
- ¿Cómo lo sabes?, le replica la niña.
- Porque me ha escrito una carta.
- ¿La tienes ahí?, le pregunta la niña.
- No, pero mañana la traeré conmigo.
Esa noche, Kafka escribe una imaginaria misiva con la misma dedicación que puso a toda su obra y a día siguiente se la lee a la niña, dado que ella aún no ha aprendido.
La muñeca argumenta estar cansada, harta de vivir con la misma gente todo el tiempo. Su fuga responde a su deseo de salir y conocer el mundo. No es que no quiera a la niña, pero no podrán estar juntas durante un tiempo. La muñeca promete escribirle una carta diaria. Kafka escribe más cartas durante tres semanas. Gradualmente, relata que va a la escuela y se enamora de un muchacho. Finalmente, la muñeca le anuncia que va a casarse y se despide de la niña, que acepta feliz el desenlace.