"Atrévete a pensar". |
Horacio, divulgado por Immanuel Kant |
¿Quieres arrepentirte? Obra contra las leyes de la naturaleza
"Produce una inmensa tristeza pensar que la naturaleza habla mientras el género humano no escucha". |
Víctor Hugo (1802-1885) |
Soy vasco, pero puedo explicarlo
Esta cuchufleta me permite responder cuando me preguntan de dónde soy, quien no se ha tropezado con mi apellido, claro. Y éstas son mis excusas:
- Porque nací en el centro de Bilbao. ¿Qué culpa tengo yo?
- Porque, al menos, mis primeros 32 apellidos son vascos, pero quizá el resto no, y todos pesan igual. ¿Acaso elegí yo a mis antepasados?
- Porque vivo en Getxo por decisión familiar. Esto sí que lo determiné yo: ¿Soy culpable por admirar este municipio vizcaíno?
- Porque amo el euskera y la cultura vasca, pero juro que no he descuidado las lenguas y culturas españolas, latinoamericanas, francófonas, angloparlantes e, incluso, el idioma esperanto. ¿Soy culpable por poner en peligro de desaparición todas esas civilizaciones absorbidas por la voraz cultura vasca?
- Porque he elegido una opción política, que defiendo democrática y éticamente, con máximo respeto a todas las demás alternativas, y aborreciendo todas las formas de violencia y especialmente las que sólo traen muerte. ¿Soy culpable porque unos desalmados asesinen supuestamente para mi liberación?
En todo caso, yo creo que la nacionalidad sólo es un rasgo más de la identidad de cada persona. Además en mi opinión, es modificable, elegible y acumulable. Para ser o no ser vasco basta con desearlo, ni el origen, ni los apellidos, ni la residencia son definitorios. Y yo quiero ser vasco, entre otras muchas razones –que no caben aquí- porque aquí me educaron (otorgo gran importancia a este hecho vital), y porque -como los diplodocus- quedamos muy “pocus”. Pero también quiero ser murciano, alicantino, suizo, noruego, saharaui, chileno, canadiense,... Lo más preocupante es que, a veces, ¡quiero ser extraterrestre!, porque hay algunos terrícolas...
- Porque nací en el centro de Bilbao. ¿Qué culpa tengo yo?
- Porque, al menos, mis primeros 32 apellidos son vascos, pero quizá el resto no, y todos pesan igual. ¿Acaso elegí yo a mis antepasados?
- Porque vivo en Getxo por decisión familiar. Esto sí que lo determiné yo: ¿Soy culpable por admirar este municipio vizcaíno?
- Porque amo el euskera y la cultura vasca, pero juro que no he descuidado las lenguas y culturas españolas, latinoamericanas, francófonas, angloparlantes e, incluso, el idioma esperanto. ¿Soy culpable por poner en peligro de desaparición todas esas civilizaciones absorbidas por la voraz cultura vasca?
- Porque he elegido una opción política, que defiendo democrática y éticamente, con máximo respeto a todas las demás alternativas, y aborreciendo todas las formas de violencia y especialmente las que sólo traen muerte. ¿Soy culpable porque unos desalmados asesinen supuestamente para mi liberación?
En todo caso, yo creo que la nacionalidad sólo es un rasgo más de la identidad de cada persona. Además en mi opinión, es modificable, elegible y acumulable. Para ser o no ser vasco basta con desearlo, ni el origen, ni los apellidos, ni la residencia son definitorios. Y yo quiero ser vasco, entre otras muchas razones –que no caben aquí- porque aquí me educaron (otorgo gran importancia a este hecho vital), y porque -como los diplodocus- quedamos muy “pocus”. Pero también quiero ser murciano, alicantino, suizo, noruego, saharaui, chileno, canadiense,... Lo más preocupante es que, a veces, ¡quiero ser extraterrestre!, porque hay algunos terrícolas...
Profesores y médicos
Sr. Director: Dos maravillosas profesiones, de las que se decía que lo ideal sería contar con salario de médico y vacaciones de maestro, pero de esto hace mucho ya... Su hibridación engendra psicólogos.
Diferencias: Los docentes frente a los sanitarios son más numerosos, el predominio femenino más es acusado, se han euskaldunizado más y han sufrido en mayor grado el descenso demográfico… Los médicos frente a los pedagogos mantienen un prestigio mayor, han desarrollado mejor un código deontológico propio, están más jerarquizados, disponen de más personal subalterno… Ambas profesiones trabajan todavía poco coordinadas entre sí, y es difícil que quien optó por una de estas carreras le gustase la otra, aunque les admirase en su labor.
Similitudes: Educar y curar son profesiones antiguas y de futuro, populosas, corporativistas, con especialidades y estratos muy variados, de impronta personal pero de trabajo en equipo y en organizaciones crecientemente complejas, con nutrida presencia en el sector público y privado… Ambas de interdisciplinaria formación prolongada y continua deben ser vocacionales, alcanzan a la totalidad de la población, han sido noveladas y seriadas en cine y televisión, y producen más credibilidad en la población que políticos, empresarios, periodistas y eclesiásticos… Se apoyan crecientemente en nuevas tecnologías, pero el valor humano añadido las convierte en no robotizables. Constituyen cuadros con elevada cualificación, que ejercen funciones de alta responsabilidad por la trascendencia de sus resultados, de impacto social inmenso. Por el contacto personal continuado son las más vulnerables al estrés laboral. Aunque los niños y niñas quieren ser de mayores doctores y maestras, luego entre los jóvenes ambas carreras han venido perdiendo interés como destino universitario.
Actualidad: Con un alto nivel de interinidad, muchos de ellos –que han servido a Euskadi durante decenas de años- se enfrentarán en este curso a sendas Ofertas Públicas de Empleo. Estos profesionales son lo más paradigmático y definitorio de la calidad de una sociedad, aquello de lo que todos los políticos hablan en tiempo de elecciones.
¿Estamos de acuerdo? ¡Pues a ver si les cuidamos…!
Diferencias: Los docentes frente a los sanitarios son más numerosos, el predominio femenino más es acusado, se han euskaldunizado más y han sufrido en mayor grado el descenso demográfico… Los médicos frente a los pedagogos mantienen un prestigio mayor, han desarrollado mejor un código deontológico propio, están más jerarquizados, disponen de más personal subalterno… Ambas profesiones trabajan todavía poco coordinadas entre sí, y es difícil que quien optó por una de estas carreras le gustase la otra, aunque les admirase en su labor.
Similitudes: Educar y curar son profesiones antiguas y de futuro, populosas, corporativistas, con especialidades y estratos muy variados, de impronta personal pero de trabajo en equipo y en organizaciones crecientemente complejas, con nutrida presencia en el sector público y privado… Ambas de interdisciplinaria formación prolongada y continua deben ser vocacionales, alcanzan a la totalidad de la población, han sido noveladas y seriadas en cine y televisión, y producen más credibilidad en la población que políticos, empresarios, periodistas y eclesiásticos… Se apoyan crecientemente en nuevas tecnologías, pero el valor humano añadido las convierte en no robotizables. Constituyen cuadros con elevada cualificación, que ejercen funciones de alta responsabilidad por la trascendencia de sus resultados, de impacto social inmenso. Por el contacto personal continuado son las más vulnerables al estrés laboral. Aunque los niños y niñas quieren ser de mayores doctores y maestras, luego entre los jóvenes ambas carreras han venido perdiendo interés como destino universitario.
Actualidad: Con un alto nivel de interinidad, muchos de ellos –que han servido a Euskadi durante decenas de años- se enfrentarán en este curso a sendas Ofertas Públicas de Empleo. Estos profesionales son lo más paradigmático y definitorio de la calidad de una sociedad, aquello de lo que todos los políticos hablan en tiempo de elecciones.
¿Estamos de acuerdo? ¡Pues a ver si les cuidamos…!
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