"Llamadme Ismael («Call me Ishmael»). Hace unos años -no importa cuánto hace exactamente-, teniendo poco o ningún dinero en el bolsillo, y nada en particular que me interesara en tierra, pensé que me iría a navegar un poco por ahí, para ver la parte acuática del mundo. Es un modo que tengo de echar fuera la melancolía y arreglar la circulación. Cada vez que me sorprendo poniendo una boca triste; cada vez que en mi alma hay un nuevo noviembre húmedo y lluvioso; cada vez que me encuentro parándome sin querer ante las tiendas de ataúdes; y, especialmente, cada vez que la hipocondría me domina de tal modo que hace falta un recio principio moral para impedirme salir a la calle con toda deliberación a derribar metódicamente el sombrero a los transeúntes, entonces, entiendo que es más que hora de hacerme a la mar tan pronto como pueda. Es mi sustituto de la pistola y la bala. Catón se arroja sobre su espada, haciendo aspavientos filosóficos; yo me embarco pacíficamente. No hay en ello nada sorprendente. Si bien lo miran, no hay nadie que no experimente, en

Así arranca un apasionante libro, Moby Dick de Herman Melville publicada en 1851. Narra la travesía del ballenero Pequod en la obsesiva y autodestructiva persecución de una gran ballena blanca (cachalote) impulsada por el capitán Ahab. Singladura literaria que concluye con un epílogo cuya cita inicial es del Job: "Y sólo yo escapé para contártelo". Esa referencia bíblica indica que Ismael fue el único superviviente.
Como indica la Wikipedia, Moby-Dick es una obra de profundo simbolismo. Se suele considerar que comparte características de la alegoría y de la épica. Incluye referencias a temas tan diversos como biología, religión, idealismo, obsesión, pragmatismo, venganza, racismo, jerarquía y política. Los tripulantes del Pequod vienen de orígenes tan variados como Chile, Francia, Islandia, Holanda, Italia, Malta, China, Dinamarca, Portugal, India, Inglaterra, Tahití, España e Irlanda, lo que sugiere que el Pequod es una representación de la humanidad.
El vídeo es el final de una de las versiones fílmicas, pero lo sublime siempre fue el relato.