la última llamada. Están felices y alborozados porque les queda muy poco para las vacaciones, y piden a la madre que encienda la radio, cambie el rollo de emisora sólo noticias para escuchar música marchosa a todo volumen… como si fuesen de excursión. A duras penas traen un bolígrafo, casi sin tinta, en el bolsillo trasero. Todavía se alegran más al llegar a los primeros edificios y ver cuántas chavalas hay, exteriorizando a gritos ¡cómo están de buenas!… condiciones de salud. Salen disparados del coche, sin dar tiempo a la afligida madre ni a desearles la “buena suerte”, que obviamente necesitarán. En las pruebas se dignarán escribir apenas algunas hojas, semivacías y completadas con símbolos jeroglíficos en los vértices, opinando que se han enrollado demasiado. Cuando salgan las notas, las madres saben perfectamente que ellas mismas tendrán que ir a comprobarlas, porque los mozalbetes estarán desde la mañana en la playa… Después de aprobar justitos, como sus mediocres notas promedio, los despreocupados jovenzuelos, que tras dieciséis años de escolarización no han encontrado todavía una asignatura de su gusto, se matricularán directamente en… Ingenieros.

Esta exagerada hipérbole en clave de humor sólo aspira a recordarnos a los progenitores y al profesorado que, en nuestro aprendizaje continuo del tratamiento a la diversidad, el género es un factor decisivo de diferenciación, marcando profundas disparidades en actitudes, ritmos de maduración, grados de responsabilidad,… Sólo así podremos contribuir a un mayor equilibrio de chicos y chicas en todas las opciones académicas, fomentando la superación del modelo social tradicional, tanto en unas como en otros, y promoviendo especialmente el acceso de las chicas a la ciencia y a la tecnología. Es tarea nuestra, de todos y de todas, el fomento de la igualdad de mujeres y hombres en la familia, en la educación, en el trabajo y en la vida.

Doble revelación


Cuadro de Ubidea (Ubide). Plaza y parroquia.
Ella tenía 8 años y él 9. Ella vivía en un pequeño pueblo, Ubidea, y él era un veraneante. Se conocían de todas aquellas antiguas vacaciones estivales de tres meses. Él llegaba la víspera del día de la fiesta de San Juan para iniciar las vacaciones.

Eran vecinos en dos casonas anexas, junto a la fuente de agua de hierro. De familia numerosa, la niña se ocupaba permanentemente de una hermanita de 3 años. Él llegó en el autobús a mediodía. A la tarde, al salir a la calle, ella le esperaba con la pequeña. Ella le dijo varias veces cuánto se entusiasmaba su hermanita de que él hubiera venido. Jugaron toda la tarde, y él tuvo que escuchar continuamente aquella cantinela de ella: "Nenita, dile cuánto te alegras de que él esté aquí".

Aquella noche, antes de dormirse, él se preguntaba por qué aquella niñita, que apenas le conocía, se alegraba tanto de su venida. Finalmente adivinó el maravilloso descubrimiento: Comprendió que ellas siempre son más sutiles e inteligentes, porque hablan por boca de otros, y descubrió lo que es el Amor.

Ubide (Ubidea) Una foto de pocos años después (2003)... 
Al fondo, Aduana de Arbitrios entre Araba y Bizkaia, junto a nueva casa al lado de la fuente de hierro
  Otra con la casa nueva de 2008.

-------- Actualización a 1-7-2020 --------
Nueva redacción como un haibun, para el blog colectivo "Máquinas de escribir".

Profesores y médicos

Sr. Director: Dos maravillosas profesiones, de las que se decía que lo ideal sería contar con salario de médico y vacaciones de maestro, pero de esto hace mucho ya... Su hibridación engendra psicólogos.

Diferencias: Los docentes frente a los sanitarios son más numerosos, el predominio femenino más es acusado, se han euskaldunizado más y han sufrido en mayor grado el descenso demográfico… Los médicos frente a los pedagogos mantienen un prestigio mayor, han desarrollado mejor un código deontológico propio, están más jerarquizados, disponen de más personal subalterno… Ambas profesiones trabajan todavía poco coordinadas entre sí, y es difícil que quien optó por una de estas carreras le gustase la otra, aunque les admirase en su labor.

Similitudes: Educar y curar son profesiones antiguas y de futuro, populosas, corporativistas, con especialidades y estratos muy variados, de impronta personal pero de trabajo en equipo y en organizaciones crecientemente complejas, con nutrida presencia en el sector público y privado… Ambas de interdisciplinaria formación prolongada y continua deben ser vocacionales, alcanzan a la totalidad de la población, han sido noveladas y seriadas en cine y televisión, y producen más credibilidad en la población que políticos, empresarios, periodistas y eclesiásticos… Se apoyan crecientemente en nuevas tecnologías, pero el valor humano añadido las convierte en no robotizables. Constituyen cuadros con elevada cualificación, que ejercen funciones de alta responsabilidad por la trascendencia de sus resultados, de impacto social inmenso. Por el contacto personal continuado son las más vulnerables al estrés laboral. Aunque los niños y niñas quieren ser de mayores doctores y maestras, luego entre los jóvenes ambas carreras han venido perdiendo interés como destino universitario.

Actualidad: Con un alto nivel de interinidad, muchos de ellos –que han servido a Euskadi durante decenas de años- se enfrentarán en este curso a sendas Ofertas Públicas de Empleo. Estos profesionales son lo más paradigmático y definitorio de la calidad de una sociedad, aquello de lo que todos los políticos hablan en tiempo de elecciones.

¿Estamos de acuerdo? ¡Pues a ver si les cuidamos…!

Calidad Educativa Vasca

El pasado 26 de julio el Gobierno central aprobó el Proyecto de Ley Orgánica de Calidad de la Educación, para su remisión al Congreso. Su polémica elaboración puede ser calificada, como mínimo, de surrealista y no cabe esperar demasiadas mejoras en su tramitación parlamentaria dada la actual correlación de diputados. Junto con la Ley Orgánica de Universidades y la Ley de la Formación Profesional y de las Cualificaciones, completa la trilogía de iniciativas legislativas educativas emprendidas por Aznar. Este artículo pretende exponer el previsible efecto sobre la educación vasca de esta Ley, cuya génesis se ha demorado más por la complejidad de la materia a abordar, que por el rigor en su proceso de consenso dentro de la comunidad escolar.

La Ley apela a un bello, y reiterado, concepto de calidad y a una “cultura del esfuerzo”, ideas generales con las que todos podemos estar de acuerdo. Lo cierto es que sus promotores poca ejemplificación de “esfuerzo” han demostrado en democratizar su gestación. Se ha aprobado el Proyecto en plenas vacaciones escolares, y fuera del periodo de presidencia europea, lo que proclama el poco entusiasmo que provoca, la contestación social que espera y su difícil “venta” ante la opinión pública. Entre las numerosas protestas, en Euskadi cabe recordar la multitudinaria manifestación del 4 de mayo a favor de un Sistema Educativo Propio, bajo el doble lema de “STOP a la Ley de Calidad del PP” y “Por una Educación Nuestra y Solidaria”.

Con un espíritu de evaluación constructiva, que los educadores debemos cultivar ahora más que la crítica pura que estimulamos hace dos o tres décadas por demandas del momento, expondremos los aspectos válidos, y otros no tanto, que hay como en cualquier propuesta. Como cuando se juzga el comportamiento del alumnado, conviene reseñar primero los aspectos negativos (conductas a corregir) y, luego destacar los elementos más positivos (salvando a las personas).

Las objeciones son, a nuestro entender, múltiples. La primera y sustancial para la realidad educativa vasca es que se trata de una Ley uniformadora, que además de invadir competencias asumidas (ya se ha anunciado la interposición de recursos de inconstitucionalidad) y de ignorar incluso la realidad bilingüe de casi la mitad del alumnado español, se dirige principalmente a corregir situaciones educativas superadas en Euskadi, como se describe a continuación.

La educación vasca, por los factores básicos como financiación, equilibrio de redes, grado de concertación o ratio profesorado/alumnado, se puede equiparar con los sistemas europeos más avanzados, que poco tienen que ver con los de algunas autonomías del Estado, con trasferencias tardías, y cuyos indicadores históricos de calidad están desgraciadamente postergados. La justificación misma de la Ley partió del “fracaso escolar”, aunque en la redacción final se ha obviado el término, que se cifra en más de un 25 % en el promedio del Estado Español, y que es muy inferior en Euskal Herria: Un 19 % en la CAPV (con un sistema plenamente bilingüe) y menos aún en Navarra.

Asimismo la Ley propone, como una de sus medidas más relevantes, que la gratuidad de la nueva etapa de Educación Infantil, ahora sólo en el tramo 3-6 años. Esta meritoria iniciativa puede mejorar la baja escolarización española, pero nada dice en Euskadi donde la escolarización es universal no sólo en esta etapa, sino incluso desde los 2 años. Algo similar sucedió con la Ley de Ordenación General del Sistema Educativo (LOGSE) al escolarizar hasta los 16 años: esto ya había acontecido hacía años en Euskadi.

Debe saber la ciudadanía vasca, que la extensión de la escolarización en Euskadi en ambos extremos de edad discente, en 0-2 años y en porcentaje de universitarios es comparable y favorablemente con las sociedades europeas y norteamericanas más avanzadas, encabezando todas las series del Estado. Nuestro debate no es la concertación del 3-6 años, ni el 2-6 siquiera, sino cómo asegurar las plazas de 0-2 años para aquellas familias que lo desean y que optan por ello más que en ninguna otra sociedad del mundo.

Así mismo, en los aspectos curriculares las indicaciones de la Ley para adelantar el estudio de una lengua extranjera y de las nuevas tecnologías en Educación Infantil, o la potenciación en Primaria de las áreas instrumentales (Lengua y Matemáticas), las Lenguas Extranjeras son ya realidades en Euskal Herria. En este sentido, la consideración de asignatura troncal de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) es otra ocasión frustrada, que sí ha otorgado Blair en el Reino Unido. Esta administración ha declarado a la enseñanza como 'el desafío fundamental' de los próximos diez años, y destinado hasta el 5,6% del PIB (superando a la media europea), con un incremento del 50% de la inversión por alumno en ocho años. Cuando en la actualidad sólo el 4,4% del PIB se dedica a la educación en el promedio español, se haría realidad el binomio de “reforma y dinero”, evitando el mismo error que cometió la LOGSE en 1990.

En Euskadi, la financiación educativa global, comparable a la media europea, no es lo más perentorio, aunque sí su reordenamiento presupuestario junto a innovaciones organizativas y un nuevo “acuerdo educativo”, previsto en el Programa de Gobierno de Ibarretxe, tras el “pacto escolar” suscrito en 1992.

La visión centralista que inspira toda la Ley, provoca su pésima hechura. Trata de homogeneizar a un modelo único unos sistemas escolares tan heterogéneos en las distintas comunidades autónomas que justamente comete el error que pretende combatir: aplicar una política de igualación a la baja. Como sucedió con la Ley de FP, evoca el mito del posadero Procusto, que ajustaba el huésped a la cama con el expeditivo procedimiento de estirarle o cortarle miembros y cabeza.

La limitación que impone un artículo de divulgación no exime de enunciar otros errores organizativos: la supresión de la promoción automática en ESO, de forma que se repetirá el curso con más de dos asignaturas suspensas, no compensada con criterios para el profesorado a fin de comprender la gravedad y el coste familiar y social que significa cada repetición, de escasa eficacia en muchos casos; la imposibilidad de aceleración que permita aventajar al grupo de coetáneos; los posibles efectos de discriminación, clasificación y segregación social del alumnado; la especialización de algunos centros públicos en los itinerarios menos prestigiosos que podría provocar su segmentación, lo que se agudizaría si se yugulase la financiación pública; la división del profesorado por no favorecer la carrera docente y por “resucitar” el cuerpo de catedráticos; el freno a la participación de las familias; la devaluación adicional de la Formación profesional, a la que retrotrae a tiempos pasados;…

Finalmente la lista de “oportunidades perdidas”, puede constituir, por sí misma, la mayor objeción a la Ley: El nulo avance hacia un verdadero Espacio Europeo de la Educación; la falta de un moderno tratamiento para una “educación en valores”; el “cierre en falso” entre la asignatura de religión y su alternativa; la no provisión adicional de recursos para la enseñanza de idiomas y de las TIC; el escaso avance en el tratamiento de las necesidades educativas especiales; la conculcación de los derechos lingüísticos del alumnado extranjero en las comunidades bilingües con programas de aprendizaje sólo de la lengua española; …

Y después de toda esta lluvia de reprobaciones, ¿cuáles son los aspectos favorables que se prometían? Abreviadamente y sin exponer todos los matices que merecería cada caso: La Prueba General de Bachillerato o reválida, con una 'parte oral' de la lengua extranjera, mejorando una Selectividad con tribunales mixtos (Profesorado Público de Secundaria-Universidad), que ni aseguraba la coordinación entre la universidad y la secundaria, ni constituía una evaluación propia del sistema preuniversitario para homologar conocimientos y contrarrestar tendencias indeseadas en las calificaciones; los itinerarios formativos que regularicen el abanico de fórmulas de refuerzo -que de hecho ya se han desplegado en Euskadi- para la atención a la diversidad de la ESO; la reducción a tres modalidades en los dos cursos de Bachillerato; el fomento de la lectura;…

Otras posibilidades podrían vislumbrarse con una aplicación inteligente de la Ley. Como se señala en su preámbulo, “las reformas educativas han dejado de ser acontecimientos excepcionales, y se han convertido en procesos relativamente continuados de revisión, ajuste y mejora”. En este sentido, confiamos que la crisis, entendida como oportunidad, servirá para perfeccionar el Sistema Educativo Vasco, no tanto por las virtualidades de la Ley como por nuestro esfuerzo propio.

Valoración final. Como el ingeniero del chiste, que ni veía la botella medio llena como el optimista, ni medio vacía como el pesimista. Simplemente creía que estaba mal diseñada (a doble tamaño del necesario).
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Visión política de un vasco ingenuo

Un artículo recuperado de 2002 cuando finalmente parece que ha llegado el fin de la violencia. 

 Éstas son las confesiones de un fanático irredento. Por increíble que parezca, todo lo que vasco, circunstancialmente, como lo es la nacionalidad, y me considero un iluso, casi idiota en política. Idiota, más que en su acepción de “ilota” o esclavo que no disponía de la ciudadanía requerida para discutir sobre la cosa pública, en su raíz etimológica como carente de instrucción específica. Como siempre me ha apasionado más mi familia y mi profesión que la política, sólo pretendo exponer mi opinión de diletante lego en política. 

Mi modelo de ciudad y país es Lausanne y Suiza, que conocí apacibles y neutrales. La Confederación Helvética, a reserva de otros matices, es un país avanzado políticamente. Allí nadie sabe cómo se llama su presidente de turno, que suele ser un profesional jubilado que periódicamente se acerca al gobierno en tranvía para despachar temas de exigua relevancia en la vida de los suizos. 

Un país complejo, multicultural, multilingüe, con cantones y comunidades diferenciadas que conviven en un cohesionado paraíso social. En el centro de Europa, con su identidad propia en medio de tres poderosas culturas: alemana, francesa e italiana. Esta preferencia me resulta lógica, porque nacido a mediados de los años 50, el torbellino de la política ha envuelto a mi generación, más de lo que algunos hubiéramos deseado. No me he “metido” en política, ni he disfrutado (o padecido) cargos políticos más allá de algunas mínimas responsabilidades con las que mi modesta carrera de profesor me ha salpicado. Pero he vivido y trabajado en la Euskadi de finales del siglo XX y principios del XXI. 

He participado en decenas de manifestaciones en pro de la paz. Mucho antes, entonces y después del despiadado asesinato de Miguel Ángel Blanco, hace ahora cinco años. Mis hijos me facilitan la memoria. Cuando no habían nacido, mi mujer y yo allí estábamos; con mi hija muy pequeña que creía que por la Gran Vía de Bilbao se caminaba siempre por el centro de la calzada y en medio de la multitud; con mi hijo llevado a hombros; cuando ambos estaban fuera aprendiendo idiomas aquellos fatídicos 10 y 12 de julio de 1997, doble manifestación esperando y condenando. ¿Cuántas manifestaciones? ¿Cien? Sin contarlas, sin desesperar, con lluvia y con sol, con televisiones y sin ellas,… Con “Gesto por la Paz”, tras los atentados, en Bilbao, en Donostia, en Gasteiz, en Getxo,… 

Pido a los políticos que creen un marco social que nos permita vivir mejor. Yo no sé cómo -no soy político-, pero sí sé qué quiero en política, porque sí me siento ciudadano de pleno derecho, y también dispongo, como profesional, de una opinión formada acerca de la política educativa (que me reservo para otra oportunidad), que desearía fuese correspondida por mis colegas y por la sociedad, dado el impacto familiar y cívico que proyecta la educación. 

Como ciudadano de a pie pido a nuestra clase política un doble objetivo: alcanzar la paz y dar la palabra al Pueblo Vasco para que decida su futuro. Ambos objetivos se necesitan mutuamente, porque ninguno de ellos por sí solo, o parcialmente, sería válido. Sólo quiero la paz, para todos y especialmente para quienes más sufren la persecución y el miedo, y para quienes han sido víctimas, ellos o sus familias. Y quiero también que se desdramatice el dar la palabra al pueblo, porque creo en el pluralismo y sólo la democracia real nos brindará las condiciones para la paz. 

El terror se alimenta por doquier. ETA perversamente. Otros, sin desearlo, quizás también contribuyen a su pervivencia. Tal vez inocentemente, creo que apoyando y protegiendo a las víctimas, si actuásemos “como si ETA hubiese desaparecido ya”, seguramente estaría más cerca nuestro E-Eguna (el Día de Euskadi libre de la barbarie). Lo exige esta Euskadi dolida y expectante. Atormentada por tanta desolación y por las reacciones que suscita, pero esperanzada porque desea transitar hacia un futuro en libertad y sin lastres, conducido con plenas garantías democráticas por todos. 

La primera concordia será entre vascos. Los demás no podrán sino entenderlo y aceptarlo. Lo que, en plena libertad y sin ventajas, decida la mayoría: Un quórum cualificado, ¿dos tercios?, para que se sopese el posible cambio. O seguimos en el marco jurídico actual, que algunos consideran válido, o se pasa a un nuevo marco, por decisión conjunta y sin más traumas, si así lo desease una mayoría amplia. 

¿El ámbito de decisión? Creo que si todos vemos patentemente que la decisión de Navarra, por ejemplo, corresponde sólo a los navarros y no al conjunto de Euskal Herria, igualmente la decisión de lo que actualmente es la Comunidad Autónoma Vasca o Iparralde, corresponde a sus habitantes, y no al conjunto del Estado en cuestión. Lo contrario sería aborrecible para cualquier espíritu democrático. ¿Acaso todos los vascos deberíamos opinar y obligar a que los navarros sean vascos o no, incluso contra su voluntad? 

Si finalmente se conviniese, ¿qué cambiaría? No tanto como pensamos, ni para bien ni para mal. Las desquiciadas opiniones de tertulianos que tratan de condenarnos a pagar nuestras propias infraestructuras porque están construidas por todos los españoles, se caen por su propio peso, dado que el resto de infraestructuras del Estado también están sufragadas parcialmente por el esfuerzo vasco. Si tal cuenta se pudiese calcular, quizá no saliésemos malparados. Pero apartadas éstas y otras absurdas objeciones como decir que quedaríamos fuera de Europa (como si a España la hiciese europea Portugal y que recuerda aquella perspectiva inglesa de que “el continente quedaba aislado” por la tempestad en el Canal de la Mancha), la realidad sería que seguiríamos estando insertos geográfica, cultural e históricamente en Europa. 

En la nueva soberanía compartida que cabe hoy día en la Unión Europea, y que poco tiene que ver con los Estados absolutos del pasado, seguiríamos trabajando como siempre, compitiendo en el mercado globalizado, colaborando solidariamente con otros países y regiones más necesitados de Europa y del mundo, gestionando de cerca los temas propios y haciendo oír nuestra voz en los foros internacionales. 

Yo, en mi ingenuidad, seguiría cultivando tanto nuestra propia lengua y cultura vascas, como las que nos hermanan con españoles y franceses, a quienes conozco y aprecio de corazón, así como otras lenguas y culturas de este planeta en el que viajamos por el espacio, como una organizada tripulación que conviviría mejor “haciéndonos los suizos, y no los suecos”. Y en este mi segundo hogar mediterráneo donde paso las vacaciones podría izar la ikurriña, al igual que mi vecino enarbola su bandera noruega, con intención meramente informativa, señalando que “aquí viven unos vascos para ayudar en lo que se pueda”.
Versión original de Julio de 2002 en: http://mikel.agirregabiria.net/2002/vision.htm