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El día después

Como es fácil imaginar, conociendo la dinámica de “Cartas al Director”, las misivas de este día después fueron escritas días antes. Eso es lo que estoy haciendo. En unos minutos mi mensaje estará escrito y remitido en la confianza de ser publicado el día después de las elecciones: el 26M. Esto es auténtica futurología, sin trampa ni cartón. He aquí mi pronóstico, para mi eterna burla o ganarme el respeto del “respetable”.

La mayoría de los partidos y de las gentes dirán “Hemos ganado nosotros”. Y será cierto para aquellos que realmente hayan “acertado” con sus colores y para los que estaban esperando saber “quiénes habíamos ganado”. Por tanto, lo realmente difícil de predecir es quiénes han perdido, o eufemísticamente avanzado hacia atrás, o no alcanzado todos los objetivos, o cogido carrerilla para las siguientes.

Perderá el PP, y cederá algunas comunidades y capitales importantes (Aragón, Sevilla,…) y, con acuerdos ulteriores, la comunidad y/o la capital de Madrid. Pero sobre todo, retrocederá en Euskadi. Salvo las pírricas victorias en los pueblos donde han anulado las demás listas, reculará para siempre, tanto en la Comunidad Autónoma (incluida Araba) como en la Comunidad Foral Navarra, donde no existe sino a través del crisol UPN. También se materializará el fracaso de Batasuna, con independencia de los votos nulos que pueda contabilizar, ya que la ilegalización que ha imposibilitado su presentación, significará ver desaparecer su escaso (aunque ahora reconocerán que valioso) poder institucional en Ayuntamientos y Diputaciones. En ambos casos, será el fruto de “políticas” de confrontación, de radicalidad, de tensión, propias de partidos de “pensamiento único” que buscan la victoria en la derrota sin paliativos del adversario.

Ganarán los partidos de la centralidad: el nacionalismo democrático, sobre todo el vasco, por efecto de la reanimación que provoca el ataque continuado de todas sus instituciones (Gobierno Vasco, Parlamento, Prensa, Lengua, Educación, Universidad, Policía,…), y menos el catalán por las circunstancias propias de Barcelona y cierta ambigüedad pasada de CIU en el poder que siempre desgasta. También ganará el PSOE, por la recogida de los réditos del fracaso del PP, la conversión en primarias de unas municipales y el bipartidismo mediático en la España no periférica. Y ganará IU, injustamente despreciada por el PSOE y vilmente difamada por el PP. En Euskadi emergerá una izquierda abertzale independentista, Aralar, muy embrionaria, democrática y respetuosa con los derechos humanos, con recorrido a futuro.

¿Y los pactos? Poco que decir ahora, pero el PP, con un apreciable tufo a oposición, no será buen compañero de viaje para terceros. Toca a su fin el “milagro de la derecha”: todos en el PP desde los ultramontanos hasta esa ciudadanía española de centro alternante que apuesta siempre a caballo ganador. ¡Ojalá brotase un PP más digno, centrista, dialogante, con menor liderazgo presidencialista, que no pretenda instaurar una “grandeza a la española” y cuyo modelo no sea el más rancio republicanismo norteamericano de insufrible adaptación europea!

(Escrito el 23-mayo, antes del 25M de 2003).

Quejoso presidente

Aznar, si cumple su reiterada promesa, se irá de la política después de gobernar ocho años con el permanente tic de proceder como en la oposición: criticar en lugar de responsabilizarse. Cada vez que no está a la altura de las circunstancias, la culpa es… de los demás. Siempre rebusca incumplidores ajenos: la misma oposición, Rodríguez Zapatero, Llamazares, la OTAN, la ONU, los elementos meteorológicos, la suerte,… y, el cabeza de turco por excelencia: Euskadi y todo lo vasco, Lehendakari, Gobierno, Parlamento, ETB o la prensa en euskera, la Ertzaintza, la Iglesia vasca, la Universidad del País Vasco o las ikastolas, o la inmadurez de los votantes vascos. Empieza a resultar enfermiza su búsqueda de una “cabeza de vasco” como excusa perfecta para lo que sea y en donde sea.

Los últimos episodios han sido lamentables. La fatídica muerte de 62 militares se salda con que hubiese sido impopular gastar en un transporte como es debido, o el asesinato de dos policías en Navarra que se distrae con el inconexo sentir vergüenza porque en Vitoria-Gasteiz los parlamentarios hagan únicamente tres minutos de duelo o no sepan cómo pasar otros al grupo mixto.

Aznar no va bien: Le gusta jugar a todo lo que no es su rol institucional. Quiere ser la oposición a la oposición, actuar como estadista mundial y estratega belicista, mantener una familia cuasi real, juzgar más que los tribunales, presentarse como concejal en Bilbao y apoyar a la concejala de Madrid, dirigir todo el poder económico y controlar toda la prensa, las radios y las televisiones. Todo ello sin centrarse en su papel y asumir plenamente su deber como presidente, recordando que un gobernante puede ser culpable por negligencias cometidas 'in eligiendo' o 'in vigilando'. Por ejemplo, ¿por qué no se asegura de cómo se ejecuta el gasto militar y de cómo se coordinan sus propias policías?

Gora España

Quizá sea una expresión políticamente incorrecta para muchas personas, de aquí y de allá, pero algunos pensamos que la ideología del nacionalismo democrático sería perfectamente aplicable en España.

Pero algunos pensamos que la ideología del nacionalismo democrático sería perfectamente aplicable en España. La idea de “vasquizar” España (voz que puede proceder del euskera ‘ezpaina’, pronunciado ‘españa’ y que significa labio) ya la propuso el bilbaíno Miguel de Unamuno, y la expresó poéticamente el hernanitarra Gabriel Celaya (Rafael Gabriel Juan Mugika Zelaia): “Hay que revasquizar España, iberizarla, salvarla del poder abstracto y absoluto, volver a nuestras tribus, nuestro federalismo, nuestra alegría fiera, nuestro respirar limpio, nuestro no al centralismo francés y su dominio”.

La organización administrativa cambiaría radicalmente: Respeto absoluto a la independencia de las autonomías (como entre la Comunidad Autónoma Vasca, la Comunidad Foral Navarra o Iparralde), y descentralización de las provincias (territorios históricos en el caso vasco) con haciendas (forales) independientes y el mismo peso en la elección de los gobiernos autónomos (25 diputados Araba o Bizkaia).

Esto significaría que Madrid o Cuenca contasen con el mismo número de congresistas, como sucede en el Parlamento vasco, y que en cada capital de provincia existiese una hacienda autónoma, que bien se preocuparía de recaudar impuestos y desarrollar su progreso. Destinaría una partida para gastos de la comunidad, en los contados temas coordinados a nivel de cada autonomía (policía autónoma, educación y sanidad), y un cupo para los mínimos del Estado (Corona y ejército, así como Asuntos Exteriores con participación de las autonomías).

Se reubicaría la capital administrativa fuera de grandes ciudades y sin razones históricas, quizá a Ávila (como Vitoria-Gasteiz, descartando la histórica Iruña-Pamplona, el demográfico Bilbao o el turístico Donostia). Se estimularía un pluralismo político y sindical con varios grandes partidos y sindicatos (no menos de cinco en cada caso como en la CAV), lo que inexorablemente conduciría a gobiernos más flexibles, tripartitos como mínimo. Los partidos serían bicéfalos para evitar la concentración de poder ejecutivo y político.

Se cultivaría un respeto a las lenguas, culturas, folklores y tradiciones hispánicas, o ibéricas, favoreciendo el plurilinguismo con varios idiomas oficiales. No sólo el castellano, el euskera, el catalán y/o valenciano y/o mallorquí, el gallego-portugués, el bable,… sino todos los dialectos como el andaluz o el murciano serían cuidados y mantenidos como un bien común y por la riqueza cultural que suponen (como los varios euskalkiak, los dialectos vascos como el Bizkaiera,…).

Se estrecharían lazos con las comunidades en diáspora por todo el mundo. Se aplicarían medidas que ya son efectivas en la CAV con carácter general cuyo efecto positivo es innegable: la gratuidad de la educación en centros públicos o concertados, altos porcentajes de escolarización desde un año hasta la universidad, un mayor gasto sanitario por habitante, una menor inseguridad ciudadana, un bilingüismo real de la sociedad con su lengua propia u otras, la solidaridad con el Tercer y Cuarto Mundo, un salario social extendido a todas las familias, una elevación de salarios y calidad de vida, una mejor formación continua de los trabajadores, un pacifismo militante generalizado por tanto dolor acumulado,… Y otros infinitos matices cotidianos, como los equipos deportivos propios, con jugadores autóctonos.

Creemos que todo ser humano lleva inscrito ese sentimiento que los vascos llamamos AMALUR (Ama Lurra: Madre Tierra, el amor al terruño), y que en quechua se dice Pachamama significando literalmente lo mismo. El nacionalismo es la responsabilidad de cada persona, y de cada pueblo, de cuidar su parcela del planeta Tierra, no frente a los demás, sino frente al descuido y al olvido,... ¿Alguien se apunta a desarrollar más este Proyecto apenas esbozado?
Es posible que desde Euskadi contara con muchos apoyos, y muy probablemente también desde otras nacionalidades o regiones de la península. Quizá pronto podamos oír un recíproco ¡Arriba Euskadi! (que por cierto parece que ese Arriba también fue traducción franquista del euskera Gora, en sustitución del natural Viva). ¡Gora España Askatuta! ¡Viva Euskadi Libre!

Escuela versus sociedad

Los códigos éticos propugnados en la escuela y los valores imperantes en la sociedad son contrapuestos y antagónicos.

Acudimos Carmen y yo a una entidad bancaria para solicitar un crédito. El motivo es el coste extraordinario de que, mientras nuestro hijo estudia en Navarra, otra hija participe durante un curso académico en un “Programa Erasmus”. Insisto en designarlo como “Programa” y no como “beca Erasmus“, porque la ayuda institucional recibida no alcanza ni para fotocopias, sin cubrir ni viajes, ni manutención, ni alojamiento, ni la matrícula en la universidad de origen. Incluso para los estudiantes vascos, y a pesar de ser la autonomía mejor financiada en otros aspectos escolares, este “apoyo” está a la cola del Estado… que se encuentra a la cola de Europa.

El gestor que nos atiende sigue su protocolo de concesión de préstamos. Aún estando avalada múltiplemente la suma solicitada, ha de cumplimentar un procedimiento que expone claramente lo que se valora socialmente: ¿Son fijos los empleos de los solicitantes?, ¿con qué antigüedad?, ¿cuantía de los sueldos?, ¿disponen de casa propia?, ¿está totalmente financiada?, ¿poseen otras propiedades?,… hasta ¿qué modelo de coche mantienen? Al concluir el cuestionario, ponderando en euros cada partida, sorprendido pregunté: ¿No van a reseñar cuántos hijos hemos criado, qué formación acumulan y de qué expectativas disponen? La respuesta, aunque amable, fue lapidaria: “No, eso no interesa”.

Los educadores pregonamos que las personas, y no las cosas, son las que importan. Creemos que la educación de nuestros hijos es la mejor inversión y la mejor herencia que podemos dejarles. Pero en el mundo real, fuera del intramuros escolar, lo que vale es el dinero y no la sabiduría; lo que rige es la competencia y no la cooperación; lo que manda es la ambición y no la solidaridad. Por eso es tan inverosímil el mensaje docente de utopía al alumnado, que detecta una recomendación que no se practica.

Los mismos dirigentes políticos y sociales caen en una inequívoca hipocresía. Elogian la trascendencia de la educación con grandes panegíricos de identidad europea, mientras no favorecen estudiar fuera. En Irlanda, un modelo de regeneración socio-económica, Leire y todos los alumnos cuentan con un carné de estudiante que ofrece un importante descuento generalizado en todos los medios de trasporte, acceso a la cultura e incluso en las tiendas comerciales. Allí el status de estudiante está históricamente más valorado y soportado colectivamente. Aquí, habría que recordar que obras son amores,… y sobran muchas declaraciones.

Versión final: mikel.agirregabiria.net/2005/escuela.htm