No hay nada más divertido que ser joven

Dime cómo te diviertes y te diré quién eres.

Sucedió por segunda vez y ello significaba algo más que una casualidad. Primero me contaron lo que había dicho un alumno a su profesor: “Profe, esta asignatura no me divierte”. Luego fue en la piscina. Tras llamar la atención a unos jóvenes veinteañeros por jugar a fútbol en el césped, lo que estaba expresamente prohibido en carteles por doquier, se enfadaron y concluyeron proclamando a voces: “Ahora, ¿cómo nos divertimos?”.

En ambos casos fue así mismo, sin acritud ni mala fe, tal cual. Sólo fruto de una simpleza absoluta, labrada tras años de, aparentemente, ser divertidos por padres, profesores y adultos en general. Ello les había conducido a la creencia de que todo el mundo está aquí sólo para hacerles feliz. Sólo les resta divertirse o quejarse del incumplimiento del edicto universal de felicidad a favor de sí mismos.

Es para preguntarse: ¿Qué les hemos enseñado a parte de la actual juventud? ¿Que el mundo fue creado, con todas las personas, sólo para proporcionarles diversión,… mientras son jóvenes? ¿Qué su único deber es divertirse, mientras la obligación de los adultos es facilitarles la diversión no recíproca? El resultado final es que quienes sólo aspiran a divertirse terminan aburriéndose,… de tanto divertirse.

Trabajo y diversión no están reñidos en absoluto, sino todo lo contrario: Forman una pareja perfecta. La mejor diversión se alcanza tras un trabajo bien hecho. Cuando se descubre el valor del trabajo se prueba que siendo necesario trabajar, trabajar puede ser menos tedioso que divertirse. En todo caso, divertirse y trabajar son necesarios para alcanzar un destino propio, forjarse una identidad personal y apreciar la vida como una aventura en la que sonreír resulta infalible.
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Gentes del verano

El verano es tiempo de estar entre la gente.

Las vacaciones permiten ver nuevas gentes. Abundan y se hacen ver algunas personas mal educadas, peor aún, sin la menor educación, ni un mínimo deseo de educarse. Gritan, molestan y no aceptan la menor recriminación, lo que constituye un preocupante síntoma social indicativo de que ya nadie corrige, de que pasamos casi todos y que quien no abandona la utopía de enseñar modales es un raro espécimen.

Olvidando a esas gentes maleducadas, que no son sino caricaturas de sí mismas, el estío también es fuente donde nacen otros fascinantes seres animados, que tienen de vida un mes. Entre libélulas y mariposas, florecen algunas personas maravillosas. Son gentes que conocemos, alegres y despreocupadas, hasta que el síndrome de vuelta al trabajo y a la rutina les comienza a apagar.

Así siempre es el verano: movido, familiar, cálido, lúdico, delicioso, intenso, distinto, positivo,… entre gentes de aquí y de allá, entre gentes que se sienten más libres y menos solas.
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Políticos en la mesa

Están de moda las mesas políticas, y quiénes han de sentarse. Recuerdan un problema clásico de computación propuesto por Edsger Dijkstra

La pacificación en Euskadi ha abierto un debate sobre la conveniencia de una o dos mesas de negociación, entre quiénes y con qué objetivo. A quienes estudiamos informática nos ha rememorado, tanto por su enunciado como por su posible solución (aplicable en política) a un tema básico que se relata con una alegoría: filósofos cenando espaguetis.

La metáfora se formuló para representar el conflicto de la sincronización de procesos en un sistema operativo. Describe a varios filósofos sentados a una mesa redonda para cenar. Cada filósofo tiene su plato de espaguetis y un tenedor. Pero para comer los espaguetis son necesarios dos tenedores. Sólo puede comer un filósofo si toma su tenedor (a la izquierda) y el de la derecha de su colega, pero dejando a éste en ayunas.

Lo peor que puede suceder es que cada uno alcance únicamente “su” tenedor, y que todos se queden esperando que alguien libere el tenedor que les falta. En informática este bloqueo mutuo se denomina traba mortal (deadlock), y puede colapsar un microprocesador si no se previene.

Las soluciones técnicas son múltiples. Comer por turno cíclico, o en varios turnos,… pero lo mejor es un portero de comedor. Se trata de un modesto sirviente que indica a los filósofos que abandonen la mesa cuando no tengan hambre y que no regresen hasta que vuelvan a sentirla. Su misión es simple: limitar los comensales a menos que los tenedores, para que coman por rondas sin esperar al último,… y quedarse todos sin cenar.

La normalización vasca es una tarea compleja, más que comer espaguetis. Los agentes políticos necesitan mano izquierda, además de la mano diestra, para manejarla. Esperar que el último partido quiera colaborar quizá sea perder una oportunidad histórica. Mejor que los más dispuestos vayan rumiando el conflicto poco a poco, que al final ya nos aprovechará a todos.
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Hoy, una cita


“Los libros hacen libres a quienes los quieren”.
Vicente Espinel, poeta español del siglo XVII.

Las dos preguntas

La elección de estudios de los hijos es tema de conversación entre amigos, y más en los reencuentros del verano.

Los padres de hoy día solemos dejar elegir libremente, como no puede ser de otra manera, a nuestros hijos su opción académica. La pregunta usual suele ser: Hijo, ¿qué quieres estudiar ahora, tras concluir tus estudios (de ESO, de Bachillerato, u otros)?

Con esta pregunta única el resultado habitual corre el peligro de conducir hacia opciones amenas de estudiar, livianas de aprobar, en profesiones idealizadas,… con alto paro y escasa inserción laboral. Todo ello, al concluir los estudios sin expectativas profesionales, genera mucha frustración personal, familiar y un despilfarro social en años perdidos, subempleos y trabajos que nada tienen que ver con la visión soñada que se imaginó en la juventud.

Del autoritarismo de antaño (¡tú estudiarás Derecho, como tu abuelo y como yo!), se ha pasado al desentendido lema de que “ellos elijan que saben más que nosotros y así, en todo caso, ellos asumen su decisión”. Quizá una fórmula más equilibrada, que ayude a nuestros hijos e hijas a elegir por sí mismos pero mejor orientados, sea enunciar el dilema mediante dos preguntas:

1ª ¿Quieres trabajar en lo que decidas estudiar?
2ª De acuerdo con tu respuesta anterior, ¿qué prefieres estudiar?

O sintetizado en una sola pregunta: ¿De qué quieres trabajar?
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Benditos puntos

El permiso por puntos se demuestra misteriosamente eficaz.

Tras el habitual largo viaje vacacional de norte a sur en una fecha punta, se constata la simultánea fluidez del tráfico junto a un respeto mayor de las velocidades máximas. Todo ello aporta una inmediata sensación de mejora de la seguridad en la carretera. Era esperable y así lo demuestran las primeras estadísticas, además de coincidir con los resultados en otros países donde se aplicó la misma medida.

Llama la atención que lo que los conductores no supimos hacer como colectivo, por razones tan trascendentales como salvar vidas y evitar desdichas, ahora lo hagamos de golpe y sin rechistar para conservar unos abstractos “puntos” cuya pérdida sólo supone, a lo sumo, quedarse sin conducir durante una temporada. Merece un Premio Nobel el genial psicólogo social que inventó esta fórmula.
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Descansando

Cuando estamos descansando, no tenemos tiempo para trabajar.

Art. 24 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: “Toda persona tiene derecho al descanso, al disfrute del tiempo libre, a una limitación razonable de la duración del trabajo y a vacaciones periódicas pagadas”.

Conclusiones: Quien no trabaja no descansa. El mayor goce es el descanso después del trabajo. No sabe lo que es descanso, quien no sabe lo que es trabajo. El descanso pertenece al trabajo, como los párpados a los ojos. El propósito de trabajar es llegar a descansar… Pero descansar demasiado sería oxidarse. Así que pronto volveremos…

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La mayor aventura humana del siglo XX


Al menos así lo veíamos, como una expedición científica-tecnológica, quienes éramos niños en los años 50-60, asistiendo a la Conquista del Espacio y de la Luna (fotos).

 Post actualizado el 29-12-19, siendo sustituido el vídeo original ya no disponible.