Mostrando las entradas para la consulta día personas mayores ordenadas por fecha. Ordenar por relevancia Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas para la consulta día personas mayores ordenadas por fecha. Ordenar por relevancia Mostrar todas las entradas

Nuestro cuento predilecto: La mujer del saco

La mujer del saco: Un cuento inventado hace 20 años que mis hijos siempre prefirieron antes de dormir.

- Éste es uno de los muchos cuentos que hace casi dos décadas inventamos Carmen y yo para nuestros hijos, Leire y Aitor. No fue el cuento más largo, hubo alguno que duró dos años, con semejanzas con “Dos años de vacaciones” de Julio Verne (puede descargarse gratuitamente en “El Aleph”). Tampoco el más imaginativo, como los de ciencia-ficción que pedían cuando fueron algo mayores; ni el de más personajes, pues hubo alguno en el que intervenía casi toda la amplia familia y algunas amistades transportados a la selva africana; ni quizá el de más miedo, como los que aseguraban emoción y sorpresa con un grito garantizado cada minuto.

Algunas pautas comunes de todas los historias solían ser que los personajes centrales, ¿por casualidad?, siempre eran una niña y un niño de las edades de nuestros hijos; pasaban aventuras arriesgadas, acababan triunfantes con un final feliz y aprendían alguna moraleja. La versión final de los cuentas fue refinada por las preferencias de sus oyentes, que insistían en los detalles minuciosos que alargaban el relato tanto como fuera necesario. La fábula que a continuación se condensa fue descrita –en muchas ocasiones- en narraciones que se extendían por más de una hora, con descripciones completas e historias colaterales. Pasemos a oír el cuento favorito de Leire y Aitor.

Había llegado la navidad y los pequeños habían esperado con ansiedad la visita de los abuelos, pero aquel año no vendrían porque la abuela estaba enferma. Los hermanos se entristecieron porque querían ver a sus abuelos y pasar la nochevieja con ellos. Tanta fue su insistencia, que los padres, que no podían viajar por razones de trabajo, decidieron que los niños tomarían un tren e irían solos en un viaje de una jornada. Les dieron mil consejos de no hablar con extraños, les prepararon la comida y la merienda, y les sentaron juntos en un compartimiento del tren junto con una señora muy guapa y amable que aseguró que les cuidaría durante parte del viaje.

El primer trayecto lo pasaron muy bien y comieron los bocadillos observando y comentando los paisajes. La señora conversó con ellos y antes de bajar en su estación, les recomendó nuevamente que no hablasen con extraños y que se abrigasen bien porque había empezado a nevar y el frío de la tarde se notaba a través de las ventanas del tren. Cuando la señora se fue, los niños se miraron con un poco de miedo al quedarse solos. Cuando vieron que la puerta del camarote se abrió y vieron entrar a una anciana completamente tapada y cubierta de nieve, se alegraron porque les haría compañía. Dejó un pesado saco que traía con ella en el asiento, junto a ella, y se quitó el gorro y la bufanda que traía empapados de aguanieve. Al ver su cara descubierta, los dos hermanitos de 8 y 5 años se asustaron. Parecía una bruja con el pelo blanco y un grano muy grande en la punta de la nariz. Les habló con una voz ronca que también les atemorizó.
- ¡Hola! ¿Dónde vais? ¿Viajáis solitos los dos?
- Nos esperan nuestros abuelos en la última estación, pudo responder la niña, que era la mayor, con un hilo de voz.
- No creo que el tren llegue hasta allí esta noche, porque la nevada es muy fuerte y la vía estará cerrada.

El niño miraba fijamente el saco, que era muy pesado y estaba lleno con algo que parecía agitarse. Al oído se lo contó a su hermana, quien también quedó petrificada. Dentro del sucio saco, atado con una soga, había algo o alguien que trataba de salir.

- ¿Qué lleva en el saco?, se atrevió a preguntar el niño al final.
- Son sólo varios kilos de patatas que he comprado en el mercado, mintió la vieja dama.
Ellos no la creyeron y se apretaron más fuertemente la mano. Cuando apareció el revisor a pedir el billete a la viajera, les dijo que tenían un aviso de que un alud impedía el viaje y que tendrían que pernoctar en la siguiente parada. Preguntó a la anciana:
- ¿Los niños pueden pasar la noche en su casa? Tráigalos mañana a las nueve para que reanudemos el viaje.
- No queremos ir con esta señora, protestaron al unísono ambos niños, pero nadie les hizo caso.
La anciana les llevó a su casa y preparó una copiosa cena. Toda la comida estaba deliciosa, y aunque al principio los hermanos no querían probar nada, ni la leche, por temor a ser envenenados, finalmente cenaron de todo y repitieron cada plato y hasta el postre. Cuando se quedaron solos y se acostaron en el cuarto que la anciana les había preparado, comenzaron a hablar y volvieron a preocuparse.

- Nos ha querido engordar como a los pavos de navidad porque nos quiere comer esta bruja, dijo el niño.
- Vamos a estar despiertos toda la noche, dijo la niña, para que no pueda atacarnos cuando estemos desprevenidos.
- Tengo mucho miedo, dijo Aitor.
- Tengo mucho sueño, respondió Leire. Se dieron la mano y aunque quisieron mantenerse en vela, el cansancio y el ajetreo del día pudo con ellos y pronto se durmieron plácidamente.

Al despertarse, la vela se había apagado y ambos sintieron que no podían mover los pies. Parecía que alguien les hubiera atrapado y no podían levantarse a abrir la ventana. De pronto, entró la extraña matrona y les gritó:
- ¡Despertaros, o perderéis el tren!
Con la luz vieron que un gato negro, muy gordo, estaba dormido y tumbado encima de la cama justo sobre sus pies. La anciana les dijo:
- No os asustéis del gato Micifuz que compré ayer en el pueblo. Venía metido en el saco porque el revisor no deja transportar animales en los vagones de pasajeros.

Así quedó aclarado el misterio y comprendieron todo. Tras desayunar con gran apetito y antes de subir al tren, dieron un abrazo y un beso muy fuerte a aquella cariñosa anciana que les había cuidado tan bien. Aprendieron que son las obras y no las apariencias las que diferencia a las personas, y que hay mucha gente bondadosa aunque tengan muchas arrugas o un grano feo en la cara. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
18-5-24: Imágenes por AI gracias a Aitor añadidas 20 años después.

Niños contra la guerra

En un belicoso mundo de adultos, donde se presenta la guerra como un inevitable videojuego para los vencedores, el mejor argumento por la paz proviene de la inteligencia infantil desde el candor de sus diarios.

Parece imposible que hayan sido los niños quienes han escrito los mejores alegatos contra la guerra. Con sólo un lápiz y unas cuartillas, respaldados por el poder la palabra, algunas de sus composiciones infantiles en forma de cuadernos constituyen los ensayos pacifistas más memorables.

Probablemente, el más representativo de los fascinantes documentos históricos basados en relatos cotidianos de seres maravillosos que vivieron épocas y situaciones que nunca deberían ser olvidadas por la Humanidad sea el sublime “Diario de Ana Frank” (ver íntegramente en bitacoradefarrio.webcindario.com), la niña de 14 años que no llegó a crecer.
El 3 de mayo de 1944, Ana escribía a su amiga Kitty: “Primero, las noticias de la semana. La política está de asueto: nada, absolutamente nada que señalar. ¿De qué sirve esta guerra? ¿Por qué los hombres no pueden vivir en paz? ¿Por qué esta devastación?... ¿Por qué se gasta cada día millones en la guerra y no hay un céntimo disponible para le medicina, los artistas y los pobres? ¿Por qué hay hombres que sufren hambre, mientras que en otras partes del mundo los alimentos se pudren en el lugar porque sobran? ¡Oh! ¿Por qué los hombres han enloquecido así? Jamás creeré que únicamente los hombres poderosos, los gobernantes y los capitalistas sean responsables de la guerra. No. El hombre de la calle se alegra también mucho en hacerla. Si no, los pueblos hace rato que se habrían rebelado”.

Recientemente se ha descubierto otro caso similar, el de Helga Deen, una holandesa adolescente judía también exterminada en el Holocausto nazi. El diario que escribió Helga antes de perecer refleja, con mayor brevedad pero superior calidad prosística derivada de sus 18 años, la misma desesperación que Ana provocada por aquella indescriptible tragedia que aconteció en el centro de Europa hace sólo 60 años.

Helga, en su libreta colegial de química de 20 páginas escasas y en cinco cartas dirigidas a su novio Kees van den Berg, nos narra allá por junio de 1943, estando ya encerrada en un barracón: "Cariño, hasta ahora no hay mayores problemas. Ocupo una litera de tres pisos y, desde la ventana, veo árboles, pájaros, el cielo azul y alguna nube. Qué desesperación. Todo es horrible. Las crisis de histeria a mi alrededor, la falta de disciplina... Y el ruido”. El 2 de julio, antes de ser deportada a Sobibor para su asesinato, anotó: "Todos los días vemos la libertad tras el alambre de espino que nos encierra".

Ambos diarios no son los únicos testimonios íntimos, a la vez que universales, de la desolación en las guerras. Inolvidables, y dignos de ser releídos, son también “Un saco de canicas” de Joseph Joffo, sobre las aventuras que vive junto a un hermano, con 10 y 12 años, para escapar de los nazis en Paris y reunirse con sus hermanos mayores en la zona libre de Francia, y “El diario de Zlata”, que empezó a escribir septiembre de 1991, poco antes de cumplir 11 años. Su autora, Zlata Filipovic, describe con gran emotividad la vida en la Sarajevo desangrada de hace apenas una década. Ambas obras resultan imperecederas declaraciones pacifistas, siendo la primera más una memoria autobiográfica que enraíza con la divertida novela picaresca y la segunda un diario de una niña croata que había leído a Ana y que se encuentra prisionera en su propia casa, sin agua, gas ni electricidad. La conclusión de todos estos muchachos, la resume Zlata: “Nosotros [los niños] seguro que no habríamos escogido la guerra".

Existen muchas iniciativas pedagógicas y metodologías didácticas de “niños contra la guerra”. Desde la escuela, con una educación en valores éticos y en defensa de los derechos humanos de todas las personas, se puede transformar el mundo. Las guerras acabarán cuando los escolares crezcan sin renunciar a su idealismo utópico, según el cual “no merece la pena escoger la guerra, porque no conviene ni a los niños ni a los hombres de la calle”, como nos contaron Ana, Helga, Joseph y Zlata.

Hombre ma(ltra)ta mujer

La plaga del terrorismo doméstico puede remediarse

La alarma social que provoca la violencia de género está sobradamente justificada, con noticias diarias de mujeres asesinadas por sus parejas masculinas, con casos crecientemente preocupantes por la juventud de sus protagonistas, como el del muchacho de 18 años asesinando a su novia de 15 y suicidándose después, o el de la chica de 14 años violada y asesinada por un compañero de clase de su misma edad. La psicopatología de considerar a la mujer como una propiedad del varón parece que, por su alta frecuencia, podría ser considerado como “usual”, como la obra titulada “Mi marido me pega lo normal”.

La trágica realidad es inaceptable: Más del 1,1 % de las mujeres del Estado español es maltratada por su marido o compañero, y cuatro de cada cinco asesinadas lo fueron a manos de su pareja, novio, amante o ex de cualquiera de estas categorías. El INE (Instituto Nacional de Estadística) incluye la violencia de género entre las principales causas de muerte en los últimos años y el barómetro del CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas) sitúa este problema entre los más acuciantes.

Esta epidemia está profundamente enraizada en todo el planeta y en todo tipo de sociedades, hasta en las más ‘avanzadas’ supuestamente. Los escasos datos que se conocen, sesgados a falta de un estudio mundial, son estremecedores: El Informe del Consejo de Europa de 2002 indica que la violencia doméstica en los hogares europeos es la principal causa de muerte o invalidez en el grupo de mujeres entre 16 y 44 años, por delante del cáncer o los accidentes de tráfico. Los países escandinavos figuran a la cabeza de Europa occidental en asesinatos de mujeres cometidos por su pareja o su ex compañero, por lo que el mito de la latitud debe ser revisado. De acuerdo con los datos de los archivos policiales o judiciales del año 2000, en peor situación está Rumania con una cifra de 12,62 asesinadas por cada millón de mujeres, seguida de Finlandia (8,65), Noruega (6,58), Luxemburgo (5,56), Dinamarca (5,42), Suecia (4,59), Reino Unido (4,36), Alemania (3,58), España (2,44), Irlanda (2,01), Holanda (1,83) y Polonia (1,85). Destaca únicamente Islandia, que no contabiliza ninguna muerte por violencia de género.

En otros continentes de cultura occidental y estadísticas fiables la situación es parecida. Por ejemplo en Australia este “contador de la vergüenza” arroja 8,15 muertas por millón de mujeres. En EE.UU. (con un índice de 8,7), las visitas a urgencias por lesiones causadas por malos tratos superan el millón al año, más que los accidentes de coche, atracos y violaciones juntos. Más de 1.500 mujeres norteamericanas son asesinadas, cada año, por quienes juraron amarlas. Esta aberración sexista afecta a todas las clases sociales. Incluso el “mundo de los famosos” nutre las hemerotecas con casos de pésima repercusión internacional: La muerte de la actriz Marie Trintignat, o los malos tratos conyugales recibidos por personajes como Marilyn Monroe, Katharine Hepburn, Doris Day, Madonna, Halle Berry, Farrah Fawcett o Tina Turner, a manos de sus parejas también de renombre, demuestra que la pandemia no conoce fronteras.
En el resto del mundo la situación es aún peor. En Rusia son asesinadas diariamente 35 mujeres por sus parejas, lo que equivale a 13.000 mujeres muertas al año, cifra exorbitante si se compara –por ejemplo y salvando las diferencias- con los 14.000 rusos que murieron en los diez años de ocupación de Afganistán. No existen datos fiables de países tercermundistas, donde todos los indicadores prueban la espeluznante magnitud del drama.

Existe violencia contra las mujeres en todo el mundo porque en todas las culturas, en todas ellas, hay un componente patriarcal de base. La mujer ocupa aún un papel secundario y la violencia es utilizada para producir o mantener esa desigualdad histórica. La alta tasa de maltrato de género en los países nórdicos, los menos machistas, parece responder a una reacción violenta por parte de los varones ante los espacios que están conquistando las mujeres en la sociedad. ¿Cómo explicar que en Finlandia el 22% de los hombres utilice la violencia contra sus compañeras y el 50% de los separados o divorciados acose y maltrate a su ex?

Se suele confundir el término de violencia doméstica con el de violencia de género. En el Estado español coexisten bajísimos niveles de violencia contra menores con una alta tasa de violencia varón-mujer, estimándose que durante su vida fértil una de cada veinte mujeres se va a ver obligada a denunciar a su compañero íntimo por malos tratos. Ello certifica que se trata de dos fenómenos distintos, aunque puedan compartir causa en determinados casos, pero que requieren enfoques distintos para un adecuado abordaje de ambos problemas por separado.
Centrándonos, en este análisis, en la violencia de género, consideramos que son tres los bloques de soluciones que podrían aliviar el problema.

Medidas judiciales. Ningún problema social se ha solucionado jamás a golpes de Código Penal, sin abordar otros abanicos de soluciones que atajen la raíz del problema. Por tanto no se trata de seguir endureciendo las penas ad infinitum y reforzando de paso la interpretación meramente individual de la cuestión como suma de casos aislados patológicos, porque eso es lo que hemos hecho hasta ahora y hay que reconocer que el problema no mejora.

Existen otros mecanismos legales de eficacia probada, como la agilización de los procesos de divorcio o la extensión de un procedimiento rápido de expulsión del domicilio familiar del cónyuge violento por un período provisional inicialmente, así como otras fórmulas de protección de las víctimas, con vigilancia preventiva para la agredida y órdenes de alejamiento para el agresor.

Medidas educativas. Queda aún mucho camino por recorrer en la perspectiva de una auténtica coeducación de niños y niñas. Fueron muchas las generaciones que se formaron con aquella Ley de Educación Primaria de 1945, que dictaba que "La educación primaria femenina preparará especialmente para la vida del hogar, artesanía e industrias domésticas." Hoy en día, todavía son patentes, en muchas facetas escolares, rasgos sexistas que siguen transmitiendo un modelo machista. Desarraigar los roles sexistas y educar en la convivencia a la infancia y juventud, requiere actuaciones múltiples en todos los elementos presentes en la comunidad escolar, desde los recursos didácticos hasta la composición de los claustros académicos, desde una escrupulosa política de género hasta los modelos y ejemplificaciones que se importan de la realidad social y que deben ser analizados, debatidos y combativos por el sistema educativo.

Tres son las áreas básicas de incorporación curricular coeducativa, en pro de una sociedad igualitaria: 1) Convivencia de género, para el conocimiento del funcionamiento de las relaciones interpersonales, para contribuir a conocer lo que debe ser una equilibrada relación de pareja. 2) Corresponsabilidad en la vida doméstica y familiar, a fin de que chicas y chicos desarrollen por igual actitudes y habilidades, que contribuyan a un auténtico reparto de tareas en el hogar, tanto en su etapa estudiantil como en su futura vida adulta. 3) Ética del cuidado que forma parte constante de la vida cotidiana: cuidado de la casa, del entorno, de los pequeños y de los mayores, de personas dependientes,…. Estas labores deben quedar asociadas a ambos sexos, para que nadie renuncie definitivamente a sus propios proyectos personales y profesionales.

La adopción de una acertada política educativa de género, implica un sinfín de actuaciones desde las tempranas actividades lúdicas de socialización, siguiendo con el uso gramatical exacto y llegando a los sistemas de orientación escolar y profesional, a fin de corregir las desafortunadas consecuencias del desequilibrio en las opciones de carrera del estudiantado, en función de su sexo, tanto en FP como en la universidad.

Medidas sociales. Corresponde al conjunto de la sociedad, desde sus múltiples mecanismos de interacción, combatir radicalmente esta lacra social. Ello exige a toda la ciudadanía el repudio sin paliativos y la condena explícita de cualquier indicio o asomo de maltrato social, entre nuestros convecinos o amigos, en cualquiera de sus manifestaciones física, psíquica, verbal,... Algún día, todas y todos podremos suscribir aquel dicho de Mark Twain, en el que hemos permutado a sus protagonistas para evitar el sesgo sexista propio de cualquier cita anterior al siglo XXI: “Para Eva, el paraíso era donde estaba Adán”.

Claves para entender al nuevo consumidor

Podría hacerse una trasposición del nuevo modelo de consuminor al nuevo modelo de ciudadanía... De momento, quede aquí esta síntesis que sobre el encuentro de tendencias Omnicom publicó la revista El Publicista. En dicho encuentro, en el que participaron especialistas del sector del marketing, comunicación y las nuevas tecnologías, se habló sobre mercados emergentes y nuevos consumidores.

Ahora son los individuos, no las instituciones.
El consumo de masas es el modelo del siglo XX.
Se ha producido una fragmentación de la familia. Éstas son más pequeñas (3 personas) e individualistas.
El centro de la familia ya no es el matrimonio sino que el hijo, el cual influye en un 50% de las decisiones de compra.
Solo uno de cada 5 jóvenes se interesa por la política.
Aparecen nuevas formas de asociación como ONGs, comunidades de interés, etc.
Se consolidan los procesos migratorios, los consumidores viajan más.Surge la cultura de la fusión producto del mestizaje geográfico y cultural.
Triunfan las empresas pequeñas, pero con modelos alternativos.
El marco institucional religioso desaparece y surgen nuevas religiones individuales.
Internet ha dotado de un poder sin límites al individuo.
La globalización genera una pérdida de indentidad que produce el retorno a las identidades regionales.
Se acentúa la búsqueda de uno mismo, la autorrealización individual y los proyectos éticos.
Atraen las empresas con ideología como Google, Amazon, Starbucks, You Tube, etc.
Se producen nuevas enfermedades relacionadas con este nuevo estilo de vida como el estrés, depresiones, suicidios, cuadros de ansiedad, etc.
Los nuevos consumidores somos individualistas pero buscamos nuevos niveles de pertenencia. Nos alejamos de modelos uniformes para inscribirnos en estructuras más pequeñas, informales y flexibles. Ellas son símbolo de fragmentación y pluralismo.
El nuevo consumidor quiere ser único y que se le trate como individuo.
Triunfarán los productos de serie limitada, los personalizados y customizados. Veremos el auge del micromarketing.
El marketing se basará en estilos de vida.
El nuevo consumidor es paradójico y versátil. Puede ser compulsivo y reflexivo a la vez, derrochador y ahorrativo (el concepto de ahorrar comprando o de donnut`s light).
Triunfan las marcas mundiales que acentúan particularismos regionales o locales.
El nuevo consumidor es embustero. Crece la distancia entre lo que dice y lo que realmente hace. Cree ser su imagen idealizada.
Es un consumidor atraído por lo alternativo y por los valores éticos.
Compra experiencias de marca personalizadas.
Aparecen nuevas aspiraciones postmodernas como la disminución de tiempo (queremos todo rápido), la salud, el culto al cuerpo, el ocio y la naturaleza.
El nuevo consumidor quiere que le escuchen, quiere ser tomado en cuenta.
Pasamos de la era de la "transacción" empresa-cliente a la era de la "relación" cliente-empresa.
Nos encontramos ante un nuevo consumidor activo que no se limita a recibir ofertas sino que las busca, las distribuye, un consumidor comunicante, un "'pro-consumidor" o un "e-influencer" en el caso de los entornos online.
Este consumidor comunicante beneficiará a muchas empresas pero también sancionará a las que cometan abusos.
En esta sociedad postmoderna los consumidores participarán en la construcción de marca. El receptor tradicional se convierte también en emisor.
La gente disfruta buscando productos de calidad a bajo precio. Es un juego cuyos resultados son dignos de orgullo y se transmiten a los amigos y conocidos.
El consumidor actual es un experto comprador, está altamente cualificado ya que considera el ejercicio de comprar como algo esencial para la vida moderna.
El nuevo consumidor sabe diferenciar perfectamente entre los reclamos de marketing y los beneficios reales del producto.
En cuanto a los nuevos hábitos alimenticios, los niños piden productos divertidos; los jóvenes, atractivos; los maduros buscan nuevos sabores y alimentos fáciles de preparar mientras que los mayores compran productos que les ayuden a mejorar sus condiciones físicas y mentales.
En cuanto a los hábitos tecnológicos, el nuevo consumidor quiere estar online las 24 horas del día (busca tarifas planas), le gustan los gadgets pequeños (miniaturización) y disfruta con la movilidad y la portabilidad.
El usuario ha pasado de ser un receptor para convertirse en un generador de contenidos.

Otras guarderías

No hablaremos de guarderías infantiles, por varios motivos entre los que el argumento definitivo es que el término “guardería” sería inaceptable aplicarlo a bebés, porque evoca la idea de “parking”. Lo correcto sería hablar de “Educación Infantil” en la etapa 0-2 años, con una determinante función educativa, atendiendo los aspectos asistenciales propios de estas edades. Tampoco insistiremos en la decisiva eficacia acreditada sobre las potencialidades de los niños y niñas que obtiene una adecuada pedagogía infantil desde los primeros meses, desarrollando sorprendentemente competencias cognitivas, lingüísticas, psicomotrices, afectivas y sociales. Definitivamente, necesitamos más plazas de 0-2 años, con una especialización máxima antes de pasar a la escolarización más convencional y experimentada a partir de los 2 años.

La creatividad social es imparable. El Kindergarten o “jardín infantil” fue un hito de la revolución femenina, que ahora puede significar también una mejora educativa para la infancia. Pero la imaginación no se detiene, y en Hamburgo se ha inaugurado el primer Männergarten, un aparcamiento de maridos para dar un respiro a las atareadas mujeres mientras realizan sus ocupaciones (compras incluidas) con la tranquilidad de saber que sus “chicos” quedan en buenas manos, entretenidos y seguros. Por una módica suma de 10 euros, se mantienen distraídos los varones con dos jarras de cerveza y un almuerzo, fútbol televisado, naipes y otros pasatiempos. Antes de la hora de cierre, las esposas pasan con su recibo a recoger a sus compañeros depositados, a quienes se les coloca un distintivo con el nombre a su llegada, para evitar luego confusiones en la recogida.

También pululan otros “centros de día” para personas mayores o impedidas, así como “centros de cumpleaños” para improvisar guarderías en horarios y días festivos. Y abundan las guarderías de presos, de enfermos mentales,… Incluso existen guarderías de ganaderías, para mascotas domésticas. Y los estadios, las plazas de toros, las playas… ¿no cumplen también funciones de guardería? ¿Qué son las cafeterías sino guarderías? Aparte de la gran “guardería”: la televisión, que nos guarda a todos bajo custodia en nuestro cuarto de estar. A fin de cuentas, ¿qué son las guarderías sino guaridas con guardias?

¡Vivan las galerías con baterías de guarderías! ¡Oh, guardería, poesía de la avería, elegía de la burguesía, nadería de la fruslería, profecía de la herejía! Ya puestos a inventar, podríamos continuar: ¿Por qué no instaurar guarderías para políticos, para que nos dejen respirar un rato sin darnos la lata con “sus” problemas? ¿O guarderías de militares, para vivir en paz una temporada?

Verano veterano

Está siendo un caluroso verano. Incómodo para todos; mortal para algunos. El calor veraniego nos demuestra, una vez más, quiénes son los más débiles de nuestra sociedad, y cuán desprotegidos les hemos dejado. Los miles de fallecimientos de ancianos, ¡miles de muertes anticipadas!, dejan al descubierto la insolidaridad de todos nosotros hacia personas que están muy cerca, o incluso son de nuestra propia familia.

Un caso que hemos vivido demuestra la gravedad y precariedad de la vida de muchas personas de edad avanzada. En esta misma zona de playa viven muchos extranjeros jubilados, que eligieron residir aquí fundamentalmente porque "así sobreviven a sus compatriotas que quedaron en su tierra", como ellos mismos declaran. Están bien organizados generalmente, y aunque les cuesta aprender el idioma local se defienden con un inglés que conocen aceptablemente. Hace una semana, unos amigos pidieron a mi hija que les ayudase a entenderse con su vecina noruega, octogenaria cuyo comportamiento se había vuelto extraño, dejando abierta la puerta de su apartamento incluso de noche, y apareciéndoseles a gritos por el balcón contiguo la noche anterior. Mi hija habló con esta demacrada anciana, quien le explicó en un idioma debilitado por las circunstancias que su mejor amiga había viajado por una semana a Suecia, y que se encontraba sin ese apoyo esencial. Ella cada día, a primera hora para evitar el bochorno, se acercaba al lejano supermercado, pero le costaba transportar la pesada agua mineral, necesaria aquí donde la dureza del agua suministrada a las viviendas no permite su consumo. Esta mujer se había encontrada tan débil y deshidratada los dos días anteriores, que sólo acertó a abrir su puerta para esperar ayuda y gritar desde el balcón. Tras esta simple conversación, rápidamente la ayudaron con provisiones de agua y le acompañaron al consultorio médico, comprobando cómo recobraba su vitalidad y aspecto de distinguida dama con tan minúscula atención.

Hemos de asumir todas las responsabilidades, institucionales y familiares, con nuestros mayores. A ellos les debemos todo, comenzando por la vida. Seamos sinceros: No mata el calor: extermina la desatención sanitaria, geriátrica y asistencial (en Francia donde se reconocen 5.000 muertes, su insuficiente asistencia domiciliaria triplica a la nuestra), la pasividad de una administración que se ralentiza o paraliza por vacaciones, y el abandono familiar que debiera apoyarse con financiación colectiva para facilitar la excedencia temporal por cuidado de familiares. En definitiva, mata el egoísmo de quienes disfrutamos el verano ignorando los derechos de nuestros abuelos. Maldita será la familia o la sociedad que se olvide de sus ancianos, que les relegue u olvide, que no reconozca su inmensa aportación y que no les cuide y proteja hasta el final de sus días.

Más que una persona

La playa es un lugar único, donde todavía se entremezclan todas las personas, sin distinción de clase, raza o religión. Vivimos en un mundo cada día más segregado, con barrios, escuelas e iglesias donde no se producen encuentros humanos imprevistos. Pero siempre nos quedará la playa. Representantes de tres continentes, venidos de muy lejos en tumbonas señoriales con lugareños arracimados bajo una sombrilla, ancianos y bebés, muchos descansando y unos pocos vendiendo alfombras de Bagdad que ya no vuelan. Todo tan exuberantemente humano que resulta insólito, pero nunca demasiado humano.

En medio de esta muchedumbre que diariamente se agolpa voluntariamente, resulta imposible entender y relacionar lo que cuentan los periódicos con lo que sucede alrededor. Por mucha escandalera que produzca el borrador del plan Ibarretxe, aquí los vascos hablan con los madrileños sin que parezca importarles nada el tema, ni a unos ni a otros. Los conceptos y las ideologías políticas, casi siempre ocultando turbios intereses económicos, quedan eclipsados ante la presencia masiva de esta humanidad espléndida en una playa. Aquí las entelequias de la unidad nacional (española) o la dignidad parlamentaria (vasca) se posicionan donde deben: muy detrás de las personas reales. Aquí no caben los voceros salvapatrias ni los falsos profetas que, con graves palabras vacías, sólo sirven para encrespar los ánimos y conducir a enfrentamientos que sólo son deseados por quienes esperan vivirlos de lejos.

En un día con dos noches (porque la siesta es obligatoria), bajo este sol común para todos, y viendo a unos críos mientras comen un bocadillo y balancean despreocupadamente las piernas desde las sillas en las que están sentados, aquí y ahora sólo cabe reflexionar sobre las personas. La magnificencia humana demuestra que, siendo iguales en derechos, somos muy diferentes. Sin duda, los mejores seres humanos son los más desvalidos: los niños y los mayores, los enfermos y los incapacitados, ellos son el mejor modelo de referencia humana por el testimonio que nos brindan con su alegría infantil, con su sabia experiencia y con su valentía vital, en definitiva, con esa voluntad de superar las dificultades de la existencia.

Pero hay un tipo de personas con un aura especial, que brillan con más colores que el resto de los mortales. Algunos nunca podremos pertenecer a este selecto grupo, de permanencia limitada a unos meses. Es fácil distinguir a estas personas en la playa: ellas valen por dos, o por tres, raramente por cuatro, pero a veces hasta por cinco o seis individuos. Su doble valor, como coraje y como valía, nos asegura el futuro a la humanidad, y ejercen la actividad más humana que conocemos. Demuestran que el hombre es mucho más que cerebro y corazón. Estas máximas maravillas del universo son las mujeres embarazadas, cuyo seno materno es la obra maestra de la creación. Este estado humano nunca será debidamente reconocido por nosotros, todos nacidos del vientre de una mujer, donde por primera vez escuchamos la lengua materna. ¿Cumplimos debidamente con el artículo 25 de los derechos humanos, que declara que la maternidad y la infancia tienen derecho a cuidados y asistencias especiales?

Cuando desde ese océano de líquido amniótico primigenio que es el Mediterráneo se observa el bullir de la playa, no se puede asimilar las cifras recientemente publicadas de embarazos indeseados y abortos. Desde el máximo respeto hacia todas las creencias, y desde la plena convicción de que son las mujeres las primeras o segundas víctimas, resulta muy doloroso comprobar cómo hemos fracasado como humanidad cuando todavía se dan las circunstancias para que una madre se crea obligada a matar a su criatura. ¡Cuánto tarea nos queda a los educadores!

Anécdotas infantiles

Todas las familias disponen de una memoria histórica de anécdotas que periódicamente se recuerdan, y que merecen ser compartidas. Nosotros educamos a nuestros hijos en el aprecio a tres culturas: Sus regalos navideños aparecían el 24 y 31 de diciembre, y el 6 de enero, si habían escrito sus cartas en euskera, inglés y castellano respectivamente. Nunca olvidaremos el día que nuestro hijo pequeño, Aitor, vino del colegio con la tristeza del fatal descubrimiento de quiénes son los Reyes Magos. Tras su decepción estuvo extrañamente cabizbajo durante la cena, y después de un buen rato pensativo nos preguntó: "Si vosotros, los padres, sois el Olentzero, Papá Noel, los Reyes Magos y el ratoncito Pérez, entonces... ¿también sois Dios?" Esta visión infantil de los padres como dioses es imposible que la mantengan durante la adolescencia.

En otra ocasión, observando a nuestra hija Leire un poco aburrida viendo ensimismada la televisión, me puse a jugar con ella y a voltearla como en un columpio, como frecuentemente hacíamos. Nos estábamos riendo a carcajadas, cuando de repente me pidió que parase para bajar del "caballito" (que era yo). Se plantó delante de mi cara, me miró fijamente y muy seria me dijo: "Aita, cuando yo sea mayor, ¿con quién jugarás tú?". Y luego concluyó condescendientemente: “No te preocupes, aita, yo siempre jugaré contigo cuando quieras”. Esta preocupación por los demás demuestra su inteligencia y que saben ponerse en el lugar del otro.

La infancia es esa fascinante etapa vital, inolvidable, que se caracteriza por tres maravillosas capacidades, que hay quienes saben mantener durante toda la vida: 1º Los niños siempre están alegres, sin motivo especial alguno. 2º Los niños están activos infatigablemente, y quizá ésa sea la clave de la primera cualidad. 3º Los niños constantemente están insatisfechos, sin renunciar a sus objetivos y aspirando a más (según obtienen el triciclo ya quieren la bici,..). Se ha dicho que “los viejos niños nunca mueren, simplemente se adulteran”, pero tal vez sea más exacta la apreciación de Simone de Beauvoir, quien creía que “un adulto no es sino un niño inflado por la edad. Quizá nos convendría importar tradiciones como las de Japón que celebra un Día de los Niños (5 de mayo), un Día de los Adultos para quienes cumplen 20 años (15 de Febrero) y un Día del Respeto a los Mayores (15 de septiembre).

Una propuesta final, para evitar que se confirme la cínica conjetura de que la educación es un proceso crecientemente complejo y costoso para que la autonomía de las personas se… retrase: El adelanto del voto a los 16 años, edad de efectos penales, y quizás más adelante hasta los 14 años. Reconocería los plenos derechos civiles de los niños, como ciudadanos de primera clase, y contribuiría a la mejora de su madurez, preguntándose más tempranamente sobre temas sociales. De su precocidad caben pocas dudas, y es de reconocimiento universal que los niños y los jóvenes de la actualidad están mejor preparados que nunca. Además, esta medida obligaría a los políticos a proponer planes como los niños exigen: a la altura de la desbocada imaginación infantil que desea la paz y la felicidad para todos nosotros.

Más entradas nuestras sobre el Olentzero.