Reunión secreta del 20 de febrero de 1933 de Hitler

Lecciones para aprender de la historia: La Reunión Secreta del 20 de febrero de 1933 fue celebrada por Adolf Hitler (posts) y 24 industriales en la residencia oficial del presidente del Reichstag, Hermann Göring, en Berlín. Su objetivo era recaudar fondos para la campaña electoral del Partido Nazi. Las elecciones alemanas debían celebrarse el 5 de marzo de 1933. 

El Partido Nazi quería conseguir una mayoría de dos tercios para aprobar la Ley Habilitante y deseaba recaudar tres millones de marcos del Reich para financiar la campaña. Según los registros, en la reunión se aportaron 2.071.000 Reichsmarks (equivalentes a 9.600.103 euros en 2021). Junto con la petición industrial, se utiliza como prueba para apoyar la idea de que las grandes empresas desempeñaron un rol decisivo en el auge del nazismo.

Aquella cita con los principales magnates fue entre bastidores y se mantuvo en secreto. Acudieron los dueños de las principales empresas alemanas: BASF, BAYER, OPEL, IG FARBEN, SIEMENS, ALLIANZ, KRUPS, TELEFUNKEN,... Acordaron financiar la campaña electoral de Hitler, que les había prometido facilitar sus resultados empresariales quitando de en medio a sindicatos, comunistas,...

En aquel complot participaron Hjalmar Schacht,​ Gustav Krupp von Bohlen und Halbach,​ Albert Vögler,​ Fritz Springorum,​ August Rosterg,​ Ernst Brandi,​ Karl Büren,​ Günther Heubel,​ Georg von Schnitzler,​ Hugo Hermann Stinnes,​ Eduard Schulte,​ Fritz von Opel,​ Ludwig von Winterfeld,​ Wolf-Dietrich von Witzleben,​ Wolfgang Reuter,​ Günther Quandt,​ August Diehn,​ Hans von und zu Löwenstein,​ Ludwig Grauert,​ Friedrich Flick,​ Kurt SchmittAugust von Finck,​ Erich Fickler,​ Paul Stein y Herbert Kauert. Paul Reusch estaba invitado pero no acudió alegando que tenía que viajar al extranjero; Carl Friedrich von Siemens rechazó la invitación tajantemente. Robert Bosch rechazó la invitación en una carta enviada a Wilhelm Keppler.

El orden del día es una novela histórica del escritor francés Éric Vuillard, que narra los eventos clave que permitieron el ascenso del nazismo en Alemania y la anexión de Austria (Anschluss) en 1938. A través de una prosa precisa y casi cinematográfica, Vuillard reconstruye momentos cruciales de la historia, mostrando cómo las grandes decisiones políticas y económicas se tomaron en reuniones discretas, a puertas cerradas, con la complicidad de empresarios, políticos y diplomáticos que prefirieron mirar hacia otro lado.

La objetividad histórica adquiere vida cuando se recrea con la frescura y la elegancia de lo imaginario. Galardonada con el premio Goncourt en 2017, El orden del día, de Éric Vuillard (Lyon, 1968), aborda la connivencia entre Hitler y sus financieros, los grandes empresarios de su tiempo. con una fórmula que ya había empleado Laurent Binet en HHhH (acrónimo de «Himmlers Hirn heißt Heydrich», esto es, «El cerebro de Himmler se llama Heydrich»).

Puntos clave de la obra:

- La complicidad de los empresarios alemanesLa historia comienza con una reunión el 20 de febrero de 1933, donde 24 grandes empresarios alemanes (como los de Krupp, Siemens y Opel) financian la campaña de Hitler, asegurando así sus propios intereses económicos.

- La indiferencia de las potencias europeasSe narran encuentros diplomáticos donde Reino Unido y Francia optan por la pasividad, permitiendo que Hitler expanda su poder sin oposición real.

- La anexión de Austria (Anschluss)Vuillard describe con ironía y crudeza cómo la anexión de Austria fue casi una farsa, con el canciller austriaco Kurt Schuschnigg intentando resistir, pero cediendo ante la presión nazi mientras el resto del mundo observaba en silencio.

- El rol de la propaganda y la manipulaciónSe muestra cómo los nazis controlaban la narrativa política y mediática, convenciendo al pueblo de que todo ocurría según un "orden del día" perfectamente planificado.


A pesar de su brevedad, El orden del día es una obra poderosa que expone cómo las grandes tragedias de la historia no suceden de un día para otro, sino que son el resultado de complicidades, cobardía y decisiones tomadas en despachos lejos del ojo público. Éric Vuillard nos recuerda que el pasado no está tan lejos y que la historia puede repetirse si no prestamos atención.

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