Jugar, el trabajo de la infancia

Hace dos días escuchamos grandes verdades, de esas inconmensurables conclusiones propias de una avispada niña de tres años (U***e). De modo improvisado, con esas sentencias espontáneas que deben recogerse con prontitud porque pueblan el imaginario de la infancia, un tesoro que se suele perder al crecer.

Le preguntó a su madre, medio de broma, dónde estaba "su novio", dado que jugaban en un parque de Getxo sin que el padre hubiese llegado aún. La madre respondió: "Está trabajando, en Bilbao". Siguiendo el juego, la madre le repreguntó, para que viésemos a quién considera como su mejor amigo: "¿Y dónde está 'tu novio'?". Sin dudarlo, ella respondió: "Está trabajando,... en el tobogán", señalando a nuestro nieto mayor.

El juego es, realmente, el trabajo de la infancia y la fórmula suprema de la investigación. Fred Rogers, educador, pastor y estrella televisiva hizo célebre la cita: "El juego se habla a menudo como si fuera un alivio de aprendizaje serio. Pero para los niños el juego es aprendizaje serio. El juego es realmente el trabajo de la infancia".

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