El verano es tiempo de lectura para descubrir la lucidez de un genio derrumbado.
Mucho se ha escrito de Francis Scott Fitzgerald y de su obra. Hay quienes creen que su inseguridad crónica le impulsó hacia un ansia de gloria desde muy joven y hasta su prematura muerte a los 44 años. Conoció la consagración literaria máxima con "El gran Gatsby" a los 29 años, para descender a los infiernos del olvido pocos años después.
Fitzgerald, el autor más representativo de la 'Generación Perdida' con Faulkner y Hemingway, tuvo una vida fallida, según algunos críticos, aunque reconocen que en ella alumbró algunas de las obras maestras de la literatura de todos los tiempos. Su existencia fue una fábula sensible y satírica sobre la persecución del éxito y el colapso del 'sueño americano'. Su existencia se deslizó raudamente desde una niñez de escritor precoz en internados católicos, un breve pase por Princeton y su servicio militar en Alabama, donde se enamoró de Zelda, la flapper arquetípica que representaría, con él, la historia glamorosa del jazz y el charlestón.
La doble biografía de la escandalosa pareja Fitzgerald fue corta y trágica ("Nuestro amor fue único en un siglo"). Intérpretes de los felices años '20, su historia resume buena parte del espíritu contradictorio del siglo XX: del esplendor a la miseria, de la gloria a la desintegración. Protagonistas de un ascenso fulminante a los laureles literarios, todo hacía augurar una larga y feliz existencia, habitual en los escritores bendecidos. Pero el "crack del 29" también se cruzó en su camino. Mientras dilapidan frívolamente el dinero, Zelda va deslizándose hacia la locura y él se alcoholiza. El 21 de diciembre de 1940, Scott muere exhausto frente a la máquina de escribir.
El corazón humano posee esperanzas, ambiciones y anhelos infinitos imposibles de satisfacer, y sigue luchando a pesar de obstáculos y fracasos. De ahí que la tragedia de estos dos artistas, además de despertarnos temor y piedad, también nos inspire admiración y coraje. La última etapa del Scott Fitzgerald maldito, fue la de la sabiduría profunda, no en sus actos, sino en sus escritos. El heterodoxo Scott describe su particular infierno: "Todos los dioses muertos, las guerras combatidas y la fe en el hombre destruida". Aún en plena decadencia, persiste en relatarnos su vitalidad ("El amor a la vida es esencialmente tan incomunicable como el dolor"), con clarividentes consejos que resuenan como puñetazos luchando contra la maldición de saberse autodestruido.
Sus citas son tan expresivas como los títulos de sus obras. Recordemos algunas: "En la noche negra del alma siempre son las tres de la madrugada", que invariablemente nos atormenta a los insomnes; "Enséñame un héroe y te escribiré una tragedia"; "El dinero ha aniquilado más almas que el hierro cuerpos", ¡cuán cierta!; "Y así vamos adelante, botes contra la corriente, incesantemente arrastrados hacia el pasado", lírica y gráfica; "Es preferible fiarse del hombre equivocado a menudo, que de quien no duda nunca"; "En las cosas no existe la esperanza, y, sin embargo, hay que estar decidido a cambiarlas"; o "La vitalidad se revela no solamente en la capacidad de persistir sino en la de volver a empezar"
Alegre y despreocupado en la etapa del sueño realizado, cuando parecía un triunfador enamorado de la opulencia, su prodigiosa capacidad residía ocultamente en un concienzudo y persistente esfuerzo por escribir extrayendo del lenguaje tonos más exquisitos y puros que los nunca antes logrados. Suya es la frase: "Puedes acariciar a la gente con palabras". Su mejor lección nos la transmitió en una carta a su adorada y única hija Scottie: "Prescinde de la opinión de la gente. No te preocupes por el pasado. No te preocupes por el futuro. No te preocupes por el triunfo. No te preocupes por fracaso,… a menos que sea culpa tuya".
El maestro necesita discípulos que quieran superarlo
"El maestro no aparece hasta que el discípulo está preparado". |
Dicen... |
Vuelvo a oír voces
Agosto es un suspiro que nos recuerda los años felices.
Siempre creí escuchar voces jugando de niño con mi "fuerte" de indios y vaqueros. Incluso mi hijo pequeño heredó esta cualidad. Cuando tenía diez años se quedó un día sin ir al colegio por enfermedad. Un poco avergonzado, rebuscó en el fondo del armario y rescató su juguete preferido: una isla del tesoro con piratas de plástico. Pronto los recogió nuevamente: "Ya no me contestan…", explicó.
Ahora, gracias a algunos munícipes de Pilar de la Horadada, toda la familia vuelve a oír voces. De día, en la siesta y de madrugada. Veraneamos en este bella localidad desde que nació por segregación de Orihuela hace 18 años y simultáneamente con nuestro hijo menor. Nos encanta su clima, sus playas y sus gentes de todo el mundo, incluso a pesar del trato que nos dispensa la alcaldía en las zonas turísticas.
Recientemente el ayuntamiento nos ha recordado que las aceras de nuestra urbanización son públicas. Las construimos y las pagamos nosotros, como las calzadas, las reparamos y las barremos desde la comunidad de vecinos, no conocemos ningún sistema humano ni mecánico de limpieza municipal y cada agosto nos manifestamos ante el Ayuntamiento recordando que Mil Palmeras también existe. El único "servicio prestado" ha sido permitir teléfonos públicos pegados a las casas, con "voces intempestivas" y sin privacidad ni para residentes ni para hablantes, eludiendo elegir ubicaciones céntricas pero alejadas de cualquier vivienda.
Es un lamentable secreto a voces cómo interpretan algunos el "ser… vicio público". Su interés meramente recaudatorio en las áreas de segunda residencia o residencia de extranjeros, denota un abuso flagrante hacia quienes ni pueden responder electoralmente, ni desean perder sus vacaciones en protestas inútiles... El técnico que lo autorizó señala que no fue él, sino otro que está fuera… El concejal de turno o no ha llegado o ya ha salido. Sí ha recibido el mensaje y les llamará… pero nunca está entre las voces que oímos.
Las voluntades débiles se traducen en discursos; las fuertes, en actos
"Las almas grandes tienen voluntades; las débiles tan sólo deseos". |
Proverbio chino. |
Hacen falta dos
Casi todo lo que tiene de grandioso esta vida requiere dos personas.
Una entrañable canción repite en su estrofa: 'Siempre hacen falta dos, para hacer algo importante, siempre hacen falta dos'. Desde niños aprendimos que para jugar, hacen falta dos. En la juventud, sentimos que para la amistad hacen falta dos almas. Y pronto descubrimos que para bailar y para besar, hacen falta dos corazones.
Para amar sólo hacen falta dos pasiones que se disputen por ser cada una de ellas quien más ame. Para casarse, hacen falta dos compromisos. Para el milagro de que nazca una nueva vida, se precisan dos destinos entrecruzados.
Para educar, para cuidar, para ayudar, para crear felicidad… hacen falta dos seres humanos. Para dialogar hacen falta dos inteligencias. Para comunicar, para negociar y hasta para pactar hacen falta dos voluntades. Thoreau dijo que para decir la verdad hacen falta dos personas: una que quiera contarla y otra que desee escucharla. Para que estas palabras tengan algún sentido, también hacen falta dos: quien lo escribió y tú si al leerlas decides compartirlas.
Una entrañable canción repite en su estrofa: 'Siempre hacen falta dos, para hacer algo importante, siempre hacen falta dos'. Desde niños aprendimos que para jugar, hacen falta dos. En la juventud, sentimos que para la amistad hacen falta dos almas. Y pronto descubrimos que para bailar y para besar, hacen falta dos corazones.
Para amar sólo hacen falta dos pasiones que se disputen por ser cada una de ellas quien más ame. Para casarse, hacen falta dos compromisos. Para el milagro de que nazca una nueva vida, se precisan dos destinos entrecruzados.
Para educar, para cuidar, para ayudar, para crear felicidad… hacen falta dos seres humanos. Para dialogar hacen falta dos inteligencias. Para comunicar, para negociar y hasta para pactar hacen falta dos voluntades. Thoreau dijo que para decir la verdad hacen falta dos personas: una que quiera contarla y otra que desee escucharla. Para que estas palabras tengan algún sentido, también hacen falta dos: quien lo escribió y tú si al leerlas decides compartirlas.
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