Más que nunca, viajar y elegir libremente un horizonte con futuro es el deseo universal de la Humanidad: Elige el mejor visado.
El gran escritor austriaco Stefan Zweig escribió en sus memorias: “Antes de 1914, la Tierra era de todos. Todo el mundo iba adonde quería y permanecía allí el tiempo que deseaba. No existían permisos ni autorizaciones. Me divierte la sorpresa de los jóvenes cuando les cuento que viajé a la India y América sin pasaporte y que en realidad jamás en mi vida había visto uno. La gente subía y bajaba de los trenes y de los barcos sin preguntar ni ser preguntada, no tenía que rellenar ni uno del centenar de papeles que se exigen hoy en día. No existían los salvoconductos, ni visados, ni ninguno de esos fastidios; las mismas fronteras que aduaneros, policías y gendarmes han convertido en una alambrada, a causa de la desconfianza patológica de todos hacia todos, no representaban más que líneas simbólicas que se cruzaban con la misma despreocupación que el meridiano de Greenwich,…”.
Dicen que “Si quieres a tu hijo, déjalo viajar”. Pero, ¿qué es viajar? ¿Cambiar de lugar? No. Viajar es… cambiar de ilusiones y de prejuicios. Viajar es… nacer y morir a cada paso. Viajar es… pasear un sueño, pero hay mucha diferencia entre viajar para ver países y para ver pueblos. Porque las gentes, son lo más interesante de todas las maravillas que nos rodean.
Viajar representa en el mundo simbólico y en el mundo real de nuestros contemporáneos la utopía máxima de la libertad para vivir donde cada uno prefiera. Cada día, muchos de nuestros semejantes mueren tratando de escapar de un continente o aspirando a vivir en otro país.
Pero viajar también la mejor metáfora de huir de un modo de vida que nos esclaviza, que nos aprisiona con una subyugante rutina de la que no cabe escapar. Un trabajo aburrido o un barrio inhóspito son el destino de muchos de nuestros iguales. Pero se puede eludir todo ello; cabe la esperanza de un salvoconducto para residir en otros parajes: La educación, que es el pasaporte que abre todas las puertas de la vida. Incluso muchos títulos universitarios se transfiguran, para sus subversivos estudiantes, en salvoconductos directos hacia la vida opulenta.
El Informe a la UNESCO coordinado por Jacques Delors, "La Educación encierra un tesoro”, define a la Educación como «un pasaporte para la vida». La educación, en el siglo XXI más que nunca, es el mejor legado que los padres y la sociedad pueden otorgar a los más jóvenes, infinitamente mejor que una herencia económica, un apellido o una nacionalidad. Con una buena educación podremos comprendernos mejor a nosotros mismos, entender y apreciar a los demás y participar solidariamente en la obra colectiva de convivir en sociedad.
Elijamos e invirtamos todo lo posible en nuestra educación y en la de los nuestros seres más queridos: es el mejor seguro para la vida e, incluso, un pasaporte para la eternidad. Ser y sentirse soberano para viajar y, sobre todo, para ser autor y protagonista de su propia vida es lo que diferencia al ser humano libre de un esclavo. Toda libertad esta íntimamente ligada al conocimiento y a la madurez que sólo se alcanza con una larga y esforzada formación, que pronto se descubren gozosas para quienes se adentran por las veredas mágicas de la cultura.
Versión final en: http://mikel.agirregabiria.net/2005/pasaporte.htm