La familia Bélier, una película polivalente
La doble espiral del Efecto Mateo
Esto se produce porque los niños que fracasan en lectura, leen menos, aumentando la brecha entre ellos y sus compañeros. Posteriormente, cuando los estudiantes necesitan «leer para aprender» (dado que hasta entonces ellos han estado "aprendiendo a leer") sus dificultades lectoras generan problemas con la mayoría de las otras materias a aprender. En este sentido, van quedando más y más relegados a las peores calificaciones escolares, dando lugar a una mayor tasa de abandono escolar.
En la educación de adultos este término describe la distribución poblacional del aprendizaje de adultos. En este caso se refiere al fenómeno por el que los adultos que tienen los más elevados niveles de educación primaria son más propensos a continuar con sus procesos de formación y aprendizaje, mientras que aquellos con los más bajos niveles de educación primaria tienen una menor tendencia a continuar con estudios reglados superiores.
Atendiendo a las expectativas previas, el efecto Mateo tiene relación con el Efecto Pigmalión, profecía autocumplida, descrito por Rosenthal y Jacobson (1968), aunque este último hace referencia sólo al efecto de dichas expectativas previas sobre la percepción del rendimiento en la docencia.
En literatura, artes, industria cinematográfica o ciencias, el Efecto Mateo puede observarse en la mayor estimación o reconocimiento personal que reciben los escritores, artistas, cineastas o científicos que ya son prestigiosos frente a otros menos conocidos.
Quienes han publicado o expuesto anteriormente sus trabajos, además de más fama, publicidad o atención, consiguen con mayor facilidad fondos económicos. Con estos mayores medios les es más fácil continuar su actividad o acometer proyectos de mayor envergadura. Así, los factores de mayor fama y más medios disponibles dan lugar a un efecto multiplicador, o círculo virtuoso del «Efecto Mateo».
Algunos fenómenos sociales relacionados con el Efecto Mateo son: Efecto halo, Índice de Pareto, Ley de Stigler, Teorema de Thomas,... Otros posts sobre el Efecto Pigmalión.
Efecto Pigmalión. CORRE. VUELA. #NOTEDETENGAS
Efectos Einstellung y Hawthorne en innovación
En ajedrez es muy patente el Efecto Einstellung, como en las cuatro situaciones recogidas en la imagen superior (origen de la fuente). Se opta por aferrarse a lo ya funciona y focalizar (de ahí el "efecto de focalización") en una zona del tablero (o de las variables a considerar) muy reducida (aunque sea decisiva), sin advertir alternativas más eficaces pero aparentemente fuera de la zona crítica (esto se usa también en la guerra psicológica).
El Efecto Hawthorne (“el aliento en la nuca”) establece que el mero hecho de saberse estudiados genera una reactividad psicológica en las personas analizadas. Descubierto hace más de medio siglo en la fábrica de Hawthorne (origen de la foto), de donde toma su nombre, al comprobarse que la productividad de una cadena de montaje de relés aumentaba si se incrementaba la luz ambiental (o la gestión de los descansos,...),... pero también si se reducía. Era el sentirse observados lo que motivaba la mejora de su trabajo.
Era un efecto placebo o "efecto Pigmalión" de creer que un cambio podría actuar positivamente,... y lo hace por respuesta inconsciente de la población observada. Este Efecto Hawthorne nos lo recordaba Pablo Garaizar en la tercera reunión de #7alde.
- Pensar desde "fuera de la caja"(fuera de la zona a trazos del tablero, ampliar para ver mejor esos rectángulos), incluso pensando que la educación como servicio (no negocio) también si no está en Internet y accesible desde móviles, no existe (aunque aún casi ningún político piensa así) y..
- Ensayar constantemente por el "efecto motivador" de distintas alternativas (siempre que aún no hayan sido descartadas por la investigación previa).
Príncipes de Maine, Reyes de Nueva Inglaterra
Para que los huérfanos soñaran (¡vivan las personas nefelibatas del mundo!) con un futuro esplendoroso, el Dr. Wilbur Larch (Michael Caine) y luego su pupilo y sucesor el Dr. Homer Wells (Tobey Maguire), quien también fue un huérfano nunca adoptado, así despedían cada jornada tras la lectura de clásicos como David Copperfield: "Buenas noches, Príncipes de Maine, Reyes de Nueva Inglaterra".
Una película de valor educativo, aunque con un duro trasfondo ético. Lo mejor nos parece, aparte de la impecable realización, dirección, interpretación,... el mensaje de esperanza, infundiendo seguridad en el poder propio, de máximo "efecto Pigmalión", aún dirigidos a los menos afortunados huérfanos que no eran elegidos por las familias adoptantes y quedaban en un viejo hospicio donde, sin embargo, no les faltaba amor, educación y confianza para encontrar su destino en la vida.
Así se iban socializando y preparando para ser héroes y protagonistas de su porvenir, auténticos príncipes y reyes de su propia existencia, creyendo y creando lo que otros juzgarían imposible, esperando lo inesperado, motivándose para lograr lo inalcanzable. dotándose de una resiliencia que asegura la genuina felicidad.
En el instante 24" se escucha la frase, en inglés ( "Good night, you princes of Maine, you kings of New England ") y por el Dr. Larch (Michael Caine).
Diez medidas educativas en manos de las familias
3. El modelo de autoridad y de confianza que rige en cada hogar es decisivo para orientar la actitud en el entorno escolar de cada alumno o alumna. Reclamar a los agentes docentes un formato de educación que no se vive en casa resulta improcedente e ineficaz, además de contradictorio. El respeto y el reconocimiento que dentro de la familia se reconozca a la escuela será el que recoja el alumnado y que trasladará a las aulas.
5. La trascendencia que en cada hogar se atribuye a la lectura, al estudio y al aprendizaje, incluidas las tareas escolares a realizar en casa, se ha demostrado con un indicador preciso del éxito académico, personal y profesional de las personas. Países punteros como Finlandia acreditan una alta atención de madres (principalemente) y padres en el acompañamiento de sus hijas e hijos en la lectura y en "los deberes para casa".
6. Confiad y aplicad el "efecto Pigmalión", especialmente desde las familias, si bien también el profesorado, la administración y la política deben creer en las inmensas posibilidades de la infancia y la juventud. Padres y madres deben ser exquisitamente cuidados en la atención diferenciada a cada hija e hijo, sin menoscabar ni en un ápice las facultades potenciales de cada persona. Cuando se cree se crea, y hay que esperar hasta lo imposible para alcanzar el máximo en cada vástago, dentro de la singularidad de cada ser humano.
7. Las familias deben intervenir con peso en todas las decisiones educativas y escolares, con la única y lógica reserva de que no son -necesariamente o en su totalidad- expertos en las metodologías didácticas. Las familias son los primeros educadores de sus hijos e hijas, especialmente en los decisivos primeros años, y deben seguir ejerciendo este papel dentro y fuera del hogar, interviniendo con el resto de agentes en la gestión integral de los centros escolares.
8. La elección de centro, en cada curso escolar y en cada etapa educativa, y la libertad de promover y crear nuevos centros educativos con gestión cooperativa u otro modelo, son derechos básicos de las familias que deben ser ejercitados. Quizá no siempre sea posible crear nuevos centros escolares, pero siempre es posible dar un nuevo giro al centro escolar elegido durante el devenir de su existencia.
9. Hemos de recrear y reestructurar las Escuelas de madres y padres,... Es preciso aplicar nuevos conceptos pedagógicos como el "aprender juntos", para descubrir hasta qué punto nos interesa que las y los condiscípulos de nuestros hijos e hijas compartan visiones del rol familiar y el educativo, por la inmensa influencia que alcanzarán en su crecimiento conjunto.
10. La implicación de las familias y la apuesta e inversión que otorgan a la educación de su prole es algo percibido por el alumnado, que identifica y asume como propio, promoviendo una dedicación y un esfuerzo en correspondencia al que sus parientes dedican a su formación. Cuando se conjuntan en un contexto coherente esa consciencia y esa colaboración continuada, el camino está bien trazada y alcanzar metas lejanas es algo que transcurre como algo gratificante y de segura consecución.
Diez medidas educativas desde la política
- La educación es vuestra primera responsabilidad, pero no debe estar únicamente en vuestras manos. El derecho a la educación reside en cada persona, y en su familia durante la minoría de edad. Es una actividad clave, que mueve y ocupa a toda la población durante parte de su vida, y con millares de agentes e instituciones que protagonizan el proceso, lo conocen mejor que nadie y deben ser escuchados.
- Atended el conjunto del sistema educativo, desde la educación infantil hasta la EPA (Educación de Personas Adultas), reconociendo el valor estratégico de todos estos ámbitos. Las enseñanzas básicas, que incluyen la Educación Primaria y Secundaria obligatoria, son críticas por su obligatoriedad, pero el Bachillerato, la Formación Profesional (reglada, continua y ocupacional) y la Universidad (en todos sus grados) también definen a una comunidad.
- Olvidad el corto y el medio plazo, legislad y gobernad para el largo plazo, mirando hacia un horizonte de 8 o 10 años como mínimo. Planificad cuidadosamente y conceded plazos para la transición, pero sin dejar de avanzar cada día.
- Pactad mayorías para un consenso educativo, a fin de dar continuidad a las innovaciones que se vayan incorporando sucesivamente. Para tal fin, renunciad a los detalles partidistas y con altura de miras buscad el bien común para alentar la cultura y la formación de toda la ciudadanía.
- Mantened altas las expectativas de toda la comunidad escolar, creyendo en el potencial cierto del alumnado, del profesorado, de las familias, de la sociedad. Confiad y aplicad el "efecto Pigmalión", tanto desde las familias, el profesorado como desde la administración y la política.
- No seáis dogmáticos con vuestras ideas más radicales, excepto con las que deriven de los derechos humanos universales. Respetad la libertad de elección del modelo educativo que cada familia (y cada alumna o alumno) elige para los suyos, respetad la libertad de los centros de ofrecer pluralidad, respetad la libertad de cátedra y, sobre todo, respetad la libertad de aprendizaje.
- No inundéis de cargos políticos ni la administración educativa, ni los centros de formación,... Aparte de los cargos de elección democrática, respetad las estructuras estables en las diferentes instituciones (funcionariado,...).
- No entremezcléis "Educación" e "Investigación", porque aunque puedan ser ejercidas por las mismas personas en determinados niveles (Universidad,...) se han de programar y regular de modo diferenciado.
- No confundáis "Hezkuntza" (Educación) con "Hizkuntza" (Lengua), porque son dos universos con mucha intersección, pero no exactamente iguales.
- Que jamás se sospeche que queréis mantener una población -y un electorado- poco formados, porque eso sería la mayor traición y un imperdonable error en vuestro mandato (donde vuestra responsabilidad, por delegación temporal, es justamente promover una ciudadanía culta y preparada).
Premisas educativas
Cuatro premisas educativas bien conocidas por el profesorado y que, quizá, puedan contribuir a guiar mejor la acción de las familias.
1ª Buenos ejemplos. No se transmiten conocimientos mediante consejos de nuestras cabezas a sus mentes; sólo se trasladan entusiasmos y voluntades mediante ejemplos vitales desde nuestros corazones a sus almas.
2ª Saber compartido. La educación es un bien extensible, que compartiéndolo se amplía, que se propaga sin menguar y que prende en las personas como el fuego que se comunica sin apagarse. Una vela no pierde su luz por compartirla con otra. Metáfora de cómo diferenciar átomos (materia) y bits (conocimiento). No hay mejor enriquecimiento que compartir el conocimiento.
3ª Efecto Pigmalión. Cabe esperarlo todo de cada alumna y de cada alumno. Hemos de actuar como si estuviésemos ante un caso único y excepcional en todas las ocasiones, porque exactamente es así. "Los sueños están hechos de nada... La realidad comienza con nada...".
4ª Crear líderes. No debemos preparar a los más jóvenes para sobrellevar el mundo actual, ni para aprovecharse de esta atribulada y agridulce realidad. Educamos para recoger lo válido del pasado y preservarlo, para detectar lo inacabado del presente y concluirlo, y para perfeccionar la sociedad y la época que nos ha tocado vivir.
La vida es tan corta y el arte de vivir tan difícil que, cuando uno empieza a aprenderlo, ya hay que morirse. La única solución es la transmisión del conocimiento a través de la educación. La educación nos hace ser como somos y como seremos. El esfuerzo por mejorarse es lo más significativo de una persona. Al fin y al cabo, sólo somos lo que hacemos por cambiar lo que somos.
Versión para imprimir en: mikel.agirregabiria.net/2006/premisas.doc
Pasión Pigmalión
Relata Ovidio en su obra “Metamorfosis” la historia de Pigmalión, un monarca chipriota que destacó por su sabiduría como regente. Su tiempo libre lo dedicaba a la escultura. Un día comenzó un ambicioso proyecto: crear una figura femenina de marfil tan perfecta como ninguna mujer real podría serlo. Trabajó incansablemente hasta lograr su objetivo. Cuando hubo acabado, la vistió con las mejores galas y le impuso el nombre Galatea.
Pigmalión comprendió que se había enamorado de la estatua, pidiendo a la diosa Afrodita que infundiese vida a Galatea para adorarla. La deidad se lo concedió diciendo: “Mereces la felicidad que tú mismo has moldeado. Ahí tienes a la compañera que has elegido”. Pigmalión advirtió que uno de los dedos marmóreos se movía y palpitaba. Ante sus atónitos ojos, Galatea adquirió los primeros rubores en sus mejillas e inició un grácil movimiento, bajando del pedestal para sonreír a su creador. Éste le rogó que se desposase como reina de Chipre. Ella indicó que le bastaba ser su amante esposa.
Las variantes de la leyenda griega de Pigmalión y Galatea son múltiples en la historia del arte y la cultura, naciendo con el precedente bíblico de Eva como costilla de Adán. Ha inspirado a pintores y músicos, a dramaturgos y psicólogos. Destaca la obra del Premio Nobel de Literatura George Bernard Shaw, “Pigmalión”, llevada al cine en dos oscarizadas ocasiones, la última por George Cukor como “My fair lady” (Mi bella dama). Allí una inolvidable Audrey Hepburn da vida a “Eliza”, descarada florista barriobajera a quien el lingüista profesor Rex Harrison convierte en aristocrática dama. Para no extendernos con derivaciones en obras pictóricas y partituras, citemos una sola oración cervantina como referencia concluyente: “El Quijote sí creyó y trató a Dulcinea... como a una reina”.
Filtrando los matices sexistas y paternalistas, los educadores hemos aprendido mucho del “síndrome Pigmalión” para el desarrollo pleno de todas las potencialidades del alumnado. Olivier Reboul condensa la tarea pedagógica, como la de redimir la preciada estatua ignota y presa en un bloque amorfo: "Educar no es fabricar adultos según un modelo, sino liberar en cada persona lo que le impide ser él mismo, permitirle realizarse en su 'genio' singular”. En la búsqueda del máximo desarrollo de las variadas capacidades de todo ser humano, se encontrará la irrepetible identidad personal y la elección singular del destino vital. Para ello conviene aplicar generosa y generalizadamente el patrón Pigmalión: creer en cada uno de los estudiantes, manteniendo docentes y progenitores altas expectativas en cuanto a las aptitudes de sus pupilos e hijos, sobre todo en el caso de los más desfavorecidos.
Los familiares y toda la comunidad educativa deben creer en los inconmensurables talentos de cada joven, especialmente en la etapa en la que la maduración evolutiva origina inseguridades. “Creer para crear” posibilidades ciertas en todos los escolares con independencia del recorrido anterior y de los fatalismos estadísticos. Afirmando sus formidables facultades se logra el prodigio de vencer el fatídico determinismo del “fracaso escolar” darwinista que una buena educación puede superar.
Está demostrado que cuando un padre, un tutor o un responsable creen y transmiten elevadas expectativas a sus hijos, discípulos o personal, logran de éstos el máximo rendimiento, al límite de sus inexploradas capacidades. Se configura así un círculo virtuoso que mejora esperanzas y resultados, creciendo eficazmente todos por la armónica interacción.
Moraleja: “Mantengamos las más altas ilusiones en aquellos con quienes convivimos; si sinceramente creemos en sus posibilidades, las veremos cumplidas”. Difundamos en nuestro entorno este optimista mensaje de fe en nuestros familiares y amistades, en colegas y convecinos. El éxito se construye en una atmósfera positiva que presupone bondad y capacidad en las personas. Las expectativas que proyectan nuestros personajes de referencia, a quienes queremos y en quienes confiamos, repercuten y determinan decisivamente nuestra vida. Si ellos creen en nosotros, su consideración se nos transmitirá y mejoraremos. Todos cumplimos las profecías que nos predicen porque las asumimos. La confianza obra prodigios: Si creemos en nuestra fortaleza, creamos nuestro poder. Ésta es la Poción Pigmalión o la Ley del Espejo: “Tratadme como alguien excepcional y lo seré”. Así funciona con cada uno de nosotros. Probadlo en los demás y veréis sus maravillosos efectos.
Versión para imprimir.