“Haceros" con las aceras

Con el ánimo de informar y formar debidamente a la ciudadanía en general, y a la Policía Municipal en particular, iniciamos una serie de artículos sobre normas ciudadanas para favorecer una mejor convivencia cívica y vial en nuestras ciudades y pueblos. En los municipios conviven, básicamente, dos tipos de seres: humanos y mecánicos, aparte de otras faunas y floras menores. Mientras no se diga lo contrario, tienen prioridad las personas de carne y hueso frente a los vehículos de chatarra más o menos brillante. Para evitar que los segundos atropellen a los primeros, porque a la inversa no sucede nunca, se han establecido unas normas básicas que merecen ser recordadas para conocimiento de todos y todas.

Aceras con calzadas. Las urbes están divididas en dos modalidades de zonas: las aceras para las personas y las calzadas para los coches, con franjas mixtas como semáforos, pasos de cebra o accesos a garajes. Las aceras, protegidas por un bordillo, son espacios peatonales. Insistimos, para peatones exclusivamente, sin que los “listillos” y las “listillas” puedan subir y aparcar sus automóviles en este tipo de pavimento. No existen excepciones, ni para repartidores, ni caraduras habituales, ni para unos minutos.

Las calzadas o carreteras son preferentemente para los vehículos, por lo que tampoco deben ser invadidas ni cruzadas por viandantes, excepto por las zonas previstas para ello, como semáforos y pasos de cebra. En los pasos de cebra, siempre tienen preferencia los transeúntes frente a los conductores, sin importar la prisa que éstos lleven. Se comunica también a los taxistas que no supongan que todos los peatones son acróbatas saltimbanquis expertos en esquivar coches a alta velocidad, sobre todo si en días de lluvia aparentan ser ancianos o ancianas con muletas y paraguas.

Haceros con calzados. Parece recomendable que todos aquellos que deban moverse con rapidez por las localidades urbanas recurran a un buen calzado para andar todo lo deprisa que puedan, sin arrastrar coches que por ocupar más espacio serán difíciles de estacionar. Urge comprar más zapatos y menos automóviles. Esta sugerencia resulta valiosa para repartidores, papás, mamás (con sus famosos Mamamóviles) y… guardias municipales. Con trasporte público y a pie se circula mejor, y se patrulla óptimamente.

Si la policía municipal no sabe cómo rellenar ese bloc de multas para sancionar a quienes suben motos o furgonetas sobre las aceras, preferentemente en las esquinas rebajadas, puede solicitar bolígrafo y ayuda a cualquier sufrido peatón que gustosamente les ayudará a cumplimentar el papeleo. Por último, el área municipal de urbanismo podría sembrar más jardinería, papeleras o pivotes para impedir la invasión de las áreas peatonales por automóviles, pero no justamente como en mi extensa avenida donde el único tramo protegido de acera es frente al escaparate del concesionario de una marca lujosa para despejar la vista a potenciales compradores, mientras sus empleados utilizan constantemente la acera de la urbanización de enfrente como taller propio para estacionar y reparar vehículos, circunstancia llamativa desde hace muchos años que toda la vecindad padece y advierte, excepto la policía municipal que pasa por delante sólo treinta veces al día, conduciendo sus coches de un lado a otro, sin detenerse nunca, no se sabe si porque lo ven todo bien o porque ven demasiadas cosas mal.

Concluyendo: Aceras para peatones. Calzadas para coches. En los pasos de cebra, preferencia al transeúnte. Peatones: Defended vuestro territorio, ¡haceros con las aceras! Sólo pedimos la ciudad sin coches… en las aceras. Seguiremos informando.

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