1. Porque estamos vivos. 2. Porque tenemos muchos amigos y amigas. 3. Porque tenemos ropa de abrigo. 4. Porque conocemos y nos relacionamos con gente de otros países. 5. Porque tenemos familia. 6. Porque tenemos unos padres que nos quieren. 7. Por conocer a personas que son buenos ejemplos para nosotros y nosotras. 8. Porque tenemos profesores que nos “aprenden”. 9. Porque estoy contento de tener hermanos. 10. Porque no dormimos en la calle. 11. Porque tenemos comida. 12. Porque tenemos una educación digna. 13. Porque no tenemos que huir con nuestra familia a otro lado del país por persecución. 14. Porque en clase no pasamos frío. 15. Porque tenemos maestros y maestras que nos enseñan. 16. Porque no tengo problemas con mis compañeros. 17. Porque tengo unos familiares espectaculares. 18. Porque tenemos salud. 19. Porque podemos leer o escuchar las palabras de un libro. 20. Porque el beso de la mañana de una madre es maravilloso. 21. Porque veo el sol cada día del año. 22.Porque estamos en clase para aprender. 23. Por ver las estrellas y la luna. 24. Por estar en una biblioteca como bibliotecario. 25. Porque estoy orgulloso y satisfecho de mis padres. 26. Porque tenemos un gran profesor. 27. Por poder correr por las calles. 28. Porque podemos disfrutar de los cuadernos nuevos. 29. Porque tenemos casa. 30. Por tener compañeros de otros países y saber de su cultura. 31. Por tener a toda mi familia. 32. Por estar relajado en mi cama. 33. Por levantarnos cada día. 34. Porque hay recursos que pueden curar enfermedades graves o salvarnos la vida. 35. Porque tenemos agua. 36. Porque ha llegado a clase un niño nuevo. 37. Porque tengo un padre y una madre. 38. Porque voy a la escuela y aprendo. 39. Porque me despierto y oigo a los pájaros cantar. 40. Porque estamos enamorados y enamoradas. 41. Porque no vamos descalzos. 42. Porque tenemos muchos años por delante. 43. Porque tenemos libros nuevos en la biblioteca. 44. Porque tenemos biblioteca. 45. Porque sabemos y podemos leer. 46. Porque hay muchas cosas que descubrir. 47. Por tener una hermana y dos primas que me apoyan en todo. 48. Porque tenemos sentimientos. 49. Por no tener que vivir bajo las órdenes de un dictador. 50. Porque esta mañana he escuchado Hey Jude de los Beatles.
51. Porque sabemos que en el mundo nunca estamos solos. 52. Porque en el futuro habrá muchos momentos buenos. 53. Porque mi madre hace la mejor comida del mundo. 54. Porque nos hacen regalos. 55. Porque somos jóvenes y éste es el momento de la vida que más se disfruta. 56. Porque tengo un hermano y no soy hijo único. 57. Porque todos los que conozco tienen buena salud. 58. Porque tenemos calefacción para estar calientes. 59. Por no tener una enfermedad grave. 60. Porque el próximo 23 de este mes será mi cumpleaños. 61. Porque aunque tuve que dejar a unos amigos cuando me fui de mi país, ahora tengo otros. 62.Porque podemos ver los patos nadando en el río. 63. Porque tenemos coincidencias. 64. Por poder ver la luz del sol cuando nos levantamos. 65. Por poder pasear por un bosque. 66. Por el aire que respiramos. 67. Por ver florecer los árboles en primavera. 68. Porque podemos ver volar a los pájaros, a las libélulas y a las mariposas. 69. Porque no tenemos miedo. 70. Porque podemos ver crecer a los niños pequeños. 71. Porque estamos muy unidos. 72. Porque podemos oler las flores. 73. Porque tenemos fuerza para seguir adelante con la vida. 74. Porque dentro de poco iremos al instituto. 75. Porque nuestros padres trabajan para que no nos falte nada. 76. Por haber tenido la oportunidad de recibir buena educación. 77. Por no nacer en tiempos de guerra. 78. Por poder ayudar a niños y niñas que tienen dificultades. 79. Por haber llegado al 2007. 80. Por haber cumplido 12 años. 81. Porque hay mucha gente que confía en mí. 82. Por tener el don de poder comunicarnos. 83. Porque gracias a este blog, otros conocerán los motivos de nuestra alegría. 84. Porque tenemos un blog donde leer y escribir cosas interesantes. 85. Porque podemos hacer un mundo mejor colaborando y aportando nuestra gota de agua. 86. Porque tenemos unos cuantos amigos en dos colegios asturianos. 87. Porque podemos probar la gastronomía de otros países. 88. Por tener corresponsales con quien comunicarnos. 89. Por tener una abuela que me hace comidas deliciosas. Por conocer a personas que son buenos ejemplos para nosotros y nosotras. 90. Por tener deseos de ser alguien en la vida. 91. Por ser responsables y saber lo que tenemos que hacer. 92. Por poder conocer las maravillas del pasado. 93. Por tener inteligencia. 94. Por tener gente sabia a nuestro lado. 95. Porque podemos viajar a otros países. 96. Por podernos comunicar con algunos escritores. 97. Por poder disfrutar de los colores de la naturaleza. 98. Por poder descubrir cosas nuevas cada día. 99. Por poder reír y 100. Por poder realizar nuestros sueños.
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El mejor pasaporte
Más que nunca, viajar y elegir libremente un horizonte con futuro es el deseo universal de la Humanidad: Elige el mejor visado.
El gran escritor austriaco Stefan Zweig escribió en sus memorias: “Antes de 1914, la Tierra era de todos. Todo el mundo iba adonde quería y permanecía allí el tiempo que deseaba. No existían permisos ni autorizaciones. Me divierte la sorpresa de los jóvenes cuando les cuento que viajé a la India y América sin pasaporte y que en realidad jamás en mi vida había visto uno. La gente subía y bajaba de los trenes y de los barcos sin preguntar ni ser preguntada, no tenía que rellenar ni uno del centenar de papeles que se exigen hoy en día. No existían los salvoconductos, ni visados, ni ninguno de esos fastidios; las mismas fronteras que aduaneros, policías y gendarmes han convertido en una alambrada, a causa de la desconfianza patológica de todos hacia todos, no representaban más que líneas simbólicas que se cruzaban con la misma despreocupación que el meridiano de Greenwich,…”.
Dicen que “Si quieres a tu hijo, déjalo viajar”. Pero, ¿qué es viajar? ¿Cambiar de lugar? No. Viajar es… cambiar de ilusiones y de prejuicios. Viajar es… nacer y morir a cada paso. Viajar es… pasear un sueño, pero hay mucha diferencia entre viajar para ver países y para ver pueblos. Porque las gentes, son lo más interesante de todas las maravillas que nos rodean.
Viajar representa en el mundo simbólico y en el mundo real de nuestros contemporáneos la utopía máxima de la libertad para vivir donde cada uno prefiera. Cada día, muchos de nuestros semejantes mueren tratando de escapar de un continente o aspirando a vivir en otro país.
Pero viajar también la mejor metáfora de huir de un modo de vida que nos esclaviza, que nos aprisiona con una subyugante rutina de la que no cabe escapar. Un trabajo aburrido o un barrio inhóspito son el destino de muchos de nuestros iguales. Pero se puede eludir todo ello; cabe la esperanza de un salvoconducto para residir en otros parajes: La educación, que es el pasaporte que abre todas las puertas de la vida. Incluso muchos títulos universitarios se transfiguran, para sus subversivos estudiantes, en salvoconductos directos hacia la vida opulenta.
El Informe a la UNESCO coordinado por Jacques Delors, "La Educación encierra un tesoro”, define a la Educación como «un pasaporte para la vida». La educación, en el siglo XXI más que nunca, es el mejor legado que los padres y la sociedad pueden otorgar a los más jóvenes, infinitamente mejor que una herencia económica, un apellido o una nacionalidad. Con una buena educación podremos comprendernos mejor a nosotros mismos, entender y apreciar a los demás y participar solidariamente en la obra colectiva de convivir en sociedad.
Elijamos e invirtamos todo lo posible en nuestra educación y en la de los nuestros seres más queridos: es el mejor seguro para la vida e, incluso, un pasaporte para la eternidad. Ser y sentirse soberano para viajar y, sobre todo, para ser autor y protagonista de su propia vida es lo que diferencia al ser humano libre de un esclavo. Toda libertad esta íntimamente ligada al conocimiento y a la madurez que sólo se alcanza con una larga y esforzada formación, que pronto se descubren gozosas para quienes se adentran por las veredas mágicas de la cultura.
Versión final en: http://mikel.agirregabiria.net/2005/pasaporte.htm
El gran escritor austriaco Stefan Zweig escribió en sus memorias: “Antes de 1914, la Tierra era de todos. Todo el mundo iba adonde quería y permanecía allí el tiempo que deseaba. No existían permisos ni autorizaciones. Me divierte la sorpresa de los jóvenes cuando les cuento que viajé a la India y América sin pasaporte y que en realidad jamás en mi vida había visto uno. La gente subía y bajaba de los trenes y de los barcos sin preguntar ni ser preguntada, no tenía que rellenar ni uno del centenar de papeles que se exigen hoy en día. No existían los salvoconductos, ni visados, ni ninguno de esos fastidios; las mismas fronteras que aduaneros, policías y gendarmes han convertido en una alambrada, a causa de la desconfianza patológica de todos hacia todos, no representaban más que líneas simbólicas que se cruzaban con la misma despreocupación que el meridiano de Greenwich,…”.
Dicen que “Si quieres a tu hijo, déjalo viajar”. Pero, ¿qué es viajar? ¿Cambiar de lugar? No. Viajar es… cambiar de ilusiones y de prejuicios. Viajar es… nacer y morir a cada paso. Viajar es… pasear un sueño, pero hay mucha diferencia entre viajar para ver países y para ver pueblos. Porque las gentes, son lo más interesante de todas las maravillas que nos rodean.
Viajar representa en el mundo simbólico y en el mundo real de nuestros contemporáneos la utopía máxima de la libertad para vivir donde cada uno prefiera. Cada día, muchos de nuestros semejantes mueren tratando de escapar de un continente o aspirando a vivir en otro país.
Pero viajar también la mejor metáfora de huir de un modo de vida que nos esclaviza, que nos aprisiona con una subyugante rutina de la que no cabe escapar. Un trabajo aburrido o un barrio inhóspito son el destino de muchos de nuestros iguales. Pero se puede eludir todo ello; cabe la esperanza de un salvoconducto para residir en otros parajes: La educación, que es el pasaporte que abre todas las puertas de la vida. Incluso muchos títulos universitarios se transfiguran, para sus subversivos estudiantes, en salvoconductos directos hacia la vida opulenta.
El Informe a la UNESCO coordinado por Jacques Delors, "La Educación encierra un tesoro”, define a la Educación como «un pasaporte para la vida». La educación, en el siglo XXI más que nunca, es el mejor legado que los padres y la sociedad pueden otorgar a los más jóvenes, infinitamente mejor que una herencia económica, un apellido o una nacionalidad. Con una buena educación podremos comprendernos mejor a nosotros mismos, entender y apreciar a los demás y participar solidariamente en la obra colectiva de convivir en sociedad.
Elijamos e invirtamos todo lo posible en nuestra educación y en la de los nuestros seres más queridos: es el mejor seguro para la vida e, incluso, un pasaporte para la eternidad. Ser y sentirse soberano para viajar y, sobre todo, para ser autor y protagonista de su propia vida es lo que diferencia al ser humano libre de un esclavo. Toda libertad esta íntimamente ligada al conocimiento y a la madurez que sólo se alcanza con una larga y esforzada formación, que pronto se descubren gozosas para quienes se adentran por las veredas mágicas de la cultura.
Versión final en: http://mikel.agirregabiria.net/2005/pasaporte.htm
Más que una persona
La playa es un lugar único, donde todavía se entremezclan todas las personas, sin distinción de clase, raza o religión. Vivimos en un mundo cada día más segregado, con barrios, escuelas e iglesias donde no se producen encuentros humanos imprevistos. Pero siempre nos quedará la playa. Representantes de tres continentes, venidos de muy lejos en tumbonas señoriales con lugareños arracimados bajo una sombrilla, ancianos y bebés, muchos descansando y unos pocos vendiendo alfombras de Bagdad que ya no vuelan. Todo tan exuberantemente humano que resulta insólito, pero nunca demasiado humano.
En medio de esta muchedumbre que diariamente se agolpa voluntariamente, resulta imposible entender y relacionar lo que cuentan los periódicos con lo que sucede alrededor. Por mucha escandalera que produzca el borrador del plan Ibarretxe, aquí los vascos hablan con los madrileños sin que parezca importarles nada el tema, ni a unos ni a otros. Los conceptos y las ideologías políticas, casi siempre ocultando turbios intereses económicos, quedan eclipsados ante la presencia masiva de esta humanidad espléndida en una playa. Aquí las entelequias de la unidad nacional (española) o la dignidad parlamentaria (vasca) se posicionan donde deben: muy detrás de las personas reales. Aquí no caben los voceros salvapatrias ni los falsos profetas que, con graves palabras vacías, sólo sirven para encrespar los ánimos y conducir a enfrentamientos que sólo son deseados por quienes esperan vivirlos de lejos.
En un día con dos noches (porque la siesta es obligatoria), bajo este sol común para todos, y viendo a unos críos mientras comen un bocadillo y balancean despreocupadamente las piernas desde las sillas en las que están sentados, aquí y ahora sólo cabe reflexionar sobre las personas. La magnificencia humana demuestra que, siendo iguales en derechos, somos muy diferentes. Sin duda, los mejores seres humanos son los más desvalidos: los niños y los mayores, los enfermos y los incapacitados, ellos son el mejor modelo de referencia humana por el testimonio que nos brindan con su alegría infantil, con su sabia experiencia y con su valentía vital, en definitiva, con esa voluntad de superar las dificultades de la existencia.
Pero hay un tipo de personas con un aura especial, que brillan con más colores que el resto de los mortales. Algunos nunca podremos pertenecer a este selecto grupo, de permanencia limitada a unos meses. Es fácil distinguir a estas personas en la playa: ellas valen por dos, o por tres, raramente por cuatro, pero a veces hasta por cinco o seis individuos. Su doble valor, como coraje y como valía, nos asegura el futuro a la humanidad, y ejercen la actividad más humana que conocemos. Demuestran que el hombre es mucho más que cerebro y corazón. Estas máximas maravillas del universo son las mujeres embarazadas, cuyo seno materno es la obra maestra de la creación. Este estado humano nunca será debidamente reconocido por nosotros, todos nacidos del vientre de una mujer, donde por primera vez escuchamos la lengua materna. ¿Cumplimos debidamente con el artículo 25 de los derechos humanos, que declara que la maternidad y la infancia tienen derecho a cuidados y asistencias especiales?
Cuando desde ese océano de líquido amniótico primigenio que es el Mediterráneo se observa el bullir de la playa, no se puede asimilar las cifras recientemente publicadas de embarazos indeseados y abortos. Desde el máximo respeto hacia todas las creencias, y desde la plena convicción de que son las mujeres las primeras o segundas víctimas, resulta muy doloroso comprobar cómo hemos fracasado como humanidad cuando todavía se dan las circunstancias para que una madre se crea obligada a matar a su criatura. ¡Cuánto tarea nos queda a los educadores!
En medio de esta muchedumbre que diariamente se agolpa voluntariamente, resulta imposible entender y relacionar lo que cuentan los periódicos con lo que sucede alrededor. Por mucha escandalera que produzca el borrador del plan Ibarretxe, aquí los vascos hablan con los madrileños sin que parezca importarles nada el tema, ni a unos ni a otros. Los conceptos y las ideologías políticas, casi siempre ocultando turbios intereses económicos, quedan eclipsados ante la presencia masiva de esta humanidad espléndida en una playa. Aquí las entelequias de la unidad nacional (española) o la dignidad parlamentaria (vasca) se posicionan donde deben: muy detrás de las personas reales. Aquí no caben los voceros salvapatrias ni los falsos profetas que, con graves palabras vacías, sólo sirven para encrespar los ánimos y conducir a enfrentamientos que sólo son deseados por quienes esperan vivirlos de lejos.
En un día con dos noches (porque la siesta es obligatoria), bajo este sol común para todos, y viendo a unos críos mientras comen un bocadillo y balancean despreocupadamente las piernas desde las sillas en las que están sentados, aquí y ahora sólo cabe reflexionar sobre las personas. La magnificencia humana demuestra que, siendo iguales en derechos, somos muy diferentes. Sin duda, los mejores seres humanos son los más desvalidos: los niños y los mayores, los enfermos y los incapacitados, ellos son el mejor modelo de referencia humana por el testimonio que nos brindan con su alegría infantil, con su sabia experiencia y con su valentía vital, en definitiva, con esa voluntad de superar las dificultades de la existencia.
Pero hay un tipo de personas con un aura especial, que brillan con más colores que el resto de los mortales. Algunos nunca podremos pertenecer a este selecto grupo, de permanencia limitada a unos meses. Es fácil distinguir a estas personas en la playa: ellas valen por dos, o por tres, raramente por cuatro, pero a veces hasta por cinco o seis individuos. Su doble valor, como coraje y como valía, nos asegura el futuro a la humanidad, y ejercen la actividad más humana que conocemos. Demuestran que el hombre es mucho más que cerebro y corazón. Estas máximas maravillas del universo son las mujeres embarazadas, cuyo seno materno es la obra maestra de la creación. Este estado humano nunca será debidamente reconocido por nosotros, todos nacidos del vientre de una mujer, donde por primera vez escuchamos la lengua materna. ¿Cumplimos debidamente con el artículo 25 de los derechos humanos, que declara que la maternidad y la infancia tienen derecho a cuidados y asistencias especiales?
Cuando desde ese océano de líquido amniótico primigenio que es el Mediterráneo se observa el bullir de la playa, no se puede asimilar las cifras recientemente publicadas de embarazos indeseados y abortos. Desde el máximo respeto hacia todas las creencias, y desde la plena convicción de que son las mujeres las primeras o segundas víctimas, resulta muy doloroso comprobar cómo hemos fracasado como humanidad cuando todavía se dan las circunstancias para que una madre se crea obligada a matar a su criatura. ¡Cuánto tarea nos queda a los educadores!
Nosotros, sí, gracias
En educación, los aspectos de relación son centrales, incluso en los casos límite con alumnado autista, por ejemplo. De ellos, hemos aprendido mucho y estas enseñanzas son válidas para todas las personas que deseen, real y sinceramente comunicarse mejor. Además, conociendo estas técnicas podremos desenmascarar a quienes las emplean con profusión para manipularnos, como algunos politiqueros y gacetilleros.
Muchos estudiantes, con o sin autismo, están condicionados a reaccionar negativamente a un ‘‘NO’’ imperativo (‘‘no hagas eso’’...). Estas negaciones indican frecuentemente que el hablante está disgustado o que algo está mal, pero no informan sobre cómo remediar el problema. Así que recomendamos al profesorado (y a las familias) el uso de palabras o expresiones negativas con extrema moderación y sólo cuando requieran obediencia inmediata en casos de emergencia. También es mejor hablar concisa y ordenadamente. Demasiadas instrucciones y explicaciones crean frustración y confusión. Es necesario que el profesor señale claramente qué es lo que quiere que los escolares hagan y por qué. Hay que ser razonable en lo que se pide y la demanda debe ser tal que los alumnos sean capaces de cumplirlo. Los enunciados negativos no aportan las indicaciones necesarias para aprender cómo comportarse de un modo más apropiado y, por el contrario, sugieren que lo negado es apetecible.
Debe evitarse las instrucciones formuladas de un modo amenazador o impositivo, porque los oyentes tenderían a ponerse a la defensiva y les provocaría a hacer justamente lo contrario de lo pedido. Un tono neutro puede ayudar. Por ejemplo: es mejor indicar: ‘‘Es la hora de estudiar’’, en vez de ‘‘Tienes que estudiar ahora mismo’’.
En comunicación, las críticas, los reproches, las amenazas, lo negativo, lo confuso…, sobra. Si nos dicen: «No pienses en un elefante rosa», ya lo estamos evocando en la imaginación… Queremos y necesitamos ideas positivas, claras, conciliadoras, específicas…, justamente lo casi inexistente en la comunicación social y política. Hasta las campañas más costosas y bienintencionadas caen en este craso error: ‘‘NUNCA MÁIS’’, ‘‘NO a las DROGAS’’, ‘‘PLAN ANTITABACO’’, ‘‘NO a la VIOLENCIA DOMÉSTICA’’… Forges, al menos y sólo por sobreabundar, en sus viñetas dice: ‘‘PAZ SÍ, guerra no’’, y el lema hippie decía ‘‘HAZ EL AMOR, y no la guerra’’. Otros aciertan de pleno como ‘‘Gesto por la PAZ’’.
Las frases negativas son nefastas, porque aparte de ser cognitivamente más difíciles de interpretar y más si son extensas, declaran y despliegan una sensación general de inseguridad, desaprobación y hostilidad (a lo sumo condescendencia) que invade a lo dicho. Fíjense que, aunque gramaticalmente digan lo mismo, las tres oraciones siguientes trasladan una impresión muy diferente:
1. ‘‘Estoy contigo’’ (concluyente, enfática y con empatía).
2. ‘‘No discrepo de ti’’ (breve, pero displicente y apática).
3. ‘‘Nunca puedo evitar negar que no esté en desacuerdo con lo contrario que tú refutas rechazar’’... (pura confusión grouchiana).
Los diccionarios desperdician casi el 10% de su contenido con palabras con prefijos destructivos como a-, anti-, contra-, dis-, des-, i-, im-, in-, mal-…, (por ejemplo: a-moral anti-héroe contra-indicado dis-funcional des-acreditado i-lógico im-paciente in-activo mal-educado), y el habla popular desaprovecha un porcentaje de comunicación aún mayor con estas inexpresividades desventuradas y malhadadas (¡lo siento, me he dejado llevar!). La única expresión pseudo-negativa válida que se me ocurre, es la que aconseja el pez padre a su pececito: ‘‘Nada, hijo, nada’’. Hasta se ha impuesto un sistema negativo de votación, con los descartes en los concursos televisivos como ‘‘Gran Hermano’’…, sólo falta que esta fórmula se aplique a la política.
En política, asistimos a la ceremonia de la confusión desde el poder mediático. Se invierte la simplificación de convertir la doble negación en afirmación, para pedir en vez de ‘‘PAZ’’ el desalentador ‘‘NO a ETA’’, ‘‘NO al Nacionalismo Obligatorio’’... No nos merecemos la anacrónica época de violencia que hemos de vivir con bandas terroristas cuyo único sentido es la muerte y la coartada de gobernantes como el ‘‘gran dictador’’ que añora la conquista del Oeste (ahora del mundo) con la política del cowboy bueno frente al ‘‘eje del mal’’, y sus emuladores como el ‘‘pequeño dictador’’, que con nostalgia de reconquista nos abruma con más represión, venganza, pudrirse en las cárceles,… para ocultar esta ‘‘negra navidad’’. Todo ello adobado con la confusión entre valores e intereses, que siguen siendo el motor de la inacabada colonización perpetua de la humanidad por una minoría interesada y belicista.
En prensa oímos demasiadas veces desgobierno, deslegitimización, desinvestigación…, y seguramente asistiremos a la aparición de otros neologismos: desprograma, despolítica, desoposición… El periodismo ha perecido de éxito. Su creciente poderío ante la opinión pública, la que vota bajo su influjo en las democracias, lo había ensalzado hasta un punto en el que debía comprarse su subordinación. Así parece que ha sido ‘‘el cuarto poder’’, no ha resistido la embestida del poder último: la prepotencia económica que necesita controlar el poder político.
Falta veracidad, y pulula el cinismo. No hace falta leer, impertérrito, que Bush pagará a los periodistas o que se defienda públicamente la creación de una agencia de desinformación, la Oficina de Influencia Estratégica (OIE), cuyo supuesto cierre posterior por presiones quizá sea su primera obra y su inaugural patraña.
Nosotros queremos caminos, soluciones, propuestas de PAZ y de CONVIVENCIA a las que podamos decir, ‘‘Sí’’. Queremos más periodistas pacifistas que nos cuenten de Lula. ¡Gracias, presidente Lula, por protagonizar nuestra diaria noticia política agradable, que demuestra que no es imposible ser un político de verdad, que construye, que alivia desigualdades, que no anuncia ni prepara guerras! Lula, tú sí eres grande, cancelas la compra de juguetes bélicos a los militares y les pides que arreglen carreteras y repartan comida; visitas las zonas más pobres de tu país, y no te vas a televisiones italianas en pleno cataclismo ecológico. Sigue así, no desesperes, te esperan grandes desafíos, pero quizás sea la primera figura histórica de este todavía triste siglo XXI.
Truco final: Hagamos una prueba durante una semana. Hablemos sólo cuando lo que tengamos que decir cumplan tres condiciones: Que sea cierto, necesario y amable. ¡Usemos sólo enunciados positivos y veremos cómo mejora nuestra vida, y la de los nuestros! Seamos positivos. Aprovechemos toda oportunidad de felicitar o alentar a alguien. Definámonos por lo que amamos, por lo que creemos; acumulemos amigos. Olvidemos odios, enemigos… ¡Ah, y las palabras mágicas! Pero antes, la palabra más usada y la que más nos fastidia, que es ‘‘NO’’ (se dice que un niño a los 10 años ha escuchado 9 ‘‘Nones’’ por cada ‘‘SÍ’’) y la más superflua, ‘‘YO’’ (que indica egocentrismo). En el ranking de las frases más poderosas, junto a la palabra que más nos agrada escuchar y que es nuestro nombre propio, están:
NOSOTROS (equipo: grupo + estructura + objetivo común)Muchos estudiantes, con o sin autismo, están condicionados a reaccionar negativamente a un ‘‘NO’’ imperativo (‘‘no hagas eso’’...). Estas negaciones indican frecuentemente que el hablante está disgustado o que algo está mal, pero no informan sobre cómo remediar el problema. Así que recomendamos al profesorado (y a las familias) el uso de palabras o expresiones negativas con extrema moderación y sólo cuando requieran obediencia inmediata en casos de emergencia. También es mejor hablar concisa y ordenadamente. Demasiadas instrucciones y explicaciones crean frustración y confusión. Es necesario que el profesor señale claramente qué es lo que quiere que los escolares hagan y por qué. Hay que ser razonable en lo que se pide y la demanda debe ser tal que los alumnos sean capaces de cumplirlo. Los enunciados negativos no aportan las indicaciones necesarias para aprender cómo comportarse de un modo más apropiado y, por el contrario, sugieren que lo negado es apetecible.
Debe evitarse las instrucciones formuladas de un modo amenazador o impositivo, porque los oyentes tenderían a ponerse a la defensiva y les provocaría a hacer justamente lo contrario de lo pedido. Un tono neutro puede ayudar. Por ejemplo: es mejor indicar: ‘‘Es la hora de estudiar’’, en vez de ‘‘Tienes que estudiar ahora mismo’’.
En comunicación, las críticas, los reproches, las amenazas, lo negativo, lo confuso…, sobra. Si nos dicen: «No pienses en un elefante rosa», ya lo estamos evocando en la imaginación… Queremos y necesitamos ideas positivas, claras, conciliadoras, específicas…, justamente lo casi inexistente en la comunicación social y política. Hasta las campañas más costosas y bienintencionadas caen en este craso error: ‘‘NUNCA MÁIS’’, ‘‘NO a las DROGAS’’, ‘‘PLAN ANTITABACO’’, ‘‘NO a la VIOLENCIA DOMÉSTICA’’… Forges, al menos y sólo por sobreabundar, en sus viñetas dice: ‘‘PAZ SÍ, guerra no’’, y el lema hippie decía ‘‘HAZ EL AMOR, y no la guerra’’. Otros aciertan de pleno como ‘‘Gesto por la PAZ’’.
Las frases negativas son nefastas, porque aparte de ser cognitivamente más difíciles de interpretar y más si son extensas, declaran y despliegan una sensación general de inseguridad, desaprobación y hostilidad (a lo sumo condescendencia) que invade a lo dicho. Fíjense que, aunque gramaticalmente digan lo mismo, las tres oraciones siguientes trasladan una impresión muy diferente:
1. ‘‘Estoy contigo’’ (concluyente, enfática y con empatía).
2. ‘‘No discrepo de ti’’ (breve, pero displicente y apática).
3. ‘‘Nunca puedo evitar negar que no esté en desacuerdo con lo contrario que tú refutas rechazar’’... (pura confusión grouchiana).
Los diccionarios desperdician casi el 10% de su contenido con palabras con prefijos destructivos como a-, anti-, contra-, dis-, des-, i-, im-, in-, mal-…, (por ejemplo: a-moral anti-héroe contra-indicado dis-funcional des-acreditado i-lógico im-paciente in-activo mal-educado), y el habla popular desaprovecha un porcentaje de comunicación aún mayor con estas inexpresividades desventuradas y malhadadas (¡lo siento, me he dejado llevar!). La única expresión pseudo-negativa válida que se me ocurre, es la que aconseja el pez padre a su pececito: ‘‘Nada, hijo, nada’’. Hasta se ha impuesto un sistema negativo de votación, con los descartes en los concursos televisivos como ‘‘Gran Hermano’’…, sólo falta que esta fórmula se aplique a la política.
En política, asistimos a la ceremonia de la confusión desde el poder mediático. Se invierte la simplificación de convertir la doble negación en afirmación, para pedir en vez de ‘‘PAZ’’ el desalentador ‘‘NO a ETA’’, ‘‘NO al Nacionalismo Obligatorio’’... No nos merecemos la anacrónica época de violencia que hemos de vivir con bandas terroristas cuyo único sentido es la muerte y la coartada de gobernantes como el ‘‘gran dictador’’ que añora la conquista del Oeste (ahora del mundo) con la política del cowboy bueno frente al ‘‘eje del mal’’, y sus emuladores como el ‘‘pequeño dictador’’, que con nostalgia de reconquista nos abruma con más represión, venganza, pudrirse en las cárceles,… para ocultar esta ‘‘negra navidad’’. Todo ello adobado con la confusión entre valores e intereses, que siguen siendo el motor de la inacabada colonización perpetua de la humanidad por una minoría interesada y belicista.
En prensa oímos demasiadas veces desgobierno, deslegitimización, desinvestigación…, y seguramente asistiremos a la aparición de otros neologismos: desprograma, despolítica, desoposición… El periodismo ha perecido de éxito. Su creciente poderío ante la opinión pública, la que vota bajo su influjo en las democracias, lo había ensalzado hasta un punto en el que debía comprarse su subordinación. Así parece que ha sido ‘‘el cuarto poder’’, no ha resistido la embestida del poder último: la prepotencia económica que necesita controlar el poder político.
Falta veracidad, y pulula el cinismo. No hace falta leer, impertérrito, que Bush pagará a los periodistas o que se defienda públicamente la creación de una agencia de desinformación, la Oficina de Influencia Estratégica (OIE), cuyo supuesto cierre posterior por presiones quizá sea su primera obra y su inaugural patraña.
Nosotros queremos caminos, soluciones, propuestas de PAZ y de CONVIVENCIA a las que podamos decir, ‘‘Sí’’. Queremos más periodistas pacifistas que nos cuenten de Lula. ¡Gracias, presidente Lula, por protagonizar nuestra diaria noticia política agradable, que demuestra que no es imposible ser un político de verdad, que construye, que alivia desigualdades, que no anuncia ni prepara guerras! Lula, tú sí eres grande, cancelas la compra de juguetes bélicos a los militares y les pides que arreglen carreteras y repartan comida; visitas las zonas más pobres de tu país, y no te vas a televisiones italianas en pleno cataclismo ecológico. Sigue así, no desesperes, te esperan grandes desafíos, pero quizás sea la primera figura histórica de este todavía triste siglo XXI.
Truco final: Hagamos una prueba durante una semana. Hablemos sólo cuando lo que tengamos que decir cumplan tres condiciones: Que sea cierto, necesario y amable. ¡Usemos sólo enunciados positivos y veremos cómo mejora nuestra vida, y la de los nuestros! Seamos positivos. Aprovechemos toda oportunidad de felicitar o alentar a alguien. Definámonos por lo que amamos, por lo que creemos; acumulemos amigos. Olvidemos odios, enemigos… ¡Ah, y las palabras mágicas! Pero antes, la palabra más usada y la que más nos fastidia, que es ‘‘NO’’ (se dice que un niño a los 10 años ha escuchado 9 ‘‘Nones’’ por cada ‘‘SÍ’’) y la más superflua, ‘‘YO’’ (que indica egocentrismo). En el ranking de las frases más poderosas, junto a la palabra que más nos agrada escuchar y que es nuestro nombre propio, están:
¡MUCHAS GRACIAS! (amabilidad, cortesía,...)
¿SERÍAS TAN AMABLE...? (ayuda, colaboración,...)
¿CUÁL ES TU OPINIÓN? (interdependencia, altruismo)
¡HABÉIS REALIZADO UN BUEN TRABAJO! (reconocimiento, generosidad)
¡ADMITO QUE HE COMETIDO UN ERROR! (perdón, corrección, rectificación)
Esta pirámide de frases, de una a seis palabras, obra maravillas. Digámoslas como si tal cosa, y veremos los resultados. Con nuestros padres o con nuestros hijos, con nuestros amigos o con nuestros hermanos…, que son todos los demás.
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