La Paradoja de Abilene, o la conformidad de seguir al grupo


Recientemente he vivido un caso evidente que retrata "La paradoja de Abilene". No puedo comentar las circunstancias, pero fue vivificante para un "outsider" por recordarme situaciones anteriores donde el conformismo, la uniformidad y la sumisión desata una "espiral del silencio", propia de la dinámica grupal que se suma a lo que supone quieren el jefe o, simplemente, los demás.

La paradoja de Abilene se da en el momento en que un grupo de personas acepta e incluso ofrece su apoyo para actuar conjuntamente de una forma que es opuesta a sus deseos individuales (en ocasiones, incluso desagradando a todos los componentes). El fenómeno sucede cuando un nadie quiere discrepar, o ni siquiera a expresar objeciones para no parecer ir a contracorriente. 

Esta paradoja de Abilene fue descrita por el experto en administración Jerry B. Harvey en su libro de 1988 titulado The Abilene Paradox and other Meditations on Management.​ Harvey citó el escándalo del Watergate como un resultado potencial de la Paradoja de Abilene. Esta es la anécdota citada para describir el fenómeno:

"Una calurosa tarde en Coleman, una familia compuesta por un matrimonio y sus suegros está jugando al dominó cómodamente a la sombra. Cuando el suegro propone hacer un viaje a Abilene, ciudad situada a 80 km., la hija dice: «Suena como una gran idea», pese a tener reservas porque el viaje sería caluroso y largo, pensando que sus preferencias no comulgan con las del resto del grupo. Su marido dice: «A mí me parece bien. Sólo espero que tu madre tenga ganas de ir.» La suegra después dice: «¡Por supuesto que quiero ir. Hace mucho que no voy a Abilene!». 

El viaje es caluroso, polvoriento y largo. Cuando llegan a una cafetería, la comida es mala y vuelven agotados después de cuatro horas. Uno de ellos, con mala intención, dice: «¿Fue un gran viaje, no?». La suegra responde que, de hecho, ella hubiera preferido quedarse en casa, pero decidió seguirlos sólo porque los otros tres estaban muy entusiasmados. El marido dice: «No me sorprende. Sólo fui para satisfacer al resto de ustedes». La mujer dice: «Sólo fui para que estuviesen felices. Tendría que estar loca para desear salir con el calor que hace». El suegro después refiere que lo había sugerido únicamente porque le pareció que los demás podrían estar aburridos"
La Paradoja de Abilene, o la idiotez de seguir al grupo
Al recapacitar, el grupo se quedó perplejo por haber decidido hacer en común un viaje que nadie quería hacer. Cada cual hubiera preferido estar sentado cómodamente, pero no lo admitieron entonces, cuando todavía tenían tiempo para disfrutar de la tarde. El fenómeno es una forma de condicionamiento por la actuación grupal. Se explica por teorías de conformidad de la psicología cognitiva social que sugieren que la especie humana suele sentirse desanimada para actuar en contra de la tendencia del resto del grupo.

La teoría se usa generalmente para ayudar a explicar decisiones de trabajo extremadamente malas, en especial para criticar la supuesta superioridad de la ilusión creada por las «reglas de comité». Una técnica mencionada para combatir este mal administrativo, también usada por consultores, es preguntarse: ¿Estamos yendo a Abilene? Así puede determinarse si la decisión colectiva fue legítimamente adoptada por los miembros del grupo o si, solamente, resultó el pensamiento propio de un rebaño. 
La Paradoja de Abilene, o la idiotez de seguir al grupo

En resumen, "La paradoja de Abilene" postula que en situaciones críticas existe, en el pensamiento gregario, una tendencia a tomar decisiones poco satisfactorias y nada razonables, a fin de salvar el aparente consenso. También se puede expresar como la «falta de asertividad personal» de los miembros de una comisión de análisis y decisión.

Voluntariado en Cruz Roja: 7º Videoconferencia NagusIkas 3-3-2021

Grabación íntegra de la videoconferencia
Voluntariado en Cruz Roja: 7º Videoconferencia NagusIkas 3-3-2021
Presentación similar a la que se utilizará.
Séptima Videoconferencia organizada por 5 de Octubre y Nagusiak Bizkaia. 
Miércoles 3 de marzo de 2021 a las 17:00 horas.

Ponente: Belén Atxutegi IzquierdoDirectora Provincial de Voluntariado, Participación y Desarrollo Local de Cruz Roja BizkaiaPresenta: José Luis Garrido Cavia, Presidente de la Asociación de Docentes Jubilados 5 de Octubre.
Información preliminar remitida por la Directora Provincial de Voluntariado, Participación y Desarrollo Local de Cruz Roja Bizkaia
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La banalidad del mal, según Hannah Arendt

Aparte de este resumen, se puede ver la película completa en este enlace.

La polémica expresión "Banalidad del mal" fue acuñada por Hannah Arendt (1906-1975), filósofa y teórica política alemana de origen judío, en su libro Eichmann en Jerusalén, cuyo subtítulo es Un informe sobre la banalidad del mal.

En 1961, en Israel, se inicia el juicio a Adolf Eichmann por genocidio contra el pueblo judío durante la Segunda Guerra Mundial. El juicio estuvo envuelto en una gran polémica y muchas controversias. Casi todos los periódicos del mundo enviaron periodistas para cubrir las sesiones, que fueron realizadas de forma pública por el gobierno israelí. Además de crímenes contra el pueblo judío, Eichmann fue acusado de crímenes de lesa humanidad y de pertenecer a un grupo organizado con fines criminales. Eichmann fue condenado por todos estos crímenes y ahorcado en 1962, en las proximidades de Tel Aviv.

Una de las corresponsales presentes en el juicio, como enviada de la revista The New Yorker, era Hannah Arendt. En 1963, basándose en sus reportajes del juicio y sobre todo su conocimiento filosófico-político, Arendt escribió un libro que tituló Eichmann en Jerusalén (léase en PDF). En él, describe no solamente el desarrollo de las sesiones, sino que hace un análisis del «individuo Eichmann». 

Según ArendtAdolf Eichmann no poseía una trayectoria o características antisemitas y no presentaba los rasgos de una persona con carácter retorcido o mentalmente enferma. Actuó como actuó simplemente por deseo de ascender en su carrera profesional y sus actos fueron un resultado del cumplimiento de órdenes de superiores. Era un simple burócrata que cumplía órdenes sin reflexionar sobre sus consecuencias. Para Eichmann, todo era realizado con celo y eficiencia, y no había en él un sentimiento de «bien» o «mal» en sus actos. Fue como si en aquellos últimos minutos [Eichmann] resumiera la lección que su larga carrera de maldad nos ha enseñado, la lección de la terrible banalidad del mal, ante la que las palabras y el pensamiento se sienten impotentes.
La banalidad del mal, según Hannah Arendt
Hannah Arendt analiza la personalidad de Eichmann como la de un hombre normal y corriente, ni demoníaco, ni monstruoso, y al que seis informes psiquiátricos dieron por “no solo normal, sino ejemplar”. En cuanto al problema de conciencia, Adolf Eichmann recordaba perfectamente que habría llevado un peso en ella en el caso de no haber cumplido las órdenes recibidas, las órdenes de enviar a la muerte a millones de hombres, mujeres y niños, con la mayor diligencia y meticulosidad. 

La gente más peligrosa no es la gente que hace daño aposta –de ellas sospechamos fácilmente-, sino la gente que carece del hábito de pensar y que, alegando “buenas intenciones”, considera prescindible actuar con prudencia. Hannah Arendt explica que Eichmann, más allá de su “normalidad”, se caracterizaba por un “déficit de pensamiento” que lo incapacitaba para pensar con profundidad. “Eichmann no era estúpido. Únicamente, la pura y simple irreflexión –que en modo alguno podemos equiparar con la estupidez– fue lo que lo dispuso a convertirse en el mayor criminal de su tiempo”. 

Para explicar lo ocurrido, Arendt habla de la “banalización del mal, ante la que las palabras y el pensamiento se sienten impotentes”, la define como “un alejamiento de la realidad, y tal irreflexión que pueden causar más daño que todos los malos instintos inherentes, quizás, a la naturaleza humana”.

Clubhouse, la exclusiva red social de la élite digital

Al final han inventado la "radio de los techies, geeks, frikis, expertos,...". Se llama Clubhouse. Es una exclusiva APP o nueva red social basada en conversaciones de voz efímeras, que no quedan grabadas y garantizan así la privacidad de la charla. Solamente la pueden usar quienes tienen un iPhone (extensible luego a un iPad) y han recibido una anhelada invitación (a nosotros nos ha nominado Josu Garro, @otxolua).

Entre la élite tecnológica de Silicon Valley ya no se lleva ni Twitter, Instagram, ni LinkedIn. Una vez dentro, cualquiera puede iniciar una reunión de audio, atraer ponentes y audiencia y dejar fluir la tertulia hasta que se agoten las ideas y el grupo acabe por autodestruirse. 

Quizá el truco del éxito asegurado de Clubhouse, que ya está valorada en más de 1.000 millones de dólares, es... DIFICULTAR EL ACCESO a los usuarios, restringir la cabida a unos pocos para que se sientan VIPs. La idea parece tan buena que Twitter está ya probando un servicio similar, llamado Spaces, y Facebook o Telegram están estudiando lanzar alguna imitación.

Al convertirse en objeto de deseo digital, ya se comercializan invitaciones que se cotizan por 89 dólares en eBay. En las últimas semanas, altos directivos tecnológicos se han acercado a la aplicación. Como es el caso del fundador de Tesla, Elon Musk, y el consejero delegado de Robinhood, Vlad Tenev, que protagonizaron una room sobre el fenómeno bursátil de GameStop (por cierto, colapsaron el sistema).

También el fundador de Facebook, Mark Zuckerberg, ha aparecido curioseando en alguna reunión. Como ellos, millares de profesionales del mundo tecnológico, económico e incluso artístico han sido seducidos por los servicios de la plataforma, que ha modernizado y democratizado un género tan antiguo como la tertulia radiofónica.

Clubhouse fue fundada hace 11 meses por Paul Davison y Rohan Seth, dos emprendedores formados en Stanford que ya lo habían intentado con una plataforma de creación de podcasts y otros proyectos fallidos. Esta vez dieron en el clavo y la APP empezó a viralizarse rápidamente, primero en Estados Unidos y al poco tiempo en Europa. En Barcelona, por ejemplo, ya se pueden escuchar conversaciones sobre bitcoin, inversión en capital riesgo, estrategias de marketing e incluso lecturas del tarot y consejos para ligar en tiempos de pandemia.

En Asia, el fenómeno Clubhouse también ha irrumpido con fuerza. De hecho, China prohibió la semana pasada el uso de la aplicación porque algunos debates trataban temas sensibles como las revueltas de Hong Kong o la persecución de los musulmanes uigures. 

En el conjunto del mundo, ahora la APP nacida en mayo del 2020 suma ya 2 millones de usuarios activos a la semana, una barbaridad comparado con la cifra del mes de mayo pasado, cuando apenas alcanzaba el millar. Los analistas consideran que si la compañía mantiene el ritmo de crecimiento pronto podrá alcanzar la popularidad de otras redes como Twitter (330 millones de usuarios al mes) o LinkedIn (260 millones).
Un tutorial, pero hay otros muchos como este otro,...

Algunos factores del éxito repentino de la plataforma de voz Clubhouse pueden ser:
  • La coyuntura del COVID-19: la reducción de la movilidad, de las reuniones, las ferias y congresos ha propiciado que este canal de comunicación se erija como una alternativa al networking y la formación profesional. 
  • La fortaleza del audio, frente a las videollamadas, al reducir la exposición de los usuarios en la red y les ofrece más comodidad a la hora de participar en las reuniones. 
  • La génesis que etiqueta a la APP como propia de la élite tecnológica y del iPhone, algo que le otorga prestigio y un valor diferencial en el mercado. 
Sin embargo, la plataforma tiene grandes retos por delante. Todavía está en fase beta y no tiene modelo de negocio. Según fuentes de la empresa, está estudiando introducir un formato de suscripción, una opción a dar propinas a los conferenciantes o exigir pagos por escucharlos. Clubhouse se ha financiado hasta la fecha a través de aportaciones de fondos de capital riesgo, especialmente del inversor Andreessen Horowitz En diciembre de 2020, estaba valorada en casi 100 millones de dólares y el 21 de enero de 2021 se convirtió en empresa unicornio, al superar los 1.000 millones $ de valoración.

Las expectativas del mercado son altas. No solo por el crecimiento exponencial de usuarios sino por la innovación del producto. Clubhouse cambia las reglas del juego no solo a nivel de interacción social, sino de publicidad de las marcas. Las compañías van a tener que adaptarse al nuevo formato y crear formas de fidelización de clientes.

Conclusiones: Tiene sus detractores, pero a mí me gusta porque revoluciona el concepto de radio personalizada e interactiva, de conversación sin vídeo. Otra descripción sería una conversación o tertulia de bar, que se echa de menos en este tiempo de pandemia. No "mola" no abrirse a Android, o ese tinte de exclusividad, pero los clubs suelen exigir a sus miembros algunas condiciones. Le veo futuro,... y seguro que se extiende a Android. Y lo de la "exclusividad" es una estrategia de marketing inicial para diferenciarse del mundo de los podcasts,...  .

Crisis encadenadas

Primero fue una crisis de la construcción, agravada con una crisis crediticia por las hipotecas subprime en verano de 2007. Luego se generalizó una crisis financiera general de 2008. Vino seguida la crisis económica, en todos los órdenes y ámbitos. Derivó en una crisis laboral, que amenaza convertirse en una crisis social. Y para evitar la crisis política planetaria, el G20, o G22, se reunió para que no cundiese el pánico aún más,... En este panorama crítico, se insiste que lo más grave no son todas estas crisis, sino que hay otra crisis, todavía más grave, que es la "crisis de valores" (y suponemos que no se refieren a los devaluados "valores bursátiles").
Pero, ¿qué es una crisis? La mejor definición que hemos encontrado es que una crisis es cuando ya no puedes decir "Vamos a olvidarlo todo". John Fitzgerald Kennedy explicaba que, escrita en chino, la palabra crisis se compone de dos caracteres, uno representa peligro y el otro representa oportunidad. En estas grandes y graves crisis, el corazón se rompe o se curte.

¿Cosmopolitas vs arraigados? Somewheres vs anywheres?

Hay dos tipos de personas en el mundo, la gente de algún lugar y la gente de cualquier lugar, o eso dice el autor británico David Goodhart, quien acuñó los términos "Somewheres" y "Anywheres" para explicar las divisiones de la sociedad británica que provocaron el Brexit y el aumento de la política populista.

Según Goodhart, los Somewheres son personas más arraigadas y conservadoras a nivel local que los Anywheres, que son globalistas que están bien adaptados al cambio. Los Somewheres atribuyen una gran parte de sus identidades a su lugar de origen o comunidades locales y es menos probable que se muden. Los Anywheres, por otro lado, forman una identidad basada en sus experiencias de vida más que en un lugar de origen; son una población muy móvil que generalmente se congrega en grandes ciudades urbanas como Nueva York, Londres o Tokio.

Esta división no es exclusiva de Gran Bretaña, sino que se aplica a todas las sociedades modernas. Con el auge de la globalización, se ha vuelto más fácil ser una persona en cualquier lugar, ya que el fortalecimiento de las redes globales permite una mayor movilidad a través de las fronteras. 

Mis antepasados, como la inmensa mayoría de sus coetáneos eran inequívocamente Somewheres. Mis descendientes, hijos y nietos, son Anywheres y, francamente, no por elección en muchos casos sino por razones laborales. 

Gracias a sus conocimientos de varias lenguas y alta cualificación académica, disponen de una visión del mundo multidimensional, además de fuertes habilidades de adaptación y amistades en todo el mundo de culturas originarias muy diversas.

Estas circunstancias y vivirlas como una elección, por desgracia, es un privilegio del Primer Mundo, con pasaportes que les permiten viajar por el mundo y asentarse en el país de su elección.

A nadie se le deben negar las oportunidades de avance simplemente por la ubicación geográfica en la que nació y el pasaporte que posee. Es hora de que los gobiernos de todo el mundo reconsideren el sistema actual de gestión de la movilidad para que las oportunidades globales estén disponibles para todos, en lugar de solo para unos pocos privilegiados, la mayoría de los cuales simplemente por la suerte de nacer con tal prebenda. Sólo entonces se materializará verdaderamente la igualdad de la que hablan.

Es comparativamente fácil para una persona de Anywhere convertirse en una persona de Somewhere si así lo desea, pero generalmente es una batalla cuesta arriba para una persona de Somewhere convertirse en una persona de Anywhere.



La división entre los Somewheres y Anywheres no es solo política. También tiene dimensiones económicas y sistemáticas a escala global.

El peso decreciente, pero aún dominante, de los Somewheres condujo en 2017 a la derrota de Hillary Clinton y el fracaso de los británicos que defendían la permanencia en la UE. Seguramente porque sus valedores no supieron comprender a los llamados somewheres o arraigados. Esta es la tesis del polémico y best seller libro de David Goodhart, The road to Somewhere,  que sostiene que esta distinción dicotómica es más importante que la de clase social o la de derecha e izquierda para entender la proliferación del populismo.

Los arraigados suelen ser votantes conservadores, y algunos ex-laboristas, que viven en ciudades pequeñas a las que sienten que pertenecen, poseen un nivel medio o bajo de ingresos y, en general, un nivel educativo intermedio. Culpan a Europa de sus infortunios, derivados de la inmigración o las restricciones a la pesca. Representan el 60% de la población y creen que cerrando fronteras Reino Unido volverá a ser lo que era.

Tras la universidad, los cosmopolitas no vuelven a sus ciudades de origen. Los hay progresistas y de centroizquierda y derecha, profesionales leídos y viajados que entienden la globalización en positivo o la contemplan como un fenómeno imparable. Eran sólo el 20% en 2017 en el Reino Unido pero, hasta ahora, según Goodhart, sus élites adoptaban decisiones sin pensar demasiado en los arraigados y creaban opinión sobre lo políticamente correcto.

Los arraigados estaban enfadados, temían por su futuro pero ni siquiera podían opinar abiertamente sin ser acusados de retrógrados. De repente, algunas élites, como Farage o Trump, les dieron voz y les dijeron que su forma de pensar no era deplorable sino realista. Ahora las élites cosmopolitas no saben cómo frenarles.

David Goodhart ha sido criticado por caricaturizar a los cosmopolitas y afirmar que desprecian sin más las preocupaciones de los arraigados. Sin embargo, plantea un dilema para la izquierda. Acaso hay que mostrarse comprensivo con las necesidades más y menos razonables de los arraigados, exhibiendo también alguna pizca de populismo, o deben rechazarse como regresivas. Lo primero ha demostrado ser peligroso porque supone abrir la veda al nativismo, a lo incorrecto y a lo desconocido; lo segundo, ineficaz para ganar elecciones o referendos.

Post, aún en elaboración, que estuvo en borrador desde el 20-4-2017. 
Recuperado retrospectivamente cuatro años después.