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Proacción contra la desazón 2/2: Intergeneracionalidad
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Cómo criar hijos exitosos, sin sobreprotegerlos
Al depositar altas expectativas en los niños y con una microgestión de sus vidas a cada momento, los padres no están ayudándolos. Al menos, así es como Julie Lythcott-Haims lo ve. Con pasión y humor irónico, la exdecana de estudiantes de primer año en Stanford nos exhorta a que los padres dejen de definir el éxito de sus hijos a través de los grados y los resultados de los exámenes. En cambio, dice, deben centrarse en proporcionar la idea más antigua de todas: el amor incondicional.
Algunas frases entresacadas:
- Lo que digo es que nuestros niños nos necesitan un poco menos obsesionados con calificaciones y resultados y mucho más interesados en que la infancia les proporcione una base para su éxito construido sobre cosas como el amor y las tareas domésticas.
- El estudio longitudinal más largo realizado en seres humanos se llama el estudio Grant de Harvard. Se encontró que el éxito profesional en la vida, que es lo que queremos para nuestros hijos, viene de hacer tareas domésticas en la niñez, y cuanto más temprano se inicie, mejor. El "súbete las mangas y ayuda" es una mentalidad que dice, hay un trabajo desagradable, alguien tiene que hacerlo, y bien podría ser yo.
- Son adolescentes. Y érase una vez, creo que estaba tratando a mis hijos como árboles bonsái, y no lo son.
- Mi trabajo no es hacer llegar a mis hijos a ser lo que quiero que sean, sino apoyarlos a convertirse en sus maravillosos sí mismos.
La felicidad según el estudio más extenso, por Robert Waldinger
- La primera es que las conexiones sociales nos hacen bien, y que la soledad mata. Resulta que las personas con más vínculos sociales con la familia, los amigos, la comunidad, son más felices, más sanos y viven más que las personas que tienen menos vínculos.
- La segunda es la importancia de la calidad (no de cantidad) de las relaciones más cercanas. Vivir en medio del conflicto es muy malo para la salud. Los matrimonios muy conflictivos, por ejemplo, sin mucho afecto, resultan ser muy malos para la salud, quizá peores que el divorcio.
- Y la tercera gran lección que aprendimos sobre las relaciones y la salud es que las buenas relaciones no solo protegen el cuerpo, protegen el cerebro. Estar socialmente conectado a otros no sólo es bueno para nuestra salud física. También ayuda a evitar el deterioro mental.
Vía: El imprescindible blog Meridianos. Otro post relacionado: El Misterio de Roseto o cómo ser una comunidad longeva.
Como como soy: Dieta saludable diseñada por Harvard
Según Walter Willet, “uno de los nutricionistas más influyentes del mundo, segundo autor más citado en medicina clínica” y director del Departamento de Nutrición de la Universidad de Harvard, han cambiado las pautas probadas para una alimentación sana:
La mitad de una comida debiera estar conformada por verduras y frutas ; un cuarto por granos integrales y el cuarto restante por proteínas saludables . A diferencia de la clásica pirámide de los alimentos, el uso de una gráfica que imita un plato "es buena, porque permite enseñar a las personas la distribución de alimentos en el día",
Por tanto, nada de calorías para contar, se incentiva el consumo de cereales integrales y se limita la ingesta de lácteos, que se asocia a más riesgo de cáncer de próstata y el de lactosa a cáncer de ovario, mientras que no hay evidencia de que beber mucha leche de más protección contra la osteoporosis.
Se divide el plato en cuatro partes: verduras, frutas, granos y proteínas . Además, Walter Willet sugiere tres tazas diarias de lácteos descremados o semidescremados. Los expertos de Harvard destacan que su plato es una "versión mejorada y corregida" de la Pirámide de USDA (Departamento de Agricultura de los EE.UU.), al que se acusa de "mezclar ciencia con la intereses de los poderosos sectores agrícolas".
Por eso, en el plato de Harvard explicita el consumo de granos integrales y limita los refinados y diferencia las proteínas saludables de las que no lo son, como carnes rojas y procesadas. Además, deja fuera a las patatas de las verduras, debido a su alto contenido de carbohidratos y rescata el valor de usar aceites como los de oliva, ricos en antioxidantes y Omega 3.
En esencia, el modelo de Harvard es una apuesta por el consumo de cereales integrales, aceite vegetal, “más vegetales que verduras”, frutos secos y en menor medida leche, yogures y quesos. A nivel residual, deben consumirse carnes rojas, carnes procesadas, cereales refinados, arroz blanco, pasta, patatas, azúcares y sal. El alcohol, con máxima moderación. Además, la base del modelos se sustenta en el ejercicio diario, el control del peso y una comida sana en general.
Se recuerda las bondades de las ‘grasas buenas’ (las no saturadas) que reducen el riesgo de enfermedades cardiovasculares y se encuentran en: aceites vegetales (oliva, soja, maíz, colza o girasol), nueces, semillas o pescados. En cambio, las ‘grasas malas’ son las que incrementan el riesgo de enfermedades –infartos y patologías cardiovasculares– y se encuentran en: carnes rojas, mantequilla, queso, helados y comidas procesadas.
La nutrición es sólo un factor de los muchos que afectan a la salud. Tener un parque cerca y hacer uso de él puede influir en que vivamos más años” “La cantidad de carbohidratos no es tan importante como su calidad”, advierte Walter Willet. Igual que en el caso de las grasas, los hay ‘buenos’ y ‘malos’. Los ‘carbohidratos buenos’ que se encuentran en cereales integrales: pan de trigo integral, centeno, cebada,.... Todos ellos están en la base de la pirámide y se deben consumir varias veces al día. En cambio, hay que evitar el consumo de los ‘carbohidratos malos’ que provienen del pan blanco -altamente refinado-, bebidas azucaradas, repostería o patatas fritas.
EE.UU. ya está importando la dieta mediterránea. Hace años que se consume. No es solo una moda, se conoce y se está poniendo en práctica como parte de otras muchas comidas. Sin embargo, es curioso que en los países mediterráneos, paradójicamente, se está perdiendo el consumo de este tipo de dieta. Hace poco un estudio de la FAO decía que en los países mediterráneos, especialmente el caso de Grecia, había crecido el consumo de carnes rojas en detrimento de la dieta mediterránea.
La mitad de una comida debiera estar conformada por verduras y frutas ; un cuarto por granos integrales y el cuarto restante por proteínas saludables . A diferencia de la clásica pirámide de los alimentos, el uso de una gráfica que imita un plato "es buena, porque permite enseñar a las personas la distribución de alimentos en el día",
Por tanto, nada de calorías para contar, se incentiva el consumo de cereales integrales y se limita la ingesta de lácteos, que se asocia a más riesgo de cáncer de próstata y el de lactosa a cáncer de ovario, mientras que no hay evidencia de que beber mucha leche de más protección contra la osteoporosis.
Se divide el plato en cuatro partes: verduras, frutas, granos y proteínas . Además, Walter Willet sugiere tres tazas diarias de lácteos descremados o semidescremados. Los expertos de Harvard destacan que su plato es una "versión mejorada y corregida" de la Pirámide de USDA (Departamento de Agricultura de los EE.UU.), al que se acusa de "mezclar ciencia con la intereses de los poderosos sectores agrícolas".
Por eso, en el plato de Harvard explicita el consumo de granos integrales y limita los refinados y diferencia las proteínas saludables de las que no lo son, como carnes rojas y procesadas. Además, deja fuera a las patatas de las verduras, debido a su alto contenido de carbohidratos y rescata el valor de usar aceites como los de oliva, ricos en antioxidantes y Omega 3.
En esencia, el modelo de Harvard es una apuesta por el consumo de cereales integrales, aceite vegetal, “más vegetales que verduras”, frutos secos y en menor medida leche, yogures y quesos. A nivel residual, deben consumirse carnes rojas, carnes procesadas, cereales refinados, arroz blanco, pasta, patatas, azúcares y sal. El alcohol, con máxima moderación. Además, la base del modelos se sustenta en el ejercicio diario, el control del peso y una comida sana en general.
Se recuerda las bondades de las ‘grasas buenas’ (las no saturadas) que reducen el riesgo de enfermedades cardiovasculares y se encuentran en: aceites vegetales (oliva, soja, maíz, colza o girasol), nueces, semillas o pescados. En cambio, las ‘grasas malas’ son las que incrementan el riesgo de enfermedades –infartos y patologías cardiovasculares– y se encuentran en: carnes rojas, mantequilla, queso, helados y comidas procesadas.
La nutrición es sólo un factor de los muchos que afectan a la salud. Tener un parque cerca y hacer uso de él puede influir en que vivamos más años” “La cantidad de carbohidratos no es tan importante como su calidad”, advierte Walter Willet. Igual que en el caso de las grasas, los hay ‘buenos’ y ‘malos’. Los ‘carbohidratos buenos’ que se encuentran en cereales integrales: pan de trigo integral, centeno, cebada,.... Todos ellos están en la base de la pirámide y se deben consumir varias veces al día. En cambio, hay que evitar el consumo de los ‘carbohidratos malos’ que provienen del pan blanco -altamente refinado-, bebidas azucaradas, repostería o patatas fritas.
EE.UU. ya está importando la dieta mediterránea. Hace años que se consume. No es solo una moda, se conoce y se está poniendo en práctica como parte de otras muchas comidas. Sin embargo, es curioso que en los países mediterráneos, paradójicamente, se está perdiendo el consumo de este tipo de dieta. Hace poco un estudio de la FAO decía que en los países mediterráneos, especialmente el caso de Grecia, había crecido el consumo de carnes rojas en detrimento de la dieta mediterránea.
Los colegios no deberían existir... según Schank
Con tan contundente y trasgresora afirmación se encabeza una extensa entrevista a Roger C. Schank, presidente de Socratic Arts, en la revista digital Kindsein. Recomendando su lectura integral, entresacamos algunos párrafos de Schank, uno de los principales investigadores del mundo en Inteligencia Artificial, Teoría del Aprendizaje y en la construcción de entornos virtuales de enseñanza. Durante 35 años, fue profesor de Universidades como Standford, Yale y Northwestern. Ahora está empeñado en acabar con el actual sistema educativo, y ofrece sistemas alternativos de aprendizaje desde su compañía Socratic Arts y su organización sin ánimo de lucro, Engines for Education.
KINDSEIN: ¿Por qué, si es tan obvio que "aprender haciendo" es la mejor forma de enseñanza, nadie hace nada para cambiar el sistema educativo y adaptarlo a ese concepto?
ROGER SCHANK: Es bastante difícil enseñar mediante el “aprender haciendo”. Si 30 niños aprenden de esta forma, todos tendrán distintas necesidades y problemas a los que debe enfrentarse el profesor al mismo tiempo. Y todos pueden ir en distintas direcciones, según los intereses de cada uno. El problema es el aula. Cuando hay aulas y un maestro al frente, aprender haciendo es casi imposible. Cambiar esto significa prescindir de las aulas, así como de la idea de un profesor de pie delante de 30 niños, que sabe qué es verdad y te lo va a contar. Este cambio resulta inconcebible para los colegios. Aprender haciendo implica tener un objetivo que conseguir. Los niños deben intentar hacer algo. ¿Qué intentan en el colegio? Sobre todo, aprobar exámenes y conseguir buenas notas. La cuestión es si esa es una habilidad que merezca la pena enseñar.
K: ¿Quién tiene la culpa del sistema educativo? ¿Los gobiernos?
RS: Por supuesto, tienen la culpa los gobiernos. Los políticos nunca se han preocupado de educar realmente a los niños, ni nunca lo harán. Todos hablan de educación porque así consiguen votos, pero un electorado verdaderamente preparado haría preguntas difíciles a los políticos, y les complicaría la vida. Los votantes tontos son más fáciles de tratar. Más aún, los adultos tontos hacen los trabajos serviles, y los gobiernos siempre están preocupados por no tener suficientes trabajadores serviles, como los soldados, para cumplir sus órdenes. Los gobiernos represivos enseñan la verdad que quieren que conozcan los ciudadanos. Los gobiernos controlados por grandes empresas enseñan a los estudiantes a convertirse en empleados dóciles. No muchos gobiernos quieren realmente enseñar a los estudiantes a pensar por sí mismos.
ROGER SCHANK: Es bastante difícil enseñar mediante el “aprender haciendo”. Si 30 niños aprenden de esta forma, todos tendrán distintas necesidades y problemas a los que debe enfrentarse el profesor al mismo tiempo. Y todos pueden ir en distintas direcciones, según los intereses de cada uno. El problema es el aula. Cuando hay aulas y un maestro al frente, aprender haciendo es casi imposible. Cambiar esto significa prescindir de las aulas, así como de la idea de un profesor de pie delante de 30 niños, que sabe qué es verdad y te lo va a contar. Este cambio resulta inconcebible para los colegios. Aprender haciendo implica tener un objetivo que conseguir. Los niños deben intentar hacer algo. ¿Qué intentan en el colegio? Sobre todo, aprobar exámenes y conseguir buenas notas. La cuestión es si esa es una habilidad que merezca la pena enseñar.
K: ¿Quién tiene la culpa del sistema educativo? ¿Los gobiernos?
RS: Por supuesto, tienen la culpa los gobiernos. Los políticos nunca se han preocupado de educar realmente a los niños, ni nunca lo harán. Todos hablan de educación porque así consiguen votos, pero un electorado verdaderamente preparado haría preguntas difíciles a los políticos, y les complicaría la vida. Los votantes tontos son más fáciles de tratar. Más aún, los adultos tontos hacen los trabajos serviles, y los gobiernos siempre están preocupados por no tener suficientes trabajadores serviles, como los soldados, para cumplir sus órdenes. Los gobiernos represivos enseñan la verdad que quieren que conozcan los ciudadanos. Los gobiernos controlados por grandes empresas enseñan a los estudiantes a convertirse en empleados dóciles. No muchos gobiernos quieren realmente enseñar a los estudiantes a pensar por sí mismos.
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