Letras ganadoras

Descubre el poder oculto de los apellidos largos (o el tamaño sí importa)

Los habitantes de las remotas montañas de Kentucky, casi analfabetos, sabían siempre de antemano (antes de las encuestas preliminares) cuál de los dos candidatos sería el próximo Presidente de los Estados Unidos. Los periodistas desplazados se sorprendieron con tales dotes de adivinación y más cuando averiguaron su simple e infalible método: El apellido del ganador contenía más letras.

Este predecible sistema válido desde 1789 con George Washington que no tuvo opositor, ha funcionado casi sin excepciones durante todo el siglo XX. McKinley ganó por dos veces a Bryan; Roosevelt a Parker; Harding a Cox; Coolidge a Davis; Hoover a Smith; Roosevelt en 4 ocasiones a Hoover, Landon, Wilkie y Dewey; Truman a Dewey; Eisenhower dos veces a Stevenson; Kennedy a Nixon (aunque luego éste ganó a Humprey y McGovern); Ford, que lo tenía mal sólo fue presidente por renuncia de Nixon, y luego perdió contra Carter; Reagan disputó cerradamente a Carter; Bush padre sí ganó a Dukakis, pero perdió contra Clinton, quien también venció a Dole; y finalmente entre Bush y Gore la disputa no pudo ser más cerrada. Así pues, Kerry ganará a Bush, por un margen pequeño pero definitivo.

Desconozco desproporcionadamente la extraterritorialidad e interdisciplinariedad de esta metodología, pero si aceptamos contrarrevolucionariamente su internacionalización, quizá Rodríguez Zapatero haya errado al rebautizarse como ZP frente a Rajoy. Que aprenda de lo sucedido a Mas contra Maragall o Carod-Rovira.

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