11M: Hecatombe. 13M: Reflexión. 14M: Democracia.
¡La violencia que interrumpe tantas vidas no vividas! La tragedia que arrebata primero a los mejores, y deja a los culpables. El terror que no se atrasa ni un minuto para las víctimas inocentes. Donne relató la desolación que nos aflige como supervivientes del horror: “La muerte de cualquier persona me disminuye porque estoy ligado a la humanidad; y, por tanto, nunca preguntes por quién doblan las campanas: doblan por ti”. ¡Señor, damos a cada uno nuestra propia muerte, a nuestro término, sólo cuando hayamos ido perdiendo la costumbre de vivir!
El dolor: Triste compañía la aflicción, ese pesar que reclama soledad. Dicen, pero ahora no podemos creerlo, que la pena es la dignidad de la desgracia; que aguza la inteligencia y fortifica el espíritu; que el dolor es el gran maestro y que bajo su hálito se desarrollan las almas.
Las incesantes preguntas martilleando nuestra mente: ¿Por qué? ¿Para qué? ¿Quiénes? ¿Qué dicen defender los desalmados culpables? ¿Quiénes sacarán provecho? ¿Cómo acabar con todo ello?
Y las respuestas: Necesitamos urgentemente una seguridad de verdad, una prensa de nivel, una política de altura, una justicia de calidad, una educación de excelencia.
ETA, mierda
Nota de un vasco que lleva toda su vida pidiendo la Paz
ETA asesina y aterroriza.
ETA ensucia el nombre de los vascos.
ETA impide la democracia entre nosotros.
Que la inteligencia nos ayude a que ETA se acabe.
Hoy sólo puede hablar el corazón: ETA es la peor mafia.
Solidaridad y cariño para las víctimas, sus familiares, Madrid y España.
Voy a donar sangre ahora. La tinta no basta para describir nuestra pena.
Remitido a las 9:30 del 11-3-2004, cuando las víctimas mortales eran cinco y todo apuntaba a ETA.
Nacionalismo incurable
Una atávica enfermedad se difunde por el mundo
Me he sentido mal viendo por Internet una sesión en el “Parlamento Vasco”, aunque algunos han decidido renombrarlo como “Callamiento Vasco” porque ilegalizan debates, incluso el propuesto sobre nuestro futuro por el Lehendakari democráticamente elegido por todos los vascos (y vascas), con el apoyo de un gobierno tripartito. Un gobierno vasco del que el PP dice que es antidemocrático, y al preguntársele ¿por qué?, responde: "¡Porque perdemos todas las votaciones, si no nos apoya el PSOE y Batasuna!".
Este mareo es un síntoma que se repite con frecuencia en los últimos años. “Quizá se me han indigestado los telediarios (actuales novelas de caballería)”, he pensado. Decido ir al médico de cabecera, y preocupado le pregunto: “¿Qué me pasa, doctor? Me levanto por las mañanas de buen humor, pero empiezo a aturdirme cuando desayuno viendo TVE, y me dan fuertes arcadas cuando leo periódicos o escucho a tertulianos de la radio. A media mañana estoy rendido si no me aíslo de los medios de comunicación hechos desde Madrid”.
Mi sabio galeno sin auscultarme me ha diagnosticado: “Se trata de una enfermedad contagiosa, persistente y crónica, contra la que no te has vacunado. Siéntate, respira y te lo diré sin ambages: No hay la menor duda, eres nacionalista”. Me he quedado un momento paralizado, y luego he farfullado: “Y eso,… ¿es grave?” Aquí mi buen doctor, un poco dubitativo, se lo ha repensado para explicar a un lego en medicina una cuestión tan técnica. Con un esfuerzo de familiaridad, me ha expuesto lentamente, como midiendo el efecto que causaba: “Depende,… en tu caso concreto, puede ser muy grave. Tu virus es el más doloroso, porque proviene de una cepa nacionalista defensiva y minoritaria. Es la que más hace sufrir al paciente. Otras variedades como el imperialismo, resultan inocuas para el enfermo, aunque infinitamente más dañinas y destructivas para la Humanidad. ¡Ah, y lo peor: Tu nacionalismo no se cura! Se puede tratar de ocultar los síntomas, pero nunca desaparecerá”.
Esta dolencia se suma al profundo dolor continuo que sufre todo el pueblo vasco por causa de la violencia, fundamentalmente por la violencia terrorista pero no es la única. Una tragedia de confrontación que hunda su origen en la dictadura franquista, en un contexto irresuelto de “problema vasco”. La inmensa mayoría de vascos y no vascos, nacionalistas o no, deseamos la paz y condenamos, desde siempre, todas las formas de violencia y de falta de respeto de todos los derechos humanos.
Los vascos no creemos nada en las victorias por la fuerza, ni bélicas ni policiales. Nuestra milagrosa supervivencia, con una lengua, un cultura, un modelo de organización y fueros propios, han sorteado el paso de los siglos y de los imperios, a través de una sucesión interrumpida de… derrotas. Hemos sobrevivido prodigiosamente gracias a nuestra adaptación y aceptación de los demás, pero sin renunciar nunca a lo nuestro, conservando nuestras tradiciones y costumbres. Hemos acreditado una inacabable historia de colaboración y cooperación en las más universales aventuras históricas con poderosos pueblos y grandes civilizaciones que han respetado nuestra peculiaridad, con quienes hemos cumplido invariablemente nuestra palabra, siempre que sus monarcas juren nuestras leyes viejas.
Ante una convocatoria electoral más del Reino de España, nuevamente acudiremos aunque nos veamos insultados por los herederos de quienes realmente rompieron la legalidad española en 1936, cuando los vascos la respetamos. Se nos presenta otra vez como desleales con una Constitución, en la que no se nos dejó ser ponentes y ante la que nos abstuvimos (fue votada en 1978 sólo por el 30% del electorado vasco, frente al 68% del español). Quienes se opusieron a la Constitución, la Alianza Popular predecesora del PP y el mismo Aznar que escribió en su contra, son quienes nos acusan de solicitar una revisión del Estatuto de Gernika, el mismo que ellos han incumplido en el proceso previsto de transferencias, tras legislar recortando el camino andado durante los primeros años de la transición.
Los nacionalistas, que defendemos una historia plagada de derrotas que nunca nos vencieron, nos sentimos erosionados, agotados, postrados y, quizá, hasta subyugados por los adversarios (incluida ETA), pero nunca rendidos. Este episodio de la historia también será superado. Que en las Cortes no exista un gobierno continuista de la ciega política de Aznar sería beneficioso para todos los demócratas y pacifistas que creemos en el diálogo, en el repudio de la violencia y en la solidaridad con las víctimas.
Me he sentido mal viendo por Internet una sesión en el “Parlamento Vasco”, aunque algunos han decidido renombrarlo como “Callamiento Vasco” porque ilegalizan debates, incluso el propuesto sobre nuestro futuro por el Lehendakari democráticamente elegido por todos los vascos (y vascas), con el apoyo de un gobierno tripartito. Un gobierno vasco del que el PP dice que es antidemocrático, y al preguntársele ¿por qué?, responde: "¡Porque perdemos todas las votaciones, si no nos apoya el PSOE y Batasuna!".
Este mareo es un síntoma que se repite con frecuencia en los últimos años. “Quizá se me han indigestado los telediarios (actuales novelas de caballería)”, he pensado. Decido ir al médico de cabecera, y preocupado le pregunto: “¿Qué me pasa, doctor? Me levanto por las mañanas de buen humor, pero empiezo a aturdirme cuando desayuno viendo TVE, y me dan fuertes arcadas cuando leo periódicos o escucho a tertulianos de la radio. A media mañana estoy rendido si no me aíslo de los medios de comunicación hechos desde Madrid”.
Mi sabio galeno sin auscultarme me ha diagnosticado: “Se trata de una enfermedad contagiosa, persistente y crónica, contra la que no te has vacunado. Siéntate, respira y te lo diré sin ambages: No hay la menor duda, eres nacionalista”. Me he quedado un momento paralizado, y luego he farfullado: “Y eso,… ¿es grave?” Aquí mi buen doctor, un poco dubitativo, se lo ha repensado para explicar a un lego en medicina una cuestión tan técnica. Con un esfuerzo de familiaridad, me ha expuesto lentamente, como midiendo el efecto que causaba: “Depende,… en tu caso concreto, puede ser muy grave. Tu virus es el más doloroso, porque proviene de una cepa nacionalista defensiva y minoritaria. Es la que más hace sufrir al paciente. Otras variedades como el imperialismo, resultan inocuas para el enfermo, aunque infinitamente más dañinas y destructivas para la Humanidad. ¡Ah, y lo peor: Tu nacionalismo no se cura! Se puede tratar de ocultar los síntomas, pero nunca desaparecerá”.
Esta dolencia se suma al profundo dolor continuo que sufre todo el pueblo vasco por causa de la violencia, fundamentalmente por la violencia terrorista pero no es la única. Una tragedia de confrontación que hunda su origen en la dictadura franquista, en un contexto irresuelto de “problema vasco”. La inmensa mayoría de vascos y no vascos, nacionalistas o no, deseamos la paz y condenamos, desde siempre, todas las formas de violencia y de falta de respeto de todos los derechos humanos.
Los vascos no creemos nada en las victorias por la fuerza, ni bélicas ni policiales. Nuestra milagrosa supervivencia, con una lengua, un cultura, un modelo de organización y fueros propios, han sorteado el paso de los siglos y de los imperios, a través de una sucesión interrumpida de… derrotas. Hemos sobrevivido prodigiosamente gracias a nuestra adaptación y aceptación de los demás, pero sin renunciar nunca a lo nuestro, conservando nuestras tradiciones y costumbres. Hemos acreditado una inacabable historia de colaboración y cooperación en las más universales aventuras históricas con poderosos pueblos y grandes civilizaciones que han respetado nuestra peculiaridad, con quienes hemos cumplido invariablemente nuestra palabra, siempre que sus monarcas juren nuestras leyes viejas.
Ante una convocatoria electoral más del Reino de España, nuevamente acudiremos aunque nos veamos insultados por los herederos de quienes realmente rompieron la legalidad española en 1936, cuando los vascos la respetamos. Se nos presenta otra vez como desleales con una Constitución, en la que no se nos dejó ser ponentes y ante la que nos abstuvimos (fue votada en 1978 sólo por el 30% del electorado vasco, frente al 68% del español). Quienes se opusieron a la Constitución, la Alianza Popular predecesora del PP y el mismo Aznar que escribió en su contra, son quienes nos acusan de solicitar una revisión del Estatuto de Gernika, el mismo que ellos han incumplido en el proceso previsto de transferencias, tras legislar recortando el camino andado durante los primeros años de la transición.
Los nacionalistas, que defendemos una historia plagada de derrotas que nunca nos vencieron, nos sentimos erosionados, agotados, postrados y, quizá, hasta subyugados por los adversarios (incluida ETA), pero nunca rendidos. Este episodio de la historia también será superado. Que en las Cortes no exista un gobierno continuista de la ciega política de Aznar sería beneficioso para todos los demócratas y pacifistas que creemos en el diálogo, en el repudio de la violencia y en la solidaridad con las víctimas.
Indecisos decisivos
El resultado del 14M descansa en los dubitativos
Si usted no es de los que dan cuerda al reloj para cuatro años aplaudiendo en mítines políticos, ni tiene el voto resuelto, puede considerarse un afortunado. Las consecuencias electorales del próximo 14M están en sus manos, al pertenecer a ese variable porcentaje del 4% que puede inclinar la balanza hacia una repetición del gobierno del PP o hacia un futuro más esperanzador.
Usted pertenece a esa clase de ciudadanía hacia la que se dirigen todas las campañas electorales. En las recientes elecciones municipales, autonómicas y forales esta colectividad dio la espalda al PP, al mantener vivo el recuerdo de la guerra de Irak o el desastre del Prestige. Ahora tras el barullo de Carod-Rovira, que ha sustituido al fetiche del Plan Ibarretxe, y con la incondicional alianza de medios progubernamentales su vacilación crece porque prensa y televisión le dicen que el PP ganará. No se lo crea, el PP ya perdió el pasado 25 de Mayo de 2003. Gobierna en la Comunidad de Madrid sólo por la trampa de los tránsfugas, en Catalunya su representación es marginal, y en Euskadi sólo intenta bloquear al Gobierno Vasco con los votos de Batasuna, que de ser apartados darían la mayoría absoluta al tripartito de Ibarretxe.
La duda lleva al examen, y el examen a la verdad. Sólo a usted corresponde resolver su incertidumbre, pero cabe sugerirle algunas ideas para su consideración. Todos los sindicatos, desde CC.OO. y UGT hasta los de implantación autonomista, dicen taxativamente que “no hay ni una sola razón por la que los trabajadores de este país voten al Partido Popular”. Si prefiere recordar vívidamente la gestión del PP sólo cabe recomendarle encarecidamente una visita a http://www.haymotivo.com/, la denuncia de los cineastas donde se recogen 32 testimonios en cortometrajes de 3 minutos. No es género de ficción ninguno de estos cortos: sólo documentales (memorables son los de Aranda, Cuerda, Coixet, Colomo, Cebrián, Chus Gutiérrez, Trueba, Olea, Rivas, Barroso, García León, García Sánchez, Gómez Pereira, Rebolledo y Víctor Manuel). Si elige informarse con detalle de las encuestas, aparte de las más o menos sesgadas publicadas por los periódicos, diríjase a la fuente oficial del CIS (Ministerio de Presidencia), y analice en su última previsión las estimaciones para su provincia: Comprobará hasta qué punto han manipulado burdamente los resultados para favorecer al PP (sólo como muestra en Gipuzkoa el imaginario segundo diputado del PP con PNV 29%, PP 20,5% y PSOE 20,3%, o en Navarra donde ni se preguntó por Nafarroa BAI con un escaño seguro).
Es verdad que el mundo avanza porque hay quienes ponen en duda los argumentos. Aristóteles decía que “La duda es el principio de la sabiduría” y Borges que “La duda es uno de los nombres de la inteligencia”. Dudar de todo o creerlo todo, son dos soluciones igualmente cómodas, porque ambas dispensan de reflexionar; pero ése no debe ser su caso. En la duda se pueden optar entre dos soluciones que conducen casi siempre a resultados equivalentes: abstenerse o decidirse por uno cualquiera de los dos extremos. Para evitarlo un proverbio jurídico aconseja que “En la duda, lo mejor es el término medio”. Considere terceras opciones si no desea una mayoría absoluta, pero recuerde que la ley electoral de Hont inhabilita los votos hacia los partidos testimoniales o minoritarios en su circunscripción, sobre todo en provincias pequeñas.
Dicen que la esperanza es pariente de la duda. ¡Indecisos del mundo: Uníos! El resto que tenemos elegida nuestra opción progresista, hemos de confiar en vosotros. ¡Ojalá que acertéis con vuestra papeleta!
Si usted no es de los que dan cuerda al reloj para cuatro años aplaudiendo en mítines políticos, ni tiene el voto resuelto, puede considerarse un afortunado. Las consecuencias electorales del próximo 14M están en sus manos, al pertenecer a ese variable porcentaje del 4% que puede inclinar la balanza hacia una repetición del gobierno del PP o hacia un futuro más esperanzador.
Usted pertenece a esa clase de ciudadanía hacia la que se dirigen todas las campañas electorales. En las recientes elecciones municipales, autonómicas y forales esta colectividad dio la espalda al PP, al mantener vivo el recuerdo de la guerra de Irak o el desastre del Prestige. Ahora tras el barullo de Carod-Rovira, que ha sustituido al fetiche del Plan Ibarretxe, y con la incondicional alianza de medios progubernamentales su vacilación crece porque prensa y televisión le dicen que el PP ganará. No se lo crea, el PP ya perdió el pasado 25 de Mayo de 2003. Gobierna en la Comunidad de Madrid sólo por la trampa de los tránsfugas, en Catalunya su representación es marginal, y en Euskadi sólo intenta bloquear al Gobierno Vasco con los votos de Batasuna, que de ser apartados darían la mayoría absoluta al tripartito de Ibarretxe.
La duda lleva al examen, y el examen a la verdad. Sólo a usted corresponde resolver su incertidumbre, pero cabe sugerirle algunas ideas para su consideración. Todos los sindicatos, desde CC.OO. y UGT hasta los de implantación autonomista, dicen taxativamente que “no hay ni una sola razón por la que los trabajadores de este país voten al Partido Popular”. Si prefiere recordar vívidamente la gestión del PP sólo cabe recomendarle encarecidamente una visita a http://www.haymotivo.com/, la denuncia de los cineastas donde se recogen 32 testimonios en cortometrajes de 3 minutos. No es género de ficción ninguno de estos cortos: sólo documentales (memorables son los de Aranda, Cuerda, Coixet, Colomo, Cebrián, Chus Gutiérrez, Trueba, Olea, Rivas, Barroso, García León, García Sánchez, Gómez Pereira, Rebolledo y Víctor Manuel). Si elige informarse con detalle de las encuestas, aparte de las más o menos sesgadas publicadas por los periódicos, diríjase a la fuente oficial del CIS (Ministerio de Presidencia), y analice en su última previsión las estimaciones para su provincia: Comprobará hasta qué punto han manipulado burdamente los resultados para favorecer al PP (sólo como muestra en Gipuzkoa el imaginario segundo diputado del PP con PNV 29%, PP 20,5% y PSOE 20,3%, o en Navarra donde ni se preguntó por Nafarroa BAI con un escaño seguro).
Es verdad que el mundo avanza porque hay quienes ponen en duda los argumentos. Aristóteles decía que “La duda es el principio de la sabiduría” y Borges que “La duda es uno de los nombres de la inteligencia”. Dudar de todo o creerlo todo, son dos soluciones igualmente cómodas, porque ambas dispensan de reflexionar; pero ése no debe ser su caso. En la duda se pueden optar entre dos soluciones que conducen casi siempre a resultados equivalentes: abstenerse o decidirse por uno cualquiera de los dos extremos. Para evitarlo un proverbio jurídico aconseja que “En la duda, lo mejor es el término medio”. Considere terceras opciones si no desea una mayoría absoluta, pero recuerde que la ley electoral de Hont inhabilita los votos hacia los partidos testimoniales o minoritarios en su circunscripción, sobre todo en provincias pequeñas.
Dicen que la esperanza es pariente de la duda. ¡Indecisos del mundo: Uníos! El resto que tenemos elegida nuestra opción progresista, hemos de confiar en vosotros. ¡Ojalá que acertéis con vuestra papeleta!
Lo natural es amar
Cuando se ha tenido la dicha de haber nacido en una familia donde los padres se han amado hasta la muerte, donde los hermanos han crecido juntos, donde los abuelos, tíos y primos han compartido grandemente nuestra infancia, lo natural es desear construir un hogar y una familia semejantes, con amor eterno a la pareja y con hijos a quienes legar ese sentido de la vida y la identidad de apoyarse en una gran parentela.
Cuando se ha gozado el privilegio de ser educado en el cariño a los libros, al estudio y al esfuerzo para progresar en la vida, poco importan las penurias y la escasez económica. Cuando se ha podido apreciar el cariño y la entrega de algunos grandes docentes en la escuela, que transmiten con convicción el amor al conocimiento y con tenacidad el descubrimiento paulatino de la sabiduría, lo natural es engancharse al mejor y único camino de rescate que siempre fue y será la educación.
Cuando se reconoce en nuestros mayores el amor profundo a las lenguas propias y a las culturas de nuestros antepasados, a sus costumbres y tradiciones, a sus valores, anhelos y creencias, lo natural es abrazar su defensa, su cultivo, su aprendizaje y su enseñanza, su propagación y su reconocimiento universal.
Cuando se ha vivido en una ciudad, en una región, en una nación, donde se ha sido feliz en numerosas ocasiones, donde se han descubierto en alguna medida todas las satisfacciones que el amor puede proporcionar en la vida, lo natural es que se queden grabadas en el corazón para siempre, sobre todo aquellos paisajes y paisanajes donde transcurrieron la infancia y la juventud que marcaron decisivamente nuestro destino.
Cuando se comprende cuánto se ha recibido de la familia, de los amigos, de la sociedad en se nació, lo natural es agradecer y corresponder aportando todo el esfuerzo y trabajo al bienestar de los nuestros, los familiares, las amistades, los vecinos, los hermanos que son el resto de la humanidad.
Cuando se percibe el admirable milagro de la vida, cuando uno se asombra de la belleza y bondad que esconde la existencia, a veces y por desgracia ocultamente, lo natural es vislumbrar un espíritu sobrenatural, una esencia divina que todo lo creó, un Dios que todo lo hizo bien, incluso el regalarnos el mayor de los dones: la libertad personal, la prerrogativa de escoger el bien sobre el mal, el libre albedrío de amar u odiar, de querer o aborrecer, de construir o destruir, de ayudar o perjudicar.
¡Qué caro regalo fue la libertad! Provocó el artificioso odio y la concienzuda maldad, porque la grandeza de nuestro destino sólo había de conquistarse desde la soberana voluntad propia. Sólo así se alcanza la altura a la que está predestinado el sagrado ser humano: la vocación suprema de descubrir el amor y apostar por la vida. Mahatma Gandhi nos enseñó “Allí donde hay amor, hay vida”, y el evangelio de Lucas aún lo expresó más sintéticamente: “Ama y vivirás”. Nuestro sino grabado en el alma es amar y quienes tenemos una misión hemos de cumplirla.
Cuando se ha gozado el privilegio de ser educado en el cariño a los libros, al estudio y al esfuerzo para progresar en la vida, poco importan las penurias y la escasez económica. Cuando se ha podido apreciar el cariño y la entrega de algunos grandes docentes en la escuela, que transmiten con convicción el amor al conocimiento y con tenacidad el descubrimiento paulatino de la sabiduría, lo natural es engancharse al mejor y único camino de rescate que siempre fue y será la educación.
Cuando se reconoce en nuestros mayores el amor profundo a las lenguas propias y a las culturas de nuestros antepasados, a sus costumbres y tradiciones, a sus valores, anhelos y creencias, lo natural es abrazar su defensa, su cultivo, su aprendizaje y su enseñanza, su propagación y su reconocimiento universal.
Cuando se ha vivido en una ciudad, en una región, en una nación, donde se ha sido feliz en numerosas ocasiones, donde se han descubierto en alguna medida todas las satisfacciones que el amor puede proporcionar en la vida, lo natural es que se queden grabadas en el corazón para siempre, sobre todo aquellos paisajes y paisanajes donde transcurrieron la infancia y la juventud que marcaron decisivamente nuestro destino.
Cuando se comprende cuánto se ha recibido de la familia, de los amigos, de la sociedad en se nació, lo natural es agradecer y corresponder aportando todo el esfuerzo y trabajo al bienestar de los nuestros, los familiares, las amistades, los vecinos, los hermanos que son el resto de la humanidad.
Cuando se percibe el admirable milagro de la vida, cuando uno se asombra de la belleza y bondad que esconde la existencia, a veces y por desgracia ocultamente, lo natural es vislumbrar un espíritu sobrenatural, una esencia divina que todo lo creó, un Dios que todo lo hizo bien, incluso el regalarnos el mayor de los dones: la libertad personal, la prerrogativa de escoger el bien sobre el mal, el libre albedrío de amar u odiar, de querer o aborrecer, de construir o destruir, de ayudar o perjudicar.
¡Qué caro regalo fue la libertad! Provocó el artificioso odio y la concienzuda maldad, porque la grandeza de nuestro destino sólo había de conquistarse desde la soberana voluntad propia. Sólo así se alcanza la altura a la que está predestinado el sagrado ser humano: la vocación suprema de descubrir el amor y apostar por la vida. Mahatma Gandhi nos enseñó “Allí donde hay amor, hay vida”, y el evangelio de Lucas aún lo expresó más sintéticamente: “Ama y vivirás”. Nuestro sino grabado en el alma es amar y quienes tenemos una misión hemos de cumplirla.
Preguntas acertadas
Oportunas preguntas complejas para una sola respuesta obvia
Tuve un alumno que tras la inevitable decepción que le producía cada examen me decía: “Tengo mala suerte. Me sabía todas las respuestas, pero no he entendido las preguntas”. Todos aprendemos pronto que es mucho más importante atinar con las preguntas que acertar con las respuestas. Joubert dijo que “Las preguntas descubren la amplitud del ingenio, y las respuestas sólo su agudeza”, y el poeta Edward Estlin Cummings proclamaba la cíclica relación de “Siempre la hermosa respuesta que plantea una pregunta aún más hermosa”. En la obra de Calderón de la Barca, “A Dios por Razón de Estado”, se recoge el siguiente diálogo:
INGENIO. Ésa es la excelencia mía.
ATEO. Di: ¿Cuál?
INGENIO. Saber preguntar para saber responder.
Lo cierto es que con frecuencia la pregunta llega terriblemente más tarde que la respuesta. Definitivamente es mejor saber algunas de las preguntas que todas las respuestas. André Gide sentenció: “Hay más respuestas en el cielo que preguntas en los labios de los hombres”. Si lo esencial son las preguntas, ¿por qué no enumeramos una docena de interrogantes trascendentales que solucionarían prácticamente la totalidad de nuestras desgracias?
1- ¿Cómo se alcanza la felicidad?
2- ¿Qué me permitiría lograr lo que aprecio?
3- ¿Por qué unos son afortunados y otros desdichados?
4- ¿Cuál es la causa para que sólo algunos se realicen vital y profesionalmente?
5- ¿Existe un camino viable que conduce a la perfección individual y social?
6- ¿Puede ser gratificante el trayecto para lograr todo lo que deseo?
7- ¿Dónde reside el secreto de aprender y aportar?
8- ¿Qué me hace sentirme dichoso en mi vida ahora?
9- ¿Cómo puedo disfrutar en mi compromiso con los demás?
10- ¿Con qué me sentiría orgulloso de mi contribución a la sociedad?
11- ¿De qué modo puedo amar y ayudar más cada día?
12- ¿Qué remedio podría resolver todos los problemas de la humanidad?
Tantas trascendentales cuestiones tiene una respuesta única y simple: la educación. ¿Por qué nos cuesta tanto a todos adivinarla? Acaso porque ninguna pregunta es más difícil que aquélla cuya solución es obvia. Un proverbio camerunés asegura que “Aquel que se hace las preguntas, no puede evitar las respuestas”. Quizá esta reflexión sirva a las jóvenes generaciones, las de nuestros hijos que no saben adónde van… probablemente siguiendo nuestro mismo camino. Sugerencia final: Para transmitir estas recomendaciones hagamos que el fondo de la cuestión sea asimismo la forma, siguiendo el juicioso consejo que va desde Sócrates a Dale Carnegie: “Hagamos preguntas, en vez de dar órdenes”.
Tuve un alumno que tras la inevitable decepción que le producía cada examen me decía: “Tengo mala suerte. Me sabía todas las respuestas, pero no he entendido las preguntas”. Todos aprendemos pronto que es mucho más importante atinar con las preguntas que acertar con las respuestas. Joubert dijo que “Las preguntas descubren la amplitud del ingenio, y las respuestas sólo su agudeza”, y el poeta Edward Estlin Cummings proclamaba la cíclica relación de “Siempre la hermosa respuesta que plantea una pregunta aún más hermosa”. En la obra de Calderón de la Barca, “A Dios por Razón de Estado”, se recoge el siguiente diálogo:
INGENIO. Ésa es la excelencia mía.
ATEO. Di: ¿Cuál?
INGENIO. Saber preguntar para saber responder.
Lo cierto es que con frecuencia la pregunta llega terriblemente más tarde que la respuesta. Definitivamente es mejor saber algunas de las preguntas que todas las respuestas. André Gide sentenció: “Hay más respuestas en el cielo que preguntas en los labios de los hombres”. Si lo esencial son las preguntas, ¿por qué no enumeramos una docena de interrogantes trascendentales que solucionarían prácticamente la totalidad de nuestras desgracias?
1- ¿Cómo se alcanza la felicidad?
2- ¿Qué me permitiría lograr lo que aprecio?
3- ¿Por qué unos son afortunados y otros desdichados?
4- ¿Cuál es la causa para que sólo algunos se realicen vital y profesionalmente?
5- ¿Existe un camino viable que conduce a la perfección individual y social?
6- ¿Puede ser gratificante el trayecto para lograr todo lo que deseo?
7- ¿Dónde reside el secreto de aprender y aportar?
8- ¿Qué me hace sentirme dichoso en mi vida ahora?
9- ¿Cómo puedo disfrutar en mi compromiso con los demás?
10- ¿Con qué me sentiría orgulloso de mi contribución a la sociedad?
11- ¿De qué modo puedo amar y ayudar más cada día?
12- ¿Qué remedio podría resolver todos los problemas de la humanidad?
Tantas trascendentales cuestiones tiene una respuesta única y simple: la educación. ¿Por qué nos cuesta tanto a todos adivinarla? Acaso porque ninguna pregunta es más difícil que aquélla cuya solución es obvia. Un proverbio camerunés asegura que “Aquel que se hace las preguntas, no puede evitar las respuestas”. Quizá esta reflexión sirva a las jóvenes generaciones, las de nuestros hijos que no saben adónde van… probablemente siguiendo nuestro mismo camino. Sugerencia final: Para transmitir estas recomendaciones hagamos que el fondo de la cuestión sea asimismo la forma, siguiendo el juicioso consejo que va desde Sócrates a Dale Carnegie: “Hagamos preguntas, en vez de dar órdenes”.
El nombre propio es el que marca la individualidad; el apellido, las relaciones sociales
"El nombre de una persona es para ella el sonido más dulce e importante que pueda escuchar". |
Dale Carnegie |
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