Todo padre o madre sabe que familia significa crecimiento continuo. Crece el vientre de la madre y nace un nuevo hijo, que no para de crecer.
Los zapatitos de bebés muestran cuán rápidos crecen. Aumentan los hermanos, los primos, los amigos,... Crecen tanto que hasta la mesa familiar se queda pequeña, y la casa también. Pasan la adolescencia y cuando parece que finalmente nuestros hijos e hijas no seguirán creciendo (al menos en altura), les aparecen a todos ellos esas extrañas sombras colaterales que parece ser que se llaman algo así como nueras y yernos.
Atención a esta brusca reduplicación de la familia. De pronto, las cuestiones familiares se multiplican por dos, y ya no sólo debemos seguir la carrera estudiantil o profesional de nuestros propios hijos, sino también las de sus parejas. Además cada uno de los nuevos miembros de la familia viene acompañado de todo tipo de parientes anexos, como consuegros y otras figuras que agotan al mismísimo diccionario.
Se supone que todo ello es el proceso creativo que nos lleva a la fase final, al esplendor de ser abuelos. Pensando en ello se comprende que toda esta familia recrecida es fundamental. Nos demuestra que si es importante que sepamos quiénes fueron nuestros abuelos, aún nos importa mucho más conocer quiénes serán nuestros nietos.
Versión final en: mikel.agirregabiria.net/2006/crece.htm
Anímate
Es fácil recobrarse, reanimarse, fortalecerse, quizá hasta curarse. Basta encontrar a la protagonista de esta adivinanza.
La ética, la filosofía y la literatura se han ocupado extensamente de ella. Ha sido descrita de muchas formas. Muchos creemos que todos tenemos una, aunque otros nieguen su existencia. Quizá sea una cuestión semántica, porque dispone de muchas definiciones directas y alusiones indirectas. Abundan las metáforas que la simbolizan. ¿Qué puede ser algo que cuenta con tantos símiles alegóricos?
Ella es… un océano bajo la piel. Es un estanque lleno de agua calmada. Es una materia luminosa que quema sin consumir. Es una copa que sólo se llena con eternidad. Es el espejo de un universo indestructible. Es un acorde que la espada no puede herir, que el fuego no puede consumir, que el agua no puede macerar y que el viento del mediodía no puede secar. Es la potencia que preserva al cuerpo de la corrupción. Es antípoda del cuerpo, y así amanece para ella cuando anochece para él.
Dicen que es invisible, intangible, inmortal para siempre, e incluso divina. Los poetas la denominan el alma, el ánima, el aliento, el corazón, el espíritu, la conciencia, la fuerza, la potencia, la energía, el ánimo, el coraje, el entusiasmo, la voluntad, la sustancia, la quintaesencia, el principio, el hálito, el aura,... Acaso muchos nombres, demasiadas cualidades, excesiva trascendencia,... ¿O sólo la justa? Anímate: La tienes a ella, llámala, calma.
Versión final en: mikel.agirregabiria.net/2006/animate.htm
La ética, la filosofía y la literatura se han ocupado extensamente de ella. Ha sido descrita de muchas formas. Muchos creemos que todos tenemos una, aunque otros nieguen su existencia. Quizá sea una cuestión semántica, porque dispone de muchas definiciones directas y alusiones indirectas. Abundan las metáforas que la simbolizan. ¿Qué puede ser algo que cuenta con tantos símiles alegóricos?
Ella es… un océano bajo la piel. Es un estanque lleno de agua calmada. Es una materia luminosa que quema sin consumir. Es una copa que sólo se llena con eternidad. Es el espejo de un universo indestructible. Es un acorde que la espada no puede herir, que el fuego no puede consumir, que el agua no puede macerar y que el viento del mediodía no puede secar. Es la potencia que preserva al cuerpo de la corrupción. Es antípoda del cuerpo, y así amanece para ella cuando anochece para él.
Dicen que es invisible, intangible, inmortal para siempre, e incluso divina. Los poetas la denominan el alma, el ánima, el aliento, el corazón, el espíritu, la conciencia, la fuerza, la potencia, la energía, el ánimo, el coraje, el entusiasmo, la voluntad, la sustancia, la quintaesencia, el principio, el hálito, el aura,... Acaso muchos nombres, demasiadas cualidades, excesiva trascendencia,... ¿O sólo la justa? Anímate: La tienes a ella, llámala, calma.
Versión final en: mikel.agirregabiria.net/2006/animate.htm
El lector preferido
De las relaciones artificiosas establecidas entre personas, la más caprichosa y variable de todas es la formada entre escritor y lector.
Es obvio que no existirían escritores, si no hubiese lectores (aunque este artículo pudiera ser una refutación). En realidad, todo texto tiene por colaborador a su lector. Sólo el buen lector convierte un escrito en algo valioso. La obra surge cuando se cierra el nexo entre dos misterios humanos, el del autor y el del lector. El verdadero escritor no lo pone todo en su prosa; su obra más capital se destina y se completa en el alma de sus lectores.
Algunos estilistas, como Papini, opinan que son dos funciones incompatibles, señalando que “si los escritores no leyeran y los lectores no escribieran, los asuntos de la literatura irían extraordinariamente mejor”. Otros, como Montesquieu, recomiendan lecturas diferentes: “Los libros antiguos, para los autores; los nuevos, para los lectores”. En todo caso, siempre es aconsejable haber sido lector impenitente antes que escritor incipiente.
Lo que pide quien escribe a quien le lee no es tanto su beneplácito, sino su atención. Lograr captar el interés de muchos lectores puede ser signo de calidad redactora, aunque los escritores de moda multipliquen las tiradas de los grandes clásicos. Tampoco sería aceptable lo contrario, que la excelencia literaria sea inversamente proporcional al número de lectores.
Goethe creía que la ambición en lectores era requisito imprescindible del autor: “El que no espere tener un millón de lectores que no escriba ni una línea”. Muchos lectores leen no para conocer otra opinión, sino para sentir la repetición de la suya propia. En la actualidad, los lectores buscan un autor que refleje sus ideas y emociones. En ocasiones, se convierten en verdaderos héroes a la espera de un autor de su sintonía. Ésos son los lectores que todo escritor anhela descubrir. Ahí, en el lejano y trémulo corazón de una persona lectora, duerme el premio tímido y virginal que busca quien escribe.
El genio Monterroso, maestro guatemalteco de la sencillez compleja, consideraba como lector ideal a Sherlock Colmes: “En realidad, cualquier lector es ideal porque no abundan. Aunque hay muchos grados de lectores ideales. Pero, claro, el lector ideal es quien está más capacitado para entender las referencias y alusiones de todo escrito y que, lo que no sabe, le atrae. Como un detective”.
Todo autor, uniendo lo útil con lo amable, enseñando y deleitando al mismo tiempo, solicita lectores, muchos o pocos, pero incesantes y apasionados, sus semejantes y sus hermanos, que le relean periódicamente. Sabe que existe un solo antídoto para prevenir en el lector el empacho del cargante "yo": la tersa y desnuda verdad. El escritor pide lo mismo que ofrece: fidelidad y sinceridad.
Versión final en: mikel.agirregabiria.net/2006/lector.htm
Querida imaginación
En la lucha contra la realidad, la humanidad sólo tiene un arma: la imaginación. Llevemos la imaginación al poder.
Julio Verne sentenció que “Todo lo que una persona puede imaginar, otra podrá hacerlo realidad”. Somos lo que somos, porque primero lo hemos imaginado. Imaginar es elegir. Imaginar es construir. La imaginación produce fuerza. La imaginación gobierna. El poder creador de la imaginación ha inspirado, sin excepción, todo el progreso de la historia. Si lo creemos, creamos un nuevo mundo.
Sentido común lo puede tener cualquiera; lo que falta es imaginación. En todo, pero más en el amor, la imaginación traspasa los límites de la realidad. Lo de menos es ver las personas o las cosas fuera de nosotros; lo importante es sentirlas en nosotros. Lo que se ve puede perderse de vista; lo que se imagina, vive siempre por toda la eternidad. Entusiasmo es el estado de ánimo en el cual la imaginación ha triunfado sobre el raciocinio. El mismo Einstein creía que “La imaginación es más importante que el conocimiento”.
El imaginativo,… ¡con qué facilidad saca de la nada un mundo! En el punto donde se detiene la realidad, comienza la imaginación. El uso creativo de la imaginación no es sólo la fuente del arte, sino también de la ciencia, porque la imaginación suministra el impulso inicial en todo progreso social. Había tanta imaginación en la mente de Arquímedes como en la de Homero.
André Bretón sugirió el mejor efecto de imaginar. “Querida imaginación: Lo que amo sobre todo en ti es que no perdonas”. La imaginación es el “gran estímulo”, el volcán de deseos, la madre de las utopías,... convertidas en realidad. Pero para evitar que la imaginación se desmorone en fantasías es preciso constancia, esfuerzo y sabiduría. La imaginación sin erudición es como tener alas y carecer de pies. Para volar es preciso saber despegar… y aterrizar. Toda imaginación procede del corazón y de la voluntad; no confundirla con el espejismo, piedra angular de la insensatez.
La imaginación es activa, animosa, fecunda y desprendida; la reflexión calculando se hace cobarde y cicatera. La imaginación nos consuela de lo que no podemos ser; y el humor, de lo que somos. Pero la imaginación nos encamina y guía hacia un futuro mejor. Imaginemos que cada día es el último que brilla para nosotros, y así aceptaremos agradecidos un día que no esperábamos vivir ya, una jornada donde podremos ayudar en algo.
Nosotros, las personas reales, estamos repletos de seres imaginarios. Con razón se ha dicho: “Dejemos las mujeres bonitas para los hombres sin imaginación” o “El viaje sólo es necesario para las imaginaciones menguadas”. La imaginación es el ojo del alma. La imaginación es un corcel sobre el que galopar, aguijoneados por la espuela de la curiosidad que nos arrastra hacia los proyectos más difíciles pero necesarios: la justicia, la igualdad, la solidaridad, la paz, la libertad, la educación,...
Versión final en: mikel.agirregabiria.net/2006/imagina.htm
Julio Verne sentenció que “Todo lo que una persona puede imaginar, otra podrá hacerlo realidad”. Somos lo que somos, porque primero lo hemos imaginado. Imaginar es elegir. Imaginar es construir. La imaginación produce fuerza. La imaginación gobierna. El poder creador de la imaginación ha inspirado, sin excepción, todo el progreso de la historia. Si lo creemos, creamos un nuevo mundo.
Sentido común lo puede tener cualquiera; lo que falta es imaginación. En todo, pero más en el amor, la imaginación traspasa los límites de la realidad. Lo de menos es ver las personas o las cosas fuera de nosotros; lo importante es sentirlas en nosotros. Lo que se ve puede perderse de vista; lo que se imagina, vive siempre por toda la eternidad. Entusiasmo es el estado de ánimo en el cual la imaginación ha triunfado sobre el raciocinio. El mismo Einstein creía que “La imaginación es más importante que el conocimiento”.
El imaginativo,… ¡con qué facilidad saca de la nada un mundo! En el punto donde se detiene la realidad, comienza la imaginación. El uso creativo de la imaginación no es sólo la fuente del arte, sino también de la ciencia, porque la imaginación suministra el impulso inicial en todo progreso social. Había tanta imaginación en la mente de Arquímedes como en la de Homero.
André Bretón sugirió el mejor efecto de imaginar. “Querida imaginación: Lo que amo sobre todo en ti es que no perdonas”. La imaginación es el “gran estímulo”, el volcán de deseos, la madre de las utopías,... convertidas en realidad. Pero para evitar que la imaginación se desmorone en fantasías es preciso constancia, esfuerzo y sabiduría. La imaginación sin erudición es como tener alas y carecer de pies. Para volar es preciso saber despegar… y aterrizar. Toda imaginación procede del corazón y de la voluntad; no confundirla con el espejismo, piedra angular de la insensatez.
La imaginación es activa, animosa, fecunda y desprendida; la reflexión calculando se hace cobarde y cicatera. La imaginación nos consuela de lo que no podemos ser; y el humor, de lo que somos. Pero la imaginación nos encamina y guía hacia un futuro mejor. Imaginemos que cada día es el último que brilla para nosotros, y así aceptaremos agradecidos un día que no esperábamos vivir ya, una jornada donde podremos ayudar en algo.
Nosotros, las personas reales, estamos repletos de seres imaginarios. Con razón se ha dicho: “Dejemos las mujeres bonitas para los hombres sin imaginación” o “El viaje sólo es necesario para las imaginaciones menguadas”. La imaginación es el ojo del alma. La imaginación es un corcel sobre el que galopar, aguijoneados por la espuela de la curiosidad que nos arrastra hacia los proyectos más difíciles pero necesarios: la justicia, la igualdad, la solidaridad, la paz, la libertad, la educación,...
Versión final en: mikel.agirregabiria.net/2006/imagina.htm
Familias gitanas
En aquel lugar aquellos gitanos desentonaban, hasta que pudimos comprenderlo.
Había algo que desafinaba en aquella consulta médica de una clínica de pago en el centro de Bilbao. En una esquina estaba una mujer con su anciana madre; en otro rincón, un hombre solo de edad avanzada; más allá, dos señoras cuchicheando y un matrimonio de jubilados completaban la escena. Todos de clase media o alta, como pudimos apreciar Carmen y yo cuando entramos. Nos sentamos y continuamos hablando, en voz baja, en aquella tranquila sala.
Entonces llegaron ellos. Primero tres niños correteando, perseguidos por dos hermanas o primas adolescentes que intentaban sujetarlos. Luego aparecieron tres mujeres, una de ellas embarazada con su marido, dos abuelas y un abuelo con una niña de apenas un año. Eran gitanos. Los mayores se sentaron ocupando todas las sillas disponibles, mientras los críos se asomaban a la ventana o jugaban en el suelo enseñando a andar a la pequeñita, que sonreía a todos mientras avanzaba tambaleándose.
Algunos de los presentes parecieron molestos por el ruido generado por los recién llegados, mientras otros hacíamos carantoñas a los pequeños. Nos enteramos que habían acudido a visitar a una pariente, y que ante la imposibilidad de permanecer todos en el mismo cuarto se habían repartido por las salas de espera.
Entonces entendimos qué era lo que chirriaba con su presencia. Allí estábamos todos nosotros en una consulta médica solos o apenas acompañados por un cónyuge, o un único familiar o amigo. Ellos, en cambio, acudían con toda la amplia familia para afrontar la enfermedad o, para vivir el acontecimiento (quizá un feliz nacimiento). Además la relación entre ellos denotaba que niños, padres y abuelos vivían muy cerca unos de otros, y que la familia significa mucho para todos ellos. Hermanos, primos, tíos, sobrinos, abuelos, nietos,.., todos podían contar con todos.
Aquel arropamiento colectivo de la institución familiar nos revivió tiempos pasados, no tan lejanos, cuando también nuestras familias eran grandes y cercanas. Creo que todos pensamos lo mismo: ¡Qué suerte tienen los gitanos, y las familias numerosas, de no haber perdido una tradición tan bella y fructífera!
Versión final en: mikel.agirregabiria.net/2006/gitanas.htm
Había algo que desafinaba en aquella consulta médica de una clínica de pago en el centro de Bilbao. En una esquina estaba una mujer con su anciana madre; en otro rincón, un hombre solo de edad avanzada; más allá, dos señoras cuchicheando y un matrimonio de jubilados completaban la escena. Todos de clase media o alta, como pudimos apreciar Carmen y yo cuando entramos. Nos sentamos y continuamos hablando, en voz baja, en aquella tranquila sala.
Entonces llegaron ellos. Primero tres niños correteando, perseguidos por dos hermanas o primas adolescentes que intentaban sujetarlos. Luego aparecieron tres mujeres, una de ellas embarazada con su marido, dos abuelas y un abuelo con una niña de apenas un año. Eran gitanos. Los mayores se sentaron ocupando todas las sillas disponibles, mientras los críos se asomaban a la ventana o jugaban en el suelo enseñando a andar a la pequeñita, que sonreía a todos mientras avanzaba tambaleándose.
Algunos de los presentes parecieron molestos por el ruido generado por los recién llegados, mientras otros hacíamos carantoñas a los pequeños. Nos enteramos que habían acudido a visitar a una pariente, y que ante la imposibilidad de permanecer todos en el mismo cuarto se habían repartido por las salas de espera.
Entonces entendimos qué era lo que chirriaba con su presencia. Allí estábamos todos nosotros en una consulta médica solos o apenas acompañados por un cónyuge, o un único familiar o amigo. Ellos, en cambio, acudían con toda la amplia familia para afrontar la enfermedad o, para vivir el acontecimiento (quizá un feliz nacimiento). Además la relación entre ellos denotaba que niños, padres y abuelos vivían muy cerca unos de otros, y que la familia significa mucho para todos ellos. Hermanos, primos, tíos, sobrinos, abuelos, nietos,.., todos podían contar con todos.
Aquel arropamiento colectivo de la institución familiar nos revivió tiempos pasados, no tan lejanos, cuando también nuestras familias eran grandes y cercanas. Creo que todos pensamos lo mismo: ¡Qué suerte tienen los gitanos, y las familias numerosas, de no haber perdido una tradición tan bella y fructífera!
Versión final en: mikel.agirregabiria.net/2006/gitanas.htm
Reportaje: Fiesta de Eloína, Josu y Ángel
Una fiesta de encuentro entre inspectores e inspectoras, en activo o en júbilo, cuyas FOTOS pueden verse AQUÍ, y se amplían pulsando en ALL SIZES,...
También se ha distribuido un CD con todos los vídeos en su calidad original, mucho mayor que la que se aprecia en Internet. Muestra las palabras de agradecimiento de los tres homenajeados, Eloína Vélez, Josu Erdozain y Ángel San Vicente (en este caso se han editado en varios episodios).
Visita guiada.
Aurresku de honor.
Discurso del Delegado (1/2).
Discurso del Delegado (2/2).
Iñakik egindako Bertsoak.
También se ha distribuido un CD con todos los vídeos en su calidad original, mucho mayor que la que se aprecia en Internet. Muestra las palabras de agradecimiento de los tres homenajeados, Eloína Vélez, Josu Erdozain y Ángel San Vicente (en este caso se han editado en varios episodios).
Originalidad
Si el pecado original es la imitación, la sinceridad es la virtud original. Sólo progresa la humanidad desde la genuina y singular originalidad.
Todas las personas nacen únicas y originales; pero la mayoría mueren como copias. La misma Historia es una galería de cuadros en la que aparecen pocos originales y demasiadas copias. El valor de la originalidad no reside en la novedad, sino en la sinceridad. Por eso, generalmente los novedosos apedrean a los originales.
A veces nos confundimos al considerar que para ser originales ha de apostarse por lo insólito, cuando lo oportuno es buscar lo conveniente y lo natural. La definición más propia de la originalidad es espontaneidad, sencillez o sobriedad. La originalidad, a diferencia de la novedad, depende más del fondo que de la forma.
La originalidad nunca es un propósito. Ser original es una cualidad; quererlo ser es un defecto. Quien busca ser más novedoso que original, lo más probable es que no alcance sino el ridículo. Hay quienes no pensando nada por sí solos, se creen también en posesión de ideas originales por el mero hecho de obrar justamente al revés de otros que les precedieron. Pero el mundo no ha acabado de nacer, y buscar la originalidad es algo muy diferente de negar todas las evidentes previas.
La excentricidad jamás es prueba de genialidad, sino lo opuesto de la originalidad, cuyo secreto consiste no en hacer las cosas de diferente manera, sino en organizarlas mejor. La originalidad puede y suele partir de una juiciosa imitación seguida de innovación. En ocasiones los imitadores anteceden a los originales. Cuando dos coinciden en una buena idea, no pertenece ésta al primero que la tuvo, sino al que la concibió mejor.
Todo lo bueno que existe es fruto de la originalidad. No existe nada bueno que no sea original, aunque las mentes vulgares no puedan comprender la utilidad de la originalidad. La gente clonada apenas percibe diferencias entre sus semejantes, pero quienes agudizan su espíritu descubren más almas originales y singulares, que ni imitan a nadie, ni pueden ser imitadas.
La originalidad es una vuelta a los orígenes. La originalidad es la grandeza propia de soledad de un espíritu que no busca el artificio ni la conveniencia de acomodarse a la medianía del entorno. La originalidad no radica en decir algo nuevo, sino en redescubrirlo y decirlo todo como si nunca hubiese sido dicho por nadie. Confiemos que este modesto texto sea bueno y original, aunque la parte buena no sea original y la parte original no sea buena. A fin de cuentas, algunos consideramos que un relato siempre será nuevo y original si hace amables algunas verdades muy antiguas.
Versión final: mikel.agirregabiria.net/2006/original.htm
Todas las personas nacen únicas y originales; pero la mayoría mueren como copias. La misma Historia es una galería de cuadros en la que aparecen pocos originales y demasiadas copias. El valor de la originalidad no reside en la novedad, sino en la sinceridad. Por eso, generalmente los novedosos apedrean a los originales.
A veces nos confundimos al considerar que para ser originales ha de apostarse por lo insólito, cuando lo oportuno es buscar lo conveniente y lo natural. La definición más propia de la originalidad es espontaneidad, sencillez o sobriedad. La originalidad, a diferencia de la novedad, depende más del fondo que de la forma.
La originalidad nunca es un propósito. Ser original es una cualidad; quererlo ser es un defecto. Quien busca ser más novedoso que original, lo más probable es que no alcance sino el ridículo. Hay quienes no pensando nada por sí solos, se creen también en posesión de ideas originales por el mero hecho de obrar justamente al revés de otros que les precedieron. Pero el mundo no ha acabado de nacer, y buscar la originalidad es algo muy diferente de negar todas las evidentes previas.
La excentricidad jamás es prueba de genialidad, sino lo opuesto de la originalidad, cuyo secreto consiste no en hacer las cosas de diferente manera, sino en organizarlas mejor. La originalidad puede y suele partir de una juiciosa imitación seguida de innovación. En ocasiones los imitadores anteceden a los originales. Cuando dos coinciden en una buena idea, no pertenece ésta al primero que la tuvo, sino al que la concibió mejor.
Todo lo bueno que existe es fruto de la originalidad. No existe nada bueno que no sea original, aunque las mentes vulgares no puedan comprender la utilidad de la originalidad. La gente clonada apenas percibe diferencias entre sus semejantes, pero quienes agudizan su espíritu descubren más almas originales y singulares, que ni imitan a nadie, ni pueden ser imitadas.
La originalidad es una vuelta a los orígenes. La originalidad es la grandeza propia de soledad de un espíritu que no busca el artificio ni la conveniencia de acomodarse a la medianía del entorno. La originalidad no radica en decir algo nuevo, sino en redescubrirlo y decirlo todo como si nunca hubiese sido dicho por nadie. Confiemos que este modesto texto sea bueno y original, aunque la parte buena no sea original y la parte original no sea buena. A fin de cuentas, algunos consideramos que un relato siempre será nuevo y original si hace amables algunas verdades muy antiguas.
Versión final: mikel.agirregabiria.net/2006/original.htm
Suscribirse a:
Entradas (Atom)