Unos lo llaman Dios, otros Naturaleza. En cualquier caso, las leyes divinas o naturales son difíciles de descubrir, pero creemos haber desvelado una. Dios conoce todos nuestros secretos, y a la Vida no se le esconde nada. Más inextricables son las reglas de funcionamiento del Universo, que la Ciencia y la Religión tratan de revelar. Pocas cosas son fáciles de entender, y todos los seres humanos estamos plenos de dudas sobre cómo funciona el mundo.
Muchos años de docencia y toda una vida de aprendizaje nos han mostrado un recóndito misterio de cómo estamos hechos y de cómo funcionamos las personas. En la Educación si hay algo evidente es que dos escolares nacidos en situaciones extremas, uno muy pobre y abandonado frente a otro querido y arropado, deberían alcanzar metas vitales y sociales muy diferenciadas. Con el más agraciado, poco o nada podría competir el más desfavorecido por origen y condiciones.
Para compensar esto, Dios o la Naturaleza hicieron un milagro. Además de la inteligencia, del conocimiento, de la capacidad, de la familia, del entorno,… crearon
la voluntad. Sólo con las ganas, con el trabajo, con el esfuerzo, con la paciencia se logran equilibrar y superar las desigualdades iniciales. Fue voluntad divina crear el brío, el tesón, el empeño, la determinación,…
La voluntad puede transformar a nuestro favor las circunstancias. Basta creer, querer y hacer. Así se crea el carácter, esa fuerza sorda y constante de
la voluntad que, templada por el dolor, es increíblemente libre y omnipotente.
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