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El regalo de un libro, además de obsequio, es un dedicado elogio

Otro de mis preciados libros dedicados. En este caso, por el artista Darío Urzay (nacido en Bilbao en 1958, reseña en la Wikipedia).

Trabé relación fortuita con él con ocasión de su cesión gratuita de un diseño para camiseta del Athletic, defendiendo en mi web (Junio, 2004) su impecable actuación que fue muy mal reseñada en los medios de comunicación. Desde el respeto y la admiración, dejo aquí esta muestra de uno de sus catálogos.
[Otros libros dedicados...]

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A Gerardo sin retardo

Mi convecino de Getxo, Gerardo H. Zorroza, parece interpelarme en su carta “El tiempo” de hoy que sigue a la mía titulada “Un día perdido”.

A pesar de no tener el gusto de conocerle, leo con atención las frecuentes cartas de Gerardo H. Zorroza. La última en DEIA, posiblemente abreviada, me ha sorprendido por su posible afán de iniciar una polémica conmigo. Literalmente señala que “opinar ex cátedra y alegremente sobre algunos temas, como ‘el tiempo perdido’ por ejemplo, es cuando menos imprudente, incluso para aquellos presuntos docentes avanzados”. Según parece porque “…en estos días, el tiempo dedicado al trabajo, para muchos, se ha convertido en un Purgatorio y, para otros, exclusivamente en un negocio”. Y termina: “Por cierto: ¿Agirregabiria es incondicional de la Real, o simplemente lo parece?”.

Sin el ánimo de pelotear un litigio de escaso interés para los lectores, sólo he de responder que como educador (usted sabrá si avanzado aunque sea cargado de presunción) entiendo que opinar no puede ser ex cátedra (reservado para definir o hablar el Papa). En todo caso, la percepción sobre el trabajo (sanitario o docente, como lo son el suyo y el mío) es opinable, y subjetivamente me ratifico en creer que, a mi juicio, un día de trabajo no es un día perdido.

Por último, lo más prodigioso ha sido la sospecha de que soy “incondicional” de la Real. No imagino a vislumbrar cómo ha podido inferir tal recelo, porque rara vez hablo de deportes (excepto del ajedrez), y casi nunca de fútbol… si no es para compararlo con otras aficiones populares (como la política). Sólo para defender fenómenos sociales como Darío Urzay o Clemente, he citado colateralmente y un par de veces al Athletic (“mi” club por ser bilbaíno y hacer estado una vez en San Mamés para ver un Euskadi-Brasil). Jamás he hablado de la Real, sociedad deportiva de la que no tengo ni queja, ni devoción, ni siquiera conocimiento alguno.
Versión .DOC para imprimir
Versión final en: mikel.agirregabiria.net/2006/gerardo.htm

Dúo de búho y fútbol

Similitudes entre sagaces lechuzas y futboleros lechuzos.

Los búhos son aves crepusculares o nocturnas, dotadas en su descomunal cabeza giratoria con grandes ojos de visión binocular y retina adaptada a la oscuridad, además de un oído muy desarrollado con escucha direccional. Estas rapaces carnívoras vuelan sigilosamente y devoran enteramente a sus presas, engullendo en una sola noche más que su propio peso y regurgitando posteriormente los huesos que no pueden digerir. Los búhos y las lechuzas habitan en todos los continentes, si bien sus colores se adaptan al entorno.

Los futboleros son seres estáticos de mirada fija que pueden ser avistados al atardecer o anochecer, descubriéndose por los gritos trémulos y silbidos lastimeros que ululan cuando su equipo va perdiendo. Con su excepcional sentido del oído, capaz de repetir lo que oyen por la radio, con crueles zarpazos y certeros picotazos son capaces de zamparse su pieza favorita: los entrenadores. Instalan sus nidos en extraños lugares desde donde puedan observar con tranquilidad su espectáculo preferido.

Los mochuelos plumíferos de brillantes y resplandecientes ojos intrigaron durante siglos a los seres humanos. Las mitologías griega y romana asociaron a los búhos con la diosa Atenea o Minerva, patrona del intelecto. Ya en milenarias monedas de Atenas del 2.500 AC, la lechuza aparece como emblema de victoria, suerte y sabiduría. Filósofos como el gran Aristóteles, el idealista Hegel u Ortega y Gasset convirtieron al búho en el símbolo del pensamiento.

Los lechuzos futboleros no parecen encarnar demasiado bien el paradigma de la inteligencia. Buena prueba de ello se encuentra en las cabeceras de los periódicos de hoy, tras el esperable fracaso de la selección española en la Eurocopa. El intelecto futbolero predominante sólo sirve para atribuir culpabilidades, no para hallar soluciones. El inacabable rosario de excusas no explica la ancestral historia negra de un desastre continuo: el gol de Cardeñosa que no fue (Argentina 78), el ridículo del Mundial 82, el cante de Arconada en la Euro 84, el penalti fallado por Eloy en el 86, la barrera de Michel en el 90, el fallo de Salinas en el 94, la caída de Zubizarreta contra Nigeria en el 98, el balón a las nubes de Raúl en la Euro 2000 o el arbitraje egipcio en el Mundial de Corea. En la Eurocopa 2004, la cabeza de turco será el entrenador Iñaki Sáez.

Y todavía dicen por ahí que si Euskadi o Catalunya mantuviesen selecciones oficiales se debilitaría la “escuadra española”. Menos mal que algunos nos consolamos con el modelo de cantera propia, con jugadores exclusivamente autóctonos, como el sistema que sigue en exclusiva mundial el Athletic de Bilbao. Propongo que, junto a las creativas camisetas para la UEFA de Darío Urzay que acabarán gustando a todos como el Guggenheim Bilbao, nuestro club vasco mantenga su política patrimonial de formar jugadores desde las etapas escolares, sin acogerse jamás a la contratación de futbolistas externos.

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Historia de kIDEAk

Una foto del origen de kIDEAk en las oficinas de BEAZ (Sondika) hacia 1997-1998: Irune Arteta Torrealday, Mª Pilar González del Río, Joseba Lauzirika (arriba), Josi Sierra (abajo), Txus Ganzabal, Luis Mª Guinea (arriba), Mercedes Barranco (abajo, Centro de Psicología Gizaki), Juan de Dios Uriarte, Carmen de la Sen, Lourdes Jiménez Aspiazu, Esther Elexgaray Cruz y Mikel Agirregabiria. Faltan entre otros participantes Goyo Elorza, Luis Mª Saratxaga, Santiago Aldekoa e Ignacio Urzay.