Gamonal, un barrio (hasta 1955 municipio cercano a Burgos capital) de una ciudad pequeña y tranquila, en un país que es capaz de soportar una tasa de paro desconocida en toda la historia, que afecta aún más a la población joven. Un conflicto menor que muestra una sociedad que puede entrar en combustión por pequeña que sea la chispa que nos lleve al punto de ignición.
La reducción de unas plazas de aparcamiento, la concentración del problema en un entorno acotado, ¿será la causa que nos llevará a una revolución? Todo ello cuando seis millones de parados han aguantado estoicamente sin apenas alterar su voto y confiando en
que vuelva el ciclo de bonanza, cuando pase la crisis,... Cierto que habrá elementos agitadores, e incluso que
Gamonal no sea el mejor ejemplo (o sí
sea un caso con raíces profundas),... pero es un signo más, un augurio, un aviso a navegantes.
La historia recoge precedentes desde 1820 cuando un suceso de apariencia intrascendente,
la denegación de un florero provocó la independencia de Colombia, o
la primavera árabe que arrancó en 2010 con el enfado e inmolación de
un joven vendedor de fruta tunecino.
Sin Internet o con
Internet, que puede actuar de acelerador social, cuando una situación deviene en potencialmente peligrosa conviene ir solventando las causas de fondo del malestar ciudadano. Conviene distinguir entre mecha y explosivo: Detonadores, los hay y los habrá de diversa naturaleza, por lo que urge ir desmontando los elementos de base de la situación.
Reflexionemos, cada uno desde su responsabilidad y desde su ámbito, qué hemos de enmendar, de lo concreto y puntual -como las decisiones urbanísticas o las actuaciones de las fuerzas de seguridad- hasta lo que llevará más tiempo, como la regeneración democrática, incluidos los medios de comunicación, la apuesta por una economía más solidaria o la educación política de la ciudadanía,... [
La viñeta es de Malagón].