Casi una panacea

Sobre la base de un Congreso Internacional recientemente celebrado en Bilbao, con participación de educadores, sanitarios, deportistas,… se presenta una sorprendente terapia socio- educativa- sanitaria.

Ante todo, es evidente que la credulidad en los remedios universales ha desaparecido con el avance de la Ciencia. Si algo se demuestra realmente eficaz, rápidamente se implementa en nuestros sistemas educativos, sanitarios y sociales, a fin de beneficiarnos todos de sus propiedades curativas. Pero siempre queda la esperanza de que la innovación continua aporte nuevas soluciones, o nuevos caminos con recursos ancestrales inexplorados.

Jamás debiéramos dejar de reconsiderar y reinventar ingenios antiguos, de efectos positivos, pero que quizá no han sido suficientemente ensayados. Alguno de ellos, sistemáticamente aplicado para que nos ofrezca todo su provecho, podría constituir una base prometedora de ilusión para abordar problemas crónicos, aún no erradicados de nuestra realidad. Todo ello sin renunciar a que una genuina panacea debe ofrecer grandes augurios, pocos costes y nulos efectos negativos.

Este es el caso del producto que anunciamos. Su primera cualidad es que es divertido, lúdico, recreativo y placentero a cualquier edad, desde la primera infancia hasta la última senectud. Más aún, ayuda a la infancia a madurar y a la ancianidad a mantener toda su capacidad intelectual y social. Se puede practicar en solitario, pero es más gratificante en pareja o en grupos, de pequeña o gran dimensión.

Definirlo como ciencia, arte, cultura, deporte, inteligencia o sabiduría es perfectamente posible. Hunde sus raíces en la historia de la humanidad, enlaza civilizaciones, aprende de las matemáticas, crece con la informática, se despliega con Internet, sin perder su ancestral diseño, su refinada estética, su belleza intrínseca, su ética básica y su complejidad cautivante. Por ello, sus ámbitos de utilización son muy plurales destacando los espacios y tiempos sanitarios o educativos, en horarios lectivos o extraescolares, o en un creciente ocio creativo.

Resulta de incomparable valor pedagógico y terapéutico, en todo el espectro de edades, desde educación infantil hasta la de personas adultas. Previene la drogadicción, combate el absentismo escolar, desarrolla valores, enseña a ganar y a perder, demuestra respeto por las normas,… Todo ello siendo ameno e instructivo, colaborativo y competitivo a la vez. Sirve para aprender a controlar emociones, a superar miedos, a crear optimismo, a crecerse en la desgracia…

Entre sus innumerables méritos destacan cómo puede mejorar la confianza en uno mismo, entrenando para progresar con concentración, trabajo, estudio y compromiso. Enfatiza por igual el esfuerzo individual como el colectivo, sirviendo de puente intercultural, interracial e interlingüístico, pues dispone de un idioma propio y universal.

Zona de encuentro intergeneracional o entre sexos, puede disputarse o disfrutarse entre hombres y mujeres de todas las edades, nietos con abuelos, poniendo en juego todas las potencialidades del ser humano. Algo tan mágico es, simultáneamente, el deporte más difícil, la ciencia más entretenida, la llave precoz de la inteligencia y la mejor prevención del Alzheimer. Con siglos de antigüedad, sus antecedentes son inmejorables, pero expandiendo su imagen pública y con inmensas expectativas para un futuro brillante. Otorga prestigio a sus patrocinadores educativos, empresariales o políticos. Además es accesible y muy barato. Sin embargo, y a excepción de su vertiente federativa, aún no cuenta en nuestro entorno con una institución que lo impulse para todas las personas y en todas las edades, como sería una “Fundación de Ajedrez”.

Versión para imprimir en: mikel.agirregabiria.net/2007/panacea.DOC

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