En cada convocatoria electoral recordamos una anécdota de mi hija Leire. Tenía ocho años cuando realizaron unos tests en clase. Días después, mientras veíamos en televisión una serie rápida de spots con los candidatos condensando su mensaje en una frase feliz, preguntó con esa lucidez infantil: "Aita (papá), ¿los políticos han pasado los tests de inteligencia… y de bondad?".
Y es que los políticos razonan y buscan votos, pero nunca simultáneamente. A fin de cuentas, la opinión está más determinada por el sentimiento que por el pensamiento, porque es más corto el camino del corazón a la mente que el inverso. Víctor Hugo dijo: "La grandeza de un pueblo no se mide por su número de habitantes, como la grandeza de un hombre no se mide por su estatura: su medida es la cantidad de inteligencia y de virtud que posee". ¿Esto lo entenderán nuestros serios estadistas de talla mundial? ¡Más talento y más ética, por favor!
Y es que los políticos razonan y buscan votos, pero nunca simultáneamente. A fin de cuentas, la opinión está más determinada por el sentimiento que por el pensamiento, porque es más corto el camino del corazón a la mente que el inverso. Víctor Hugo dijo: "La grandeza de un pueblo no se mide por su número de habitantes, como la grandeza de un hombre no se mide por su estatura: su medida es la cantidad de inteligencia y de virtud que posee". ¿Esto lo entenderán nuestros serios estadistas de talla mundial? ¡Más talento y más ética, por favor!