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Tres seres humanos

©Mikel AgirregabiriaUno no sabía que sería noticia. Otro había decidido forzar la noticia. El tercero era noticia permanente.

P, nombre supuesto, se levantó aquella mañana con la misma rutina de cualquier día laborable. Se apresuró para llegar a tiempo a su puesto de trabajo. Se dirigió al Metro pensando en sus problemas y en sus esperanzas. Murió casi instantáneamente por una siniestra bomba colocada en su vagón. Aquella víctima inocente no vio el crepúsculo londinense de aquel trágico 7 de julio de 2005.

A, sobrenombre imaginario, madrugó porque sabía que aquel día escribiría con sangre otro hito horrendo en la cruenta historia de la humanidad. Creía que matar a personas indefensas y anónimas, que desconocían incluso la causa que él suponía defender, era una forma de lucha. Le fue muy fácil colocar los explosivos y retirarse a su refugio. No sabemos si pudo dormir aquella noche en los alrededores de Londres.

Z, nombre real, era un dirigente político, representante elegido por sus conciudadanos. Estaba reunido aquel día en Gleneagles (Edimburgo), cuando supo los luctuosos sucesos. Sólo tras la agitada jornada de agenda apretada y cambiada, antes de dormirse le retornó la insistente pregunta: ¿Cómo podríamos pasar esta página de la historia? La conciencia más recóndita le planteaba la eterna cuestión: Si supimos vencer el apocalíptico riesgo de la guerra nuclear entre las más pujantes superpotencias, ¿por qué no sabemos dejar atrás esta forma de conflicto entre los más desiguales?

Esta madrugada, tras la matanza, nos superan las condenas repetidas, los análisis políticos, las llamadas a la calma, las predicciones cumplidas,... No queremos acostumbrarnos a la injusticia de las guerras, ni aceptamos que sean inevitables. Hoy sólo experimentamos el esperpento ético de la prehistórica violencia con armas contemporáneas. Había que comprobar si seguimos siendo seres humanos. La paz es un verbo; algo activo que nos involucra a todos en las decisiones que adoptamos día a día. Exijamos la paz para todos nosotros, para todos los continentes, para todas las razas, para todas las culturas, para todas las religiones,...

Versión final en: http://mikel.agirregabiria.net/2005/seres.htm

Sonido familiar

©Mikel AgirregabiriaUna historia que les sonará familiar, acerca de un medio donde el sonido se propaga lastimosamente lento.

Hace muchos siglos los pensadores intuyeron que el sonido se propaga en el aire como las ondas en el agua. Los primeros fueron el filósofo griego Crisipo (año 240 a. C.) y el arquitecto romano Vitruvio (siglo I a. C.). Hubo de esperarse hasta el siglo XVII, para conocer con mayor detalle la transmisión del sonido tras establecer Galileo la base del “método científico”.

Fue el propio Galileo (1564-1642) quien calculó por primera vez la velocidad del sonido, de una forma sencilla. Con la colaboración de un artillero, una medianoche dispararon una salva (sólo con pólvora), mientras observaban desde un monte próximo, a unos 3.500 metros del cañón. Con ayuda de un primitivo reloj inventado por Galileo, el "pulsilogium", contaron el tiempo transcurrido desde que se vio el fogonazo hasta que se oyó el estruendo. Fueron aproximadamente 10 segundos, por lo que Galileo exclamó en voz alta: ¡350 metros por segundo!

Poco después, el monje y matemático francés Marin Mersenne (1588-1648) realizó medidas precisas del retorno de un eco y calculó un valor más exacto de la velocidad del sonido. Por ello, Mersenne es considerado el padre de la Acústica, si bien es mucho más conocido en el mundo matemático por sus famosos (números) primos. En 1660, el científico inglés Robert Boyle (1627-1691) demostró que el sonido necesitaba un medio gaseoso, líquido o sólido para su transmisión, comprobando que una campana era inaudible en el vacío. El gran físico británico Isaac Newton (1643-1727) demostró que la propagación del sonido a través de cualquier fluido depende de sus propiedades, como la elasticidad o la densidad.

El siglo XVIII permitió el desarrollo del cálculo, con contribuciones de científicos suizos como Johann Bernoulli (1667-1748) y Leonhard Euler (1707-1783), y franceses, como Jean le Rond d'Alembert (1717-1783) y Joseph Louis Lagrange (1736 - 1813). Finalmente, en el siglo XIX se alcanzó una descripción completa del sonido mediante el análisis armónico, desarrollado en 1822 por el matemático francés Joseph Fourier (1768-1830) y aplicado al sonido por el físico alemán Georg Simon Ohm (1789-1854).

El sonido es una vibración que recorre un material haciendo que sus moléculas se contraigan o expandan. Por ello, el sonido no viaja en el vacío, a diferencia de las ondas electromagnéticas (como la luz) que no necesitan ningún éter de soporte. La velocidad del sonido varía según el medio y la temperatura: En aire a 20ºC viaja a 343 m/s, en aire a 100ºC a 390 m/s; en agua a 20ºC llega a 1.483 m/s y en acero alcanza los 5.060 m/s.

Sorprendentemente existe un medio, el entorno familiar, donde el sonido se oye casi instantáneamente… pero se escucha al cabo de una generación. Los padres damos múltiples consejos a nuestros hijos durante sus etapas infantil y juvenil: Estudia, aprende, lee, organízate, escucha a tus mayores, elige buenas amistades,… Los niños parece que atienden, pero no lo aplican. Los jóvenes lo rechazan directamente. Pero hay que insistir… El sonido les va llegando… muy vagamente. Los progenitores no debemos desesperar… Continuemos día tras día con buenos consejos y con mejores ejemplos.

Aparentemente pasan los años infructuosamente… Hasta que un día, tu hijo o tu hija te sorprenden. Me está pasando recientemente, de forma reiterada. Por ejemplo, uno de mis hijos me cuenta: “Anoche, tras revisar lo que puede del temario, me fui a dormir pronto para estar despejado por la mañana. Creo que fue una buena decisión, porque he rendido más en el examen”. Le contesto: “Has hecho muy bien, en lugar de estar toda la noche repasando y llegar dormido a la prueba. ¿Quién te lo ha aconsejado?”. Respuesta de nota: “¡Aita (papá en lengua vasca)!, ¿te has olvidado que tú siempre nos lo dices?”.

La humanidad ha conseguido construir artefactos, como el avión supersónico X-43 de la NASA que vuela a 11.265 km/h y supera en más de 10 veces la barrera del sonido (Mach 10). Pero hemos de mejorar mucho la educación para que en la comunicación familiar, la velocidad de propagación de la sabiduría de los abuelos no requiera toda una generación para ser traspasada a los padres, y otra generación para alcanzar a los nietos.

Versión final en: http://mikel.agirregabiria.net/2005/sonido.htm

Ponme a dormir

Una clave familiar que mide la felicidad y el éxito alcanzados dentro de un hogar.

Pasados los años, se llega a descubrir cuáles son las vivencias más significativas y gratificantes de una vida. Una de mis favoritas entre las más felices y repetidas es despertar de madrugada. En plena oscuridad ir recobrando la percepción del entorno: sentir la presencia de mi esposa apoyada en mi hombro y brazo izquierdos, sus pies junto a los míos, su respiración sosegada y su sueño sereno.

El juego del despertar incluye desde hace pocos años una adivinanza de saber dónde estamos: Si en nuestro hogar de Getxo o en la casa de Alicante. El colchón es similar y no vale palpar el cabezal o el borde de la cama, ni apurar la memoria del día anterior. El truco es tratar de acertar sin abrir los ojos, por algún leve ruido como la lluvia exterior en los ventanales o el tráfico lejano. Entonces comprendo si estamos de vacaciones o durante el curso, pero eso no importa demasiado, cuando se está entre personas amadas.

Luego sigue la preocupación por nuestros hijos: ¿Estarán en sus cuartos de al lado, o en su residencia de estudios? ¿Han de madrugar? ¿El pequeño que estudia lejos parecía feliz en su última llamada? ¿Los abuelos qué tal estaban según la conversación de cada noche? ¿Y el resto de la amplia familia? Cuando el repaso indica que todo parece estar en orden, casi inmejorablemente, no cabe mayor felicidad.

Todo este sosiego lo atribuimos a un lema familiar que les enseñamos a nuestros hijos. Cuando la mayor nació, su precocidad con el habla -en distintos idiomas porque uno le parecía poco- fue impactante. Ella recreó la expresión de "ponme a dormir", que incluía rezar sus oraciones, arroparla con su peluche del momento, leerle o contarle un cuento con precisión milimétrica para evitar inexactitudes, debatir con ella el desenlace de la historia, darle un beso y velar un buen rato mientras parecía dormir… pero estaba al acecho para evitar quedarse sola hasta que Morfeo la acunase, siempre con una tenue luz en su cuarto.

Ahora que pasamos más tiempo solos, mi esposa ha recupero el mimoso lema de "ponme a dormir". No en vano hemos compartido juntos nuestras vidas desde que éramos unos críos, ella de 18 años y yo de 20. Definitivamente es fácil compartir la idea de que sentirse querido es la sensación más humana que se puede experimentar. No existe mayor aprecio interpersonal que saberse querido en el seno de una familia, por parte de los padres, de la pareja, de los hijos, de los hermanos, de los familiares propios y políticos. La verdadera medida del éxito público en la vida, donde también la estima de colaboradores, colegas y superiores es decisiva, se determina por la dimensión del triunfo íntimo dentro del propio hogar.

Versión original en: http://mikel.agirregabiria.net/2005/ponme.htm

Acompañados

Para vivir felizmente sólo es necesaria una condición ineludible: la compañía de otros.

Todos, en ocasiones, nos quejamos de la gente. Las muchedumbres, a algunos, nos aterran. Somos incapaces de acudir a esos recintos cerrados como estadios de fútbol y sentirnos rodeado de decenas de miles de personas hasta el punto de sospechar que el oxígeno circundante será insuficiente para tantos. O esas playas abarrotadas donde parece que la tierra seca se ha agotado y que algunos nos tendremos que reconvertir en la especie acuática que fuimos para refugiarnos bajo el mar todavía despejado.

Algunos refranes abundan en la idea que la soledad no es tan negativa, como el proverbio de origen italiano de que “mejor solo que mal acompañado”. Pero esta sugerencia no hace sino resaltar el valor de una buena compañía, obviamente cuando el grupo aporta valor positivo para todos sus componentes. Tras las fiestas navideñas apreciamos especialmente la inconmensurable aportación de los equipos humanos que la naturaleza y la sociedad nos proporcionan: nuestra familia, siempre en primer término; pero también las amistades, los vecinos o quienes comparten con nosotros su tiempo de trabajo o de ocio. La compañía que procura una pareja apropiada, o unos padres, hermanos o hijos, es infinitamente más gratificante que todas las posesiones materiales gozadas en soledad.

Especialmente meritorio es el compromiso ético de quienes reconociendo el tesoro de la compañía, ofrecen parte de su vida para acompañar a los más desamparados, muchas veces abandonados en la pobreza, la enfermedad o el olvido. Una faceta de esta solidaridad, anecdótica pero entrañable, radica en la sabiduría popular de esas acogedoras comunidades de paisanos extravertidos que, según nos consta, salen a la calle para ver si encuentran algún forastero a quien acompañar.

Sabemos que nunca estarán solos quienes viven acompañados de sí mismos y de nobles intenciones. De acuerdo, pero muchos deseamos vivir más acompañados. Desayunar acompañados, trabajar acompañados, comer acompañados, aprender acompañados, disfrutar acompañados, dormir acompañados,… incluso morir acompañados, como todos nacimos acompañados.

Cuento predilecto

La mujer del saco: Un cuento inventado hace 20 años que mis hijos siempre prefirieron antes de dormir.

- Éste es uno de los muchos cuentos que hace casi dos décadas inventamos Carmen y yo para nuestros hijos, Leire y Aitor. No fue el cuento más largo, hubo alguno que duró dos años, con semejanzas con “Dos años de vacaciones” de Julio Verne (puede descargarse gratuitamente en “El Aleph”). Tampoco el más imaginativo, como los de ciencia-ficción que pedían cuando fueron algo mayores; ni el de más personajes, pues hubo alguno en el que intervenía casi toda la amplia familia y algunas amistades transportados a la selva africana; ni quizá el de más miedo, como los que aseguraban emoción y sorpresa con un grito garantizado cada minuto.

Algunas pautas comunes de todas los historias solían ser que los personajes centrales, ¿por casualidad?, siempre eran una niña y un niño de las edades de nuestros hijos; pasaban aventuras arriesgadas, acababan triunfantes con un final feliz y aprendían alguna moraleja. La versión final de los cuentas fue refinada por las preferencias de sus oyentes, que insistían en los detalles minuciosos que alargaban el relato tanto como fuera necesario. La fábula que a continuación se condensa fue descrita –en muchas ocasiones- en narraciones que se extendían por más de una hora, con descripciones completas e historias colaterales. Pasemos a oír el cuento favorito de Leire y Aitor.

Había llegado la navidad y los pequeños habían esperado con ansiedad la visita de los abuelos, pero aquel año no vendrían porque la abuela estaba enferma. Los hermanos se entristecieron porque querían ver a sus abuelos y pasar la nochevieja con ellos. Tanta fue su insistencia, que los padres, que no podían viajar por razones de trabajo, decidieron que los niños tomarían un tren e irían solos en un viaje de una jornada. Les dieron mil consejos de no hablar con extraños, les prepararon la comida y la merienda, y les sentaron juntos en un compartimiento del tren junto con una señora muy guapa y amable que aseguró que les cuidaría durante parte del viaje.

El primer trayecto lo pasaron muy bien y comieron los bocadillos observando y comentando los paisajes. La señora conversó con ellos y antes de bajar en su estación, les recomendó nuevamente que no hablasen con extraños y que se abrigasen bien porque había empezado a nevar y el frío de la tarde se notaba a través de las ventanas del tren. Cuando la señora se fue, los niños se miraron con un poco de miedo al quedarse solos. Cuando vieron que la puerta del camarote se abrió y vieron entrar a una anciana completamente tapada y cubierta de nieve, se alegraron porque les haría compañía. Dejó un pesado saco que traía con ella en el asiento, junto a ella, y se quitó el gorro y la bufanda que traía empapados de aguanieve. Al ver su cara descubierta, los dos hermanitos de 8 y 5 años se asustaron. Parecía una bruja con el pelo blanco y un grano muy grande en la punta de la nariz. Les habló con una voz ronca que también les atemorizó.

- ¡Hola! ¿Dónde vais? ¿Viajáis solitos los dos?
- Nos esperan nuestros abuelos en la última estación, pudo responder la niña, que era la mayor, con un hilo de voz.
- No creo que el tren llegue hasta allí esta noche, porque la nevada es muy fuerte y la vía estará cerrada.

El niño miraba fijamente el saco, que era muy pesado y estaba lleno con algo que parecía agitarse. Al oído se lo contó a su hermana, quien también quedó petrificada. Dentro del sucio saco, atado con una soga, había algo o alguien que trataba de salir.

- ¿Qué lleva en el saco?, se atrevió a preguntar el niño al final.
- Son sólo varios kilos de patatas que he comprado en el mercado, mintió la vieja dama.
Ellos no la creyeron y se apretaron más fuertemente la mano. Cuando apareció el revisor a pedir el billete a la viajera, les dijo que tenían un aviso de que un alud impedía el viaje y que tendrían que pernoctar en la siguiente parada. Preguntó a la anciana:
- ¿Los niños pueden pasar la noche en su casa? Tráigalos mañana a las nueve para que reanudemos el viaje.
- No queremos ir con esta señora, protestaron al unísono ambos niños, pero nadie les hizo caso.
La anciana les llevó a su casa y preparó una copiosa cena. Toda la comida estaba deliciosa, y aunque al principio los hermanos no querían probar nada, ni la leche, por temor a ser envenenados, finalmente cenaron de todo y repitieron cada plato y hasta el postre. Cuando se quedaron solos y se acostaron en el cuarto que la anciana les había preparado, comenzaron a hablar y volvieron a preocuparse.

- Nos ha querido engordar como a los pavos de navidad porque nos quiere comer esta bruja, dijo el niño.
- Vamos a estar despiertos toda la noche, dijo la niña, para que no pueda atacarnos cuando estemos desprevenidos.
- Tengo mucho miedo, dijo Aitor.
- Tengo mucho sueño, respondió Leire. Se dieron la mano y aunque quisieron mantenerse en vela, el cansancio y el ajetreo del día pudo con ellos y pronto se durmieron plácidamente.

Al despertarse, la vela se había apagado y ambos sintieron que no podían mover los pies. Parecía que alguien les hubiera atrapado y no podían levantarse a abrir la ventana. De pronto, entró la extraña matrona y les gritó:
- ¡Despertaros, o perderéis el tren!

Con la luz vieron que un gato negro, muy gordo, estaba dormido y tumbado encima de la cama justo sobre sus pies. La anciana les dijo:
- No os asustéis del gato Micifuz que compré ayer en el pueblo. Venía metido en el saco porque el revisor no deja transportar animales en los vagones de pasajeros.

Así quedó aclarado el misterio y comprendieron todo. Tras desayunar con gran apetito y antes de subir al tren, dieron un abrazo y un beso muy fuerte a aquella cariñosa anciana que les había cuidado tan bien. Aprendieron que son las obras y no las apariencias las que diferencia a las personas, y que hay mucha gente bondadosa aunque tengan muchas arrugas o un grano feo en la cara. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

Podemos ser felices

Receta para disfrutar de momentos dichosos en la comedia trágica de la vida.

La existencia, demasiado frecuentemente, nos hace sentirnos como David enfrentándose a los gigantes filisteos, sabiendo que sólo una vez en la Historia David ganó a Goliat. Nos abruma el sentimiento del mítico Sísifo, que cada jornada subía su roca a la cima para verla caer cada anochecer.

Somos fallidos perdedores, émulos del Hamlet de Shakespeare, del Fausto de Goethe y del Raskolnikov de Dostoievsky. Nos debatimos atormentados entre lo mímico mínimo y lo típico lícito, entre lo nítido físico y lo cívico lívido, entre lo tímido lírico y lo cínico rígido. Hemos vivido el ricino de lo finito y, quizá con sigilo, un pellizco del divino infinito.

Merecemos ser felices: Si no podemos abrazar a un ser querido, al menos evoquemos su recuerdo. Si no podemos oír una voz amiga, escuchemos una canción de amor. Si estamos solos, advirtamos el palpitar de nuestro corazón que late acompasadamente con otros. Si no podemos escapar de las preocupaciones, démonos un minuto de descanso. Si no podemos ver la esperanza cerca, cerremos los ojos. Si no podemos dormir sin pesadillas, soñemos despiertos. Si hoy no podemos ser dichosos, esperemos un nuevo mañana. Si la muerte nos ronda, confiemos en el más allá. Si no podemos ser felices, siempre nos queda el recurso de ser… inocentes.

La única fórmula de la alegría es sentirnos livianos, como ángeles capaces de volar al tomarse a sí mismos muy a la ligera. Kierkegaard nos dio un consejo: "La puerta de la felicidad se abre hacia fuera". Sólo olvidándonos de nuestro yo y pensando en los demás podremos ser dichosos. La felicidad es para quien la busca… en los demás. Vivamos tan intensa y altruistamente como podamos. No podremos ser felices sino regalando felicidad.
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El político perfecto

¿Cómo debe ser una persona para dedicarse a la política?

Todos tenemos en mente cuál es el perfil óptimo de una persona dedicada a la política. Si lo escribimos en un papel, comprobaremos con sorpresa que pocos de nuestros candidatos lo cumplen estrictamente. Hay muchas cualidades, pero podrían reseñarse siete esenciales:

1º Contrario al esquema de Líder + Redil. Un político debiera sentirse como alguien que dedica una parte de su vida al servicio público, a resolver los problemas de una comunidad. Nunca debe creerse alguien superior, cuya soberbia visión debe ser comunicada o impuesta a su pueblo. Debe recordar en todo momento su condición de servidor, no de mandatario. Sólo se puede gobernar a la ciudadanía, sirviéndola.

2º Impulsor de equipos y organizaciones. Un político contemporáneo debe reconocer que la diversidad de los problemas actuales requiere soluciones complejas que movilicen a toda la ciudadanía, articulando actuaciones con grupos numerosos y plurales, instituciones diversas y todos los recursos sociales existentes.

3º Equilibrado y ecuánime, incluso en las opciones dentro de su partido, entendiendo la política como un caballo: peligroso en sus extremos e incómodo en el centro. Un político perfecto sabe que su función es como la mano que mece la cuna, el profesorado que despierta o el progenitor que prudentemente vela por su familia. Debe ser realista, es decir, un optimista con experiencia.

4º Con dedicación a la política limitada en su vida. Ojalá reconociésemos la profesión previa en nuestros políticos, distinguiendo al médico, al profesor, al economista que hay antes de entrar en política, con una dedicación a la que volverán pasados sus años de servicio político. El político perfecto es un amateur, dotado de profesión, familia y militancia, a quien llega la hora de pasar a primer plano por un período. No debiera ser alguien demasiado joven, ni alguien que ha vivido siempre en y de la política. Debe disponer de una vuelta a su vida anterior. La política sólo puede entenderse como la continuación del servicio prestado desde una carrera,... por otros medios de mayor alcance social.

5º Sincero y coherente. El arte de servir a los demás solucionando los problemas públicos sólo puede ejercerse sin mentir nunca al electorado, aunque no siempre se pueda decir toda la verdad. Un político, a diferencia de lo que abunda es justamente lo contrario de Zelig, el hombre camaleón que adoptaba el aspecto físico de sus interlocutores.

6º Un político nunca es suficientemente sobrio, porque la moderación, la frugalidad, la sensatez debe aflorar diariamente, en cada acto, en cada declaración. Un político perfecto es un deportista modelo de fair play, que sabe perder y sabe ganar (a menudo, lo más difícil de gestionar). El político perfecto debe ser amante de la humildad: Ibarretxe, ante el lujoso despacho de una naciente compañía pública cuando era vicelehendakari, dijo que aquello era el mejor ejemplo de lo que… no debía hacerse nunca con el dinero de todos.

7º Con mentalidad de puente y no de muro, sin miedo a la Paz, que no necesite enemigos, que como estadista piensa en la próxima generación, y no en la inmediata cita electoral. Es nutrido el "cajón desastre" de políticos, con larguísima duración en cargos, sin incompatibilidades, que destiñen en el primer lavado. También abundan los trepas, los tránsfugas,… También los que buscan un retiro en Iberdrola (como Aznar). Incluso los que ejercen de pseudo-políticos desde la presidencia de la patronal o del episcopado, desde la magistratura o desde los periódicos o los que opinan de Euskadi desde Extremadura. Pero lo que necesitamos es un liderazgo político propio del siglo XXI, con mujeres y hombres que sepan trabajar con equipos propios y pactar con los adversarios políticos para la resolución de las necesidades reales. Políticos que pretendan convencer y ganar votos, remediando desgracias y no buscándose nuevos enemigos. Necesitamos salir de este “camarote de los hermanos Marx” en que han convertido la política de enfrentamientos surrealistas, con nuevas gentes que vivan como si fueran a morir mañana, y que se dediquen a la política como tras un máximo de ocho años hayan de volver a su quehacer habitual.

¡Arrepentíos, políticos profesionales! Lo mejor que nos puede pasar como sociedad cruasán que somos es que encontremos a esos hombres que fueron jueves, que se revelen y se rebelen, en serio y en serie con una democrática ‘revolución de terciopelo’, que entiendan que la política es mucho más que echar la culpa a los demás. Que solventen problemas y no nos den la tabarra como aquella abuela tarareando la misma canción de cuna, hasta que el nieto le pidió: “Nana, ¿no podrías seguir cantando fuera?, es que quisiera dormir”.

Duerme rápido

Todos los días trabajo 12 horas, duermo 9 horas y mis restantes funciones vegetativas me ocupan durante 3 horas, coincidiendo los tres períodos. Así que por la noche me despierto pronto. Para un insomne, la vida no es un sueño. Leo las versiones digitales de los periódicos más precoces, los que están en Internet a las 3:00 de la madrugada. Cuando surge una idea con alevosía y nocturnidad, una tontería que otro apuntaría en su libreta de mesilla de cama, estoy tan adormilado que redacto y envío mi crónica clónica diaria a la sección de “Cartas al Director”.

No pienso, luego escribo. Basta lanzar un título y el hilo te conduce hasta el final. Pones en letras grandes “No encuentran La Paz… en Bolivia”, “Gravar el grabar”, “¿Faltan alumnos o sobran colegios?”, “El IVA que venía”, “Jaulas escolares”,… y el contenido surge espontáneamente. Casi nunca lo publican, pero siempre hay un alma caritativa en una redacción que piensa: ¿Y por qué no? Y si usted lo está hojeando demuestra que valía, o que está más dormido leyéndolo que yo escribiéndolo.

Suele convenir algo de actualidad política. Lo malo que es el análisis que prima ahora es muy monótono. Sólo se interpreta las noticias de un modo: Si hay chapapote, algo habrán hecho en el norte; y así todo lo demás. Pero siempre añado alguna cita, y un latinajo que actúe como “Deux ex machina” que justifique el argumento (¡a que no va al diccionario para saber si he utilizado bien la expresión!). Y esos palabros que describen ‘problemos’: Dislate, birlibirloque, fáustico, falacia, histriones, sofismas, resabios,… Y aporto alguna cifra que dignifica a un texto. Esto es fácil cuando se lee todo mezclado: Los aviones Eurofighter realmente han costado 8.755 millones de euros; el utópico transporte gratuito para menores y mayores en Madrid, costaría 190 millones de euros al año. Conclusión: Evidentemente no llega para tonterías.

Deprisa, más deprisa, hay que acelerar el metabolismo informativo. Termino, que me estoy despertando y si lo reviso nunca lo enviaré. Cuando lo relea días después, pensaré: ¡Hala lo que he dicho…! Pero más “daños colaterales” provocan otros… Prueba a dormir rápido y ataca con tus cartas.

¿Caluroso o bochornoso?

España va tan bien, que miente en lo más obvio: Ha dejado de estar situada entre Francia y Portugal, y además este verano no está siendo tórrido, aunque usted no pueda dormir de calor. Las funerarias francesas y portuguesas estiman en más de 10.000 y 1.300 las muertes ya producidas por las altas temperaturas, mientras el Gobierno español limita a menos de 100 las muertes atribuibles a las altas temperaturas. Como única medida urgente se ha apresurado a declarar que son parecidas a las producidas en 1995 cuando gobernaban "otros".

Las pompas fúnebres españolas, al servicio de los más "vivos", no facilitan datos que podrían desorientar a los siempre bien informados ciudadanos. Los periódicos se aprestan a investigar, pero no encuentran nada que rebase el ámbito de lo local. Por no hallar, ni dan con la ministra de turno, que afortunadamente parece que no ha sufrido ni un golpe de calor ni siquiera un ataque de vergüenza. No ha dimitido ningún Director General de Salud, por tres razones: no se han percatado que pase nada fuera de lo habitual; nadie dimite nunca; y jamás es cesado alguien nombrado por tan sublime gobierno. Cierto es que todavía no se han apuntado el tanto de la menor mortalidad por la eficacia del sistema…, pero todo se andará.

¡Ah, tampoco ha habido incendios (eran barbacoas lo que vio por ahí), ni sequías, ni restricciones! Todo esto ha afectado a Alaska que se derrite o a una desorganizada Europa, pero no a la bien gestionada España. Tampoco persiste el chapapote, ni nada que lo que desean los malvados que pretenden empañar la perfecta gestión del PP… en la mayoría de los medios de comunicación.

Últimas palabras famosas

CLIC para leer más...- Pardonnez-moi, monsieur. (Discúlpeme, señor) María Antonieta Cuando se aproximaba a la guillotina, condenada a ser decapitada por traición, tropezó accidentalmente con el pie del verdugo.

- Condenada a ser decapitada por presunto adulterio y alta traición, Ana Bolena fue llevada al cadalso, donde le dijo a su verdugo: “No le dará ningún trabajo: tengo el cuello muy fino".

- Napoleón: "France, armée (ejército), Joséphine", o, según la versión de las memorias de Santa Helena "...tête...armée...Mon Dieu !". Tenía entonces 52 años.

Materia Adolescente

ACLARANDO de antemano que esto no es un manual de supervivencia para familiares o profesores de adolescentes, cuya condición evolutiva les exime de toda responsabilidad, enuncio algunas insólitas peculiaridades de la estructura adolescente, inéditas en la literatura científica.

Propiedades físicas:
1) Los adolescentes no se mojan. Está demostrado que la lluvia que empapa al resto de los mortales es de nulo efecto con ellos. ¿Alguien ha visto a un adolescente con paraguas?
2) Los adolescentes atraen a otros adolescentes y repelen a adultos y niños. Sólo son miscibles con otros adolescentes. También son atraídos por motos, jolgorios, humos y otros motivos insalubres.
3) Los adolescentes son magnéticos, hasta el punto de quedar atravesados por múltiples hierros en forma de aros, piercings, y otros objetos metálicos. Las colecciones de CDs, lo único ordenado de sus leoneras, ¿estarán imantadas también?
4) Los adolescentes son multicolores, tiñendo abigarradamente sus melenas, ropajes y aparejos, de forma que son reconocibles a distancia por otros estrambóticos miembros de la misma estrafalaria tribu.
5) Los adolescentes son fotófobos. Huyen de la luz diurna y sólo salen a la calle tras cenar y después de los vampiros, quienes se recogen antes para no encontrárselos.
6) Los adolescentes, con el esfuerzo, descansan. Después de dormir un día entero están agotados en casa, y sólo en el casco urbano y con el transcurso de las horas van ganando vitalidad.
7) Los adolescentes están electrizados permanentemente. Sus pelambres y pelajes en punta no podrían explicarse de otro modo.
8) Los adolescentes son trasparentes. De madrugada pueden atravesar el pasillo sin ser vistos y sólo si la puerta de su cuarto está cerrada se sabe que han vuelto sus espíritus.
9) Los adolescentes son como los diamantes, duros para 'rayar' pero muy frágiles, bruscos con los demás pero muy susceptibles.
10) Los adolescentes son inmunes a las enfermedades... en fin de semana. Todas las dolencias comienzan en lunes y se curan completamente para el viernes.

Propiedades sensoriales:
11) Los adolescentes no ven, ni huelen, la mugre propia. Disponen de una visión y olfato excepcionales para la porquería ajena, pero ¿pueden avistar el desorden de su cuarto y la roña que dejan en el baño?
12) Los adolescentes no oyen, y eso que debajo de las greñas y detrás de los auriculares disponen de oídos, ¿o son sólo orejas? El ruido infernal que surge de su cuarto y que hace temblequear los muebles del resto del edificio no les afecta. Sólo el zumbido del teléfono parece resucitarlos del perpetuo letargo doméstico.
13) Los adolescentes sólo cuentan con papilas gustativas del mal sabor. Se quejan de todas las comidas y nunca encuentran nada de su agrado.
14) Los adolescentes han perdido el habla y sólo rezongan gruñidos, aunque se dice que entre ellos manejan alguna jerigonza ininteligible para extraños.

Propiedades motoras:
15) Los adolescentes han deformado en garra el pulgar derecho por los videojuegos y el envío masivo de mensajes por móvil en idioma galimatías al resto del enjambre, con el que también chatean interminablemente para no decirse nada.
16) Los adolescentes no se mueven para nada útil. Son incapaces de levantarse de la mesa a por el pan, pero pueden desplazarse kilómetros a pie por una fiesta.
17) Los adolescentes son enclenques para traer una bolsa del supermercado de la esquina, pero pueden cargar litronas y mochilas llenas de bártulos por toda Europa.Propiedades psíquicas:
18) Los adolescentes están siempre disgustados. Sólo en su clan, se dice, salen de su condición de enfado permanente contra la humanidad.
19) Los adolescentes maduran muy torpemente. Sólo un cúmulo de errores, concienzudamente buscados y sufridos en cabeza propia o próxima, puede llevarles a la cordura.
20) Los adolescentes caen simpáticos a quienes les rodean. Ante los niños, porque les admiran en su independencia, ante otros igualmente insensatos adolescentes, o ante adultos (excepto sus padres y profesores) porque pueden decir: ¡Gracias a Dios que sobreviví sin secuelas a ese delirante paroxismo y que no son mis hijos o alumnos!

Cuando la adolescencia termina, en un período eterno para sus progenitores, se supera la zozobra y aparecen el sosiego y la autoestima alta, que se desvanecen nuevamente cuando sus propios hijos llegan a la pubertad.

La paternidad es maravillosa. Entre sus innumerables gratificaciones figuran que todos los problemas anteriores pasan a segundo plano e, incluso, algunos desaparecen (como la preocupación sobre cómo invertir los excedentes económicos), y que tus hijos y sus peripecias te mantendrán entretenido el resto de la vida.

Artículo original. También publicado en Sr. Director (16-10-2003, Noticia del Día), Vistazo a la Prensa (16-10-2003), IblNews (17-10-2003), Rebelión (17-10-2003), Foros de Terra en México (18-10-2003, con comentarios),...