Lo malo del verano

©Mikel AgirregabiriaNo en vano, antaño y hogaño, el vacacional alto del verano es el intervalo aventajado del año; mas queda un extraño reparo.

Tras el trabajo ya viene el descanso. Del chubasco norteño al soleado sur, del asfalto a la arena, del atlántico océano al mar mediterráneo. La marcha triunfal recreamos. ¡Ya llega el verano, ya se oyen los claros clarines! La escapada se anuncia con vivo reflejo; ¡ya viene, oro y hierro, el cortejo de los malandrines! Ya pasamos debajo los arcos vulgares del apagón inesperado, el móvil urbano sin cobertura y lo peor, un Internet depauperado.

Los soles rojos del verano asoman mansos si guardamos un cambiado horario. Al mediodía nos encerramos a la sombra del nido refrigerado. ¿Sesteamos o navegamos? Domicilio de invierno, hogar de verano: Queridos ambos con un raro desaguisado: ¡Aquí estamos incomunicados! ¡Añorado cable-módem con sus desbocados gigas triplicados, ahora achicado a un goteo caro de bitios avergonzados!

¡Altercado asegurado de teléfono precario, sin mantenimiento raudo, caudal falto, e-mails ralos e Internet escaso! ¿Para cuándo el necesario fin del oligopolio obligatorio? Ansiamos ser usuarios liberados, gasto facturado por mes sin compromiso forzado de todo un año, cuota sin escándalo o acceso inalámbrico.

“¡Agua para todos!”, exigen valencianos y murcianos. “¿Sólo Internet para unos cuantos? Tampoco”, concordamos vascos y foráneos. Hartos de ser tratados como esclavos, del abandono interesado y de tanto retraso tecnológico acumulado, enviamos este comunicado por correo ordinario.

Desde Pilar de la Horadada (Alicante)

Versión final en: http://mikel.agirregabiria.net/2005/verano.htm

Soledad y compañía

©Mikel AgirregabiriaElogio de la soledad y de la sociedad, dos precisos requisitos para formar el talento y el talante.

Siento, en el abarrotado Metro, que nos apretamos cientos de soledades. Soledad y compañía. Noche y día. Sol y luna. Todo y nada al mismo tiempo. La vida es una compleja red donde se entrecruzan soledad y compañía. Nacemos y morimos solos. Pero sólo crecemos y decaemos de la mano de los otros; ellos nos dan perspectiva y sentido a nuestra biografía... Nadie existe que esté en completa soledad; todo lo que existe, necesita de otros para ser.

Soledades y compañías. Palabras que hablan por sí mismas; con derroche de fantasía. ¿Quién no las familiariza? Las vivimos distintas en cada etapa de la vida, muchas veces como espinas y otras tantas como alegrías. Emociones confusas y obsesivas, queridas y repelidas, finalmente admitidas por una providencia supuestamente establecida,… Pasiones fecundas y necesarias, porque según Goethe: “El talento en soledad se cultiva, mientras que el carácter sólo se forma en la sociedad intempestiva”.

Soledad: No nos enseña a estar solos, sino a ser únicos. La soledad es el precio de la libertad. La soledad es ese otro yo,… Refugio y aislamiento, sosiego y desasosiego, la soledad traza las fronteras en el plano de nuestra afectividad hermética y compartida. Sólo los egoístas odian la soledad. La soledad es el patrimonio de las almas extraordinarias. Sólo en soledad se siente la sed de verdad. Rilke señaló: “El águila vuela sola; el cuervo, en bandadas. El necio tiene necesidad de compañía, y el sabio, de soledad”.

Pero, ¡cuidado con la soledad! Antonio Machado alertaba: “En mi soledad / he visto cosas muy claras,/ que no son verdad”. Todo elemento de fuerza intelectual se pierde si permanece en la infecunda soledad. Además, para huir de la melancolía no hay como la compañía, porque tristes podemos estar solos; pero para estar alegres, necesitamos compañía.

Compañía: Todo puede adquirirse en la soledad, excepto el carácter. Hacer compañía consiste en añadir algo a las vidas de los demás, y con ella descubrimos que nuestras vidas adquieren la transcendencia requerida. La persona cabal es aquella que, en medio de la multitud, mantiene con perfecto rigor y cortesía la independencia de su identidad, en soledad construida.

Sin embargo, ¡atención con la compañía! Suele decirse que quien necesita compañía, elegirá a veces malas compañías. También pronto descubrimos que no hay peor soledad que la de algunas compañías. El punto medio entre introversión y extraversión es el preferible, justamente el que nos permite encontrar el amor.

Amor: Ése rumor de soledad y compañía mutua. El amor consiste en dos soledades que se protegen, que se limitan y que se hacen mutuamente felices. Stendhal sugirió: “La soledad es necesaria para gozar de nuestro propio corazón y para amar; pero para triunfar en la vida es preciso dar algo de nuestra vida al mayor número posible de gentes”.

La realidad humana está tejida a un tiempo de soledad y compañía. Circunstancias que vivimos día a día, que buscamos en ocasiones y de las que huimos otras veces. El dolor reclama soledad; la alegría, compañía. Nunca como en las situaciones de duelo (que abundan en la vida), ha de ser exquisita la justa ponderación entre soledad y compañía, para acompañar en el dolor pero respetándolo.

Necesitamos tanto la compañía como la soledad. Nos son precisas como el verano y el invierno, el día y la noche, el ejercicio y el descanso. De la soledad nace el coraje y de la unión nace la fuerza. Por ello, la vida es esa gozosa sensación promiscua de equilibrio entre soledad y sociedad, esa maravilla de cordura y ternura unidas.

Versión final en: http://www.geocities.com/agirregabiria2005/soledad.htm

Carretera con cautela

©Mikel Agirregabiria
En la carretera una carrera implica perder no sólo la cartera, sino la chaveta y hasta lograr una condena.

Digámoslo con crudeza: Cuando a la colmena nos alivian las cadenas y tocan la corneta recogemos las carpetas, vamos a las cocheras para escapar de la caldera y… perdemos la chaveta. Muy chuletas y por centenas salimos de las callejas con nuestras modernas carretas.

La carretera no bastante nos aterra, ni su certeza de accidentes letales. Cuidado con las cazuelas y, aún más, con las cervezas. Con la bebida la mejor receta es ni tercera, ni segunda, ni primera. Por el contrario, se aconsejan templanza, sobriedad y… paciencia.

Precaución en la carretera, que ya de por sí la vida es una carrera hacia una muerte cierta. Mejor no aceleras la apuesta. Hasta el campeón Juan Manuel Fangio nos recuerda: “Las carreras (o unas vacaciones) no se ganan en la primera curva, pero sí se pueden perder”.

Versión final en: http://mikel.agirregabiria.net/2005/carretera.htm

Alonsomanía: Otra leyenda urbana

©Mikel AgirregabiriaUna de las mejores historias que se cuentan sobre Fernando Alonso, que si no es verdad merecería serlo.

Alguien me lo contó, de buena fuente, a través de un conocido que fue testigo directo. Sucedió en una reunión veraniega de jóvenes aficionados al motor, al tuning y a “darle zapatilla” al acelerador. El más temerario de ellos, propietario de un “buga maqueado a tope”, lo confesó en primera persona, ya de madrugada y tras demasiadas copas.

Fue alucinante, tíos, vais a flipar. Allí iba yo con unas chorbas para la discoteca, sorteando a domingueros por la autovía. Entonces vi un cochazo deportivo, de los que vale una pasta gansa, a velocidad de caracol. Pensé otro viejo que no tiene ni puñetera idea de conducir. Acelero para darle una pasada. Cuando llego a su altura miro para ver la cara de aquel pringado al volante y veo que es… el mismísimo Fernando Alonso, a 80 km/hora en un tramo urbano. Me quedé tan pegado que frené en seco, reduje a velocidad legal, quité los decibelios y me di cuenta que sólo somos unos gilipuertas irresponsables”.

Versión final en: http://mikel.agirregabiria.net/2005/urbana.htm

Doble negación para entender mejor

©Mikel AgirregabiriaRenunciar a la trivialidad de lo directo puede darnos claves para encontrar las soluciones correctas.

La doble negación es común en el lenguaje cotidiano: “no sé nada”, “no es imposible”,… Conviene advertir que esta peculiar sintaxis paradójicamente indica insistencia en la negación o, por el contrario, afirmación. “No sé nada” equivale a “nada sé”, mientras que “no es imposible” significa que “es posible”.

En algunas lenguas abundan las estructuras redundantes manteniendo el sentido de negación (castellano, "no viene nadie"; francés, “je ne vois pas”,…), que resultarían sumamente extrañas en otras, como el alemán, donde sólo se niega una sola vez. En todo caso, la concisión marca una tendencia creciente a evitar las duplicidades sintácticas, de modo que comienza a sonar mejor “nadie viene” que “no viene nadie”. Según la Gramática de aquellos idiomas, la doble negación frecuentemente sólo es una enfática formulación que deniega, usándose para contradecir o refutar las presuposiciones afirmativas del discurso previo (alguien lee, no lee nadie).

Descartada la negación reincidente propia de algunas lingüísticas, la Lógica establece que de un enunciado doblemente negado (P) podemos inferir su afirmación (P). Esta ley es evidente: “No es inusual”, equivale a “es usual”. Lingüísticamente se prefieren las propuestas positivas frente a los predicados doblemente negativos, por el criterio de simplificar. Por ello, resulta muy recomendable evitar el abuso de negaciones encadenadas, tipo “no negaré que ignoro lo que nunca desconocí…”.

Habremos de distinguir entre la expresión y el razonamiento. Si bien es cierto que en la comunicación el exceso confunde, para interpretar una causa compleja la doble negación puede ser fructífera. El pensamiento doblemente negativo frecuentemente nos muestra el mejor camino hacia el conocimiento de los fenómenos enrevesados. Concluyamos con un ejemplo para interpretar la ininteligible realidad presente, con un párrafo cuyo argumento inicial son simples consejos domésticos.

No es más limpio quien más limpia, sino quien menos ensucia. No es más rico quien más tiene, sino quien menos necesita. No triunfa quien más acierta, sino quien menos yerra. La familia más feliz es aquélla que protege a sus más infortunados. El barrio más culto es donde se (re)educa a los más rezagados. No es la ciudad más segura la que mantiene más policías, sino que contiene menos malhechores. La sociedad más sana es la que previene de la enfermedad a sus ciudadanos. La nación más rica es la que mejor asiste a sus necesitados. El continente más libre es el que dispone de menos cárceles. El mundo más justo, más pacífico, más democrático, más solidario, más fraternal sería…

Mikel Agirregabiria Agirre. Getxo
http://mikel.agirregabiria.net/

Versión final en: http://mikel.agirregabiria.net/2005/doble.htm

Tres seres humanos

©Mikel AgirregabiriaUno no sabía que sería noticia. Otro había decidido forzar la noticia. El tercero era noticia permanente.

P, nombre supuesto, se levantó aquella mañana con la misma rutina de cualquier día laborable. Se apresuró para llegar a tiempo a su puesto de trabajo. Se dirigió al Metro pensando en sus problemas y en sus esperanzas. Murió casi instantáneamente por una siniestra bomba colocada en su vagón. Aquella víctima inocente no vio el crepúsculo londinense de aquel trágico 7 de julio de 2005.

A, sobrenombre imaginario, madrugó porque sabía que aquel día escribiría con sangre otro hito horrendo en la cruenta historia de la humanidad. Creía que matar a personas indefensas y anónimas, que desconocían incluso la causa que él suponía defender, era una forma de lucha. Le fue muy fácil colocar los explosivos y retirarse a su refugio. No sabemos si pudo dormir aquella noche en los alrededores de Londres.

Z, nombre real, era un dirigente político, representante elegido por sus conciudadanos. Estaba reunido aquel día en Gleneagles (Edimburgo), cuando supo los luctuosos sucesos. Sólo tras la agitada jornada de agenda apretada y cambiada, antes de dormirse le retornó la insistente pregunta: ¿Cómo podríamos pasar esta página de la historia? La conciencia más recóndita le planteaba la eterna cuestión: Si supimos vencer el apocalíptico riesgo de la guerra nuclear entre las más pujantes superpotencias, ¿por qué no sabemos dejar atrás esta forma de conflicto entre los más desiguales?

Esta madrugada, tras la matanza, nos superan las condenas repetidas, los análisis políticos, las llamadas a la calma, las predicciones cumplidas,... No queremos acostumbrarnos a la injusticia de las guerras, ni aceptamos que sean inevitables. Hoy sólo experimentamos el esperpento ético de la prehistórica violencia con armas contemporáneas. Había que comprobar si seguimos siendo seres humanos. La paz es un verbo; algo activo que nos involucra a todos en las decisiones que adoptamos día a día. Exijamos la paz para todos nosotros, para todos los continentes, para todas las razas, para todas las culturas, para todas las religiones,...

Versión final en: http://mikel.agirregabiria.net/2005/seres.htm