1.000 posts

Hemos superado las 1.000 entradas en esta bitácora.

Os animamos a leer, en la banda derecha, los meses anteriores desde noviembre de 2001, cuando empezamos a publicar en web (mikel.agirregabiria.net), y en los últimos años en este blog diariamente. Han sido artículos demasiado extensos, la mayoría, también destinados a la prensa escrita. Esperamos continuar en nuestra línea habitual de aquí en adelante.

Incluso estamos completando con material inédito los días que no pudimos acudir a nuestra cita, de modo que finalmente todos los días desde noviembre de 2001 haya una entrada como mínimo. Os animamos a releer los meses anteriores para descubrir lo que hemos incorporado 'trampeando el calendario'.

Desesperados esperando

Yo le preguntaría y ella, quizá, contestaría. ¿Cómo eres, cómo me ves, cómo por separado fuimos y cómo seríamos juntos?

Ahí, cerca, está… Ella. Aquí, lejos, solo, estoy. Si le preguntase… Si me contestara… Le preguntaría… Tantas cosas. ¿Por qué eres tan bella? Le preguntaría… ¿Quién eres? Le preguntaría… ¿De dónde vienes? Le preguntaría… ¿Qué sientes? Le preguntaría… ¿De dónde vuelves? Le preguntaría… ¿De qué huyes? Le preguntaría… ¿Qué lees? Le preguntaría… ¿Qué temes? Le preguntaría… ¿En qué crees? Le preguntaría… ¿Qué quieres? Pero le pediría, antes de todo,… si te preguntase, ¿tú responderías?

No debo esperar desesperando. No debe desesperar esperando. ¿Debemos vivir esperando? Y así, ambos, seguimos esperando, hasta cuando desesperamos. Esperanza, desesperación, es la hora, del corazón. ¿Acaso no hay amor sin desesperación? Una desesperación apacible, quizá sea la mayor sabiduría del dolor. ¡Qué dulce es llegar a alguna parte!, aunque sea al final de la desesperación.

Mikel Agirregabiria Agirre
Para imprimir: mikel.agirregabiria.net/2006/esperando.doc

El pez grande se come al chico

Club de los poetas “nuestros”

Quien no ha visto esta película nunca se subirá a una mesa en el medio de clase y declamará a Whitman: ¡Oh capitán, mi capitán!

Cuando la rutina transmitida por la mayoría de los mass-media nos aburre con minúsculos acontecimientos políticos o deportivos, a saber con qué intenciones, no sabríamos decir si por angustia o por tedio es tiempo de recogerse en la poesía. La lírica actual se expresa, especialmente para los más jóvenes, mediante el cine. Este fin de semana, algunos hemos creído llegado el momento de ir, urgentemente, a un videoclub para volver a ver la película “El Club de los Poetas Muertos” de 1989.

Resulta una insuperable receta para este siglo XXI, con su guión oscarizado y a pesar de la sobreactuación de Robin Williams (ojalá hubiese aceptado el papel Dustin Hoffmann). Gratifica ver cómo un grupo de adolescentes gracias a un inaudito profesor sustituto descubre el significado del "Carpe Diem" (aprovecha el momento), la trágica muerte y el destino de los audaces: Perseguir los sueños de juventud.

Resulta una película de culto para progenitores y docentes, porque muestra lúcidamente el enmarañado tránsito de la adolescencia, a pesar de la distancia de contextos entre el elitista Colegio Welton en las colinas de Vermont hacia 1950, y la muy diferente realidad educativa de nuestro tiempo y espacio. Los modelos de padres intransigentes (protectores o desinteresados), de profesores variados, de escuelas inflexibles (o dúctiles) y de alumnos vivaces son paradigmáticos, aunque demasiado nítidos por exigencia de un guión cortado por los estándares de Hollywood.

Siguen válidos los lemas del Colegio Welton, ¡Honor! ¡Tradición! ¡Disciplina! ¡Excelencia!, pero también pervive todavía autoritarismo sin autoridad en un sistema educativo que adolece de monotonía artificial, que puede ser insufrible para la juventud adolescente de cualquier época. Sólo se salva cuando se erigen figuras docentes y discentes que evolucionan la enseñanza hacia una búsqueda común para coadyuvar a que cada uno descubra su camino personal.

Hoy, más que nunca, hace falta una pizca de lírica entre las sabidurías básicas, aunque ahora se llame espíritu de iniciativa y “aprender a aprender”. Necesitamos auténticos líderes entre el profesorado, entre el alumnado, entre la ciudadanía, entre los políticos. Necesitamos capitanes de guíen sus propios barcos. ¡Oh Capitán, mi Capitán: / nuestro azaroso viaje ha terminado. / Al fin venció la nave y el premio fue ganado. / Ya el puerto se halla próximo, / ya se oye la campana / y ver se puede el pueblo que entre vítores, / con la mirada sigue la nao soberana,...

Por si alguien no la ha visto...

El Club de los Poetas Muertos - Lección

En ella se dice "La verdad es como una manta que siempre te deja con los pies fríos",...

Únicas escenas localizadas en castellano. Otros cortes en inglés...

Niños de la guerra

Margueritte Subra (28-X-1.912), profesora de enseñanza primaria en Auzat y Pamiers. Foto cedida por PEDRO DÍEZ, desde su blog http://feccoo-pdiez.blogspot.com/Homenaje a tres maestras francesas, que acogieron a un niño refugiado vasco. Una de ellas aún vive y nos ofrece una lección de solidaridad oportuna y actual.

Estimada Margueritte Subra:

En 1936 usted y sus dos hermanas Marie y Berta acogieron y educaron durante 12 años a uno de los llamados "niños de la guerra", evacuado en el barco "HAVANA" cuando contaba sólo 6 años. Fue un acto de heroísmo colectivo, más meritorio aún cuando tuvo lugar en aquellos trágicos años, algunos de los cuales bajo la ocupación nazi. Ustedes respondieron a una petición del médico Marcel Barreré, quien pocos años después moriría en un campo de concentración por pertenecer de Resistencia.

Aquel niño, Pedro Díez Gambra, regresó a Bilbao después de cumplir 18 años. Él falleció prematuramente el 19 Octubre de 1982, pero pudo transmitir a su hijo y nietos una educación sólida en valores de libertad, fraternidad e igualdad que ustedes le inculcaron con sus lecciones y con su ejemplo.

Sólo recientemente, cuando ya sólo sobrevive Margueritte, ha recibido –a instancia de Pedro Díez hijo- una carta firmada por Josu Erkoreka, en nombre del Grupo Vasco en el Parlamento español, de gratitud por su generosa solidaridad. La grandeza de su altruismo, queda ratificada por la sorpresa al recibir una misiva oficial, que no considera merecer “porque cualquiera hubiera hecho lo mismo”.

Admirada Margueritte: En pleno siglo XXI, sigue habiendo muchos niños y familias de las guerras, declaradas o no, y esta Europa no siempre responde con el hospitalidad del que ustedes hicieron gala. Así como hoy las recuerdan los nietos de Pedro Díez Gambra, que existen gracias a estas “bisabuelas”, casos como el suyo deben exponerse como modelos plenamente actuales ante el fenómeno, eterno, de la huida y de la emigración en busca de un hogar y de un país donde se manifieste la humanidad.

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Mikel Agirregabiria Agirre. Educador
blog.agirregabiria.net