
Ayer mismo fui testigo de cómo cuatro gandules iban exhibiendo sus atuendos de equipo y bolsas de deporte, sin que ninguno de ellos permitiese sentarse a una anciana que difícilmente se mantenía en pie justo en medio de ellos. Lo que más me entristece es que me desentendí y no ejercí de educador ante semejantes mastuerzos... Nos queda mucho por mejorar en la escuela, en la familia... y en la calle.
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