Richard P. Feynman, físico. |
Límites personales
Todo tiene sus límites. La madurez no es sino la penosa constatación de nuestro fracaso relativo en casi todo lo que hemos intentado durante nuestra vida. Perseguimos muchas metas, pero sólo alcanzamos algunas y a medias. Al fin descubrimos que todo tiene un límite, incluso la melancolía. Sólo con demasiados años juzgamos finalmente que la felicidad consiste en reconocer nuestros propios límites,… y amarlos.
La infancia y la juventud poseen como cualidades más preciadas la ilimitada esperanza en sus propias aspiraciones y la gloriosa sobreestimación de sus capacidades. La desbordante imaginación no tiene límites. La experiencia humana no toma conciencia de su ser sino en las situaciones límite. El aprendizaje, especialmente durante la adolescencia, va marcando los hitos de nuestra realidad personal. La naturaleza, que enseña la vía de los placeres, señala también sus intraspasables límites.
Pronto descubrimos que el progreso vital no consiste en ampliar los límites, sino en conocerlos mejor. El juego de ponerse límites a uno mismo es el mayor de las delicias secretas de la vida. Por ello, la “educación de la permisividad” ha hecho entrar en crisis al modelo escolar. La falta de capacidad de los adultos para poner límites a la juventud es el gran problema de nuestro tiempo. Todos hablamos de la necesidad de imponer límites, pero nadie se encarga de responsabilizarse: la tarea siempre le corresponde a otros. El profesorado dice: «Si en los hogares no les ponen límites, ¿qué podemos hacer nosotros?» Las familias responden: «La escuela ya no educa, nuestros hijos "se desatan" allí y en la calle.»
El establecimiento de límites contribuye a lograr la madurez psicológica y a formar la identidad personal. Alguien está bien definido cuando sabe lo que es y lo que no es; cuando ha elegido lo que piensa, siente y quiere. Los límites indican asimismo lo que no piensa, lo que no siente, lo que no puede y lo que no debe y lo que no quiere. Saber quién es, qué lo diferencia de los otros. Esto nos da conciencia de nuestra identidad. Esto nos da unidad y nos permite reconocernos y movernos adecuadamente en nuestro ámbito.
Los límites no recortan nada, sino que nos permiten distinguir entre lo real y la fantasía. Nos ubican en la realidad y nos definen como personas. Así descubrimos quiénes somos, con toda la riqueza y la pobreza que acompaña a este descubrimiento. Supone una agridulce sensación de desdicha y felicidad. Tristeza, porque siempre quedan expectativas defraudadas; bienestar, al comprender que somos totalmente originales, únicos e irrepetibles. Además, la condición de únicos da paso al amor, que sólo es posible entre personas diferentes que se complementan.
Los límites son altamente educativos porque la realidad es necesariamente limitativa. Mal que nos pese, no nacimos omnipotentes. Hemos de ir vislumbrando esto desde la niñez con la socialización. La realidad no es manipulable como el pensamiento mágico de la infancia egocéntrica. La vida muchas veces nos dirá no y habremos de aceptarlo o viviremos resentidos. La tolerancia a la frustración es un rasgo básico de la personalidad madura.
Toda genuina educación supone una racionalización, reducción o demora del deseo, que distinga el caprichoso antojo de la exigible necesidad. Si permitiésemos una satisfacción plena e inmediata de todas las continuas demandas de cualquier ser humano, sólo crearíamos un despótico monstruo ególatra. Ha de haber medida en las cosas, y ciertos límites, allende de los cuales el bien no puede subsistir. La libertad de cada uno tiene por límite lógico no provocar la opresión de los demás; al igual que existe un frontera al buscar la felicidad, el dolor ajeno.
Lo más difícil es establecer los correctos límites personales, sin caer en los dos errores extremos: sobrepasarlos o cercenarlos en demasía. Todo poder que no reconozca límites, crece, se eleva, se dilata, y por fin se hunde por su propio peso. Si el medio más seguro de ocultar nuestros límites es no traspasarlos, también es un profundo error creer que no hay nada por descubrir; equivale a tomar el horizonte por el límite del mundo. Sepamos que el espíritu humano se extiende a medida que el universo se despliega.
Para concluir y resumir nos quedamos con la narración insuperablemente del gran escritor portugalujo Juan Antonio de Zunzunegi: “Todo lo bueno se acaba y... / Y ésa es su delicia, que se acabe antes de terminar en la monotonía. / Sí...; sólo lo que tiene límites es hermoso”.
Versión final en: http://mikel.agirregabiria.net/2005/limites.htm
Más obras, Sr. Alcalde
Vivo en Las Arenas, un enclave de Getxo con bellos paisajes. En mis paseos y viajes a otros próximos parajes, como el populoso Romo, veo mejoras notables en sus calzadas y calles. También aprecio las quejas, desleales, de sus habitantes sin claves que no dejan de lamentarse de que las obras tarden.
A mí no me importan las molestias. No me importa que no aparque. Quiero que peatonalicen mi calle o, al menos, que amplíen las aceras las cuadrillas municipales. Que levanten las calzadas. También me valen los más subterráneos garajes, aunque no compre parcela por mi parte: Así otros retirarán sus coches de mi saturada calle.
Con esperanza le indico un detalle a mi apreciado Alcalde. La calle Gobela, en sus números impares, necesita más acera cerca de la vía Eduardo Coste. Prometo no querellarme por ruidos desagradables. No seré un vecino inaguantable, como otros ingratos a quienes, ante el dislate de quejarse por el trabajo de mejora, siempre les señalo mi frase de debate: “Que te calles, que es por nuestras calles”.
Versión final en: mikel.agirregabiria.net/2005/obras.htm
Efecto Martini
"Un aumento de sueldo es como un martini: sube el ánimo, pero sólo por un rato". |
Dan Seligman, columnista de la revista Forbes. |
Veranos de antaño
Todos los veranos de mi infancia los he pasado en Ubidea, un pequeño pueblo vizcaíno en la frontera con Zigoitia (Álava), de donde procedía mi abuela paterna. Allí, mis bisabuelos mantuvieron un gran rebaño ovino, siendo mi tío-abuelo Esteban Etxebarria, uno de los últimos pastores del Gorbea. No llegué a conocerle. Su rebaño desapareció en la guerra civil, requisado sucesivamente por los dos bandos que libraron la “Batalla de Villarreal” en las inmediaciones.
Hasta los años ’60, recuerdo que -cuando llegábamos para las fiestas de San Juan- junto al río cercaban a los rebaños para esquilarles su lana diestramente con unas grandes tijeras. Con la leche de oveja se preparaba, sólo en estas fechas, una inolvidable cuajada deliciosa que llamábamos “putxa”, en el dialecto bizkaiera del euskera.
De pequeño me sorprendía sobremanera aquel desplazamiento del ganado desde los pastos de invierno a los del estío, y especialmente la voz que lo definía: "trashumar". Me traía resonancias de “traspasar el humo” (como cuando saltábamos sobre la hoguera de San Juan). Luego descubrí que el verbo, procedente del latín, sólo significaba “cambio de tierra”, trans (de otra parte) y humus (tierra).
Los veranos actuales también comportan otra forma de trashumancia: la “translación de humanos”. En julio nuestros jóvenes circulan de fiesta en fiesta, de localidad en localidad, e incluso de continente en continente por aquello de aprender idiomas. Después, en agosto, las familias enteras recorren miles de kilómetros para buscar nuevas tierras. Viajes de ida y vuelta, como antes las ovejas.
Versión final en: mikel.agirregabiria.net/2005/veranos.htm
La vida es como una botella
La vida es como una botella de buen vino. Algunos se contentan con leer la etiqueta; otros prefieren probar su contenido. El tiempo es como una botella llena de agua, no se ve si está llena o vacía; pero cuando la coges, pesa. La vida es como una botella de aguardiente, que después que se nos termina no sabemos dónde nos lleva,…
La cultura es como una garrafa estrecha. Se aprende en pequeñas dosis, como una botella lentamente se rellena. Con la gente de mente limitada sucede lo mismo que con las botellas medio llenas: Cuanto menor es su contenido, tanto mayor ruido hacen al vaciarse. Cada libro es como una botella de vino: Basta un sorbo para saber si vale la pena.

Este mismo escrito es una botella arrojada al océano, que por doquier busca dejar huella si hay alguien que lo lea. Para compartir que, a veces, nos sentimos como el barquito encerrado en una botella, sin más destino que un boomerang hacia las estrellas. Porque a algunos nos retumban las palabras de Tolstoi, “Mi silencio les estorbaba. Yo era como botella boca abajo, cuya agua no puede salir porque la botella está demasiado llena”, y la prosa de Dostoievski: “Pensé: Ha llegado el momento de tirarles una botella a la cabeza. Cogí la botella y,… me serví una copa”.
Versión final: mikel.agirregabiria.net/2005/botella.htm
Normalidad vasca
Euskadi camina hacia la normalidad política, opinen lo que opinen reiteradamente los “analistas” oficiales de los periódicos, a sueldo fijo de sus respectivos intereses (económicos, principalmente). Porque el paisaje (y el paisanaje) político vasco ha estado grave y largamente alterado durante más de 25 años de inacabada “transición desde la dictadura”. En primer lugar, por la persistencia de ETA; seguidamente, por Batasuna con su inconfundible modo de hacer (o no hacer) política; y en último término, por la obtusa respuesta que el PP de Aznar dio al “conflicto vasco”, negando incluso la existencia de semejante panorama.
Quizá la suma de tanto absurdo dislate, y el hartazgo de la sociedad vasca (y española), permiten vislumbrar una salida cada vez más perceptible para la ciudadanía de a pie, que no para el perdido olfato de nuestra mareada clase política o de nuestra beligerante “opinión publicada” (que no pública). No se requiere ninguna “información privilegiada”, de la que tanto presumen algunos, para apreciar los “hechos” más significativos de lo que está sucediendo. La tenaz realidad se impone a los diagnósticos adulterados basados en confidencias o indicios, tan etéreos como desacertados.
Dato 1º: ETA, ha dejado de matar desde hace más de dos años (último asesinato el 30-5-2003). Las razones serán variadas, como su debilidad provocada por el rechazo ético y social casi absoluto, la infiltración que debe sufrir, el acoso policial, la saciedad de su mismo entorno de presos y familiares, y hasta porque el 11-S de 2001 y el 11-M de 2004 han revalorizado la náusea que produce la repugnante violencia, inaceptable para cualquier finalidad.
Dato 2º: Batasuna se ha dado cuenta de que los cuentos maximalistas no valen. Incluso su pertinaz electorado (12% en la CAV), ha empezado a exigir que actúen congruentemente como lo que dicen ser, un partido democrático abertzale. El 30-12-2004, los 3 parlamentarios más significativos de Sozialista Abertzaleak (Batasuna), Arnaldo Otegi, Joseba Permach y Jon Salaberria, votaron a favor del “Nuevo Estatuto de Euskadi”, interesadamente designado como “Plan Ibarretxe”, alcanzándose uno más de los necesarios para la mayoría absoluta en el Parlamento Vasco. Y el 23 de junio, EHAK (Batasuna) vuelve a la realpolitik apoyando a Ibarretxe con 2 votos, como es lógico en una situación “normalizada”, sin dar la menor cancha a un PSOE vasco que sigue buscando exclusivamente los votos del PP,… ¿De nuevo esperaban el PP y el PSOE que Batasuna (EHAK) siguiera con ellos sumándose al bloqueo del nacionalismo moderado, aunque lo hiciese todavía en el veto contra Atutxa?
Dato 3º: Desde Madrid ya no gobierna Aznar, ni sus herederos que exacerbaron la peor “vena patriótica”. A Rodríguez Zapatero no le interesa enconar el “problema vasco” para demostrar una supuesta firmeza que le reporte votos en España. Zapatero sabe que las claves (llaves) de la “solución vasca” residen en Euskadi, y su revalidación en las Elecciones Generales de 2008 requiere seguir gobernando en Catalunya, Galiza y… que en Euskadi asome una vía hacia la paz. Zapatero “parece” reconocer la realidad y seguramente no caerá en su mayor error potencial: Judicializar la política, solicitando al fiscal Conde-Pumpido que ilegalice a EHAK, como le piden algunos… de los suyos. El PSE, más centralista que el PSOE, también debe aceptar que, mientras continúe la ilegalización de Batasuna, serán precisas las mesas extraparlamentarias para dialogar entre todos. ¿O sobre qué diálogo elucubraba Patxi López en la investidura?
¡Basta de ilusiones, exigencias, atajos, vetos y utopías! ¡Que los políticos realmente hagan su trabajo! Con realismo, con coherencia, con rigor. Que gobiernen, o dejen gobernar. Que busquen la paz, o dejen buscarla a otros. Que normalicen la vida política y social, o que dejen hacerlo a los demás.
La normalización exige que ETA cese de hacer daño (además del ridículo más pasmoso en el siglo XXI); que no reabra la kale borroka, otro signo de debilidad (y de estupidez); que Batasuna actúe racionalmente con su supuesta ideología; que el PSOE recicle a parte de sus políticos y, en caso contrario, les pida su paso al extremista PP; que el PP, tras la caída de Fraga, se “centre” (urgente); y que el Lehendakari del PNV sepa liderar este proceso con reconocimiento democrático a la pluralidad vasca exigiendo el respeto a todos los derechos humanos, y muy especialmente con el debido reconocimiento a todas las muchas víctimas de tan fratricida conflicto.
Versión final en: http://mikel.agirregabiria.net/2005/normalidad.htm
Las valoraciones ajenas muestran el carácter propio
"Nunca demuestra una persona su carácter tan claramente, como cuando describe el de otra". |
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