El quiosquero feliz

No hay mal que por bien no venga,… al menos para algunos.

Fue noticia el inmenso atasco. A muchos perjudicó en sus horarios y compromisos, pero también hubo algunos beneficios colaterales. Algunos nos dimos un doble paseo de ida y vuelta desde donde dejamos el coche hasta nuestro trabajo. Pero luego supe de alguien que hizo su agosto en la misma fecha: Un afortunado quiosquero.

Estando su tenderete al borde mismo del gran embotellamiento, se acercaron los primeros conductores y rápidamente vendió todos los diarios. Primero, las cabeceras habituales de prensa; luego los periódicos minoritarios o remotos. Los siguientes automovilistas aceptaron revistas, de temática general al principio y las especializadas después. Más tarde, los más desesperados chóferes recurrieron a los libros variados, las colecciones estrafalarias y los cuentos infantiles. Concluyeron aceptando los ejemplares decolorados de las paredes del puesto, algunos de los cuales habían cumplido años y estaban rotulados en pesetas.

Ante semejante avalancha de éxito y agotadas todas las existencias, el tendero feliz por la limpieza de inventario decidió cerrar el, nunca mejor dicho, negocio. Repleto de alegría, no sólo por las ventas, sino por la confraternización que demostraban unos clientes sin prisa y con ganas de hablar, que demostraban la alta función social de los kioscos de prensa.

De esta pequeña historia se deduce que, en ocasiones, la buena suerte de unos es la mala suerte de los demás. Y algo mejor aún, reconozcamos un aprendizaje capital. Hemos de adaptarnos a las circunstancias que no podemos revocar, aceptar los contratiempos y encontrar dentro de ellos las inesperadas posibilidades que nos ofrecen.

Versión para imprimir: mikel.agirregabiria.net/2007/quiosquero.DOC

Fotos educativas recogidas por Aníbal de la Torre

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La Regla de Oro

Aunque la idea común de todas las religiones es "no hagas a los demás, lo que no quieras que te hagan", esta imagen de Urkitalde lo resume.