Propuestas positivas

En educación, los aspectos de comunicación son centrales, incluso en los casos límite con alumnado autista. De ellos hemos aprendido mucho. Descubrimos que reaccionamos negativamente ante un "No" imperativo (“no hagas eso”...). Las negaciones indican que el hablante está disgustado y que algo está mal, pero no informan sobre cómo remediar el problema. Así que recomendamos al profesorado (y a las familias) el uso de expresiones negativas con moderación y sólo en casos de emergencia que requieran obediencia inmediata.

Las frases negativas son más complicadas y declaran desaprobación, hostilidad o, a lo sumo, condescendencia. Aunque gramaticalmente sean equivalentes, las dos oraciones siguientes producen una impresión muy dispar:

1. “No discrepo de ti” (breve, pero displicente y apática).
2. “Estoy contigo” (concluyente, enfática y con empatía).

Los diccionarios desperdician el 10% de sus palabras con prefijos destructivos como a-, anti-, contra-, dis-, des-, i-, im-, in-, mal-,… (ejemplo: a-moral anti-héroe contra-indicado dis-funcional des-acreditado i-lógico im-paciente in-activo mal-educado). Los enunciados negativos pueden incluso sugerir que lo prohibido es apetecible. Si nos dicen: “No pienses en un burro volando”, ya lo estamos evocando. Hasta las campañas más bienintencionadas incurren en este error: “No a las Drogas”, “Plan Antitabaco”... Queremos y necesitamos ideas positivas y conciliadoras, justamente lo que escasea en los medios de comunicación.

En política, se prefiere la doble negación a la rotunda afirmación, como el desalentador “No a ETA” en vez de “Paz”. Oímos demasiadas veces desinformación, desgobierno, deslegitimización... Queremos caminos de paz, soluciones de convivencia a las que podamos decir, “Sí, quiero”. Queremos noticias que hablen del bien, y de la política de la solidaridad. El presidente brasileño Lula protagoniza nuestra diaria noticia agradable, que demuestra que siguen existiendo grandes políticos, que construyen, alivian desigualdades y no preparan guerras. Ha comenzado visitando las zonas más pobres con todos los ministros. Quizá sea la primera figura histórica de este todavía belicoso siglo XXI.

200 sobrinos

Cada hijo equivale aproximadamente a unos 200 sobrinos, en gasto y en satisfacciones. Ésta es la sesuda conclusión que he obtenido en estas fiestas navideñas mediante unos intrincados cálculos de análisis factorial. Conste que no lo digo por mi familia, en la que mis escasos hijos y mis escasas sobrinas (en total 402) pueden presumir de tíos y tías, pero he barajado algunos datos de mi entorno social y el resultado merece ser publicado.

Hace tiempo que ya sabía que el mejor txoko, barbacoa o velero es el de un buen amigo, nunca el propio (¿será por eso que no tengo ninguno de ellos?) Gorroneas un poco, te presentas en el momento oportuno, pagas algún gasto menor y no te ocupas de los trajines menos gratificantes: comprar, mantener, reparar, limpiar, preocuparte de su futuro,... Cierto que no puedes presumir de propietario, pero... ¿a quién le interesa eso, con lo cansado que debe ser?

También lo de ser padre es muy fatigoso, y lo de ser madre ni puedo imaginarlo. "Los hijos son una gran ayuda", dijo alguien del que sólo sabemos que no tenía descendencia. En realidad, los hijos -sobre todo en la adolescencia- caen muy bien y son muy simpáticos con todos... los que no son sus propios padres. Y es que la edad difícil no es la de los hijos, sino la de sus padres.

Así que propongo un impuesto especial a los que son sólo tíos y tías. Con excursiones a la nieve cada fin de semana y safaris en verano se lo deben pasar en grande los felices solteros o las parejas sin hijos, pero así no se construye un país. Así que anímense todos, compartan esta prodigiosa felicidad de la paternidad. Tengan 402 u 804 sobrinos. Puedo asegurarles que nunca más sabrán lo que es el aburrimiento y la ociosidad.

Versión original en: http://mikel.agirregabiria.net/2003/elpais200sobrinos.htm
Versión en PDF: http://mikel.agirregabiria.net/2003/sobrinos.pdf