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Sanemos la educación

Siempre nos ha inspirado lo que de común y de diferente tienen la educación y la sanidad. Nuestras etiquetas educación y salud, ver el matiz respecto a sanidad, lo demuestran. Creemos que un análisis comparado nos puede iluminar en ambos campos. Hoy usaremos, nuevamente, esta metáfora de traslación para apuntar una vertiente de innovación educativa.

¿Alguien puede imaginar una situación como la que describimos a continuación,...? Pues en educación se produce de continuo. Lo peor es que son mayoría quienes creen que es la única fórmula de educar.

Reunidas las personas más expertas en sanidad debaten sobre la "receta universal". Especialistas en todos los campos médicos, en todos los aparatos humanos (digestivo, respiratorio, locomotor,...) buscan un remedio, una panacea, que valga para todo. Piden datos y estadísticas: "Que nos faciliten la temperatura media de cada país,...". Finalmente, tras un largo proceso, publican sus resultados: "Toda la población, quizá a lo sumo según sus edades, cada mañana, tarde o noche tomarán este combinado de medicamentos y seguirán este protocolo de exámenes periódicos". Eso sí, reconociendo la complejidad del problema, calculan que cada año morirán un 22% o, acaso sólo un 12%, porque "receta universal" no es perfecta.

Ridículo ese planteamiento en sanidad. Porque se parte de que la población está, por naturaleza, sana, y sólo se actúa cuando hay que recuperar la salud (si bien, nadie está sano al 100%, y todo el mundo tiene sus limitaciones más o menos acusadas). En sanidad sólo cabe un tratamiento personalizado, complementado con medidas preventivas más o menos generalizadas (vacunas,...).

En hemos educación de cambiar de perspectiva de modo radical. Así como sanidad sólo se entiende, en inglés por ejemplo, como un "servicio de salud" (health service), la educación debe entenderse como un "servicio de aprendizaje".

Habría de partirse de la hipótesis de que todo ser humano es, por naturaleza, un aprendiz, que necesita recursos para seguir aprendiendo y creciendo. Y, sólo tras un diagnóstico muy personalizado, se podrían ensayar remedios muy particularizados para asegurar el éxito universal (sin fracaso alguno) en el desarrollo de los talentos y de las vocaciones singulares de cada escolar.

Basta de currículos obligatorios (la "receta universal"), de uniformar la instrucción, por mucho que se intente mejorar las pautas es un camino que está mal planteado. No cercenemos la creatividad, la curiosidad, la espontaneidad, el juego,... que apenas superan los primeros meses o años de escolarización. 

Hagamos que nuestro alumnado se sienta tan renacentista como Miguel Ángel pintando la bóveda de la Capilla Sixtina, libres, únicos, capaces de aprender y de hacer de todo,... 

El arte de escuchar

Oímos mucho ruido, hablamos demasiado y escuchamos poco.

Cuando hablamos no hacemos sino repetir lo que ya sabemos, pero cuando escuchamos siempre aprendemos algo. Es verdad que quien habla siembra, pero el que escucha… recoge. De ahí la importancia de ejercitarse a escuchar, acostumbrarse a preguntar e invitar a los demás a exponer sus opiniones. Así, a la vez que se aprende a escuchar, se ayuda a pensar al otro... y a uno mismo. Madame de Sevigné sentenció: “Hemos nacido con dos ojos, dos orejas y una sola lengua porque debemos mirar y escuchar dos veces, antes de hablar”. Cervantes puntualizó: “No te escuches a ti mismo; que toda afectación es mala”. Shakespeare concluyó “Presta el oído a todos y a pocos la voz:”.

Casi todos escuchamos mal; hasta en la conversación a solas con otra persona, no escuchamos casi más que nuestras propias palabras. Se necesita ingenio para hablar bien, pero para escuchar correctamente basta la inteligencia. Plutarco observó que para dominar la oratoria, es preciso previamente saber escuchar. Además hablando se agrada a los demás sólo a veces, pero escuchando se complace siempre. Chaplin aconsejaba: No esperes a que te toque el turno de hablar, escucha de veras y serás diferente.

En política, Richelieu recomendaba “Escucha mucho y habla poco para desempeñar bien el Gobierno”, y Haliburton aconsejaba “Oíd sólo una parte y permaneceréis en la oscuridad; oíd a las dos partes y todo se aclarará”. Cierto que escuchando se corre el riesgo de que nos convenzan, pero justamente eso es profundizar y madurar. Lamentablemente, algunos prefieren negar los argumentos, o hasta dar la razón a otros, antes que escucharles. Ojalá los políticos escuchasen más a la gente, en vez de desgastarse inútilmente en polémicas condenadas al fracaso por su futilidad o alejamiento de los intereses de la ciudadanía.

En administración de empresas, Tom Peters desde los años ‘90 definió como estilo moderno el perfil de saber escuchar, frente al modelo de los años ‘50 de hablar y dar órdenes. Escucha a la otra parte; escucha lo que merece ser escuchado, aunque provenga de los labios del adversario. La diligencia en escuchar es el más breve camino hacia la sabiduría. Nada es fácil ni tan útil como escuchar mucho.

En educación, quizá no enseñamos a escuchar, sino sólo a oír. Stravinsky dijo que “Escuchar es un esfuerzo, oír no tiene ningún mérito. También oyen los patos”. Al reformista John Dewey, cuando solicitó un innovador mobiliario escolar un carpintero le respondió: "Me temo que no tenemos lo que desea. Usted quiere algo donde el alumnado pueda trabajar; todo lo que tenemos es para estar sentados y oyendo".

Una de las mejores formas de persuadir a la gente es mediante el oído,… es decir, escuchándolas. Procuremos primero comprender, para después ser comprendidos. Escuchemos de verdad a los otros. La relación nos transformará: Comenzaremos a escucharnos y a saborear las palabras… ajenas. No es preciso coincidir plenamente, ni discrepar; simplemente se escucha, y se siente cómo juntos comprendemos las plurales perspectivas con las que se aprecia la misma realidad. En ese proceso, empezamos a sentir que hay algo muy valioso en cada persona, en uno mismo y en los demás. Que nuestra primera lengua, la de escuchantes, sea nuestro oído.

Un proverbio de los indios cherokee dice: "¡Escucha, o tu propia lengua te volverá sordo!”. El refrán clásico recalca “Habla poco, escucha más, y no errarás”. Antonio Machado lo poetizó: “Para dialogar, preguntad primero; después..., escuchad”.

Portátil educativo universal

El próximo mes se presentará el primer ordenador portátil de menos de 100 $ (83 €) desarrollado por Media Lab del MIT.

Nicholas Negroponte dirige una ONG, cuyo nombre “Un portátil para cada niño” (One Laptop Per Child, OLPC) define su objetivo. En colaboración con prestigiosos y poderosos socios tecnológicos, como AMD, Google, Brightstar, News Corporation y Red Hat, han ideado un portátil aplicado a la educación, preferentemente destinado hacia países pobres. Un prototipo inicial será presentado oficialmente en la Cumbre Mundial de la Sociedad de la Información que tendrá lugar en Túnez entre el 16 y el 18 de noviembre de 2005, ante la presencia de Kofi Annan, Secretario General de las Naciones Unidas (ONU).

Se espera producir 15 millones de equipos en 2006 y 150 millones en 2007, cifra que triplica el número de ventas anuales de portátiles a nivel comercial. Este modelo se venderá directamente a los gobiernos que se acojan a la iniciativa, en pedidos mínimos de un millón de unidades, con el fin de ser repartidos entre el alumnado como “libros de texto” por sus administraciones educativas. Los primeros países en acogerse a este proyecto serán Brasil, China, Egipto, Tailandia y Sudáfrica, así como el Estado de Massachusetts, que se ha comprometido a equipar a cada uno de sus alumnos como “dueño” de un portátil.

Precedentes históricos: Cuentan que la inspiración para este proyecto orientado a países subdesarrollados le vino a Negroponte en 1999 durante una visita a Camboya. Aunque la componente de obra social es nueva, no es la primera vez que se intenta crear un PC barato para un segmento concreto. Ya en 1996 Larry Ellison declaró que "un ordenador barato y fácil de usar sería esencial si se deseaba un próspero futuro en América". El producto debía costar menos de $500 y bajar, con el tiempo, hasta menos de $300. El Net-PC de Ellison en 1997 fue sonado fiasco, pero ha habido otros, incluido el AOL Avant ("Paquito" o “bicho azul”), oficialmente Intel Dot.Station Web Appliance.

Características técnicas: El nuevo modelo es un híbrido capaz de actuar, además de como laptop, como tablet, e-book y casi como handheld o PDA (por su compacto tamaño), tecnológicamente avanzado y dotado de una robustez y polivalencia excepcionales para su aplicación en entornos sin recursos tan básicos como la electricidad. Por razones de economía se opta por software libre, con Linux como sistema operativo más una suite ofimática sobre un procesador AMD a 500 MHz y 1 GB de memoria, sin disco duro que sería reemplazado por una tarjeta flash. Incluye WiFi, 4 puertos USB y una simplificada pantalla dual que permitirá cambiar de color a blanco y negro, para mejorar la visualización en condiciones de gran luminosidad. La energía provendrá, alternativamente, de la red, de baterías o “dándole cuerda” mediante una manivela similar a la de la radio Lifeline FreePlay. Actuará como nodo de una red peer-to-peer, compartiendo una conexión a Internet, segura y libre de contenidos inapropiados.

Precio insólito: Es factible alcanzar un precio unitario tan bajo, menos de 100$, si concurren las circunstancias previstas de desprenderse de aditamentos superfluos, mediante una producción masiva y distribución directa a grandes clientes institucionales. Se elude la mayor parte del precio de un portátil convencional destinado a software, marketing e intermediarios. En este económico equipo, el hardware indispensable impone el precio final, destinándose 30$ a la reducida pantalla (12 pulgadas) y los otros 70$ al resto del equipo. AMD ganará dinero vendiendo millones de chips, Red Hat se ocupará de los acuerdos de mantenimiento y Google adiestrará a futuros usuarios con su buscador. Para la distribución se utilizará, probablemente, a compañías como Red Hat y Red Flag Software.

Viabilidad del proyecto: La lógica comercial puede resultar impecable, considerando el subyacente interés de las corporaciones patrocinadoras en detraer una porción del monopolístico binomio Wintel (WINdows + InTEL). Aunque la operación no está exenta de riesgos, como pudo observarse en la presumible factibilidad económica de los Net-PCs ya citados. Entonces también los compradores corporativos (el inicial segmento bancario como adoptador temprano) obtendrían sustanciales ahorros de coste, Oracle se beneficiaría de su presencia como base de datos, e IBM y Sun podrían vender hardware y Java. Contaban con la supuesta ventaja de una máquina elemental que impedía instalar Windows. Pero el fracaso sucedió: los usuarios finales no se interesaron en un tonto semi-PC, y menos cuando se abarataban los PCs.

La oportunidad educativa es otra incógnita. La eficacia pedagógica exige mucho más que repartir hardware y un software de base, incluso con conectividad a Internet. La continuidad y el mantenimiento resultan igualmente críticos, porque aún con su recubrimiento de goma para un escolar nada es irrompible. Puede ser cuestionable que los gobiernos del Tercer Mundo prefieran quedar en manos de Google o Red Hat antes que de Microsoft, aunque un argumento contundente sería la exorbitante inversión en licencias del Sistema Operativo.

Una genuina alfabetización digital planetaria, indiscutiblemente necesaria para abrir el futuro a los países menos desarrolladas y para soslayar la creciente brecha digital entre sociedades, requiere una actuación más integral, mejor guiada en los aspectos didácticos (aunque ya participa Seymour Papert en el proyecto) y abordando el ingente reto plurilingüe e intercultural de los contenidos curriculares. En todo caso, este portátil barato y de bajo consumo, podría revolucionar el panorama educativo e informático mundial, extendiéndose como generalizado primer o segundo ordenador personal hasta capas sociales muy desfavorecidas o hacia entornos inusuales (como el sanitario).

Versión final en: http://mikel.agirregabiria.net/2005/olpc.htm

Límites personales

©Mikel AgirregabiriaA medida que avanzamos en la vida, aprendemos a conocer, reconocer y finalmente a amar los límites de nuestras facultades.

Todo tiene sus límites. La madurez no es sino la penosa constatación de nuestro fracaso relativo en casi todo lo que hemos intentado durante nuestra vida. Perseguimos muchas metas, pero sólo alcanzamos algunas y a medias. Al fin descubrimos que todo tiene un límite, incluso la melancolía. Sólo con demasiados años juzgamos finalmente que la felicidad consiste en reconocer nuestros propios límites,… y amarlos.

La infancia y la juventud poseen como cualidades más preciadas la ilimitada esperanza en sus propias aspiraciones y la gloriosa sobreestimación de sus capacidades. La desbordante imaginación no tiene límites. La experiencia humana no toma conciencia de su ser sino en las situaciones límite. El aprendizaje, especialmente durante la adolescencia, va marcando los hitos de nuestra realidad personal. La naturaleza, que enseña la vía de los placeres, señala también sus intraspasables límites.

Pronto descubrimos que el progreso vital no consiste en ampliar los límites, sino en conocerlos mejor. El juego de ponerse límites a uno mismo es el mayor de las delicias secretas de la vida. Por ello, la “educación de la permisividad” ha hecho entrar en crisis al modelo escolar. La falta de capacidad de los adultos para poner límites a la juventud es el gran problema de nuestro tiempo. Todos hablamos de la necesidad de imponer límites, pero nadie se encarga de responsabilizarse: la tarea siempre le corresponde a otros. El profesorado dice: «Si en los hogares no les ponen límites, ¿qué podemos hacer nosotros?» Las familias responden: «La escuela ya no educa, nuestros hijos "se desatan" allí y en la calle.»

El establecimiento de límites contribuye a lograr la madurez psicológica y a formar la identidad personal. Alguien está bien definido cuando sabe lo que es y lo que no es; cuando ha elegido lo que piensa, siente y quiere. Los límites indican asimismo lo que no piensa, lo que no siente, lo que no puede y lo que no debe y lo que no quiere. Saber quién es, qué lo diferencia de los otros. Esto nos da conciencia de nuestra identidad. Esto nos da unidad y nos permite reconocernos y movernos adecuadamente en nuestro ámbito.

Los límites no recortan nada, sino que nos permiten distinguir entre lo real y la fantasía. Nos ubican en la realidad y nos definen como personas. Así descubrimos quiénes somos, con toda la riqueza y la pobreza que acompaña a este descubrimiento. Supone una agridulce sensación de desdicha y felicidad. Tristeza, porque siempre quedan expectativas defraudadas; bienestar, al comprender que somos totalmente originales, únicos e irrepetibles. Además, la condición de únicos da paso al amor, que sólo es posible entre personas diferentes que se complementan.

Los límites son altamente educativos porque la realidad es necesariamente limitativa. Mal que nos pese, no nacimos omnipotentes. Hemos de ir vislumbrando esto desde la niñez con la socialización. La realidad no es manipulable como el pensamiento mágico de la infancia egocéntrica. La vida muchas veces nos dirá no y habremos de aceptarlo o viviremos resentidos. La tolerancia a la frustración es un rasgo básico de la personalidad madura.

Toda genuina educación supone una racionalización, reducción o demora del deseo, que distinga el caprichoso antojo de la exigible necesidad. Si permitiésemos una satisfacción plena e inmediata de todas las continuas demandas de cualquier ser humano, sólo crearíamos un despótico monstruo ególatra. Ha de haber medida en las cosas, y ciertos límites, allende de los cuales el bien no puede subsistir. La libertad de cada uno tiene por límite lógico no provocar la opresión de los demás; al igual que existe un frontera al buscar la felicidad, el dolor ajeno.

Lo más difícil es establecer los correctos límites personales, sin caer en los dos errores extremos: sobrepasarlos o cercenarlos en demasía. Todo poder que no reconozca límites, crece, se eleva, se dilata, y por fin se hunde por su propio peso. Si el medio más seguro de ocultar nuestros límites es no traspasarlos, también es un profundo error creer que no hay nada por descubrir; equivale a tomar el horizonte por el límite del mundo. Sepamos que el espíritu humano se extiende a medida que el universo se despliega.

Para concluir y resumir nos quedamos con la narración insuperablemente del gran escritor portugalujo Juan Antonio de Zunzunegi: “Todo lo bueno se acaba y... / Y ésa es su delicia, que se acabe antes de terminar en la monotonía. / Sí...; sólo lo que tiene límites es hermoso”.

Versión final en: http://mikel.agirregabiria.net/2005/limites.htm