Cómo hacerse rico

"Mi consejo es que haga lo mismo que hicieron sus padres: ¡consiga un trabajo, señor!".
El Gran Lebowski, aleccionando al Nota.

Amor se escribe siempre con mayúscula

No lo llames Amor, si no lo puedes escribir con mayúscula.

Amor se escribe con mayúsculas porque no hay amores pequeños; toda clase de amor verdadero es grandioso e imperecedero. La vida mancha, pero el Amor salva. El Amor es una caja de herramientas que puede transformar el universo. El Amor es un caballo de Troya que desde dentro abrirá las puertas de la ciudadela y nos salvará del odio.

Amor se escribe con A de almas anidadas, de aventura y de altruismo, de audacia y de aceptación, de arrebato y de alegría, de amistad y de ayuda, de afirmación y de agradecimiento, de atención y de apoyo, de ánimo y de acompañamiento. Amor se escribe con M de mocedad y de madurez, de mesura y de modales, de maestría y de modestia, de melancolía y de magia de misterio musical. Amor se escribe con O de optimismo y de oportunidad, de originalidad y de observación, de obstinación y orgullo. Amor se escribe con R de rebeldía y rigor, de recato y reflexión, de respeto y de rectitud. Amor se escribe sin E de egoísmo, sin I de ingratitud y sin U de urgente. Amor, a veces, se escribe con H de humor, con una H superflua, porque lo nimio y el detalle son importantes en el Amor.

Hay muchas clases de Amor: a la pareja, a los padres, a los hijos, a Dios, a los hermanos, a la familia, a los amigos, a los necesitados, a la Humanidad, a un oficio, a una dedicación,… Pero todo Amor se escribe con letras de oro, porque el Amor es lo mejor de la vida. Todo lo que vale la pena es, al fin y al cabo, Amor. Al final, sólo perduran los frutos del Amor. El recuerdo y las obras de quienes amamos o nos han amado.

La vocación de vivir no es sino la profesión de amar. Los niños, y en toda casa debiera haber un niño, nos enseñan que vivir es tan sencillo como amar y ser amado. En la sociedad de adultos adustos, donde sólo la maldad es noticia y donde la ternura viaja en trenes rigurosamente vigilados, el puzzle de almas difícilmente encaja. Convirtámonos en ciudadanos del Amor proclamando: "Mi patria es el Amor". El Amor es contagioso, al igual que la falta de Amor. ¡Amémonos! ¡Sólo por hoy! ¡Sólo por ti, Amor! ¡Cuánto te quiero, Amor!

Duelo a tres

Una paradoja matemática aplicable a la belicosa política contemporánea.

Pierre Fermat, coetáneo de Descartes en el siglo XVII, es reconocido como fundador de la Teoría de Probabilidades junto con Pascal, si bien no fue matemático sino jurista. Fermat no publicó nada en vida, ni dio exposición alguna de sus descubrimientos. El resultado de sus estudios se encontró tras su muerte en hojas sueltas y en el margen de su ejemplar de la Aritmética de Diofanto. Decía que había descubierto una maravillosa demostración, pero que no le cabía en aquel exiguo espacio. Durante siglos los matemáticos, e incluso las computadoras, intentaron demostrar o refutar el denominado “Último Teorema de Fermat”. Se refiere a las ecuaciones del tipo xn + yn = zn, que según Fermat son irresolubles si n es un entero superior a 2 (para n=2, x2 + y2= z2 es el teorema de Pitágoras, con infinitas soluciones como 32 + 42=52).

El 22 de junio de 1993, Andrew Wiles expuso la prueba definitiva de la validez de este “último teorema”, como quizá dedujo Fermat tres siglos antes. Un fascinante libro de Simon Singh, “El enigma de Fermat”, relata la archifamosa historia de Fermat y de Wiles de modo comprensible para profanos. Este célebre divulgador, doctor en física y asesor del programa Horizon de la BBC, describe en su obra un ilustrativo acertijo estadístico.

Problema: Supongamos un duelo a pistola entre tres contendientes: A, B y C. El peor tirador, A, sólo acierta una de cada tres veces; el tirador B dos de cada tres, mientras que C acierta siempre. Para equilibrar las opciones, primero dispara A, luego B y luego C. ¿Cuál es la mejor estrategia para A? ¿Tirar hacia B? ¿Quizá hacia C? ¿Hay alguna otra alternativa?

Solución: La teoría de probabilidades demuestra que, sorprendentemente, lo óptimo es disparar al aire. Después B disparará hacia C, por ser el oponente más peligroso. Si falla, C entonces le devolverá el disparo, por ser B más certero que A. Como es un tirador perfecto, lo eliminará. Total, que uno de los dos, B o C, habrá desaparecido antes de que el turno le vuelva a A. De esta modo, A logra que, en vez de ser el primer tirador de un “truelo a tres”, lo sea de un “duelo a dos”.

En el belicoso mundo que nos ha correspondido vivir, extrapolando este trivial ejercicio metafórico, también parece muy recomendable la sutileza de evitar intervenir en los conflictos de los más poderosos y agresivos. Frecuentemente para aumentar las probabilidades de supervivencia lo mejor es… no disparar.