Jóvenes playeros

La playa es un observatorio social de insuperable perspectiva, si se fisgonea concienzudamente lo que sucede alrededor. Los más estruendosos, los jóvenes, facilitan la investigación porque sus diálogos en voz alta se comparten en un amplio radio de acción. Para los educadores son inmejorables los primeros días de agosto, al reunirse y encontrarse las cuadrillas tras un curso de larga duración y mínimo estudio. Antes de proseguir, quisiéramos señalar que todo lo narrado seguidamente nada tiene que ver con nuestros hijos e hijas, ni menos aún, con sus amigos y amigas. Quede aclarado para evitar malos entendidos o, como dicen ellos, "mal rollo".

Los temas juveniles de conversación son preferentemente la ética y la política… ¡Es broma!, sólo para ver si leían atentamente. Las chicas conducen los debates y hablan más, porque suelen estar más despiertas por la mañana… y el resto del día. Aparte de algunas conversaciones intrascendentes sobre lo desmejoradas o engordadas que están ciertas amigas del grupo (habitualmente las ausentes), el programa de basura televisiva que ninguno ve (más de una vez al día) y los comentarios sobre lo aburrido de la velada anterior (que repetirán con rutinaria puntualidad la próxima semana),... abundan los diálogos sobre vehículos y educación. Ellos prefieren las "amotos", con una precisión de detalles que aburren a ellas, quienes empiezan a conducir o disponer de coches prestados o propios. En la mayoría de los casos, lo que más prolifera y son objeto de descarado orgullo y cruel comparación son los "carromatos",… de "calabazas": "Me quedan seis asignaturas", "Pues a mí, todas menos una",…

Según pasan los años, y las pandillas se mantienen estables con pequeñas variaciones, resulta muy inspirador para el profesorado comprobar que le van cogiendo gradualmente gusto a sus estudios, o quizás más que a las carreras exactamente al curso en cuestión, sobre todo a "Primero", que repiten con fruición dos o tres veces consecutivas, incluso en distintas facultades o universidades. No se producen grandes depresiones, ni siquiera leves desilusiones, porque siempre hay algún conocido al que le va todavía peor. Estos cosecheros de cates y pencos son los representantes de la juventud del primer mundo, la generación más largamente instruida de toda la historia de la humanidad.

Mientras todo esto acontece, en el cercano continente austral muchos de sus coetáneos dedican la jornada completa a acarrear agua o a recolectar unos granos de comida para el abastecimiento familiar, y -los más audaces- intentan atravesar en pateras el Estrecho con escasas posibilidades de sobrevivir en su intento. ¡Hasta dónde ha llegado esta adormecida conciencia europea del bienestar que los padres, los educadores y toda la sociedad hemos inculcado con nuestro ejemplo y transmitido en los procesos formales e informales de educación a nuestros jóvenes como futuros ciudadanos y líderes del mundo del siglo XXI que deberán ser! La primera responsabilidad de cualquier civilización es aprovechar y desarrollar la inmensidad de capacidades de inteligencia y de voluntad de sus educandos y de su juventud. ¿Lo estamos consiguiendo?

Se buscan parlamentarios

Requisitos: Puntualidad, próstata y posaderas resistentes y poco interés político. No se exige militancia, ni saber leer o escribir y se penaliza mantener ideas propias o ser experto en alguna materia. Se valorará la capacidad de aplaudir o patear con entusiasmo oportuno, así como la habilidad de mantenerse aparentemente despierto durante algunas largas sesiones dos o tres veces al año.

Funciones: Decir varias frases seguidas ocasionalmente en alguna intrascendente comisión, entender las señales del portavoz de sí o no, y apretar el correspondiente botón.

Condiciones: Buen sueldo, dietas y jubilación muy superior al resto de la ciudadanía. Despacho y secretaria. Muchas vacaciones y viajes múltiples gratis total. Buen ambiente en el intramuros legislativo cuando no haya cámaras de televisión, aunque no se pueda demostrar fuera ese compañerismo. Sin riesgo de reducción de plantilla, ni previsible incremento de la carga de trabajo. Puestos renovables hasta la jubilación, por periodos de cuatro años.

Incorporación inmediata en el Parlamento de Madrid, pronto en Cataluña, Andalucía,…

Abstenerse: Oportunistas, chanchulleros, especuladores, difamadores, tránsfugas, fugados, famosillos, indisciplinados, filibusteros, caraduras,… Ya tenemos bastantes.
[Actualización: Fotografía de Juanjo Martin, de la Agencia EFE , tomada en el Congreso el 18-10-2007 a las 14:45. Otro caso en el Senado.]

Nota para Iturgaiz

Carlos Iturgaiz, presidente del Partido Popular en Euskadi, afirma reiteradamente que el plan de Ibarretxe asume «los objetivos políticos de ETA». Y pensar que muchos creíamos que la doctrina del PP decía que ETA es sólo una banda terrorista, sin motivaciones políticas. Claro que quizá, según este modelo de "pensamiento único", que no lúcido, el PP comparte y admite los objetivos políticos de Franco, que sí los mantenía ciertamente.

Señor dirigente popular: Las ideas no delinquen, siempre que sean defendidas democrática y pacíficamente, como el PNV ha hecho invariablemente, y pocas veces la derecha española que usted representa. Pero como no quiero dudar de su carácter democrático ni de su inteligencia, coincidamos en que el poder militar no debe imponerse nunca a la voluntad popular, ni desde ETA ni desde ningún ejército. También ha declarado usted que «el lenguaje belicoso y arrogante» debe suprimirse: ¡Buena idea!, comience usted mismo y sus adláteres a practicarlo y todos se lo agradeceremos.

Por último, resulta sospechosa la extraña coincidencia suya con "políticos ilegalizados" como Joseba Permach, coordinador de Batasuna, rechazando éste u otros proyectos del Lehendakari exactamente por las mismas razones o justamente por argumentos completamente opuestos, pero siempre en sintonía concomitante y predecible en el Parlamento Vasco.

Más que una persona

La playa es un lugar único, donde todavía se entremezclan todas las personas, sin distinción de clase, raza o religión. Vivimos en un mundo cada día más segregado, con barrios, escuelas e iglesias donde no se producen encuentros humanos imprevistos. Pero siempre nos quedará la playa. Representantes de tres continentes, venidos de muy lejos en tumbonas señoriales con lugareños arracimados bajo una sombrilla, ancianos y bebés, muchos descansando y unos pocos vendiendo alfombras de Bagdad que ya no vuelan. Todo tan exuberantemente humano que resulta insólito, pero nunca demasiado humano.

En medio de esta muchedumbre que diariamente se agolpa voluntariamente, resulta imposible entender y relacionar lo que cuentan los periódicos con lo que sucede alrededor. Por mucha escandalera que produzca el borrador del plan Ibarretxe, aquí los vascos hablan con los madrileños sin que parezca importarles nada el tema, ni a unos ni a otros. Los conceptos y las ideologías políticas, casi siempre ocultando turbios intereses económicos, quedan eclipsados ante la presencia masiva de esta humanidad espléndida en una playa. Aquí las entelequias de la unidad nacional (española) o la dignidad parlamentaria (vasca) se posicionan donde deben: muy detrás de las personas reales. Aquí no caben los voceros salvapatrias ni los falsos profetas que, con graves palabras vacías, sólo sirven para encrespar los ánimos y conducir a enfrentamientos que sólo son deseados por quienes esperan vivirlos de lejos.

En un día con dos noches (porque la siesta es obligatoria), bajo este sol común para todos, y viendo a unos críos mientras comen un bocadillo y balancean despreocupadamente las piernas desde las sillas en las que están sentados, aquí y ahora sólo cabe reflexionar sobre las personas. La magnificencia humana demuestra que, siendo iguales en derechos, somos muy diferentes. Sin duda, los mejores seres humanos son los más desvalidos: los niños y los mayores, los enfermos y los incapacitados, ellos son el mejor modelo de referencia humana por el testimonio que nos brindan con su alegría infantil, con su sabia experiencia y con su valentía vital, en definitiva, con esa voluntad de superar las dificultades de la existencia.

Pero hay un tipo de personas con un aura especial, que brillan con más colores que el resto de los mortales. Algunos nunca podremos pertenecer a este selecto grupo, de permanencia limitada a unos meses. Es fácil distinguir a estas personas en la playa: ellas valen por dos, o por tres, raramente por cuatro, pero a veces hasta por cinco o seis individuos. Su doble valor, como coraje y como valía, nos asegura el futuro a la humanidad, y ejercen la actividad más humana que conocemos. Demuestran que el hombre es mucho más que cerebro y corazón. Estas máximas maravillas del universo son las mujeres embarazadas, cuyo seno materno es la obra maestra de la creación. Este estado humano nunca será debidamente reconocido por nosotros, todos nacidos del vientre de una mujer, donde por primera vez escuchamos la lengua materna. ¿Cumplimos debidamente con el artículo 25 de los derechos humanos, que declara que la maternidad y la infancia tienen derecho a cuidados y asistencias especiales?

Cuando desde ese océano de líquido amniótico primigenio que es el Mediterráneo se observa el bullir de la playa, no se puede asimilar las cifras recientemente publicadas de embarazos indeseados y abortos. Desde el máximo respeto hacia todas las creencias, y desde la plena convicción de que son las mujeres las primeras o segundas víctimas, resulta muy doloroso comprobar cómo hemos fracasado como humanidad cuando todavía se dan las circunstancias para que una madre se crea obligada a matar a su criatura. ¡Cuánto tarea nos queda a los educadores!