La educación como ejemplo

En ocasiones, la enseñanza es noticia por disfunciones aisladas, pero el sistema educativo ofrece un servicio social inigualable.

Para la totalidad de la ciudadanía nuestra sociedad ofrece un puesto adaptado a las necesidades de cada persona. No importa a qué minoría étnica se pertenezca (todos pertenecemos a alguna), no importa qué minusvalía o déficit se tenga (todos tenemos algunos), no importa la familia de origen, el momento de llegada, no importa nada… entre los 6 y los 16 años se han dispuesto los necesarios recursos humanos especializados e ingentes presupuestos para una perfecta formación.

Todo el profesorado, en sus distintos niveles, funciones y especialidades, todo el personal de apoyo (conserjes, cocineras, conductores,…), todas las instalaciones y servicios,… atiende durante 10 años a nuestros hijos e hijas. En la práctica, la atención educativa se extiende una media de más de 20 años, desde los pocos meses hasta pasados los 22-24 años en el caso de la enseñanza superior de FP o universitaria (sin citar la formación continua, ocupacional o de personas adultas). Las condiciones son inmejorables, incluida la gratuidad para las familias que no pueden contribuir económicamente.

Llegará el día en el que los sistemas de protección social se ocupen de las necesidades específicas de atención, en los casos necesarios, para el estudio o el trabajo de la generalidad de la población… durante toda su vida. Mientras tanto, el complejo sistema de educación muestra el camino y cuida durante un largo periodo preparatorio a las generaciones más jóvenes.

Esta custodia es perfectamente compatible con la transmisión de un mensaje inequívoco desde la educación primaria: “Cada persona debe ir asumiendo, tan pronto como sea posible, todo el grado de autonomía y responsabilidad que le sea posible, colaborando con su esfuerzo y trabajo (incluido el de estudiar) a su propio crecimiento personal, profesional y familiar, así como al bien común de la sociedad en la que ha podido nacer y crecer”.

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23N: 30 años de la muerte de André Malraux

La frase más recordada del agnóstico Malraux es: "El siglo veinte será religioso o no será". Y donde dice "religioso", puede ponerse "espiritual", "metafísico", "místico", porque esas y otras variantes de la idea se presentan por unos y otros como la auténtica expresión oída repetidas veces dicha por André Malraux.

Otras citas: La muerte sólo tiene importancia en la medida en que nos hace reflexionar sobre el valor de la vida.
La juventud es una religión a la que uno siempre acaba convirtiéndose.
El verdadero combate empieza cuando uno debe luchar contra una parte de sí mismo. Pero uno sólo se convierte en un hombre cuando supera estos combates.
Si de veras llegásemos a poder comprender, ya no podríamos juzgar.
He aprendido que una vida no vale nada, pero también que nada vale una vida.
La cultura es lo que, en la muerte, continúa siendo la vida.
Todo hombre se parece a su dolor.
La tradición no se hereda se conquista.
No tarda nueve meses sino sesenta años en formarse un hombre.

Mejor momento de la temporada 2006 en F1

La salida de Alonso bajo la lluvia de Hungría, donde adelantó desde 15º a 3º en tan sólo cinco vueltas. Así lo han decidido los lectores de la revista Grand Prix, que además han determinado que Alonso ha sido el mejor piloto, el mejor calificador, el mejor en carrera y el más espectacular.

JORNADA DE VOLUNTARIADO TECNOLÓGICO

El 5 de diciembre, con motivo de la celebración del Día Internacional del Voluntariado, la Fundación Cibervoluntarios organiza unas jornadas abiertas sobre Voluntariado Tecnológico.

Un acto en el que se pretende exponer buenas prácticas y aunar sinergias entre diferentes organizaciones que actúan en el entorno tecnológico y social con el fin de utilizar las Nuevas Tecnologías como medio para la acción social y el desarrollo.

¿TE APUNTAS? En... www.cibervoluntarios.org

El acto que tendrá lugar de 10:30 a 13 horas en el auditorio IBM Forum Madrid, sito en C/ Corazón de María, 44.

El mayor asesino

CLIC para ampliar la imagen…Este tipo de crimen que mata más que las guerras ha sido calificado como el más inmoral de los delitos y el mayor problema filosófico.

La violencia adopta formas muy variadas. Es sabido que hay muchas más muertes violentas en Estados Unidos que en Europa. La diferencia es abismal. Por ejemplo, en Norteamérica hay once asesinatos cada 100.000 habitantes frente a sólo uno en Suecia. Pero si consideramos el suicidio como una muerte violenta, resulta que Europa y Estados Unidos se equiparan bastante. La diferencia es que en EE.UU. aumenta la probabilidad de que te mate otro, mientras que en Europa es mucho más probable que el asesino seas tú mismo. Tal riesgo varía con la latitud y se manifiesta en mucha mayor proporción en el norte de Europa que en el sur.

El suicidio es, de lejos, la mayor causa de muerte violenta del mundo. Casi un millón de personas por año se suicidan y más de 20 millones sufren secuelas por intentarlo. El promedio es de un suicidio cada 40 segundos y un tentativa de suicidio cada 3 segundos. Esto es un 50% más que la gente que es asesinada y, dependiendo de los años, entre lo mismo y 10 veces más que la que muere en guerras. Es triste pensar que, por ejemplo, cada mes se muere mucha más gente en Francia suicidándose que en todo el cruento conflicto del Oriente Medio.

A pesar de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) expresa cautela respecto a las tasas de suicidio, lo cierto es que para las autoridades el fenómeno del suicidio es un problema médico de primer orden, responsable de más muertes que las producidas por el conjunto de todos los conflictos bélicos que asolan el planeta. Incluso existe un día, el 10 de septiembre, reservado como jornada internacional para la prevención del suicidio.

El suicidio es una trágica decisión de causa sumamente compleja, fruto de la enfermedad, del desánimo, de la pérdida de la estima o de una vanidad mal calculada. El suicida es el antípoda del mártir, preocupado por los demás hasta olvidar su propia existencia. El suicida llega a un punto en el que se despreocupa de lo que no sea él mismo, renunciando al mayor bien, su vida propia. La tragedia y extensión del suicidio es ignorada por los medios de comunicación. Seguramente, su ocultamiento no colabora a su erradicación. Hemos de prevenir, educar y actuar contra el suicidio.

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La experiencia más gozosa

Cuando ya se peinan canas, es hora de revisar las ocasiones más felices e inolvidables de toda una vida.

Del nacimiento nadie se acuerda, pero sí de los primeros años de una infancia feliz. El parque, los juegos, los hermanos, los primos, las vacaciones en el pueblo, todo fue muy agradable y digno de recordar. El día de la primera comunión, con la sensación de ser el protagonista por una jornada. Los estudios acabados, el ingreso en bachillerato, las reválidas superadas, la selectividad, la universidad, la carrera, el inicio de los diferentes trabajos, el progreso profesional, las oposiciones ganadas,… todo memorable.

Mucho antes, desde la universidad, el descubrimiento del amor, el hechizo de la pasión, el compromiso, la boda, los años sin hijos, el nacimiento de la primera hija, del segundo hijo,… todo insuperable. Verlos crecer, sus estudios, sus amores,… todo inmejorable. Un largo matrimonio dichoso, una pareja enamorada con quien compartir todo,… algo inigualable. De las cosas uno se acuerda, los coches, las casas,… pero lo indeleble son las personas, las ya desaparecidas y las que nos hacen felices todavía.

Pero si hubiese que elegir unos instantes deliciosos, casi gloriosos, en este momento elegiríamos aquellos en los que con los hijos pequeños se revive la historia de la infancia, el descubrimiento de lo nuevo, los viajes, lo novedoso, las fiestas de celebración. Oír cómo aprender tus hijos e hijas, verles comprender conceptos complejos, sentir su inteligencia en desarrollo,… eso es lo más maravilloso que ha sido otorgado a la humanidad. Ése sentimiento también se emula en la docencia, con el alumnado que aprende ante nosotros. A quienes ya vivimos esa etapa con los hijos, nos queda esperar para revivir la existencia, por tercera vez, con los nietos.

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Doctor Google

Jonathan Swift decía que los mejores doctores del mundo eran el Dr. Dieta, el Dr. Tranquilidad y el Dr. Alegría. Ahora ha aparecido otro doctor que los supera.

Se han publicado varios casos reales donde los médicos en prácticas han resuelto el diagnóstico exacto de complejas historias clínicas recurriendo a teclear los síntomas en Google y ver el resultado de su búsqueda. Al principio fueron casos aislados, como el de un niño con extrañas complicaciones alérgicas que apareció en 'The New England Journal of Medicine' (NEJM), y sobre el cual un grupo de expertos inmunólogos no llegaba consensuar su prescripción.

Posteriormente, otro informe relató en el 'British Medical Journal' (BMJ) que Google acertó con el diagnóstico exacto en 26 casos reales, incluyendo patologías difíciles muy poco frecuentes. Ya no se trataba de aciertos que podían ser explicados por el azar, sino la prueba de que Google es una eficaz herramienta de ayuda en el diagnóstico médico.

No pasará mucho tiempo sin que aparezca un “buscador médico”, denominado algo así como “Google Medicine". Este tipo de instrumentos serán beneficios para la salud, especialmente si son interpretados por los cualificados expertos sanitarios que podrán llegar a conclusiones más rápidas y certeras.

El ‘nuevo doctor’ reúne otras ventajas, si bien nunca sustituirá a un profesional cualificado. Es un recurso fácil de usar, disponible, gratuito y tiene menos prisa que los médicos de carne y hueso. Los pacientes han descubierto que el Doctor Google les amplía la información sobre su enfermedad, les sugiero fórmulas de apoyo (que debe consultarse con el facultativo) y les aporta contacto con quienes sufrieron y superaron la misma enfermedad.

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