Mar y cielo
¿Cuál arriba y cuál abajo, si mirásemos con la mente despierta?
Imagen tomada de entre las mejores de Flickr.
Perdidos en la venganza
La venganza nunca es un camino recto. Es como un bosque, y es fácil perderse. Perderse y olvidar de dónde venías." |
Hattori Hanzo en Kill Bill: Vol. 1 |
Insolidarios mendigos y atracador ladino
El debate sobre el Estatut ha sido más superficial que profundo. Una fábula puede desdramatizar y quizá iluminar.
Puede ser asignado este chiste a Alemania y España, o a Cataluña y Extremadura, pero la metáfora -aunque tosca- es oportuna. Cuentan que diariamente un rico daba la misma limosna a un pobre que mendigaba en una esquina. La rutina se prolongó durante años, sin mediar palabra entre ambos, hasta que un día se produjo una novedad: El donativo se rebajó a la mitad. Y lo mismo sucedió los días siguientes, hasta que una mañana el necesitado inquirió ásperamente a su benefactor: “¿Qué ha pasado para que reduzcas mi ayuda?”. El donante respondió: “Atravieso dificultades familiares y casi estoy en la quiebra”. El mendicante, encolerizado, concluyó: “¡Esto es el colmo! ¡Quiere usted mantener a su familia a mi costa!”.
En la descripción inicial falta un tercer personaje: Un atracador apodado Bruselas o Madrid que, asaltando al dadivoso y al menesteroso, se lleva toda la colecta, no sin antes reprochar con acritud al filántropo su decreciente generosidad. Las víctimas del latrocinio se enzarzan en una absurda disputa (tipo Murcia-Aragón), mientras el hipócrita ladrón aparenta con lamentos, escandalizados y escandalosos, la progresiva insolidaridad del barrio que férreamente controla y asiduamente desvalija.
Ya en serio, es sorprendente comprobar cómo se engaña a la gente… que se deja engañar. Es inexplicable que desde el centro de los poderes fácticos, se consiga debilitar a todo el conjunto social, enfrentando históricamente a las gentes de unos territorios contra las de los otros, quedando quienes concentran todos los privilegios como modelos de… solidarios. Resulta un insulto a la inteligencia que, a quienes piden descentralización y participación en el reparto, los fariseos oligarcas beneficiarios de todo el Estado les acusen de “desleales y rupturistas”… con sus prebendas y sinecuras.
La dialéctica no es geográfica, sino entre los pocos poderosos y los muchos desinformados. El peligro no reside en los habitantes de una “capital” ni en los de las “provincias”, sino en los despachos de quienes lo deciden todo… menos nuestro voto personal. Que no nos engañen los dirigentes reaccionarios, que no defienden ni la justicia, ni la fraternidad, ni a sus votantes, sino su propio provecho y el de sus amos: esa minoría sin otra patria que el dinero.
Versión final en: http://mikel.agirregabiria.net/2005/mendigos.htm
Puede ser asignado este chiste a Alemania y España, o a Cataluña y Extremadura, pero la metáfora -aunque tosca- es oportuna. Cuentan que diariamente un rico daba la misma limosna a un pobre que mendigaba en una esquina. La rutina se prolongó durante años, sin mediar palabra entre ambos, hasta que un día se produjo una novedad: El donativo se rebajó a la mitad. Y lo mismo sucedió los días siguientes, hasta que una mañana el necesitado inquirió ásperamente a su benefactor: “¿Qué ha pasado para que reduzcas mi ayuda?”. El donante respondió: “Atravieso dificultades familiares y casi estoy en la quiebra”. El mendicante, encolerizado, concluyó: “¡Esto es el colmo! ¡Quiere usted mantener a su familia a mi costa!”.
En la descripción inicial falta un tercer personaje: Un atracador apodado Bruselas o Madrid que, asaltando al dadivoso y al menesteroso, se lleva toda la colecta, no sin antes reprochar con acritud al filántropo su decreciente generosidad. Las víctimas del latrocinio se enzarzan en una absurda disputa (tipo Murcia-Aragón), mientras el hipócrita ladrón aparenta con lamentos, escandalizados y escandalosos, la progresiva insolidaridad del barrio que férreamente controla y asiduamente desvalija.
Ya en serio, es sorprendente comprobar cómo se engaña a la gente… que se deja engañar. Es inexplicable que desde el centro de los poderes fácticos, se consiga debilitar a todo el conjunto social, enfrentando históricamente a las gentes de unos territorios contra las de los otros, quedando quienes concentran todos los privilegios como modelos de… solidarios. Resulta un insulto a la inteligencia que, a quienes piden descentralización y participación en el reparto, los fariseos oligarcas beneficiarios de todo el Estado les acusen de “desleales y rupturistas”… con sus prebendas y sinecuras.
La dialéctica no es geográfica, sino entre los pocos poderosos y los muchos desinformados. El peligro no reside en los habitantes de una “capital” ni en los de las “provincias”, sino en los despachos de quienes lo deciden todo… menos nuestro voto personal. Que no nos engañen los dirigentes reaccionarios, que no defienden ni la justicia, ni la fraternidad, ni a sus votantes, sino su propio provecho y el de sus amos: esa minoría sin otra patria que el dinero.
Versión final en: http://mikel.agirregabiria.net/2005/mendigos.htm
Paradojas sanitario-educativas
Las semejanzas entre los dos sectores sociales por antonomasia nos permiten descubrir algunas disfunciones absurdas.
A los educadores frecuentemente se nos compara con los sanitarios, y viceversa. Trabajamos en las áreas más sociales y que absorben la mayor parte de los presupuestos públicos. Prestamos un servicio al conjunto de la sociedad, quizá unos más centrados en las edades más tempranas y otros en las más avanzadas, siendo evaluados continuamente por nuestro quehacer muy cercano a la ciudadanía.
La analogía relativa de ambas dedicaciones, educativa y sanitaria, resulta valiosa para un análisis de mejora en ambos campos, próximos aunque con singularidades específicas. Podemos aprender unos de otros y transponer soluciones comparando y contrastando algunas actuaciones supuestamente inamovibles por la inercia de los tiempos. Veamos dos extraños casos donde urge alterar algunos comportamientos habituales.
El primer tema denuncia una insólita práctica de los laboratorios farmacéuticos, que sería inadmisible en el equivalente sector editorial educativo. ¿Alguien se imagina que una editorial organizase periódicamente conciertos o eventos de altísimo coste, invitando a miles de docentes y con el consejero de turno a la cabeza, patrocinados con los beneficios de un libro de texto? Sería un escándalo inimaginable, y sin embargo es frecuente con las medicinas…. Esperemos que la futura Ley del Medicamento proscriba esta extemporánea conducta, que forman parte de otros métodos de estímulo a la venta (visitas, obsequios, congresos y viajes gratuitos,…) que, como mínimo, resultan poco éticos y exorbitantemente gravosos para el erario público.
El segundo asunto se refiere a la improcedente medida de calidad que parecen adoptar algunos centros educativos y facultades universitarias, que pregonan que sólo admiten a los mejores alumnos, para ser despachados si flaquean y que se enorgullecen de suspender y retardar mucho su carrera. ¿Tendría prestigio una institución médica, y sus respectivos profesionales, si sólo aceptasen pacientes muy sanos, que despidiesen a sus enfermos si no mejoran rápidamente y que se ufanasen del alto porcentaje de convalecientes que no sobrevive a su tratamiento?
Aprendamos del binomio médico-formativo. Los grandes profesionales son quienes se enfrentan a lo más arduo (los pacientes más graves o alumnos más difíciles), que buscan la excelencia en el proceso que les corresponde guiar (sin seleccionar la entrada de sus “usuarios”) y que apuestan por la eficacia y eficiencia de los recursos humanos y materiales. Porque en tarea tan ingente y trascendente nunca sobran presupuestos, que directa (en co-pago) o indirectamente (vía impuestos) provienen de todos nosotros, cuando confiamos a educadores y sanitarios lo más preciado que poseemos: nuestros hijos, nuestra salud y nuestro futuro.
Versión final en: http://mikel.agirregabiria.net/2005/paradojas.htm
A los educadores frecuentemente se nos compara con los sanitarios, y viceversa. Trabajamos en las áreas más sociales y que absorben la mayor parte de los presupuestos públicos. Prestamos un servicio al conjunto de la sociedad, quizá unos más centrados en las edades más tempranas y otros en las más avanzadas, siendo evaluados continuamente por nuestro quehacer muy cercano a la ciudadanía.
La analogía relativa de ambas dedicaciones, educativa y sanitaria, resulta valiosa para un análisis de mejora en ambos campos, próximos aunque con singularidades específicas. Podemos aprender unos de otros y transponer soluciones comparando y contrastando algunas actuaciones supuestamente inamovibles por la inercia de los tiempos. Veamos dos extraños casos donde urge alterar algunos comportamientos habituales.
El primer tema denuncia una insólita práctica de los laboratorios farmacéuticos, que sería inadmisible en el equivalente sector editorial educativo. ¿Alguien se imagina que una editorial organizase periódicamente conciertos o eventos de altísimo coste, invitando a miles de docentes y con el consejero de turno a la cabeza, patrocinados con los beneficios de un libro de texto? Sería un escándalo inimaginable, y sin embargo es frecuente con las medicinas…. Esperemos que la futura Ley del Medicamento proscriba esta extemporánea conducta, que forman parte de otros métodos de estímulo a la venta (visitas, obsequios, congresos y viajes gratuitos,…) que, como mínimo, resultan poco éticos y exorbitantemente gravosos para el erario público.
El segundo asunto se refiere a la improcedente medida de calidad que parecen adoptar algunos centros educativos y facultades universitarias, que pregonan que sólo admiten a los mejores alumnos, para ser despachados si flaquean y que se enorgullecen de suspender y retardar mucho su carrera. ¿Tendría prestigio una institución médica, y sus respectivos profesionales, si sólo aceptasen pacientes muy sanos, que despidiesen a sus enfermos si no mejoran rápidamente y que se ufanasen del alto porcentaje de convalecientes que no sobrevive a su tratamiento?
Aprendamos del binomio médico-formativo. Los grandes profesionales son quienes se enfrentan a lo más arduo (los pacientes más graves o alumnos más difíciles), que buscan la excelencia en el proceso que les corresponde guiar (sin seleccionar la entrada de sus “usuarios”) y que apuestan por la eficacia y eficiencia de los recursos humanos y materiales. Porque en tarea tan ingente y trascendente nunca sobran presupuestos, que directa (en co-pago) o indirectamente (vía impuestos) provienen de todos nosotros, cuando confiamos a educadores y sanitarios lo más preciado que poseemos: nuestros hijos, nuestra salud y nuestro futuro.
Versión final en: http://mikel.agirregabiria.net/2005/paradojas.htm
Contexto con texto
Con Internet y los móviles el moribundo texto resucitó con sola consola, con sumo consumo y con vivencia de convivencia.
La conformación con formación de la conjetura consiguiente, con siguiente cónclave, con clave en concurso, con curso en conversión, y con versión convencida con vencida conciencia es -con ciencia y con fusión- pura confusión. Con signo consigno que, con fianza y confianza, cabe conmover con mover la concesión, con cesión de contacto y con tacto de confín con fin consagrado con sagrado consejo.
Con templo de contemplo, con cilio de concilio, con fisco de confisco, con gestión de congestión, con tienda de contienda, con movida conmovida y con jura de conjura sufrimos con presión de compresión sin comprensión, con torno de contorno, con finado confinado y con trabajo de contrabajo. Con boca se convoca, con notación de connotación se convida con vida de consentimiento con sentimiento de concesión; con cesión se confabula con fábula de contentar con tentar la convalidación con validación.
Conjugo conmemorar con memorar y consentir con sentir. Con don de compenetración, excusados quedan el consabido consuelo contuso de la concavidad consensual, el concomer del conllevar, el consolar del conminar y el contener de la condolencia consigo. Restan el consuelo de los consuegros, el conversar con el convecino consanguíneo que controla el convoy mientras congenio, condenso y consolido el contraste conjunto de la contorsión con el concesionario concejo del condado.
Con cierto concierto aseguro que el texto, consentido con sentido, con vencer puede convencer. Concurren confundir con fundir, conmutar con mutar y conceder con ceder. Con tratar consigue contratar; con testar, el contestar. Para confiar, basta con fiar. Con seguir logra conseguir. Con formar equipo, puede conformar equipo. Con traer ideas conquista el contraer voluntades y concentrar con centrar conceptos. Con fluir llega a confluir. Con jugar considera conjugar. Con venir puede convenir. Basta confirmar,… con firmar.
Versión final en: http://mikel.agirregabiria.net/2005/contexto.htm
La conformación con formación de la conjetura consiguiente, con siguiente cónclave, con clave en concurso, con curso en conversión, y con versión convencida con vencida conciencia es -con ciencia y con fusión- pura confusión. Con signo consigno que, con fianza y confianza, cabe conmover con mover la concesión, con cesión de contacto y con tacto de confín con fin consagrado con sagrado consejo.
Con templo de contemplo, con cilio de concilio, con fisco de confisco, con gestión de congestión, con tienda de contienda, con movida conmovida y con jura de conjura sufrimos con presión de compresión sin comprensión, con torno de contorno, con finado confinado y con trabajo de contrabajo. Con boca se convoca, con notación de connotación se convida con vida de consentimiento con sentimiento de concesión; con cesión se confabula con fábula de contentar con tentar la convalidación con validación.
Conjugo conmemorar con memorar y consentir con sentir. Con don de compenetración, excusados quedan el consabido consuelo contuso de la concavidad consensual, el concomer del conllevar, el consolar del conminar y el contener de la condolencia consigo. Restan el consuelo de los consuegros, el conversar con el convecino consanguíneo que controla el convoy mientras congenio, condenso y consolido el contraste conjunto de la contorsión con el concesionario concejo del condado.
Con cierto concierto aseguro que el texto, consentido con sentido, con vencer puede convencer. Concurren confundir con fundir, conmutar con mutar y conceder con ceder. Con tratar consigue contratar; con testar, el contestar. Para confiar, basta con fiar. Con seguir logra conseguir. Con formar equipo, puede conformar equipo. Con traer ideas conquista el contraer voluntades y concentrar con centrar conceptos. Con fluir llega a confluir. Con jugar considera conjugar. Con venir puede convenir. Basta confirmar,… con firmar.
Versión final en: http://mikel.agirregabiria.net/2005/contexto.htm
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